México- IN MEMORIAM: Pablo González Casanova/ Ver- 100 años de lucha y amor/ Un gigante llamado Pablo González Casanova

20/ABR/2023
IN MEMORIAM

Pablo González Casanova, ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el periodo de 1970 – 1972, falleció este martes a los 101 años de edad, en Tlalpan, Ciudad de México, de acuerdo con fuentes cercanas.

Tras conocerse el deceso del ex rector, la máxima casa de estudios confirmó su fallecimiento y dio a conocer una esquela en la cual subrayó que González Casanova fue un “muy distinguido universitario, impulsor de la democracia en México, baluarte del pensamiento crítico y siempre comprometido con las mejores cauces sociales”.

[Publicamos, a continuación dos artículos aparecidos en el diario La Jornada]

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Pablo González Casanova/ 100 años de lucha y amor

Pablo g foto 1González Casanova, uno de los más cercanos colaboradores de esta casa editorial, nació en Toluca Estado de México, el 11 de de febrero de 1922. Fue sociólogo, politólogo e historiador, además miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y acreedor de múltiples reconocimientos y distinciones, entre ellos el Premio Nacional de Ciencias y Artes 1984.

En este diario, don Pablo -como era conocido cariñosamente por sus amigos y colaboradores-, publicó diversos artículos donde reflexionó sobre temas como la revolución cubana, el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), (organización que lo consideró como su comandante), además de otros múltiples temas sociales y políticos.

La UNAM indicó que los actos presenciales en homenaje a González Casova se organizarán entre hoy y mañana, por lo que podrían llevarse a cabo a finales de esta misma semana.

El 1 de marzo de 2022, el ex rector de la UNAM, Pablo González Casanova, regreso a su universidad, fue en medio de una larga ovación, homenaje a su trayectoria y legado al cumplir 100 años de vida.

González Casanova, referente intelectual

Pablo González Casanova, académico de larga trayectoria, cuya consecuencia en sus ideales fue el signo que lo caracterizó y que le valió el reconocimiento como uno de los referentes intelectuales en el mundo.

A lo largo de su trayectoria, González Casanova reflejó sus ideales desde los diversos de sus ámbitos de actuación en la vida pública que arrancó en el seno de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se le recuerda fundamentalmente por su breve pero muy prolífico rectorado que legó a la Máxima casa de Estudios cambios sustanciales como la creación del Colegio de Ciencias y Humanidades así como la Universidad Abierta como herencia de su rectorado.

Abogado de formación egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, González Casanova, cursó la maestría en Ciencias Históricas en el Colegio de México y posteriormente, a los 28 años, se doctoró en Sociología en La Sorbona. González Casanova tuvo en el seno de la UNAM un ascenso importante desde que en 1953 iniciara su largo camino como universitario al ingresar como secretario general de la Asociación de Universidades.

En mayo de 1970, asumiría la máxima responsabilidad en la UNAM sin que aún se disiparan las tensiones en el campus universitario ni la agitación política y social en el país que dejó el movimiento estudiantil de 1968. En su momento, González Casanova patentizó su respaldo en la postura crítica frente a las acciones del régimen que encabezó el entonces del rector Javier Barrios Sierra. En medio de esa coyuntura y la llegada al poder de Luis Echeverría, González Casanova emprendió su rectorado con una visión transformadora de la UNAM.

En febrero de 2022 llegó a la centena firme en sus trincheras, admirado a escala continental y temido aún por los poderes del país.

Emprendió su rectorado con una visión transformadora de la UNAM que pronto lo confrontó con el status quo y precipitó su dimisión como rector.

En paralelo a su trayectoria como funcionario universitario, González Casanova desarrolló otra vertiente fundamental como politólogo que lo llevó a escribir uno de los libros de mayor influencia en el análisis del sistema político mexicano: La democracia en México. Originalmente publicado en 1965. A 58 años de su primera edición, su análisis se mantiene como fundamental del régimen político en México.

Cuatro años más tarde, publicaría otro libro de gran trascendencia, Sociología de la Explotación y posteriormente aparecerán El estado y los partidos políticos y La hegemonía del pueblo y la lucha centroamericana, entre los 24 libros de su autoría.

Hacia mediados de la década de los ochenta, González Casanova fundó en la UNAM el Centro de Investigaciones Interdisciplinaria en Ciencias y Humanidades, donde permaneció durante más de una década. Como ocurriera en 1968, la intervención de la Policía Federal para abortar el movimiento universitario provocó la renuncia de González Casanova en protesta por esta irrupción policiaca.

