Reino Unido: Conflicto social y reacción gubernamental/ Ver- En solo un año, los trabajadores de Starbucks han ganado 267 elecciones sindicales/ Mercedes Benz: el valor de un sindicalismo de lucha

NICK CLARK | AL’ENCONTRE | CHARLIE KIMBER

10 DICIEMBRE 2022

Correos: huelga contra una reestructuración radical

Nick Clark (Socialist Worker, 30/11/2022)

Según The Guardian (2/12/2022), los miembros del Sindicato de Trabajadores de la Comunicación (CWU), que representa a más de 115.000 trabajadores y trabajadoras postales, llevan ya 12 días de huelga en una disputa cada vez más amarga y prolongada con la dirección de la privatizada Royal Mail sobre salarios y condiciones laborales. Habrá nuevos paros los días 9, 11, 14, 15, 23 y 24 de diciembre. La semana pasada, el sindicato rechazó un acuerdo salarial que, según el director general de Royal Mail, Simon Thompson, era su oferta final. El viernes 2 de diciembre, el regulador postal declaró que Royal Mail no podía seguir culpando a la pandemia de Covid-19 la no realización de las entregas a tiempo, ya que su rendimiento estaba “muy por debajo de lo que debería”[nde].

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El pasado 30 de noviembre, los trabajadores de Royal Mail iniciaron la segunda huelga de dos días después de que la patronal endureciera su postura contra los sindicatos.

La huelga llega en un momento crucial de la larga batalla de los trabajadores postales por defender el futuro de sus empleos y salarios. El consejero delegado de Royal Mail, Simon Thompson, insistió a principios de esta semana que su plan -recortar 10.000 puestos de trabajo y transformar el servicio en una mensajería de economía colaborativa- era su “mejor y última oferta”.

Dijo que si los dirigentes del CWU (sindicato de Correos) no lo suscribían, anunciaría nuevos recortes de empleo y reduciría la ya exigua subida salarial a un 7% en 18 meses, lo que ya es un enorme recorte salarial en términos reales [la tasa de inflación oficial era del 11,1% a finales de octubre; para los bienes esenciales -energía, alimentos, etc.- (IPCH), la tasa supera el 15%].

Estamos muy enfadados, muy decepcionados con la empresa y sus intenciones”, declaró Steve, representante del CWU en Balham, al sur de Londres. “No quieren saber nada de nosotros, quieren cerrarnos la puerta en las narices y deshacerse de nosotros. Este es un momento crucial para nosotros. Algunos de nosotros pensamos, y algunos miembros nos lo han dicho, que serán ellos o nosotros, y no seremos nosotros.

Los huelguistas de Tooting, al sur de Londres, describieron cómo los jefes ya han empezado a intentar forzar cambios, al tiempo que intensifican sus esfuerzos para romper la huelga. “Han ofrecido una prima a los directivos para que recorten personal y lleven a cabo la reestructuración”, afirma un huelguista. “También dijeron que por cada cinco días de huelga descontarían medio día de vacaciones anuales”.

Otro huelguista describió cómo los jefes ya han empezado a presionar a los trabajadores para que den prioridad a las entregas de paquetes frente a las cartas. Y han recurrido más a trabajadores de subcontratas en lugar de emplear a personas con contratos adecuados. “Tenemos una media de más de 20 trabajadores de subcontratados aquí cada día”, dijo. “La empresa dice que no tiene dinero, pero les está costando una fortuna”.

En muchas oficinas ya se da prioridad a los paquetes frente a las cartas. Lo niegan, pero dicen a los carteros que se lleven los paquetes y dejen las cartas. Quieren recortar nuestros empleos, quieren recortar nuestros salarios. Es terrible para la salud mental de la gente. Cuando estás en el centro de trabajo, ves la presión a la que someten a los empleados, pero al director general eso no le importa.

Las amenazas de Simon Thompson, en una carta al secretario general del CWU, Dave Ward, pusieron fin a las esperanzas de los líderes sindicales de que los jefes escucharan su plan alternativo. Afirmó que él y el consejo de administración de la empresa no aceptarían “nada que no fuera la reestructuración” -es decir, recortes de empleo y ataques radicales a las condiciones laborales- que llevan años deseando. Así que los trabajadores sólo tienen dos opciones: contraatacar y meter en cintura a Simon Thompson y al consejo, o ceder.

En respuesta, los líderes sindicales han convocado una manifestación nacional durante la huelga del viernes 9 [según la BBC, 115.000 personas participaron en la huelga de viernes]. También quieren que los miembros del CWU distribuyan folletos puerta a puerta para conseguir apoyo a la huelga.

Por otra parte, esperan un mayor apoyo del Partido Laborista después de que su secretario de Empresa y Estrategia Industrial en la sombra, Jonathan Reynolds, escribiera al Gobierno conservador expresando su “preocupación” por la gestión de Royal Mail. La convocatoria de la manifestación fue acogida con gran entusiasmo por los trabajadores de correos, que la ven como una oportunidad para unirse.

Pero esta postura y este entusiasmo no sustituyen a la movilización directa. El ataque frontal de Thompson contra los empleos de los trabajadores debe combatirse con una huelga total. Y el plan de Dave Ward, del CWU, de celebrar una reunión con los accionistas el lunes 5 de diciembre -incluida la firma de capital riesgo con sede en Luxemburgo Vesa [que tomó una participación del 7,13% en Royal Mail en mayo de 2020], que según él está considerando una adquisición- es un callejón sin salida. De hecho, atrae a personas mucho más interesadas en los beneficios rápidos que en el empleo y el sustento de los trabajadores.

Frente a este ataque, los trabajadores postales están dispuestos a luchar. Y, a pesar de las afirmaciones de la patronal de que cada vez son más los trabajadores que no respetan la huelga, ésta sigue en pie y los piquetes también. “Se ve que la fuerza sigue ahí”, dijo Steve. “Seguimos teniendo un buen número de personas que acuden al piquete. La determinación sigue siendo fuerte”. “La voluntad es seguir adelante”, dijo un delantero de Tooting. “No tiene sentido retroceder. Si nos detenemos ahora, nos aplastarán”.

