Brasil: Dos caminos

¿Cómo disputar los millones que se inclinan hacia la extrema derecha, como hemos visto en el caso chileno, incluso después de una enorme revuelta democrática en 2019?

MAIO 2023

 

La extrema derecha está articulada en varios países para imponer su agenda de destrucción de derechos, de libertades democráticas y ataques contra las conquistas de la clase trabajadora. La elección chilena del último domingo (7) encendió una alarma, con la victoria en las urnas del Partido Republicano.

En Estados Unidos, el debate electoral se adelanta, con Trump intensificando la disputa. En Brasil, el regreso de Bolsonaro fue celebrado por el sector más atrasado del agro. A diferencia de 2020, cuando su actuación en las elecciones fue más incidental y localizada, el bolsonarismo se postula para la próxima elección municipal, con un plan para disputar y polarizar varias capitales.

En Colombia, por su parte, el gobierno dobla la apuesta contra la oposición de derecha. Ante el boicot parlamentario y la crítica en las redes a la reforma de salud propuesta por el gobierno, el presidente Gustavo Petro convocó a la población a salir a las calles. Estamos convencidos de que no hay otra salida para luchar contra la extrema derecha, ya sea en Brasil o en el mundo, que apostar por la movilización para garantizar sólidas mayorías sociales al servicio de cambios populares.

Enfrentar la extrema derecha es la tarea más urgente

Está consolidado el lugar de la extrema derecha con peso de masas en buena parte de los países, en muchos en condiciones de disputar incluso la hegemonía electoral, como Italia, Turquía, Brasil y Estados Unidos, los últimos ya mencionados. Se trata de una disputa global, que involucra lucha de ideas, disputa en las calles, peso electoral y control de redes comunicacionales alrededor de un programa.

La extrema derecha, en su vena neofascista, organiza millones con sus banderas y su perspectiva ante el desencanto con respecto a las alternativas “convencionales”. Temas como la inmigración, el negacionismo científico y climático, la lucha contra el derecho reproductivo de las mujeres, la exclusión de la comunidad LGBTQIA+ son parte del repertorio de estos grupos políticos, a veces disfrazados de “populismo de derecha”, como en el caso francés, con Marine Le Pen aprovechándose del desprestigio de la reforma previsional de Macron para disputar apoyo electoral. Como ya se ha dicho, detrás de la apariencia y la predicación falsa “antisistema”, se esconde el lado más brutal y violento del capitalismo en su fase de crisis.

Ante estos acontecimientos, nos planteamos la pregunta: ¿cómo disputar los millones que se inclinan hacia la extrema derecha, como hemos visto en el caso chileno, incluso después de una enorme revuelta democrática en 2019?

En primer lugar, es necesario poner el problema del crecimiento del neofascismo como central. A continuación, comprender que la base social de la extrema derecha nace del desencanto con los gobiernos “democrático-liberales”, ya sean de centro, derecha liberal o social-liberales. Luego, construir tácticas para enfrentar los polos más conscientes y militantes del neofascismo, derrotando y desmoralizándolos. ¡Por eso, es tan urgente la prisión de Bolsonaro!

Es fundamental disputar las capas sociales que son arrastradas demagógicamente hacia estos proyectos, combinando tácticas de frente único con la necesidad de nuevas expresiones políticas capaces de suplantar alternativas supuestamente “democráticas” que generan frustraciones en el movimiento de masas.

Chile y Colombia, caminos diferentes

Tomando un ejemplo, con cuidado para no ser mecánicos, tenemos dos respuestas que están siendo dadas para el acoso de la extrema derecha por gobiernos que fueron electos con expectativas de cumplir demandas populares. Ambos son de alguna forma expresiones (con mediaciones) de levantamientos populares que ocurrieron en la ola de manifestaciones en los últimos años: Chile, con el levantamiento de octubre de 2019 contra el conservador y millonario Piñera y Colombia, con la huelga general de carácter insurreccional que rompió el viejo régimen uribista representado por Iván Duque.

Gabriel Boric eligió caminar hacia el “centro”. Después de ser elegido en la expectativa de cambios y renovación, Boric buscó exhibir moderación, retiró temas centrales de la agenda, como la estatización de la seguridad social y privilegió el diálogo con el sentido común y con la derecha en las leyes de “gatillo fácil” y de militarización del territorio mapuche.

Gustavo Petro, por su parte, recientemente hizo un llamado a la movilización y un fuerte discurso en el 1º de mayo después de denunciar las trabas en el interior de la propia coalición, que fue deshecha por no llevar adelante propuestas, como la de la reforma en la salud, prometidas en la campaña electoral.

En Brasil, construir un camino en las luchas es el papel del PSOL

Lula está optando por gobernar dentro de la “normalidad”, proponiendo encuadrarse en el “marco” (ajuste) fiscal y hacer que el movimiento social sea pasivo. Esta es una receta para desgastar su base social, preparando el terreno para una nueva ofensiva del bolsonarismo.

Debemos prepararnos para construir una salida que combine la lucha en frente único de los movimientos sociales para derrotar a la extrema derecha y construir puntos de inflexión para agendas y demandas más avanzadas, con la preservación de una alternativa con independencia para defender un programa más allá de la realpolitik lulista.

En el caso del “marco” fiscal, con las claras señales del Ministerio de Hacienda al mercado, tenemos la imposición de la doctrina fiscalista, siendo el propio gobierno el motor del ajuste contra la gente pobre. Vale la pena mencionar uno de los textos más recientes del economista David Decacche que, en las redes y en la sociedad, ha denunciado el carácter regresivo del nuevo régimen fiscal propuesto por el gobierno:

Es fundamental decir en voz alta y clara que la austeridad fiscal destruirá el salario mínimo, la salud, la educación y el futuro de nuestros niños. Que la austeridad significa menos dinero para la gente y más beneficios para los bancos y los súper ricos. Que necesitamos derrotar la austeridad para garantizar un techo para aquellos que no tienen y empleos para aquellos que quieren construir esos techos”.

Nuestro programa de acción debe ser amplio: como tarea esencial, debe construir la campaña por la prisión de Bolsonaro; aprovechar el amplio margen de apoyo para bajar los intereses en la batalla del Banco Central; revocar la reforma de la educación secundaria; rechazar el “marco” fiscal, buscando ampliar las fuentes de ingresos, como el impuesto de grandes fortunas, de los lucros, dividendos y herencias, además de una seria auditoría de la deuda pública, entre otras medidas, para salir de la lógica de algún tipo de límite de gastos.

Para defender estas banderas, necesitamos un PSOL fuerte, independiente y anticapitalista, que vote en contra del ajuste fiscal y apoye el conjunto de las movilizaciones sociales.

 

*Israel Dutra: es Secretario General del PSOL, es sociólogo, miembro de la Dirección Nacional del partido y del Movimiento Izquierda Socialista (MES).

**Thiago Aguiar: es doctor en Sociología (USP).

 

Fuente: Revista Movimiento- MES- PSOL


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