La sucesión de gobiernos neoliberales significarían un desafío no sólo intelectual y académico para González Casanova, en el ocaso del salinismo lo colocó en un escenario que requeriría más allá de sus aportaciones como analista: el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. El conflicto en Chiapas lo llevo a involucrarse de diversas formas a favor de la causa zapatista al punto que en 2018, como un reconocimiento a la aportación de la causa, el EZLN lo honrara al como el comandante Pablo Contreras del EZLN y el bautizo de un municipio autónomo con ese nombre.

Si la humanidad tiene futuro, está en nuestra América, aseguró Pablo González Casanova en noviembre de 2020, durante una ceremonia virtual organizada por el 90 aniversario del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

Fernando Camacho Servín y Alonso Urrutia

https://www.jornada.com.mx/notas/2023/04/18/politica/fallece-pablo-gonzalez-casanova-destacado-historiador-mexicano/

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Un gigante llamado Pablo González Casanova

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El subcomandante Marcos con Pablo González Casanova en San Cristóbal de Las Casas, el 13 de diciembre de 2007. Foto Víctor Camacho

Durante años, cada noche, antes de dormir, el investigador Pablo González Casanova leía poesía o teatro. Desde muy joven, como herencia de su padre, memorizó algunos poemas. Con ellos, alimentaba sus sueños y hacía contrapunto a los conceptos de las ciencias sociales con los que trabajaba durante el día.

De esta mezcla surgió así un original y poderoso lenguaje para nombrar al mundo, en el que se mezclaron creativamente el arsenal teórico de diversas humanidades, las más destacadas obras de la literatura universal, el idioma matemático y la infinita riqueza de la vida misma. Como Carlos Marx en El Capital, usó las matemáticas –la diosa de las ciencias– como un método de razonar y, más adelante, como herramienta para bregar sobre lo posible y lo imposible.

–Don Pablo: ¿cómo trabaja? ¿Cómo le nacen sus inquietudes intelectuales? ¿Cómo las elabora? –le pregunté una mañana, en medio de una larga entrevista en su cubículo en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, intrigado por reflexiones suyas en torno a la confusión de los pueblos o la historia del uso de la mentira en la academia, como una forma de mistificación.

Sonriendo, explicó: Tengo muy mala memoria, aunque mi antigua secretaria me decía que tengo buena memoria cuando me da la gana y para todo lo demás tengo mala memoria. Probablemente no le faltaba algo de razón. Me cuesta trabajo acordarme del nombre de las gentes. Pero mi memoria asociativa es fuerte. Esa es la que me permite establecer vínculos y, además, corresponde a mi formación de hace mucho tiempo.

Y añadió: “El momento en el que más cosas se me ocurren es cuando me estoy rasurando. Es en la mañana cuando empiezo a establecer vínculos que me parecen atractivos para seguir pensando en ellos. Corresponde a procesos de información que vienen de distintas fuentes y que de pronto se juntan. Eso es lo más frecuente pero no el único momento.

–Con razón usted va siempre tan bien afeitado –le respondí, en medio de sus carcajadas.

Autor de 24 libros, y coordinador, editor o director de otros 32, además de innumerables artículos académicos, su obra da cuenta de que esas mañanas frente al espejo, con el rastrillo de afeitar en la mano, fueron verdaderamente fecundas.

Nunca se integró a partido político alguno, aunque mientras estudiaba su posgrado en París, acarició la idea de sumarse a las filas del Partido Comunista Francés. Hombre de ideas, pero también de acción, que navegó toda su vida en las turbulentas aguas de la izquierda sin zozobrar en ellas, se autodefinió como intelectual orgánico de la universidad. En América Latina –decía– la universidad cumple un papel extraordinario. Tanto así, que de la universidad salió, en gran medida, el 26 de Julio cubano.

Con La democracia en México, don Pablo inventó una nueva forma de comprender y estudiar al país. Como ha señalado Lorenzo Meyer, el libro es el primer gran estudio general del sistema político contemporáneo hecho por un mexicano, desde una perspectiva mexicana y académica. La obra colocó en el centro del debate nacional una agenda de investigación y una metodología para conocer el país.

Inauguró líneas de investigación y reflexión sobre la realidad nacional vigentes hoy en día, y estableció un momento clave en el desarrollo de la sociología: el de la plena madurez de las ciencias sociales y el fin de los monopolios de los estudios extranjeros sobre el país.