En contra de las suspensiones
Los jefes de Royal Mail han combinado sus amenazas de despidos y reestructuración con suspensiones y represalias contra activistas sindicales, incluidos algunos delegados de alto nivel. Incluso en las oficinas de correos y en las zonas donde no ha habido suspensiones, los trabajadores sienten más desconfianza hacia sus jefes.

“Todavía no ha habido sanciones en esta oficina”, dijo un delantero de Tooting. “Pero hay intimidación y comportamiento pasivo agresivo. Lo están intensificando todo”.

Esta no es la principal forma en que los jefes intentan romper las huelgas, pero forma parte de su estrategia. El ataque se ha extendido tanto -al menos 59 miembros del CWU han sido suspendidos desde que comenzaron las huelgas- que los líderes sindicales se vieron obligados a abordarlo en una sesión informativa on line para los huelguistas el martes 29 de noviembre. Sin embargo, su respuesta fue advertir a los huelguistas que mantuvieran la “cabeza fría” en los piquetes. En efecto, esto significa que, en lugar de intentar impedir que entren los esquiroles, es necesario “respetar las normas legales [introducidas desde Thatcher, continuamente], es decir, seis en el piquete, los simpatizantes en otras zonas no bloquean la entrada”.

Dave Ward también dijo a los miembros del sindicato que respondieran a los directivos intimidatorios presentando quejas formales y posiblemente emprendiendo acciones legales. Esto dista mucho de la tradición que tenían los trabajadores de Royal Mail -hasta hace muy poco- de movilizarse informalmente contra la represión y la intimidación de los directivos.

El resultado de esta contención es que la patronal puede declarar la guerra a los activistas y reducir el activismo en los piquetes. Muchos activistas recuerdan las huelgas que se saldaron con la readmisión de un trabajador o la destitución de un jefe tiránico. Más de estos paros pueden ayudar a cambiar la marea contra Simon Thompson.

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Los huelguistas de Royal Mail denuncian el plan de la patronal: “Todo por el beneficio”

Nick Clark (Socialist Worker, 1/12/2022)

Los trabajadores de Correos han denunciado el proyecto de la patronal de un Royal Mail en el que los puestos de trabajo, las condiciones laborales y los servicios [entrega, puntualidad, etc.] se recortan en aras del beneficio. Los trabajadores, miembros del Sindicato de Trabajadores de la Comunicación (CWU), se encuentran en la segunda jornada de una huelga de 48 horas el 1 de diciembre, cuando su lucha alcanza un punto decisivo.

El consejero delegado de Royal Mail, Simon Thompson, insistió a principios de esta semana en que su plan de recortar 10.000 puestos de trabajo y convertir el servicio en una mensajería de economía colaborativa era su “mejor y última oferta”. El jueves 1 de diciembre, los huelguistas de los piquetes de Royal Mail explicaron lo que significaría aceptar el plan de la patronal.

Patrick, representante del CWU en la oficina de distribución de Brixton, en el sur de Londres, explicó cómo sería trabajar con los miles de “conductores propietarios” adicionales que Royal Mail quiere introducir. “Hoy conduzco una furgoneta de Royal Mail. No pago seguro ni gasolina. Pero si soy conductor propietario, pago la gasolina, pago el seguro. Si me voy de vacaciones, tengo que encontrar a alguien que me cubra. Y si no lo hago, me descontarán de mi sueldo y pagarán a alguien para que lo haga durante las dos semanas que estoy de baja”. [Este futuro se ilustra en la película de Ken Loach de 2019 Sorry We Missed You – ned.].

Todo es cuestión de dinero. El objetivo final de la patronal -que lleva años intentándolo- es dividir Royal Mail en un servicio de correspondencia que caiga en desuso y una empresa de paquetería con ánimo de lucro.

“Quieren separar las cartas de los paquetes porque ahí es donde está el dinero”, dice Patrick. “Quien compre Royal Mail se deshará de la obligación de servicio universal -que dice que tenemos que entregar cartas seis días a la semana- y optará por los paquetes. Eso no interesa a las personas usuarias, ni al personal, ni siquiera a los gestores locales. Todo es cuestión de beneficios”.

Otro cambio que la patronal quiere introducir es la anualización de las horas. Es decir: si un trabajador termina antes de lo previsto durante las semanas de verano, tiene que compensarlo con más horas en invierno. Los volúmenes de correo son bajos en verano y altos en invierno.

Los huelguistas creen que la combinación de los dos cambios -horas anualizadas y conductores en propiedad- son el preludio de una mano de obra eventual y precaria. “Creo que su objetivo es deshacerse de nosotros y traer trabajadores temporales con contratos de cero horas”, afirma un huelguista de Stockwell, sur de Londres. “Como el trabajo fluctúa a lo largo del año, pueden despedir y contratar a voluntad. Y los recién llegados cobrarán un 20% menos que nosotros. También quieren reducir nuestro horario de trabajo, lo que significa que repartiríamos en la oscuridad durante los meses de invierno. No es seguro, sobre todo para los que viajamos a pie”.

Los cambios son tan devastadores, y los jefes de Royal Mail están tan decididos a imponerlos, que el conflicto se ha convertido en mucho más que una cuestión salarial. Se trata de si se destruyen los empleos y las vidas de los trabajadores, y el servicio que prestan, para garantizar el beneficio privado.

El secretario general del CWU, Dave Ward, se reunirá con los accionistas de Royal Mail el lunes 5 de diciembre para convencerles del plan de negocio alternativo del sindicato. Pero, como dijo un huelguista de Stockwell, “los accionistas ya se reunieron con Simon Thompson. Entonces, ¿por qué van a escuchar a Dave Ward? Lo que les planteaThompson es más rentable para los accionistas”.

“Lo único que les importará es no perder el dinero que han perdido por culpa de nuestras huelgas”, añadió otro huelguista de Stockwell. “Les está saliendo caro. No puede seguir así indefinidamente: no pueden seguir perdiendo dinero como hasta ahora”.

El punto muerto ha llevado a una situación en la que los huelguistas saben que no pueden echarse atrás, pero también están preocupados por lo que significará seguir así. “Los y las afiliadas siguen resistiendo”, afirma Patrick. “Se enfrentan a una situación en la que tienen que hacer huelga. Cuanto más ataca Simon Thompson, más decididos estamos. La afiliación se mantiene activo. Así que Thompson no ha hecho mella en la determinación de los miembros. Pero está claro que a algunas personas les preocupa el dinero que pueden perder. Hay gente muy comprometida con la huelga, pero que no puede permitirse ir a la huelga”.

