Extinción masiva de aves en Europa

Por Richard Gregory

Europa ha perdido 500 millones de aves en 40 años. ¿La principal causa singular? Plaguicidas y fertilizantes.

El goteo de estudios que advierten de que la enorme variedad de seres vivos en la Tierra está menguando ya se ha convertido en una riada. La realidad de estas pérdidas a escala regional y planetaria es innegable. Sin embargo, los datos sobre biodiversidad y la causa de su declive siguen siendo fragmentarios, limitándose a algunas causas, algunos lugares y algunas especies. De todos modos, este no es el caso de las aves en Europa.

Las aves han fascinado desde tiempos remotos a científicos y científicas aficionadas y profesionales, y una intensa cooperación por toda Europa ha creado un sólido cuerpo de conocimientos sobre sus hábitos, necesidades y poblaciones. Algunos de los conjuntos de datos recopilados durante mucho tiempo se refieren a aves que habitan en Europa al menos durante una parte de sus vidas. Estos datos dibujan ahora una panorama desalentador: se calcula que la población total de pájaros de Europa ha perdido unos 550 millones de aves en los últimos 40 años. Es una constatación estremecedora y refleja algo profundo sobre la relación averiada de la humanidad con la naturaleza.

La ciencia es consciente de que la biodiversidad está sometida a una presión creciente, ejercida especialmente por los rápidos cambios en el uso de la tierra (por ejemplo, con la conversión de bosques en usos agrícolas) y el aumento de las temperaturas. Pero las respuestas de las distintas especies a dichas presiones, cuáles de estas son las más importantes y cómo pueden responder los conservacionistas para mitigarlas siguen siendo objeto de debate.

Sobre la base de unos datos de calidad sobre las aves, junto con investigadores franceses escribí un artículo científico que analiza la manera en que han respondido 170 especies a las presiones inducidas por humanos en Europa, utilizando datos recogidos durante más de 37 años en más de 20.000 puntos de seguimiento situados en 28 países, incluidos datos del Reino Unido. Observamos que los productos químicos utilizados en las explotaciones agrícolas para controlar los insectos y las plantas consideradas malas hierbas que podían mermar las cosechas privan a muchos pájaros de su principal fuente de alimentación y que esta es la causa singular más importante de su declive en toda Europa.

Los factores antropogénicos del cambio

Analizamos cuatro importantes causas de las presiones que sufren las poblaciones aviarias: la intensificación de la agricultura (medida por el uso intensivo de plaguicidas y fertilizantes), el cambio climático y su efecto en las temperaturas, las variaciones de la cobertura forestal y la urbanización.

Los productos químicos utilizados para maximizar las cosechas suponen un oneroso peaje para la vida silvestre. Charles Bowman/Shutterstock

Los métodos de cultivo modernos han sido la causa principal del declive de la mayoría de poblaciones de aves, especialmente de las que se alimentan de insectos y otros invertebrados, como los vencejos, las lavanderas boyeras, las papamoscas grises, las colialbas y las tarabillas comunes. La respuesta de las aves a las variaciones de la cobertura forestal, a la urbanización y al cambio climático ha sido mucho más variada y específica de cada especie.

Entre 1980 y 2016, las poblaciones de aves comunes en Europa disminuyeron abundantemente, perdiendo una cuarta parte, pero durante este periodo la cantidad de aves típicas de las tierras de cultivo se redujeron a menos de la mitad. También hubo descensos tanto entre las aves de los bosques y las que habitan en zona urbana como entre las aves norteñas, que prefieren climas fríos, e incluso entre especies sureñas, que prefieren climas cálidos, aunque la tendencia general de este último grupo de aves es la de un crecimiento constante.

