Breves notas estratégicas sobre la defensa de la salud pública en Madrid

por Ánxel Testas , Brais Fernandez

. La manifestación del domingo 12 de febrero en defensa de la atención primaria en Madrid mantuvo, de forma más o menos similar, las cifras de la manifestación del 13 de noviembre. Más allá de las anécdotas o los intereses del Partido Popular, lo cierto es que hay un gran sector del pueblo trabajador en Madrid dispuesto a movilizarse constantemente en defensa de la salud pública. Esta afirmación no es meramente ideológica: la mayoría de las personas que se movilizaron hoy provienen de los barrios populares, que sufren las consecuencias de la degradación de la salud pública.

2. La alegría y el entusiasmo que genera este tipo de manifestaciones no deben servir de excusa para ignorar los problemas estratégicos que enfrenta el movimiento en defensa de la salud pública. Tanto las potencialidades como los problemas deben ponerse sobre la mesa. Esta es una lucha que lleva dos décadas en la Comunidad de Madrid y no puede consistir simplemente en salir periódicamente cuando las condiciones empeoran por motivos coyunturales. El problema de la salud pública es estructural y requiere una respuesta estructural y, por tanto, estratégica.

3. Hay una gran diferencia entre la estructura organizativa del movimiento y su capacidad de movilización, a favor de esta última. Hay algunas estructuras barriales especialmente dinámicas, pero en demasiadas ocasiones el método de lucha por la defensa de la salud es excesivamente rutinario y dominado por los viejos aparatos barriales. Esta rutina se refleja en la propia composición del movimiento, cuyo núcleo movilizador son los jubilados, a los que se suman familias con niños pequeños en los días de gran movilización. Este es, por supuesto, un gran punto de partida, pero no debe verse como un límite insuperable. En realidad, refleja más el poder de lo que se “deja afuera” que otra cosa: la clase obrera de origen migrante, los trabajadores jóvenes, amplios sectores de la clase obrera… Hay un amplio espectro aún fuera de esta ola movilizadora que hay que incorporar, enriqueciendo una composición de clase todavía demasiado ligada a la izquierda tradicional y que no refleja toda la diversidad de la nueva clase obrera madrileña, excluida de la política. representación. Si uno vive en un barrio obrero de Madrid y observa con un mínimo de atención, ve cada vez más iglesias evangélicas y más mesas (sí, la tradicional mesa de “reparto de propaganda”) operando en estos sectores. Contrariamente a lo que parece, la “montaña no irá a Mahoma”: abordar de manera sistemática y cercana a estos sectores sociales, incorporándolos al proceso de lucha, es una condición previa básica para superar la actual situación de “bloqueo catastrófico” entre grandes movilizaciones y un gobierno del PP que no está dispuesto a ceder bajo ningún concepto. Por supuesto, este trabajo molecular ya lo están haciendo en algunos lugares movimientos de base en defensa de la salud, y no es casualidad que donde se hace, el tipo de movilización es de un nivel superior. Es necesario replicarla, extenderla y fortalecer ese tipo de militancia cotidiana tan decisiva pero tan poco visible.