“Se va a poner difícil”, dijo un huelguista de Stockwell. “La situación económica juega en nuestra contra, es una época del año en la que los precios son altos. Muchos carteros están endeudados. Y de momento Thompson no cede. Esto podría continuar el año que viene. Pero, ¿quién cederá primero?”

Esto demuestra lo urgente que es para el sindicato poner en marcha una estrategia combativa que pueda hacer retroceder a Thompson, al consejo y a los accionistas, y convencer a los trabajadores de que pueden ganar.

3/12/2022

Royaume-Uni. Le mouvement de grève dans le Royal Mail. Une grève contre une restructuration radicale du système postal

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Huelga en el Servicio Nacional de Salud: una cuestión muy política

Yuri Prasad (Socialist Worker, 6/12/2022)

Las enfermeras y los paramédicos que se preparan para ir a la huelga este mes [las enfermeras el 15 y el 20 de diciembre; los paramédicos el 21 y el 28 de diciembre] están a la vanguardia de la lucha por unos salarios dignos y en defensa del Servicio Nacional de Salud (NHS). Sólo un incremento salarial muy por encima de la inflación puede conseguir impedir los planes de los tories de destruir la sanidad pública [incluida la fuga de enfermeras por los bajos salarios y el exceso de trabajo].

NHS

La semana pasada, el número de puestos de trabajo vacantes en el NHS alcanzó la cifra récord de 133.446 equivalentes a tiempo completo. Esta sombría estadística pone a todos los pacientes en peligro y a todos los profesionales sanitarios bajo una presión cada vez mayor.

Mientras tanto, los planes conservadores de contratar a miles de médicos y enfermeras se han ido al traste. Los ministros admiten ahora que no se cumplirán sus objetivos. Para colmo de males, el pasado fin de semana Nadhim Zahawi, uno de los principales parlamentarios del Partido Conservador (diputado, presidente desde el 27 de octubre de 2022), se atrevió a decir a las y los trabajadores sanitarios que si continuaban con las huelgas previstas estarían ayudando al presidente ruso Vladimir Putin [su frase, recogida en Huffpost UK el 4 de diciembre, es: “Esta huelga es exactamente lo que Putin quiere ver” – nde].

Este multimillonario presidente del Partido Conservador dijo que todo el país debe presentar un frente unido a la guerra en Ucrania y que los trabajadores en huelga estaban derrotando su plan . Pauline, enfermera de salud mental en Escocia, comentó: “Es deplorable utilizar a los trabajadores del NHS como peones en sus maniobras bélicas. Quieren desviar su propia implicación [la participación militar británica en el adiestramiento de militares ucranianos, entre otras] en la escalada de la guerra contra el esforzado personal del NHS y de enfermería”. Pauline añadió que las huelgas forman parte de la defensa del Servicio Nacional de Salud.

Cuando los salarios no reflejan las cualificaciones y caen por debajo de la inflación cada año, es imposible retener y contratar personal. Algunos de los empleos requieren cuatro años de formación antes de poder empezar a trabajar. La falta de personal es peligrosa y desmoralizante. Significa que no se pueden alcanzar los niveles de atención que queremos ofrecer. Como consecuencia, la gente se muere porque la falta de personal cualificado impide que reciban la atención adecuada.

La semana pasada, GMB [sindicato generalista] y Unison [sindicato de servicios públicos, con 1,3 millones de personas afiliadas] anunciaron que habían ganado las votaciones a favor de la huelga en muchas empresas de ambulancias de Inglaterra y Gales. Mientras los y las enfermeras tienen previsto hacer piquetes el jueves 15 y el martes 20 de diciembre, los conductores de ambulancias de Unison están convocados a la huelga el miércoles 21 de diciembre .

Desde entonces, los sindicatos han anunciado que celebrarán votaciones para ir a la huelga en otras ocho empresas, la mayoría de las cuales son servicios de ambulancias. Se espera que se vuelvan a realizar votaciones entre todos los colectivos de trabajadores que lo deseen para permitir realizar la huelga legalmente. A pesar de las duras palabras del gobierno sobre los salarios del NHS, hay indicios de que el gobierno está intentando persuadir a los líderes del sindicato de enfermeras RCN (Royal College of Nursing) para que entablen negociaciones informales. Los miembros del Gobierno saben que unos piquetes de enfermeros y paramédicos una semana antes de Navidad supondrían otro desastre político para ellos. Las encuestas ya muestran que más de la mitad de los y las ciudadanas apoyan la huelga de enfermeras.

Para los conservadores, que en las encuestas electorales se sitúan por detrás de los laboristas entre 15 y 25 puntos porcentuales, unas huelgas firmes podrían hundirles políticamente. A pesar de ello, los dirigentes del RCN han insinuado que podría llegarse a un acuerdo para evitar la huelga si el Gobierno ofrece un trato similar al presentado en Escocia. Pero la oferta escocesa es terrible para todo el personal sanitario, especialmente para las enfermeras. El RCN de Escocia ha sometido esta semana a consulta de los profesionales sanitarios la oferta revisada del Gobierno, a sabiendas de que apenas supone una mejora.

El RCN exige un aumento del 5% por encima de la inflación. Esto significa que el único acuerdo que sus dirigentes deberían considerar es uno que ofrezca a las enfermeras un aumento de alrededor del 20%. Así que no es el momento de que los sindicatos hagan concesiones.

Por el contrario, todo el movimiento sindical debería contribuir a convertir las batallas en los servicios sanitarios en una lucha a favor de todos y todas. Es importante movilizarse para impulsar este movimiento huelguístico.

Cada piquete [de huelguistas] debe recibir el apoyo de la gente mediante concentraciones solidarias con los trabajadores del NHS y de otros sectores

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Al’Encontre

El actual conflicto salarial en el Servicio Nacional de Salud (NHS) es central por dos razones: afecta a un gran número de trabajadores (el NHS, con 1,6 millones de empleados, es con diferencia el mayor empleador del Reino Unido y uno de los mayores del mundo), y la batalla salarial está inextricablemente ligada a la batalla por salvar y restaurar el NHS como servicio público de libre acceso para todos y todas. Los recortes de los salarios reales, el aumento del estrés en el trabajo y los casi tres años de estrés adicional de Covid han dejado al NHS con 130.000 puestos de trabajo sin cubrir sólo en Inglaterra. Faltan un 12% de enfermeras y un 7% de médicos.

