En la guerra como en la guerra

Publicado el 11 de noviembre de 2022

Por Iñaki Urdanibia*

La guerra no ha cesado de producirse entre los humanos, como si de un universal se tratase, invadiendo el campo del pensamiento, del arte, y, muy en concreto, de la escritura en sus diferentes expresiones: desde Homero y Tucídides hasta Tolstói, pasando por Jünger, Barbusse, Proust, Remarque, Hemingway, Sartre, Kessel, Céline o Cendrars, y…la lista sería larga.

Dentro de este hecho social que es la guerra, la continuación de la política por otros medios que decía el otro, muy ducho en guerras él, hay algunas batallas que resuenan en la historia, provocando todavía algunas de ellas emociones encendidas: la de las Termópilas tuvo quien la cantase /contase, Heródoto sin obviar el recuerdo de Kavafis, la de Waterloo halló en Hugo y Stendhal a sus narradores, Sebastopol fue descrita por Tolstói, y la de Stalingrado va unida a Vassili Grossman, y a Víktor Nekrassov (Kiev, 1911- París, 1987)…y aterrizo, ya que de este último acaba de publicarse en Automática Editorial, «En las trincheras de Stalingrado». El nombre de la batalla se transformó en símbolo de la derrota del nazismo, sirviendo a la vez para ignorar la brutal represión que se daba en la URSS; más de veintiséis millones de muertos la convierten en paradigma del carácter destructivo y atroz de la guerra.

La obra que fue galardonada con el premio Stalin, prácticamente por la decisión del sujeto que daba nombre al premio, fue escrita en medio de las batallas, sangre, sudor, y lágrimas…con el estruendo de las bombas, las explosiones, sin olvidar un aspecto esencial que rezuman las páginas de la novela bélica, los lazos de amistad y de fraternidad que se forjaban en medio del temor y el barro que le servía de topos. Se cumple así en la obra de la que hablo la sentencia del líder máximo: el hombre es el capital más supremo.

Llama la atención la absoluta falta de ideología que recorre el libro, son los hechos los que mandan, la toma de posiciones, la cercanía de las trincheras enemigas, a menos de veinte metros las unas de las otras; precisamente esta falta de celebración del comunismo y de su gran dirigente, el secretario general, sorprendió y fue causa para que se criticara la obra por parte de miembros de la nomenklatura y de la Unión de escritores, como deja ver el autor en el epílogo de la obra, escrito en 1981, cuarenta años después del inicio de su participación guerrera, en 1941 fue movilizado. Oficial durante la guerra, vio su obra publicada por la revista Znamia (Bandera), inicialmente con el título escueto de Stalingrado, para luego pasar a titularse con el definitivo En las trincheras de Stalingrado. Así, Nekrassov se vio convertido en escritor celebrado a sus treinta y seis años, lo que le permitiría, por otra parte, gozar del privilegio de viajar a Occidente, y tomar contacto con los círculos de emigrados rusos.

La vida del batallón en que estaba encuadrado Nekrassov, que por cierto perdió en combate el setenta y cinco por ciento de sus componentes debido a una orden absurdo de la superioridad, y del que a la sazón era lugarteniente como su alter-ego Kerjentsev, es seguida en detalle por éste, mostrando día a día la situación vivida, lo que hace que entregue una crónica pormenorizada de los combates, de los enfrentamientos, sin excluir cierto tono de medido humor, a la hora de señalar lo absurdo de algunas de las órdenes y directrices ordenadas desde las alturas jerárquicas de la inflexible oficialidad; alejado todo ello de cualquier forma de embellecimiento literario, lo que no ha de ser interpretado, como ya se puede adivinar por algún comentario que he vertido con anterioridad, como un seguimiento de las normas del realismo socialista oficial; aquí estamos ante un realismo puro y duro de la vida experimentada en el combate, lo que algunos juzgaron que situaba el libro en los bordes del pacifismo, indicando algunos que era un seguidor de la onda marcada por Erich Maria Remarque en su Sin novedad en el frente, al tiempo que no mostraba el debido respeto y elogio a la jefatura sino que se permite en las páginas del libro mostrar escenas de críticas abiertas a la línea, digamos que, oficial. Destacable en este orden de cosas, cierta distancia y falta de valoraciones como si tanto los éxitos como los fracasos siguieran el orden natural de las cosas….el país ha sido invadido por el enemigo y, en consecuencia, no hay otra que combatir, y así se da cuenta de algunos sonados combates y defensa de posiciones como el túmulo de Mamaï o la casa de Paulov. .

Tampoco serían del gusto de los comisarios de turno, la comparación que establece, a la vuelta del campo de batalla, entre los lazos de camaradería que reinaba en el frente con el egoísmo pequeñoburgués que se palpa en el ambiente de la ciudad. Sus críticas al antisemitismo creciente del partido y de las autoridades le supuso la expulsión del partido, tras el asalto de su domicilio y el celo vigilante de la KGB, que se llevó todos los manuscritos de su casa.

A pesar de las limitaciones impuestas a la novela, al caer en desgracia el escritor tras haber osado criticar al secretario general, la obra ha pasado a ser una cita ineludible cuando se habla de la batalla nombrada, ya que resulta un estimable documento escrito a pie de trinchera, que sirvió de inspiración a un film de Alexandre Ivanov titulado Soldados.

En el Epílogo: cuarenta años más tarde, Viktor Nekrassov narra las vicisitudes que hubo de pasar la publicación de su obra y la suerte que corrió posteriormente al ser eliminada de circulación; desvela cuestiones de índole autobiográfico y de su compromiso con el partido, deteniéndose también en el creciente y constante atosigamiento al que era sometido lo que le llevó a abandonar el país, aludiendo a su amigo Vassili Grossman y a su obra, preámbulo de su necesaria Vida y destinoPor una causa justa, en la que quien fuese a la sazón corresponsal de Estrella roja narra la heroicidad y los sufrimientos padecidos por el pueblo soviético en su lucha contra el nazismo en la batalla de la que hablamos, asomando ya, no obstante, algunas cuestiones que muestran los desacuerdos que luego tomarían sólido cuerpo y que supondrían serios problemas al escritor, y a quienes con él osasen relacionarse…como al propio Nekrassov a quien se le advirtió que si seguía teniendo relaciones con Grossman iba a seguir su misma suerte.

Por Iñaki Urdanibia* para Kaosenlared

*Iñaki Urdanibia (Donostia, 1947) … Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación en la Universidad de Santiago de Compostela. Ha sido profesor de Filosofía …

Fuente: Kaos en la Red

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