Brasil – Entre burócratas, playboys y narcotraficantes: factores internos que contribuyen al aumento de la violencia en Salvador

El 4/09/2023, la Universidad Federal de Bahía suspendió sus actividades en el campus de São Lázaro, donde se encuentran la Facultad de Ciencias Humanas y el Instituto de Psicología, debido al conflicto entre facciones de la región de Alto das Pombas y Calabar, barrios populares de la región central de Salvador y alrededores de la universidad.

El episodio es uno de varios casos que configuran la crisis de seguridad pública soteropolitana, un proceso de largo plazo cuya gravedad ha ido aumentando desde el segundo semestre de 2022. En medio de la cobertura de la prensa carlista, cuya línea editorial busca aliviar a la administración municipal de su parte de responsabilidad en el orden público, la población de Bahía ve cómo su ciudadanía se restringe a niveles despreciables, en una frecuencia cada vez mayor y ampliamente denunciada de masacres, redadas, ejecuciones y conflictos directos por territorios centrales del narcotráfico salvadoreño.

Mientras este caos se extiende, con la ayuda de los relatos sensacionalistas de los medios bahianos, principalmente de la prensa carlista, que se ha especializado en vender historias de violencia bestial entrevistando a los familiares de las víctimas a las puertas de las morgues, la policía bahiana, condecorada como la más Letal en la república brasileña, negocia con el gobierno del estado.

Para minimizar la implementación de políticas de monitoreo policial, la policía y las autoridades gubernamentales niegan cínicamente, a través de su lenguaje burocrático y protocolario, la participación de las fuerzas policiales militares de Bahía en el aumento de la violencia en Salvador. En ese mismo sentido perverso, para mantener el fuerte apoyo logístico que recibieron de la administración del ex gobernador Rui Costa, ahora ministro de la Casa Civil en el gobierno de Lula, sostienen que la mejor respuesta a esta crisis, “para las organizaciones criminales procedente de Río de Janeiro”, es la expansión de la letalidad policial. Con esto demuestran su total falta de preparación técnica para enfrentar la crisis de seguridad pública que atraviesa Salvador, después de todo el aumento del aparato represivo, ni siquiera con la ayuda de tropas federales,

Por otro lado, la estrategia del poder municipal, una administración carlista liderada por playboys que se posicionan como dueños de la ciudad de Salvador, adopta la pasividad cínica, característica tradicional de las élites bahianas. Con el objetivo de capitalizar políticamente la violencia en las próximas elecciones municipales, ofrecen la carne y la sangre del pueblo de Bahía como sacrificio necesario para la continuidad de su proyecto de poder reaccionario, disfrazado de democracia neoliberal. Si el ayuntamiento está presente en la vida cotidiana de Salvador, esta presencia es pequeña, deliberadamente restringida, hay un conjunto exiguo y frágil de reformas faraónicas en la estructura urbana de Salvador. Medidas que seguramente tendrán un impacto positivo en los bolsillos del empresariado que gobierna Salvador a través del gerente de fiestas de carnaval sentado en la presidencia del alcalde. Sin duda,

¿Y cómo es la población salvadoreña? Sigue siendo rehén de burócratas, playboys y traficantes de drogas. Privado de sus derechos constitucionales, Salvador, en su crisis de seguridad pública, es protagonista de un triste retrato de Bahía. Tierra privada de su potencial, convertida en un lugar devastado, representativo de todo lo que las élites políticas y económicas de ese país niegan al pueblo brasileño.

Tomado de esquerdaonline.com.br

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