Uno de los principales hallazgos del estudio es que el uso masivo de plaguicidas y fertilizantes, especialmente en las explotaciones agrarias, es el factor impulsor más significativo del declive de  las poblaciones de aves en toda Europa, incluido el Reino Unido. Esto no es una gran sorpresa, y son muchos los estudios que han llegado a la misma conclusión. Sin embargo, este es el primer estudio que examina los factores antropogénicos de una tacada, utilizando algunos de los mejores datos disponibles y métodos estadísticos modernos. Los resultados no dan lugar a dudas.

Las prácticas agrícolas empezaron a cambiar significativamente después de la segunda guerra mundial, cuando los países aplicaron medidas encaminadas a incrementar la producción agraria. Sin embargo, aquellos esfuerzos por aumentar la producción, incluido el uso creciente de plaguicidas y fertilizantes, han supuesto un coste importante para las aves y otras formas de vida silvestre, en particular la salud general del medioambiente. Un informe reciente del gobierno británico revela que la pérdida de biodiversidad, junto con el cambio climático, supone la mayor amenaza a corto y medio plazo para la producción nacional de alimentos. La pérdida de biodiversidad tiene consecuencias para la sociedad que van mucho más allá de las especies amenazadas.

Consideramos que lo que afecta principalmente a las aves son los plaguicidas y los fertilizantes debido a la falta de alimentos que provocan, si bien estos productos químicos también pueden afectar directamente a su salud. Los plaguicidas están diseñados para matar los insectos e invertebrados que comen las aves, mientras que los fertilizantes cambian las especies de plantas que crecen en un entorno, a menudo en detrimento de una amplia variedad de especies. Los invertebrados necesitan esa vegetación para alimentarse y cobijarse, y las aves también la necesitan.

Los invertebrados son una parte importante de la dieta de muchas especies de aves y al mismo tiempo aportan componentes fundamentales para la cría de polluelos, que son el motor del crecimiento poblacional. Los invertebrados son particularmente importantes durante el periodo de apareamiento de más del 80 % de las aves incluidas en nuestro estudio. Está claro que la dramática extinción de insectos de la que oímos hablar a menudo tiene un efecto profundo en las poblaciones de aves.

Las aves insectívoras, como el vencejo común, se verían sumamente favorecidas por las restricciones del uso de plaguicidas. Erni/Shutterstock

Una alimentación respetuosa con la naturaleza

La cuestión es cuál sería la mejor respuesta. La naturaleza tiene problemas en las tierras de cultivo, y son precisamente los agricultores y agricultoras quienes pueden ser una parte fundamental de la solución si reciben el apoyo de las políticas correctas. Necesitamos un apoyo mucho mayor a las prácticas agrícolas respetuosas con la naturaleza y el abandono de la agricultura dominada por los plaguicidas y los fertilizantes sintéticos. Esto sería bueno para la naturaleza, para los y las agricultoras y para la producción de alimentos, para el clima, para los y las consumidoras; muchas personas progresistas ya practican una agricultura pionera en este sentido.

Nuestros resultados muestran asimismo el poder de la ciencia ciudadana y la cooperación transnacional para impulsar la ciencia y entender mejor el mundo natural y cómo dar la vuelta a las cosas. Ahora necesitamos gobiernos en todo el mundo que apoye sistemas de gestión de los territorios que favorezcan la agricultura respetuosa con la naturaleza, comprometidos, por ejemplo, con lograr que por lo menos un 10 % de las tierras de cultivo practiquen esos métodos de cultivo, lo que a su vez contribuirá a mantener o incluso incrementar la producción agraria.

Pero también necesitamos una reforma más amplia de los sistemas de alimentación, como dietas respetuosas con la naturaleza. El comercio minorista, los proveedores y procesadoras pueden aportar su parte para asegurar un medioambiente sano capaz de nutrirnos y devolvernos la naturaleza, con todos los beneficios para las personas que esto comportará.

01/06/2023

The Conversation

Traducción: viento sur

Richard Gregory es profesor honorífico de Genética, Evolución y Medioambiente de la Universidad Pública de Londres (UCL).

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