Estas carencias se han combinado con déficits similares, pero más graves, en el sector de los servicios sociales (165.000 trabajadoras menos) y una inversión insuficiente en edificios y equipos, lo que ha dado lugar a listas de espera desproporcionadas para todo lo que no se considera una urgencia.

Las largas esperas son ya habituales, incluso para la atención de urgencias: las ambulancias están aparcadas fuera de los hospitales esperando a que ingresen las y los pacientes y a menudo no están disponibles para acudir a urgencias.

La reivindicación de un salario digno para el personal sanitario y del NHS, un aumento del presupuesto del NHS y la inversión del proceso de privatización del NHS no sólo afecta a las quienes trabajan en el NHS, sino a toda la clase trabajadora.

El Gobierno dice que no hay recursos para pagar más al personal del NHS. Pero el sueldo de grandes patrones ha aumentado un 23% en 2022. El mercado de “artículos de lujo” (relojes, joyas, ropa ultra cara, etc.) creció cerca de un 20% en el primer semestre de 2022.

El año que viene el gobierno gastará 100.000 millones de libras (casi tanto como el presupuesto total de NHS en Inglaterra) en el servicio de la deuda de los grandes operadores capitalistas que poseen bonos del Estado (pagarés). Está gastando 6.500 millones de libras en rescatar a la fracasada distribuidora de renovables Bulb [empresa en la que han invertido firmas especulativas como DST Global y Magnetar Capital], y 60.000 millones de libras hasta abril de 2023 en una forma de desgravación energética para los hogares que no ayuda a los más pobres, sino que asegura pingües beneficios (quizá 170.000 millones de libras el año que viene) a las numerosas empresas energéticas.

El gobierno se niega a gravar la riqueza o a gravar las ganancias de capital al mismo tipo que las rentas salariales. Los recursos potenciales son, por tanto, abundantes. La cuestión es quién se hará con él.

Toda esta oleada de huelgas son una lucha de clases. Tras los confinamientos de Covid, ¿podrá la clase especuladora seguir exprimiendo y explotando a la clase trabajadora, y pauperizando los servicios públicos? ¿O será capaz la clase obrera de forjar una nueva movilización de solidaridad, apoyando a los más pobres, defendiendo y mejorando las condiciones de trabajo, restaurando los servicios públicos, transformándonos en un poder capaz de hacer retroceder a los especuladores? (Folleto de Workers’ Liberty, distribuido el 6/12/2022).

Royaume-Uni. La grève dans le NHS: un enjeu éminemment politique

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Reacción gubernamental ante la ola huelguística

“Los conservadores, además de reforzar la legislación antisindical, quieren introducir poderes de emergencia para acabar con el movimiento sindical”

Charlie Kimber (Socialist Worker 3/12/22)
Los conservadores están informado a los medios de comunicación afines que se apresurarán a aprobar más leyes antisindicales, poderes de emergencia y el despido de huelguistas. Los sindicatos y los activistas deben tomarse en serio estas amenazas. [Sky News, los días 3 y 4 de diciembre, anunció la movilización de 2.000 soldados por parte del gobierno para prestar un posible servicio de ambulancias, un servicio mínimo para el tráfico ferroviario. Se trata de obligar a los dirigentes sindicales a negociar desde una posición debilitada – Red.].
El periódico The Sun [parte del reaccionario imperio mediático de Rupert Murdoch] informó el sábado 3 de diciembre: “Rishi Sunak está planteando nuevos poderes de emergencia para poner fin a un invierno de huelgas. Downing Sreet [10 Downing Street: la residencia del primer ministro] ha pedido a los ministros que ofrezcan más opciones para desbaratar los intentos coordinados de los sindicatos de paralizar Gran Bretaña”. El artículo continúa diciendo: “Se añadirían medidas a la legislación que tramita actualmente el Parlamento para garantizar un nivel mínimo de servicio en los días de huelga en sectores clave, como el ferroviario. El paquete podría incluir facilitar a las empresaras la sustitución permanente de los huelguistas”.

Conservadores

The Times, otro periódico del imperio mediático de Rupert Murdoch, publicó un editorial en el que afirmaba que la “decisión de Rishi Sunak de acelerar las decisiones legislativas para exigir a los sindicatos que garanticen un nivel mínimo de servicio durante las huelgas es alentadora”. El artículo sostiene que, si los tories quieren recuperarse electoralmente, deben demostrar que son capaces de enfrentarse a los grandes problemas. Y que “no hay reto más urgente que evitar la oleada de huelgas que amenaza con paralizar gran parte de los sectores público y privado”.
Según The Times, obligar a las y los trabajadores ferroviarios prestar servicios los días de huelga podría conllevar “fuertes multas para los sindicatos que no cumplan sus exigencias”. Hay “razones para ampliar las obligaciones de nivel de servicio mínimo a sectores como el de la enfermería”. [Las enfermeras del Servicio Nacional de Salud votaron por mayoría -por primera vez en 106 años para el Royal College of Nursing- a favor de un calendario de jornadas de huelga en diciembre de 2022 y enero de 2023].

Otros defensores de la patronal también hacen un llamamiento a la acción. Ben Marlow, comentarista jefe de Telegraph, escribió esta semana: “El Gobierno debe mantenerse firme y enfrentarse a los sindicatos. Es imperativo que los ministros aceleren la legislación sobre servicios mínimos para que la mayoría del país no pueda seguir siendo rehén de las tácticas intimidatorias de una minoría, desesperada por provocar la ruina.”
Sería desastrosamente frívolo pensar que los conservadores se limitan a repetir la retórica de las leyes antisindicales para complacer a sus partidarios. Un gobierno que ha impuesto medidas para restringir las manifestaciones y criminalizar la acción directa de los manifestantes ecologistas es perfectamente capaz de reforzar las leyes contra los huelguistas.

Los ministros aconsejan a las empresas ferroviarias y postales que se resistan a cualquier acuerdo que los sindicatos puedan presentar como una victoria.