4. El otro problema tiene mucho que ver con la política del momento. Se acercan las elecciones. La necesidad de que Isabel Ayuso (miembro del PP y presidenta de la Comunidad de Madrid desde 2019) sea derrotada en las urnas no debe subestimarse en ningún momento. Su derrota, sin duda, fortalecería al movimiento, ya que demostraría que la lucha es capaz de expulsar a los perpetradores de la degradación de la salud pública. El problema de este enfoque es que tiende a debilitar lo más necesario: necesitamos fortalecer organizativamente el movimiento, prepararnos para una “larga marcha” de lucha, y para eso es fundamental crear un período de lucha diferente al electoralismo. Si Ayuso vuelve a ganar, habrá que seguir luchando. Lo mismo si pierde. Es obvio que los partidos de izquierda institucional, en su bancarrota estratégica y en su espiral de promesas incumplidas, prometerán oro y plata para ganar las elecciones. Ya hemos visto del gobierno español que están dispuestos a ceder en temas secundarios, pero nunca para enfrentarse a los poderes económicos. Hay que ser sensibles al deseo “sano” de la izquierda popular de derrocar a Ayuso y, al mismo tiempo, ser muy claros: la izquierda institucional madrileña navega el proceso de movilización popular, pero no lo construye desde abajo, no lo hace. No propone más estrategia que votar, porque cualquier conflicto con el poder económico que domina la salud está excluido de su programa político. Ya hemos visto del gobierno español que están dispuestos a ceder en temas secundarios, pero nunca para enfrentarse a los poderes económicos. Hay que ser sensibles al deseo “sano” de la izquierda popular de derrocar a Ayuso y, al mismo tiempo, ser muy claros: la izquierda institucional madrileña navega el proceso de movilización popular, pero no lo construye desde abajo, no lo hace. No propone más estrategia que votar, porque cualquier conflicto con el poder económico que domina la salud está excluido de su programa político. Ya hemos visto del gobierno español que están dispuestos a ceder en temas secundarios, pero nunca para enfrentarse a los poderes económicos. Hay que ser sensibles al deseo “sano” de la izquierda popular de derrocar a Ayuso y, al mismo tiempo, ser muy claros: la izquierda institucional madrileña navega el proceso de movilización popular, pero no lo construye desde abajo, no lo hace. No propone más estrategia que votar, porque cualquier conflicto con el poder económico que domina la salud está excluido de su programa político.

5. Un punto de partida importante, que se refleja en convocatorias como la del 12 de febrero, es la unidad del movimiento. Existen no pocas estructuras capaces de convocar a todos, por encima de los intentos de división de los aparatos sindicales o del movimiento vecinal, que se ven obligados a atender este tipo de convocatorias. Pero esto no quiere decir, ni mucho menos, que haya unidad estratégica; es decir, la capacidad de mover “masa maniobrable” para golpear y contraatacar de manera organizada en diferentes niveles y tiempos. Esto tiene mucho que ver con que el movimiento sólo supera a través de estas grandes convocatorias la división impuesta por la propia estructura de la salud. Divisiones entre el sector público y privado; entre trabajadores y usuarios; entre trabajadores de atención primaria y trabajadores de grandes hospitales; divisiones entre las diferentes categorías de trabajo. No es un problema fácil de resolver, pero el punto de partida debe ser la lucha ideológica contra cualquier tipo de corporativismo y su reverso, la idea de que “sólo” la movilización ciudadana es capaz de vencerlo. La huelga de médicos liderada por AMYTS, el colegio de médicos de Madrid, es un ejemplo de todas estas contradicciones. Es tradicionalmente una parte orgánica de la aristocracia obrera, que sufre cada vez más la degradación de sus condiciones de trabajo y una creciente pérdida de poder sobre su propio trabajo y su organización. Su respuesta ha sido a la vez combativa y estratégicamente limitada: no basta con desplegar poder estratégico degradado para vencer, es necesario vincular en pie de igualdad a otras categorías y sectores para dar un salto cualitativo en la lucha. Extender el conflicto a otros espacios de trabajo como hospitales, incluir todas las categorías en un plan de lucha creciente sin ningún tipo de elitismo corporativo, lograr sinergias de apoyo vecinal, combinar métodos de lucha como la ocupación de los centros de salud, desbaratando la estructura político-administrativa que posibilita la degradación de la salud pública. Sin escalar la lucha, como hemos visto en otras ocasiones, las movilizaciones tienden a disolverse. La respuesta debe ser proporcional al nivel de ataque. las movilizaciones tienden a disolverse. La respuesta debe ser proporcional al nivel de ataque. las movilizaciones tienden a disolverse. La respuesta debe ser proporcional al nivel de ataque.

6. Otro gran problema que debemos poner encima de la mesa es la incompatibilidad de la sanidad pública y privada. No basta con exigir que cese la financiación pública del sector privado: el sector privado debe desaparecer. No sólo porque es un elemento de segregación, sino porque absorbe una serie de recursos que conducen a la degradación del sector público: el privado es una gran estafa que sigue parasitando al público. Y aquí llegamos al problema de fondo: el modelo público se construye sobre una dialéctica en la que los gestores públicos, los llamados técnicos, no son más que ejecutivos de empresas. Es decir, aunque la propiedad sea formalmente pública, la gestión tiende a reproducir el modelo privado junto con sus parámetros, lo que deja de ser una metáfora si observamos la política de externalización que se ha impuesto al modelo público madrileño. En este sentido, la unificación de todo el movimiento debe darse también en torno a un objetivo claro: un único sistema público de salud para todos, bajo el control y dirección de los trabajadores sanitarios y residentes, capaz de ejercer un control activo y directo sobre los recursos necesarios, que no provienen de “nuestros impuestos”, como suele decir la clase media indignada, sino del salario indirecto de la clase trabajadora.

