Ucrania y la «neutralidad» de los antiotanistas

POR ALFONS BECH*

 Barcelona | 7 de febrero de 2023 

«Justificarse en la política neoliberal de Zelenski o en el batallón fascista de Azov por no apoyar a la nación agredida es sólo otro elemento más de esa neutralidad hipócrita o ciega»

 

Soy uno de los miembros de la comisión que prepara la manifestación por la paz y en solidaridad con Ucrania en su primer cumpleaños de guerra. Esta comisión, Cataluña por la paz, engloba hoy a muchas entidades pacifistas, sindicatos, ONGs y partidos. Voy como portavoz de la organización L’Aurora (organización marxista) y también como miembro de la Red Europea de Solidaridad con Ucrania.

Desde el comienzo de la plataforma Detenemos la Guerra, la primera plataforma que se constituyó en torno a la guerra de Irak y otros conflictos bélicos, ha habido debates, algunos de ellos muy apasionados en torno a estas movilizaciones. Hoy también. Recuerdo, por ejemplo, cómo entonces tuvimos que debatir mucho con un sector que se oponía a que el Partido Socialista pudiera firmar el manifiesto y formar parte de la convocatoria de la manifestación. El argumento era que el PSC-PSOE era otanista y, de no renunciar a formar parte de la OTAN, entonces no podía estar a favor de la paz.

Como finalmente pudimos convencer a los compañeros izquierdistas (la mayoría eran hombres) , el PSC se adhirió y convocó a la manifestación. Esto no cambió la política pro-OTAN ni armamentista del PSOE. Pero como todos sabemos, esa fue una gran manifestación de un millón de personas a la que el presidente estadounidense George Bush se refirió diciendo que no cedería a presiones de la calle como la de Barcelona. El éxito de aquella convocatoria tuvo una continuidad en la política: Zapatero ganó las elecciones al PP de Aznar, que se había tomado la foto del “trío de las Azores” con Bush y Blair. Y, al poco tiempo, las tropas españolas salían de Irak.

Aquel sector anti-otanista que pone en primer término su lucha contra Estados Unidos y contra la OTANpor encima de los hechos y de la política concreta para hacer una paz real sigue existiendo. Y sigue tratando de condicionar la unidad y el consenso con sus exigencias. Lo hace considerando que todos aquellos que no están en su posición son partidarios de la OTAN, lo que es una aberración. Hoy plantea que deberíamos ser “neutrales” entre Ucrania y Rusia. Es decir, entre agredido y agresor. Negando la evidencia de quien atacó e invadió otro país, insiste en el relato conforme “en realidad” se trata de una guerra “entre Rusia y la OTAN”.

Hay otros argumentos que utilizan principalmente como supuesta demostración de que no hay otra posición que la que ellos defienden, que es “detener la guerra como sea” y “contra el envío de armas a Ucrania”. El primero de ellos es que “Rusia no puede perder la guerra”. Pese a que hemos visto en el último año que Rusia ha perdido posiciones y ha tenido que realizar retiradas de territorio que había ocupado, este argumento viene añadido del del miedo: “Rusia, antes de perder la guerra, iniciaría una guerra nuclear”.

He aquí, pues, que el derecho de Ucrania, la suerte del pueblo ucraniano, no importa para estos amantes de la paz “a cualquier precio”. Aunque a menudo repiten y repiten que el pueblo ucraniano es una víctima, que son los que “ponen los muertos y los destrozos” y que éste sería el motivo principal de su preocupación por detener la guerra, les da igual lo que hace el pueblo allí, el por qué sigue luchando y muriendo. En el fondo, este argumento es hipócrita porque lo importante es salvaguardar la integridad y seguridad occidental. Algunos de ellos lo reconocen sin vergüenza: “Si fuéramos ucranianos, seguramente lucharíamos como ellos, pero no lo somos”. En nuestra Europa tranquila y en la orilla mediterránea, no queremos que nos llegue ningún misil nuclear ni ninguna repercusión de la guerra que ha empezado a muchos miles de…

El otro argumento, que salió en la última reunión de la comisión , es que deberíamos escoger entre la solidaridad y la paz. “Somos un comité por la paz, no por la solidaridad con Ucrania”. Algunos de nosotros no pudimos estar de reaccionar ante tal barbaridad. ¿Deberíamos elegir una “paz” que no fuera solidaria con el pueblo de Ucrania? ¿Una paz que sea “a expensas de Ucrania”? Esa “paz” sería que Ucrania capitule, ceda el territorio ocupado y la división del país, el control de la salida al mar por Rusia, que no se paguen los crímenes ni haya compensaciones económicas por los destrozos… Esta es la paz de los cementerios.