Esto ha animado a Royal Mail, por ejemplo, a dirigirse a los representantes sindicales del Sindicato de Trabajadores de la Comunicación (CWU). Zareena Brown, “directora de recursos humanos” de Royal Mail, escribió esta semana que 90 representantes del CWU se enfrentan actualmente a graves acusaciones que han dado lugar a suspensiones y denuncias a la policía.

Ante tales ataques, el CWU y el Sindicato Nacional de Trabajadores Ferroviarios, Marítimos y del Transporte (RMT) deben pasar a la huelga total. La peor respuesta es echarse atrás y pretender que continuando con las huelgas diarias (descoordinadas) se ganará la partida. Sin embargo, los dirigentes sindicales intentan hacer creer a sus afiliados que es posible obtener victorias fáciles.

Unos 70.000 trabajadores universitarios se declararon en huelga esta semana y, gracias a la presión popular, organizaron grandes marchas en apoyo de los huelguistas. Pero el líder sindical de University and College Union (UCU), Jo Grady, declaró unos días después que los sindicatos se habían reunido con la patronal y que habría “negociaciones urgentes de aquí al 31 de enero de 2023”. Dijo que estas negociaciones estaban previstas “con vistas a resolver tanto el convenio salarial de 2022/23, en la que se basa el conflicto actual, como el de 2023/24”.

Jo Grady instó a los miembros a seguir preparándose para la acción “si tuviéramos que tomarla”, frente al intento fallido de los líderes sindicales de RMT y CWU de decir que se puede vencer a los jefes mediante conversaciones en lugar de huelgas. La dirección de la UCU ni siquiera se atreve a mencionar que el Comité de Educación Superior del sindicato, siguiendo el ejemplo de sus secciones, ha votado a favor de un boicot de la calificación y la evaluación a partir de enero de 2023 y una huelga total a partir de febrero.

Las huelgas, como las previstas por las enfermeras del NHS los días 15 y 20 de diciembre y los conductores de ambulancias los días 20 y 21 de diciembre, cuentan con un apoyo masivo de la población [confirmado por todas las encuestas y recogido por la BBC]. Deben convertirse en un punto focal para toda la clase trabajadora y en un trampolín para una acción más amplia y sostenida. Si los conservadores presentan nuevas leyes antisindicales, será otra razón para convocar un paro unitario de un día para los más de 500.000 trabajadores que votaron más del 50% [el mínimo legal de participación y voto] a favor de la huelga.

Según el The Times, las huelgas son “una prueba que Rishi Sunak y los conservadores no pueden permitirse fallar”. Los trabajadores pagarán un alto precio si no ganan las huelgas, pero las victorias pueden romper los planes de los conservadores y allanar el camino para la destitución del gobierno.

Royaume-Uni. «Les conservateurs, outre le renforcement de la législation anti-syndicale, veulent instaurer un pouvoir d’exception pour briser le mouvement syndical»

Traducción: viento sur

Tomado de Viento Sur

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En solo un año, los trabajadores de Starbucks han ganado 267 elecciones sindicales

 

Hoy hace un año, los trabajadores de Starbucks en Buffalo, Nueva York, votaron a favor de sindicalizarse. Desde entonces, la campaña se ha disparado en todo el país, con la impresionante cantidad de 267 ubicaciones de Starbucks ahora sindicalizadas.

El 9 de diciembre de 2021, diecinueve trabajadores de Starbucks en Buffalo votaron a favor de sindicalizarse con Starbucks Workers United, un sindicato afiliado al Sindicato Internacional de Empleados de Servicios (SEIU) para trabajadores de Starbucks. En los siguientes 365 días, 3626 trabajadores más de Starbucks se unieron a los diecinueve iniciales, lo que resultó en 267 tiendas Starbucks sindicalizadas que cubren alrededor de 6951 empleados de Starbucks.

La velocidad y el éxito de la campaña de sindicalización de Starbucks han sido asombrosos. El año pasado, los activistas de Starbucks sindicalizaron una nueva tienda cada 1,3 días. Durante este período, el sindicato de Starbucks ha representado el 21 por ciento de todas las victorias electorales de la NLRB.

Para el aniversario de su primera victoria, he recopilado las siguientes estadísticas sobre la campaña sindical en curso.

 

 

Cargos por prácticas laborales desleales

Desde enero, el Sindicato de Starbucks ha presentado 548 cargos por prácticas laborales injustas contra Starbucks, en su mayoría alegando represalias contra los trabajadores por actividades sindicales.

 

Nota: Para seguir viendo este Informe, ir al siguiente enlace 

 

Enlace- https://jacobin.com/2022/12/starbucks-workers-united-one-year-anniversary-organizing-seiu

 

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Mercedes Benz: el valor de un sindicalismo de lucha

Mercedes Benz: el valor de un sindicalismo de lucha

 

 

El pasado mes de julio se firmó el convenio colectivo de la fábrica que Mercedes Benz tiene en la ciudad de Vitoria-Gasteiz. Dicho acuerdo fue avalado solo por el 55% de la representación sindical del comité tras un conflicto laboral que no se veía desde el año 2003, y tras nueve días de huelga que paralizaron totalmente la producción y llenaron las calles de la ciudad de las reivindicaciones de los y las trabajadoras.

Sin embargo, antes de entrar a analizar el contenido del acuerdo firmado y, sobre todo, las claves del desarrollo de los días de huelga, creo que es necesario hacer un repaso de lo que supone la fábrica de Mercedes Benz para la sociedad y la economía de Araba y de la Comunidad Autónoma del País Vasco (CAPV).

Igual de necesario es ver lo acontecido a nivel sindical en la fábrica en los últimos años (incluso décadas), ya que sin saber quién es quién en la composición del comité y cuál ha sido su proceder en los últimos años, es difícil entender muchos de los hechos que se produjeron a finales de junio y principios de julio. En un comité de empresa con presencia de siete fuerzas sindicales, las decisiones y los actos de cada central han sido claves en el desarrollo y fin del conflicto.

La factoría de Mercedes Benz en Gasteiz es una empresa nuclear para la economía alavesa y vasca. Supone un 5% del PIB de toda la CAPV y da empleo directo a cerca de 5.000 personas. Sin embargo, su influencia no queda en dichos números. Se calcula que de lo que se produce en la fábrica de Mercedes depende, de manera indirecta, el empleo de otras 30.000 personas y que su actividad, de una manera o de otra, afecta a más de 600 empresas, de las cuales se provee para llevar a cabo su producción.