7. Aunque en Madrid los políticos responsables de la degradación sanitaria aparecen vinculados al PP, la respuesta de la izquierda institucional tiende a infantilizar a la clase obrera con el origen de los problemas. El origen del problema no es otro que la necesidad del capital de buscar nuevos nichos para reproducirse: lo que en tiempos de expansión económica era antes seguro y protegido por un fuerte movimiento obrero, se convierte hoy en un objetivo estratégico para los empresarios. En este sentido, debemos asumir que cualquier victoria, sin una transformación profunda en el sentido anticapitalista, será parcial; pero también aquella sin victorias parciales, que fortalezcan la capacidad y la confianza de nuestra clase, que demuestren que luchando podemos convertir nuestra fuerza potencial en fuerza real, no habrá posibilidad real de reconstruir un proyecto político capaz de derrocar este sistema. En ese sentido, esta lucha está lejos de ser unilateral. Debe convertirse, en palabras de Marx, en una lucha política: una lucha que supere el particularismo empresarial y logre unificar en torno a objetivos comunes a la aplastada y dispersa clase obrera madrileña, haciéndola consciente de su fuerza. Una lucha que también plantea la pregunta central: ¿quién gobierna y para quién? ¿Es posible el derecho a la salud en un sistema donde sólo planifican los empresarios y sus servidores, donde la propiedad privada y el lucro están por encima de todo y se nos imponen como una lógica impersonal que nos arrastra inexorablemente hacia abajo? una lucha que supere el particularismo empresarial y logre unificar en torno a objetivos comunes a la aplastada y dispersa clase obrera madrileña, haciéndola consciente de su fuerza. Una lucha que también plantea la pregunta central: ¿quién gobierna y para quién? ¿Es posible el derecho a la salud en un sistema donde sólo planifican los empresarios y sus servidores, donde la propiedad privada y el lucro están por encima de todo y se nos imponen como una lógica impersonal que nos arrastra inexorablemente hacia abajo? una lucha que supere el particularismo empresarial y logre unificar en torno a objetivos comunes a la aplastada y dispersa clase obrera madrileña, haciéndola consciente de su fuerza. Una lucha que también plantea la pregunta central: ¿quién gobierna y para quién? ¿Es posible el derecho a la salud en un sistema donde sólo planifican los empresarios y sus servidores, donde la propiedad privada y el lucro están por encima de todo y se nos imponen como una lógica impersonal que nos arrastra inexorablemente hacia abajo?

8. La coordinación de madrileños prepara una consulta popular masiva para sacar adelante la movilización del 12 de febrero. Es, sin duda, un gran acierto táctico, que permitirá organizar miles de eventos en los barrios y calles. Sin embargo, el objetivo no debe ser la consulta en sí, sino convertirla en un momento de organización social, dentro y fuera de los centros de salud y hospitales, involucrando a todos los sectores de la clase trabajadora. No será fácil y existen verdaderas dificultades: el calendario electoral, el interés meramente propagandístico de los partidos de izquierda institucional y del aparato sindical, la propia debilidad de los sectores anticapitalistas en sentido amplio. Pero es sin duda a través de estos procesos, dotándolos de una autoorganización activa y consciente como nexo estratégico clave, publicitándolos, construyéndolos y convirtiéndolos en una fuerza política, que seremos capaces de superar la atomización que el Estado impone desde arriba a nuestra clase. Involúcrese en esta lucha con la perspectiva que hemos esbozado, tratando de organizar y convencer a otros de esta estrategia, uniendo esfuerzos con todos y buscando sinergias con aquellas personas que comparten la necesidad de construir una estrategia de clase capaz de poner la salud al servicio de los trabajadores y trabajadoras: esa es nuestra tarea hoy.

Tomado de internationalviewpoint.com

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