Brasil: ¿Por quiénes doblan las campanas en el Grupo Presidencial de Transición en el ámbito de la Educación?

Jessica Marques*, Luciana Boiteux**, Marcella Fonseca***

La educación pública ha sido atacada sistemáticamente en los últimos años. La disputa del sector por parte del empresariado, buscando a toda costa imponer políticas educativas alineadas con la lógica del capital, que reproduzcan y refuercen una concepción de sociedad de mercado, es intensa y viene caminando a pasos agigantados desde hace tiempo.

En el gobierno golpista de Temer, sin ningún diálogo con la comunidad escolar, se aprobó la reforma de la educación secundaria, el inicio de un ataque brutal contra la educación básica de los hijos e hijas de la clase trabajadora. Temer también extinguió o descartó importantes programas como Ciencia sin Fronteras y PRONATEC.

Ya durante el desgobierno de Bolsonaro, el oscurantismo avanzó y tomó grandes proporciones -con daños inconmensurables- amenazando la laicidad de la educación, imponiendo la militarización de las instituciones y el homeschooling , además del cercenamiento de la autonomía pedagógica y la persecución de los docentes. La escasez deliberada de recursos destinados a la Educación fue también el sello distintivo de este gobierno, situación que amenazó la existencia de las universidades e institutos federales y la garantía de la merienda escolar en la educación básica.

Con la elección de Lula, podemos respirar con cierto alivio en la esperanza de avanzar en un proyecto democrático de educación como un bien público y no como una herramienta atractiva para aumentar las ganancias, administrada por grandes grupos financieros.

Necesitamos, sin embargo, estar “atentos y fuertes” para desviar la ofensiva del capital y defender un programa educativo que permita y posibilite los cambios necesarios para la transformación de la sociedad. Un programa que tiene como principios una educación pública, gratuita y de calidad socialmente referenciada.

Y, para ello, será necesario tener una postura crítica y activa, que cuestione el campo educativo, exigiendo que no se someta a las órdenes del empresariado, que por la composición del GT de Educación de la Transición Comisión del Gobierno Federal, no nos parece una tarea fácil.

La semana pasada, luego de que se anunciaran los grupos técnicos y sus respectivos coordinadores, Fernando Haddad se reunió con nombres como Jorge Paulo Lemann, de la Fundación Lemann, Neca Setubal, de la Fundación Itaú, Priscila Cruz, de Todos Pela Educação, y Cláudia Costin, de la FGV. y varias otras figuras del ámbito empresarial, para debatir los rumbos de la educación en el Gobierno Lula. La pregunta que se planteó entonces a todos los movilizados por el fortalecimiento de la educación pública fue “¿Qué proyecto educativo y para quién?”. La expresiva presencia de institutos y fundaciones empresariales en contraste con la bajísima –o nula– representación de institutos federales, universidades, asociaciones y movimientos sociales, encendió una señal de alerta sobre la naturaleza de las políticas educativas que se discutirán.

Durante el período de campaña, a lo largo de la construcción del programa, Lula afirmó que la educación volvería al centro de las discusiones. Para la educación básica, la principal promesa fue la derogación de la Nueva Escuela Secundaria, agenda imperativa desde la aprobación de la reforma autoritaria y compulsiva de Temer, que aparece como prioridad en el documento. A pesar del amplio frente, ¿qué diálogo será posible abrir sobre este punto con los grupos empresariales que articularon la implementación de la BNCC que culminó en la NEM (Nueva Escuela Secundaria)?

La reformulación de la educación secundaria es indignante y viola conquistas históricas como la universalidad de esta etapa de la educación básica. Impone un retroceso a la educación pública que profundiza la desigualdad social y educativa entre los estudiantes de las escuelas públicas a medida que se reducen las inversiones en educación pública y se amplía el espacio de los grupos económicos.

El NEM todavía ataca frontalmente a la categoría de docentes con la reducción de puestos de trabajo dados no sólo por la reducción de las asignaturas obligatorias ofrecidas, sino también por la liberación de la formación pedagógica. Lo que indica que, en un futuro cercano, las universidades estarán formando profesionales sin espacio en el mercado.

¿A quién le interesa la transferencia de recursos públicos al sector privado? ¿A quién le interesa excluir o reducir la carga de trabajo de disciplinas y contenidos que fomenten el pensamiento crítico? ¿A quién le importa la falta de formación pedagógica de los docentes? Ciertamente, al mismo sector burgués que impulsó e hizo posible esta y otras reformas como la laboral, la seguridad social y el Tope de Gastos.

Debemos exigir al gobierno orientar la educación a la luz de los cúmulos de los movimientos sociales, educación en el campo, en la ciudad y en la periferia, con amplia escucha a las entidades que representan la categoría. Las políticas que implementaron Temer y Bolsonaro, responsables de profundizar la desigualdad social en el país, necesitan ser derogadas para que se pueda avanzar en garantizar la dignidad de la vida de la gran mayoría de nuestro pueblo. Revertir el legado del golpe misógino que sacó a Dilma del poder y permitió el ascenso del bolsonarismo debe ser el compromiso de un nuevo gobierno guiado por las demandas fundamentales de la clase trabajadora. Y la Educación, en este marco, debe ser una prioridad.

*Jéssica Marques es profesora de Historia en la Red Municipal de São José dos Campos y Directora Licenciada de Sindserv

 

**Luciana Boiteux es profesora de la UFRJ y asumirá el concejo municipal de Río de Janeiro en 2023

 

***Marcella Fonseca es profesora de portugués en la Red Estatal de Río de Janeiro y Directora de Sinpro-Rio.

 

Fuente: Esquerda Online

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