Alrededor de la fábrica de Mercedes se ha creado todo un enjambre de empresas ligadas al sector de automoción que se mueven al ritmo que les marca el gigante alemán y que temen el efecto mariposa de cualquier decisión que pueda tomar la dirección de Mercedes. No podemos olvidar que, siendo la producción de Mercedes Benz un 5% del PIB de la CAPV, la industria de la automoción en el conjunto del país supone entre el 20% y el 25% del PIB (el 45% de la producción de la industria de la automoción a nivel del Estado español se realiza en Euskadi).

Estos datos hacen que todo lo que ocurre en Mercedes se convierta en asunto de Estado y que las instituciones vascas, una vez tras otra, no dejen de pasar el brazo por la espalda del controvertido director general de la fábrica (CEO), Emilio Titos.

Como he dicho al inicio, otro de los aspectos importantes para entender las claves del conflicto es ver la composición del comité de empresa y cuál ha sido su papel histórico en las relaciones con la dirección de la fábrica.

En el comité de empresa coexisten siete centrales sindicales: cinco sindicatos de clase (UGT, ELA, CC OO, LAB y ESK) y dos corporativos (PIM y Ekintza). Históricamente, Mercedes Benz siempre ha sido del sindicato UGT, que ha venido ganando de forma continua las elecciones sindicales hasta que en las celebradas en el año 2018 el sindicato ELA le igualó en número de representantes (siete para cada una de las centrales sindicales).

Los sindicatos de fábrica, PIM y Ekintza, con tres representantes cada uno, constituyen el fiel reflejo de lo que son y conllevan sindicatos de fábrica: organizaciones egoístas, que solo defienden los intereses de determinados colectivos dentro de la empresa y que suelen actuar como muleta cuando surge algún problema para la dirección.

Durante los últimos años, UGT, PIM y Ekintza han sido la tabla de salvación a la que ha tenido que recurrir reiteradamente Emilio Titos para poder sacar adelante sus pretensiones: convenios, colectivos, los ERTE, modificaciones de calendarios, etc. Estos tres sindicatos han supuesto un freno a cualquier tipo de movilización por parte de la plantilla y han actuado como correa de trasmisión para trasladar el miedo a los y las trabajadoras. Por esta actitud han sido gratamente recompensados por parte de la dirección de Mercedes Benz.

En el lado contrario, se sitúan los sindicatos ELA, LAB y ESK (con siete, cuatro y tres representantes respectivamente). Estas organizaciones son las que han encabezado las movilizaciones y las convocatorias de huelga durante la negociación del convenio. Suponen el dolor de cabeza de Titos y en numerosas ocasiones, ellas o sus personas afiliadas, han sido reprendidas con el único de objetivo de intentar doblegar sus pretensiones.

De esta manera, se han configurado dos bloques sindicales con características antagónicas: el primero, al que le gusta la moqueta y está más en los despachos de la dirección que en el taller, y el segundo, caracterizado por plantar cara, una y otra vez, a todas las injusticias que la empresa trata de imponer a la plantilla. Si bien hasta ahora el bloque liderado por UGT gozaba de una mayoría para que la empresa durmiese tranquila, en los últimos años esta diferencia se ha reducido considerablemente. Situándose en la actualidad en una representación de 13 (UGT, PMI, Ekintza) frente a 14 (ELA, LAB, ESK) y colocando a los cuatro representantes de CC OO en una posición clave.

A CC OO es difícil situarle en un bloque, aunque es cierto que al final de todos los conflictos acaba situándose al lado de la empresa. Nos tiene acostumbrados a que nos dé una de cal y otra de arena. Si bien tradicionalmente se ha colocado en una posición cercana a la dirección, en el año 2016 provocó un movimiento que hubiera pasado inadvertido en cualquier otra empresa, pero que teniendo las dimensiones de Mercedes Benz supuso abrir los titulares de las páginas de economía de muchos de los periódicos locales. Ese año, CC OO cambió su posición y permitió que el sindicato ELA obtuviese la presidencia del comité de empresa sustituyendo a UGT, que lo había detentado en los últimos años.

Ha sido esa posición pendular de CC OO la que, al final, en este último conflicto, ha permitido a la empresa llegar a un preacuerdo y posterior acuerdo y paralizar unas movilizaciones que estaban siendo históricas.

Un convenio con año y medio de retraso
El conflicto por el convenio colectivo de Mercedes Benz saltó a la palestra en mayo de este año, si bien hay que recordar que los y las trabajadoras de la empresa llevaban más de un año con el convenio sin renovar.

El convenio de Mercedes llevaba caducado desde diciembre de 2020 y la empresa no tenía ninguna intención de empezar unas negociaciones serias. En una de las reuniones planteó una propuesta que incluía congelación salarial, aumento de jornada laboral y aumento de la flexibilidad. Una propuesta que suponía una declaración de intenciones de cuáles eran las pretensiones de la empresa en esta negociación. No podemos olvidar que estamos hablando de una empresa que en los últimos años ha obtenidos cientos de millones de beneficios y que se vanagloria de la ratio de productividad y rentabilidad que obtiene.

La pandemia y la salida de la misma sirvieron de excusa a la dirección de la empresa para dilatar las negociaciones. Mientras tanto, junto con los sindicatos amigos, durante ese periodo de tiempo llevó adelante varios ERTE que le permitían, por un lado, llevar al infinito la flexibilidad de una plantilla (ya flexible) y, por otro, extender entre los y las trabajadoras la idea de una situación económica mala que no permitía mejorar las condiciones laborales.

Todo dio un giro cuando en el mes de mayo la empresa anunció al comité de empresa su intención de hacer una inversión de más de 1.200 millones de euros en la fábrica de Gasteiz. Eso sí, condicionó la inversión a la firma del convenio y exigió la incorporación en el mismo de una mayor flexibilidad para la plantilla: la llamada sexta noche. Es decir, abría la posibilidad de trabajar seis noches seguidas en función de las cargas de trabajo, estableciendo un mecanismo unilateral por parte de la empresa para activarlo.