Cuando se publicó la obra, Carlos Madrazo era el presidente del PRI. En ella, González Casanova integró, con gran imaginación, la sociología estadunidense con el marxismo (cuya esencia, según él, es la teoría de la explotación), la historia y la estadística. Reflexionó creativamente sobre el marginalismo, el colonialismo interno, las sociedades duales, para analizar la relación entre modernización y democracia, y entre economía y política. Concluyó que la falta de democracia producida por la explotación y el colonialismo interno impedía al país caminar hacia una democracia representativa y el desarrollo.

Esas mismas herramientas teóricas, que siguió desarrollando a lo largo de su vida académica, sirvieron para analizar Sudamérica y el Caribe de otra manera. Fueron un afluente medular del florecimiento de la sociología latinoamericana, que, como don Pablo le dijo a Claudio Albertani, es uno de los pensamientos más originales de nuestro tiempo, no sólo en el terreno académico, sino en el de tipo político y revolucionario.

Junto a pensadores como Immanuel Wallerstein, Samir Amin y François Houtart, don Pablo se dedicó, también, mirando desde abajo, a construir los instrumentos adecuados para leer las sociedades con los ojos de los oprimidos. Su trabajo permitió armar el rompecabezas teórico para comprender del altermundismo y las nuevas luchas de liberación nacional en Asia y África.

Sin embargo, no obstante su enorme peso intelectual, González Casanova desarrolló una extraordinaria capacidad para escuchar con sencillez y paciencia a la gente más sencilla. Y cosechó algo de lo que muy pocos intelectuales pueden jactarse: hablar a una abigarrada masa de dirigentes sociales y políticos pertenecientes a las más diversas organizaciones, y lograr que lo escuchen en silencio y con interés.

Convencido de la necesidad de contar con una prensa independiente, aportó tiempo, energía y dedicación a la fundación de La Jornada. “Me acuerdo en sueños –escribió– de aquella noche en que llegaron varios amigos. Más que mi memoria me despertó su consternación. Acababan de renunciar a un periódico en el que se hacía cada vez más difícil trabajar… Cuando me contaron de su renuncia, recuerdo que les dije con cierta irresponsabilidad: ¿Y por qué no fundamos otro? Era uno de esos desplantes de juventud que a veces provocan efectos reales. Este los tuvo gracias a que en el grupo de fundadores estarían Carlos Payán y Carmen Lira”.

Al caer la noche del 29 de febrero de 1984, más de 5 mil personas se reunieron en un salón del Hotel de México. Era la presentación en sociedad del proyecto para fundar La Jornada. Don Pablo tomó la palabra. Porque somos optimistas luchamos. Porque tenemos esperanza en un destino somos críticos, dijo. Y concluyó en medio de una larga ovación: Hemos decidido fundar una sociedad nacional, que realice sus tareas en la prensa escrita. La primera tarea será fundar un periódico diario.

Desde entonces se entabló una estrecha relación entre el medio y el intelectual. Su cariño y admiración por Carmen Lira y por La Jornada se mantuvieron incólumes con el paso de los años.

Comprometido siempre en la lucha por la democracia, la independencia y el socialismo, don Pablo hizo de la defensa de la revolución cubana y de la reivindicación del pensamiento de José Martí una de las grandes causas de su vida.

No fue la única. Otra de ellas fue la lucha de los pueblos originarios y del zapatismo. En 2017, el subcomandante Galeano lo presentó como hombre de pensamiento crítico e independiente, al que nunca se le indica qué decir o cómo pensar, pero que siempre está del lado de los pueblos. Por eso, explicó, en algunas comunidades rebeldes es conocido como Pablo Contreras.

Y en el punto culminante de esa relación, el 21 de abril de 2018, González Casanova, con 96 años en ese momento, se convirtió en el comandante Pablo Contreras del CCRI-EZLN. Para ser zapatista –explicó el comandante Tacho– hay que trabajar y él ha trabajado para la vida de nuestros pueblos. No se ha cansado, no se ha vendido, no ha claudicado.

Cuando, en 2018, en la presentación de uno de sus libros pidieron a don Pablo que compartiera su receta para llegar a los 96 con tal fuerza intelectual, respondió: Luchar y amar. Participen. Nos toca un periodo sin precedente en la historia de la humanidad. Nuestra lucha ya no es sólo por libertad, justicia y democracia, es de hecho por la vida misma.

Fiel a la causa de los condenados de la tierra, Pablo González Casanova explicó que lo nuevo en política no es ser moderado, de izquierda o ultra. Lo nuevo es la coherencia. Si algo fue a lo largo de toda su vida ese gigante conocido como don Pablo, fue el ser un hombre coherente.

Luis Hernández Navarro

Twitter: @lhan55

https://www.jornada.com.mx/2023/04/19/opinion/004a1pol

 

 

Tomado de: Viento Sur

 

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