En una reunión secreta entre miembros del partido de extrema derecha “Alternativa para Alemania” (AfD) y fascistas del “movimiento identitario” se discutieron sus planes de “remigración”. Los fascistas quieren obligar a millones de inmigrantes (incluidos los alemanes) a emigrar, si es necesario por la fuerza.
Aunque más tarde el partido declaró que la reunión no era una reunión del partido y que la “remigración” no formaba parte de su programa, los principales representantes del partido han defendido públicamente este lema en varias ocasiones, incluso en el último congreso del partido. El Comité Ejecutivo nunca ha negado estas declaraciones. Hoy, con el publicitado encuentro con un conocido fascista, el cofundador austriaco del movimiento identitario Martin Sellner, un gran público ha tomado repentinamente conciencia de las ideas que se encuentran dentro del AfD.
En pocos días, decenas de miles de personas salieron a las calles en decenas de ciudades para manifestarse contra el AfD. En total, más de un millón de personas acudieron a la manifestación en menos de una semana y la movilización continúa. Es alentador ver cuántas personas salen a las calles para oponerse a este proyecto inhumano de la derecha fascista.
Sin embargo, no todas estas personas están libres de xenofobia, ni mucho menos. Muchos apoyan la política represiva del gobierno contra los refugiados. El gobierno apoya la política de refugiados de la UE y, incluso durante el auge de este movimiento contra el AfD, ha adoptado nuevas medidas más duras contra los refugiados. Estas incluyen más posibilidades para que la policía registre a las personas (cuando busca sus documentos), arreste a las personas por la noche, extienda la detención para deportación hasta por 28 días, etc. En el momento álgido del movimiento actual, el gobierno federal no duda en anunciar que celebrará acuerdos de readmisión con otros seis países para poder expulsar a más refugiados (el año pasado fueron expulsados 16.430 refugiados).
Lamentablemente, esta política cuenta con el apoyo de la mayoría de los ciudadanos alemanes. Por eso no sorprende que los principales oradores en muchas de las manifestaciones de los últimos días hayan sido políticos de los partidos que ahora forman el gobierno federal (por ejemplo, los ministros presidentes de Baja Sajonia, Hamburgo y Renania-Palatinado, los alcaldes de las principales ciudades, etc.). Los antifascistas y revolucionarios que critican la política del gobierno en materia de refugiados forman una pequeña minoría.
Paralelamente a estas manifestaciones se han intensificado dos actividades que los marxistas revolucionarios seguimos con sentimientos encontrados:
R.) Muchos piden la prohibición del AfD, pero esto no servirá de nada, ya que este partido tiene ahora 40.000 miembros y cuenta con al menos el 20% del electorado (especialmente en Alemania del Este). Estas ideas de derecha no pueden prohibirse; deben combatirse mediante políticas y movilización de izquierda, particularmente mediante una resistencia progresista exitosa a las políticas de los gobernantes, especialmente a nivel social.
Una prohibición daría al partido el papel de mártir y haría más difícil la lucha política contra él. Después de todo, es la política represiva del gobierno contra los refugiados la que reivindica las ideas xenófobas de la extrema derecha. Es más, prohibir un partido estaría ciertamente asociado a la “lucha contra el extremismo” y, por tanto, a una política más represiva hacia los activistas de la lucha de clases.
B.) La iniciativa de privar a Björn Höcke, líder del ala abiertamente fascista de AfD, de ciertos derechos políticos fundamentales en virtud del artículo 18 de la Constitución nos hace sentir menos mal del estómago. Hasta el momento (20 de enero), una petición en este sentido dirigida al gobierno y al parlamento ha sido firmada por 1,5 millones de personas.
Tomado de internationalviewpoint.org
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