Según palabras de los gestores de la empresa, la inversión de 1.200 millones de euros garantizaba el futuro de la empresa en Gasteiz, ya que en su mayoría iba a estar dirigida a la adaptación y mejora de las instalaciones para la producción de nuevos modelos eléctricos.

Este anuncio provocó que la negociación se acelerase. Pero también provocó que un conflicto que hasta entonces era meramente laboral se convirtiese en un conflicto social.

Todos a una con la empresa
Como he citado al principio del artículo, Mercedes no es una empresa cualquiera en la CAPV. Cuando la empresa hizo pública la posibilidad de invertir 1.200 millones de euros el 2 de junio, en plena negociación del convenio y cuando el viernes anterior ya se estaba planteando realizar paros para desbloquear la situación, todos los poderes del país saltaron como un resorte a defender dicha inversión por encima de cualquier otra consideración.

Todo el mundo se creía con derecho a opinar de la situación y, curiosamente, nadie cuestionaba las intenciones de la dirección de la empresa, poniendo toda la responsabilidad sobre las espaldas de la plantilla. Se le tachaba de irresponsable y de no conocer ni importarle lo que ocurría fuera de las vallas de Mercedes.

Fue tal la desfachatez de las instituciones que, en pleno conflicto entre los trabajadores y trabajadoras y la dirección de la empresa, el propio lehendakari Urkullu viajó a Stuttgart junto a otros miembros del gobierno vasco a reunirse con el CEO de la empresa a nivel mundial para tratar de garantizar la inversión. Al término de dicha reunión el lehendakari de todos y todas, como le gusta remarcar, dijo: “Por supuesto que estoy a favor de la empresa. Si no hay apuesta por la empresa, no hay futuro para los trabajadores ni para la dirección. Nuestra apuesta es por la empresa”.

Declaraciones como las de Iñigo Urkullu no fueron las únicas. Ramiro González, diputado general de Araba y del PNV, dijo que “esta huelga resulta especialmente incomprensible y dañina para los intereses de la planta de Vitoria”, y colocó a la parte social como única responsable de la situación, responsabilizando a la plantilla y los sindicatos de lo que pudiera acontecer en el futuro.

Una vez más, las instituciones corrieron a reunirse con Emilio Titos y Mercedes Benz. Aún estamos esperando que vengan a escuchar la opinión de los y las trabajadoras.

Transparencia y participación
A pesar de lo peculiar de esta negociación de convenio, son muchas las negociaciones llevadas en la empresa y muchas las veces donde los distintos actores han ido repitiendo sus actitudes.

Antes de que la posible inversión se hiciera pública, desde los sindicatos ELA, LAB y ESK llevábamos meses intentando dinamizar y agilizar las negociaciones. Si un retraso tan amplio en las negociaciones ya genera, por sí mismo, desasosiego en la plantilla, el hecho de que el año 2021 acabara con un IPC del 6,4% sumaba presión, ya que la no actualización de los salarios tenía una repercusión acentuada en la vida de los trabajadores y trabajadoras.

Ante esta situación de parálisis, no podíamos quedarnos con los brazos cruzados a la espera que la empresa nos marcara los ritmos, las formas y los contenidos de la negociación. Por ello, los sindicatos ELA, LAB y ESK instamos en varias ocasiones a que se reuniese la mesa de negociación con el objetivo de avanzar. Intentos que cayeron en saco roto, ya que no fueron escuchados por la empresa, ni apoyados por el resto de los sindicatos.

Se sabía que el resto de sindicatos no iba a realizar movimientos que incomodaran a la dirección de la empresa y que, por tanto, la clave de la negociación iba a depender de los lazos de comunicación que se generaran entre los sindicatos opuestos a la dirección y la mayoría de la plantilla.

Era clave obligar a que todos los sindicatos rindiesen cuentas delante de la plantilla
Así pues, vimos necesario romper el oscurantismo en el que la empresa quería llevar las negociaciones y en el que ciertos sindicatos de la fábrica se sentían (y sienten) tan cómodos. Por ello, entendíamos que se tenía que hacer copartícipe a la plantilla de cada paso que se fuera dando y que se debía poner el foco, la crítica, de la paralización de la negociación no solo en la parte empresarial, sino también en aquellos sindicatos que colaboraban con la estrategia de la dirección de la empresa.

Para ello, era clave obligar a que todos los sindicatos rindiesen cuentas delante de la plantilla sobre cuál era su posición respecto a las negociaciones. Ya previamente a la convocatoria de movilizaciones, manteníamos la exigencia de la celebración de una asamblea general donde cada sindicato hablase y la plantilla pudiese participar. Objetivo que una y otra vez era rechazado por una mayoría del comité de empresa, pero que permitía que calase entre la plantilla una sensación de ninguneo y enfado.

En este contexto, llegó la noticia/chantaje de la inversión en la fábrica de Gasteiz a cambio de la firma de un convenio que garantizase una mayor flexibilidad (la sexta noche) a la empresa. Este hecho no hizo más que reafirmarnos en la estrategia adoptada, ya que la noticia de la sexta noche había caído como una bomba en una plantilla sujeta a un nivel de flexibilidad superior a la media del sector. Fue entonces cuando se vio la necesidad de dar un paso más y se puso en marcha una recogida de firmas solicitando una asamblea general.

Cuando empezó la recogida de firmas, CC OO y UGT plantearon movilizaciones frente al inmovilismo de la empresa; ahora bien, sin cuestionar el aumento de la flexibilidad: su objetivo era que fuera compensada económicamente. A nuestro entender, esas movilizaciones no recogían el sentir de la plantilla y suponían un acto de cara a la galería para justificar su actitud en la mesa de negociación.

Tras más reuniones en las que la empresa, en lugar de avanzar en la negociación, hacía propuestas que cada vez conllevan más recortes (una actitud que una parte importante de la plantilla resentía como de menosprecio hacia ella), la forma de enfocar el conflicto por parte de los sindicatos seguía dividida: mientras CC OO y UGT decidían convocar dos días de huelga, ELA, LAB y ESK seguimos viendo la necesidad de convocar un asamblea general y que fuera la propia plantilla quien realizase la convocatoria.

