Partido Revolucionario de los Trabajadores – México debe romper relaciones con Israel

La agresión de Israel a Palestina es la evidencia del triunfo de la barbarie.
A principios del siglo XX, Rosa Luxemburgo advirtió: socialismo o barbarie. La referencia es frecuentemente utilizada para defender la perspectiva revolucionaria, pero en realidad con las derrotas de las revoluciones el hecho terrible es que el imperialismo ha impuesto la barbarie para mantener el capitalismo hasta el punto de poner en riesgo ya la existencia de la humanidad ante la inminencia del colapso ecológico. Pero también con el riesgo de la guerra nuclear y ahora la extensión de la barbarie genocida en Palestina.
Es una guerra de conquista, por medio del genocidio, como las que han hecho durante siglos las potencias imperialistas en África, Asia y América Latina. La diferencia ahora es que puedes saber cada paso criminal de los genocidas racistas e imperialistas de los gobiernos de Israel y Estados Unidos en “tiempo real”. El genocidio se trasmite en tiempo real (solo con las diferencias de horas entre Palestina y el resto del mundo) por la televisión y las redes sociales. Le llaman guerra pero sin respetar las “reglas de la guerra” que se han establecido con el paso de los siglos. Anunciando el propósito de aniquilar completamente a la resistencia y al pueblo palestino, avisando que deben abandonar Gaza en las siguientes horas porque ésta será destruida hasta los cimientos. Abandonar Gaza pero sin lugar a dónde ir, a menos que otras naciones alojen a un pueblo desplazado y despojado de su tierra.
A diferencia de las guerras de conquista y exterminio del pasado en que algún habitante de un pueblo del Estado agresor podría no saber lo qué se hacía al otro lado del mundo en nombre de “su patria”, su Dios o su Rey, hoy es difícil que metas la cabeza en el hoyo, voltees a otro lado, o apagues el celular, al que paradójicamente el sistema te tiene conectado todo el tiempo, como para no darte cuenta de lo que pasa.
El reto moral, ético, que representa Palestina hoy no se circunscribe sólo a los revolucionarios internacionalistas, sino a los pueblos del mundo y la humanidad toda.
Por eso es que la protesta ante el genocidio que Israel realiza en Palestina se exteinde por todo el mundo. Igual la solidaridad con Palestina. A un nivel que pronto superará la solidaridad con Vietnam ante la agresión imperialista en la mitad del siglo pasado. Hay ahora jornadas internacionales en solidaridad con Palestina en un mismo día como el 29 de noviembre.
Pero la agresión del gobierno de Netanyahu es apoyada abierta o hipócritamente por otros gobiernos imperialistas o por gobiernos subordinados al imperialismo. En primer lugar, el gobierno de Estados Unidos encabezado por el demócrata Joe Biden y las potencias imperialistas de la Unión Europea que históricamente impusieron la existencia de Israel a costa de Palestina en sus antiguas colonias. Colaboran con el imperialismo también gobiernos de países árabes y otras naciones temerosas de provocar su enojo. Eso sin contar con el apoyo cínico a Israel de representativos de la extrema derecha como el recién electo presidente de Argentina, Javier Milei. De todos modos la protesta internacional es tan grande y el desprestigio de la causa de Israel está creciendo, que algunos gobiernos se ven obligados a hacer llamados la moderación a Netanyahu, o una tregua limitada como la recientemente aprobada para intercambio de presos. Otros, de América Latina como Bolivia rompen relaciones con Israel o retiran embajadores.
AMLO, presidente de México, al final de su sexenio, ya respondió, en una de sus mañaneras, diciendo categóricamente que México no rompe relaciones con Israel. ¿Por qué no? No lo dice explícitamente. Si se toma en cuenta su posición en otros casos, incluso con el triunfo de Milei en Argentina, se recordará su argumento de que México no se mete en asuntos internos de otras naciones. Por ejemplo, si Milei fue electo por el pueblo argentino, AMLO considera que se han dado un balazo en el pie pero efectivamente no rompe relaciones pues es un asunto interno. A pesar de que históricamente México ha tomado posición diferente en casos donde ciertamente rompió relaciones como con Franco o Pinochet. La invasión de Gaza por parte de Israel y la masacre que realiza contra el pueblo palestino no es un asunto interno frente al cual aplicar la “Doctrina Estrada”. Es un tema de vergüenza y de humanismo como gusta decir AMLO cuando habla del “humanismo mexicano”. Hasta Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España, reclama que la Unión Europea no toma medidas económicas contra Israel como las que han tomado contra Rusia por la invasión de Ucrania. Obviamente la ruptura de relaciones de México con Israel no afecta quizá mucho los intercambios económicos (aunque es allá donde el ejército mexicano compró Pegasus y su sistema de espionaje que incluye obviamente otra forma de capacitación militar y policiaca) y tendría básicamente un significado político y moral.
De todos modos si el gobierno mexicano no rompe relaciones con Israel y decide cargar con la responsabilidad histórica de no contribuir al aislamiento y condena del genocidio, lo significativo en esta hora es el crecimiento de la solidaridad internacional desde abajo, desde los pueblos y el movimiento internacionalista, aunque los gobiernos guarden silencio frente a un genocidio que es posible constatar diariamente en “tiempo real”. Un silencio cómplice en un momento histórico en que no es posible alegar desconocimiento o ignorancia. Lo importante ahora es la solidaridad entre los pueblos y de la clase trabajadora de todo el mundo que hace campañas de boicoteo contra productos y negocios israelís, o que se opone al traslado de armas y sobre todo que se moviliza en las calles de todo el mundo exigiendo un alto al genocidio. No importa quién esté en el gobierno, los derechos se defienden y se defienden no con promesas vanas o demagógicas de campañas electorales, sino con la acción del pueblo trabajador.

Tomado de Partido Revolucionario de los Trabajadores Sec. mexicana IV Internacional.

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