Este tipo de “neutralidad” que algunos defienden se asemeja mucho a la que sufrió la República españolapor parte de las potencias democráticas occidentales frente a las tropas fascistas de Franco y frente a los bombardeos de los nazis y fascistas italianos. El fascismo se preparaba para la guerra en toda Europa. La revolución española estaba en medio de esos planes y las burguesías occidentales prefirieron una España fascista antes que fuera revolucionaria. Luego ocurrió con las invasiones de Austria y Polonia… Esta política de neutralidad de las potencias imperialistas permitió a Hitler preparar la invasión de buena parte de Europa.

Finalmente existe el argumento de que enviar armas a Ucrania es fomentar el belicismo, desviar el gasto social hacia la militar y el sometimiento de los ucranianos a Estados Unidos, Reino Unido, Alemania… Éste es un argumento coincidente en muchos grupos y diferentes sectores, pacifistas o de izquierdas. Estoy radicalmente contra el aumento de los presupuestos militares, pero ¿por qué no podría un gobierno democrático y de izquierdas salir de la OTAN y al mismo tiempo enviar armas para que se defiendan los ucranianos? España tiene tanques Leopardo y misiles que se están oxidando en los almacenes. ¿Por qué no se regalan en Ucrania? ¡Aquí no hacen ninguna falta!

Ahora otro tipo de fascismo intenta imponer sus condiciones por la fuerzaen toda Europa y en el mundo. El régimen dictatorial de Putin no sólo ha renegado de Lenin y del derecho a la autodeterminación, sino que intenta rehacer el imperio ruso bajo el mundo globalizado de nuestros días. Por eso niega la existencia de Ucrania como nación y como estado propio. La negación de los derechos humanos y del derecho internacional arrancan de esa negación primera. Putin tiene como aliados a muchos de los partidos fascistas de Europa, entre ellos Vox. La lucha del pueblo ucraniano es hoy la punta de lanza contra un nuevo tipo de fascismo.

Quien no entiende que la ocupación de parte de Ucrania por Rusia puede ser el principio de una escalada militar y de ocupaciones en todo el mundo por parte de los imperialismos existentes es que no ve nada. He estado dos veces en Ucrania durante esta guerra, en mayo y septiembre del pasado año, y me he entrevistado con los dirigentes de los dos principales sindicatos para pedirles su opinión y qué necesitaban. Tanto los dirigentes de la FPU como de la KVPU coincidían en que debían combatir al ocupante ruso y expulsarle de su territorio. Daban las gracias a los sindicatos occidentales por el apoyo recibido contra la aprobación de leyes antiobreras por el parlamento y el gobierno Zelenski, pero quieren que entiendan la realidad de la lucha que están llevando, al frente ya las empresas: “Una cosa es el combate que llevamos aquí con leyes y políticas que son neoliberales y no queremos, pero bajo el régimen de Putin no tendríamos ningún derecho ni libertad”.

Así pues, justificarse en la política neoliberal del gobierno o en el batallón fascista de Azov (ambas cosas ciertas) para no apoyar a la nación agredida es sólo otro elemento más de esta neutralidad hipócrita o ciega.

Ahora los que estamos organizando la solidaridad con Ucrania, junto con otras asociaciones de la plataforma, estamos intentando no repetir el error de la primera manifestación de marzo del año pasado donde la comunidad ucraniana se sintió ofendida, y expulsada de hecho, por un manifiesto y consignas que hablaban de detener las guerras por lo general pero no hablaban de Ucrania. A partir de entonces personas ucranianas y catalanas hemos ido cada una por su lado. Este error no debe repetirse. Una Europa unida y con paz comienza por apoyar a la parte débil y agredida y buscar la mejor manera de salir de esta guerra. Paz con justicia y respeto a las leyes internacionales y de derechos humanos. Creo que lo mejor sería realizar una sola manifestación. Si cabe el 24 de febrero, día del aniversario de la guerra e invasión. Esperamos que salimos adelante.

 

*Alfons Bech: Dirigente de la Organización Marxista La Aurora. Secretario de la Fundación Pau i Solidaritat de las CC.OO de Cataluña, es un experto en las cuestiones relacionadas con los Balcanes.

 

Fuente: nació-digital de Cataluña

 

 

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