La recogida de firmas fue todo un éxito (el 80% de la plantilla del taller y el 50% del total de la plantilla), no solo por la cantidad de trabajadores y trabajadoras que tomaron parte, sino porque sirvió para recibir el absoluto rechazo de la plantilla a la propuesta de la empresa. Con las firmas recogidas, ELA, LAB y ESK volvimos al comité de empresa a solicitar de nuevo otra asamblea general. Una vez más, nuestra solicitud fue rechazada por el resto de sindicatos. Tras lo cual, se tomó la decisión de iniciar el trabajo en solitario y realizar una asamblea abierta convocada por los tres sindicatos.

La participación en la asamblea fue muy alta para los tiempos que corren, muestra del enfado y malestar de la plantilla. En esa asamblea los y las participantes pidieron secundar el primer día de huelga de UGT y CC OO y convocar nuevas convocatorias de huelga. Más allá de las movilizaciones, se exigieron nuevos intentos de buscar elementos unitarios que permitiesen aunar las posiciones dentro del comité. Oída la asamblea, se lanzó un mensaje para aunar las reivindicaciones en torno a la actualización del IPC y la no aceptación de la sexta noche, al tiempo que se registró una huelga para el mismo día que habían convocado CC OO y UGT y para días posteriores.

Así es como llegamos al primer día de huelga. En ella se logró el seguimiento del 95%, porcentaje que no se veía desde el año 2003. Y aunque se habían registrados dos convocatorias de huelga, la manifestación fue unitaria y masiva. Ese día se vio que el trabajo de los meses previos con la plantilla, los intentos de búsqueda de elementos unitarios y unas reivindicaciones claras para la huelga no habían caído en saco roto.

A partir de ese momento, los movimientos se aceleraron. Ante el paro total de la fábrica, a CC OO y UGT no les quedó otra que sumarse al no rotundo a la sexta noche y apoyar los llamamientos de huelga convocados por ELA, LAB y ESK. Día tras día, los paros fueron secundados por la casi totalidad de la plantilla, provocando sucesivos paros en la producción de la fábrica. Las intenciones de UGT y CC OO de mantener unas movilizaciones de perfil bajo y, mientras tanto, seguir salseando en la mesa de negociación se vieron abocadas al fracaso.

Con un nivel de seguimiento casi total y con una pérdida de referencialidad por parte de UGT y CC OO, la dirección de la empresa tomó conciencia de la envergadura del problema y decidió buscar una solución para intentar que las aguas volviesen a su cauce. Para ello anunció la retirada de su propuesta de sexta noche. Sin embargo, lo que podía entenderse como una victoria, lo único que hizo fue poner a cada uno en su sitio: el anuncio se hizo fuera de la mesa de negociación y mientras algunos sindicatos no habían recibido ninguna comunicación oficial, otros corrían a divulgar por la fábrica la desconvocatoria de unas jornadas de huelga que ellos no habían convocado.

Como no es difícil de imaginar, los primeros momentos en la fábrica fueron de confusión. Sin embargo, la no comunicación oficial de la renuncia a la sexta noche obligó a los sindicatos ELA, LAB y ESK a continuar con las convocatorias de huelga. En los días siguientes se celebraron varias reuniones de la mesa de negociación en la que los sindicatos UGT, CC OO, PIM y Ekintza llegaron a un preacuerdo al tiempo que el resto de fuerzas sindicales lo rechazaron. El preacuerdo recogía la retirada de la sexta noche y una actualización salarial desvinculada del IPC.

ELA, LAB y ESK no suscribieron el acuerdo, ya que no recogía una de sus reivindicaciones principales, como era la no pérdida de poder adquisitivo. De ahí que en base a que el preacuerdo no recogía los objetivos de la movilización, decidieron seguir con las huelgas convocadas. Para sorpresa de la dirección y de los sindicatos firmantes, las convocatorias de huelga continuaron teniendo un seguimiento masivo, lo que les dejó desconcertados.

El rechazo al preacuerdo fue mayoritario en todas las mesas del taller
Por primera vez en mucho tiempo, los y las trabajadoras no habían tragado el mensaje de la dirección y de sus sindicatos amigos, y decidieron seguir luchando por la no pérdida de derechos laborales. Según CC OO, UGT, PIM y Ekintza, el seguimiento de la huelga fue producto de las amenazas y coacciones. Ver para creer.

En cualquier caso, esta respuesta de la plantilla obligó a los sindicatos firmantes del acuerdo y a la empresa a articular de manera rápida un referéndum que avalase el preacuerdo. Este referéndum estuvo acompañado de irregularidades, ya que se permitió el voto telemático sin ningún tipo de garantía, no se facilitó el censo a los sindicatos no firmantes hasta el final del proceso (hecho que se agrava al llevar meses sin recibir la información básica sobre contratación) y se permitió votar a toda la dirección de la empresa.

A pesar de todo ello, el preacuerdo solo fue avalado por un 57% de la plantilla. Una victoria basada, sobre todo, en el voto de las oficinas (personal no afectado directamente por lo recogido en el convenio) y por las personas que votaron de manera telemática. El rechazo al preacuerdo fue mayoritario en todas las mesas del taller.

La ilusión puede a la decepción
Al conocerse el resultado, tras un primer sentimiento de decepción, este sentimiento fue convirtiéndose en esperanza a medida que se fue interiorizando. Habíamos conseguido poner al límite a la empresa y a los sindicatos a su servicio, tuvieron que recurrir al insulto, la descalificación y la mentira para callarnos y, a pesar de todo, la plantilla respondió de manera ejemplar, tanto en las movilizaciones como el día de la votación.

En este final de curso se celebrarán las elecciones sindicales; en ese momento se sabrá si todo lo sembrado durante esta lucha da su cosecha o si ha sido flor de un día. Pero más allá de eso, queda la experiencia de la lucha, el valor de un trabajo pegado a los trabajadores y trabajadoras, la importancia de la asamblea como marco de decisión colectiva, los lazos de solidaridad creados a lo largo de esta lucha, que se mantuvo firme frente a una multinacional como Mercedes Benz y la brunete institucional y mediática contra ella, y el ejemplo de coraje y dignidad que dejó en el panorama sindical vasco.

Txejo Ortega, sindicalista de ESK (siglas en euskara de Convergencia Sindical de Izquierda)

 

Tomado de: Viento Sur

 

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