México – Breve manifiesto anticapitalista. A propósito del ataque de la derecha a los libros de texto

Por Movimiento Socialista del Poder Popular
Un fantasma acosa a los partidos de la derecha (Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática), a la oligarquía empresarial y sus medios de comunicación (TV Azteca en primer lugar) y a la jerarquía del clero católico, es el fantasma del comunismo.
De manera virulenta y sincronizada han tachado a los nuevos libros de texto de “comunistas” y, recordando las más oprobiosas prácticas de los fascistas españoles y alemanes, promueven su quema o arrancar las hojas que van en contra de sus ideales conservadores.
¿Cuáles son esos ideales conservadores? Negar capítulos vergonzosos de la historia de México, cometidos por anteriores gobiernos, que masacraron estudiantes, obreros y campesinos, y la existencia de personajes que se rebelaron en contra de esas injusticias, como Lucio Cabañas y Genaro Vázquez Rojas. Pretenden censurar esa parte de nuestra historia porque pone al descubierto la complicidad de las corrientes de derecha, que ellos representan, con dichos crímenes.
En su retrógrada mentalidad no cabe que se hable de educación sexual en todas las etapas de la enseñanza obligatoria, del derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo, incluida la decisión de tener o no tener hijos, del respeto a la diversidad sexual y a la familia diversa, de promover la igualdad en razón de género y el fin del capitalismo patriarcal.
Ciertamente todas estas ideas, desde hace más de cien años y de manera consecuente, fueron promovidas por el pensamiento marxista (comunista), y ahora son aceptadas y practicadas en los países capitalistas más avanzados; ahora son conquistas civilizatorias, que las derechas cavernícolas de los países atrasados aún se resisten a aceptar.
Sin dejar de mencionar que en México otras conquistas, como la educación pública laica y gratuita, el reparto agrario, el derecho de huelga, a la salud o la expropiación petrolera, contenidos en los artículos 3°, 27° y 123° Constitucionales, fueron frutos directos de la Revolución de 1917 y de fuertes luchas sociales.
La histérica retórica anticomunista de la derecha mexicana tiene propósitos aún más siniestros: tratan de apelar a los sectores más conservadores y marginados de la sociedad, los más susceptibles de actuar por odio y fanatismo de cara al proceso electoral del 2024, para construir un movimiento político de corte fascista con base de masas. Ya lo hemos visto en España con Vox, en el Brasil de Bolsonaro o en Estados Unidos con Donald Trump. Son el huevo de la serpiente.
La campaña de la derecha mexicana en contra de los libros de texto también tiene una motivación económica: la impresión de millones de libros ya no será negocio de unas cuantas empresas editoriales, porque ahora estará a cargo de una empresa pública y su distribución seguirá siendo gratuita.
Frente al intento de los grupos conservadores de evitar la distribución de los libros de texto, los comunistas no tenemos reparo en defenderlos, independientemente de que pueden ser perfectibles; pero esa tarea habrá de resolverse democráticamente con la participación de los trabajadores de la educación, padres y madres de familia y especialistas en temas educativos.
En defensa del comunismo
Ya es hora de que los comunistas expongamos, frente a tantas infamias e hipocresía de la derecha mexicana, la verdad, aunque sea brevemente, sobre los nobles ideales del pensamiento comunista.
En primer lugar, aclaramos que el auténtico pensamiento comunista nada tiene que ver con las prácticas totalitarias y criminales de regímenes como el de José Stalin en la extinta Unión Soviética. Los y las comunistas aspiramos a un gobierno de la clase trabajadora mil veces más democrático que cualquier gobierno democrático capitalista (aún de los más avanzados), en donde no exista ninguna obstrucción a la libertad de prensa, de organización o de opinión; estamos en contra de cualquier forma de explotación y opresión, sea de la clase trabajadora por parte de una minoría de capitalistas, de género, racial, religiosa o sexual. El pensamiento comunista es la expresión más avanzada de humanismo que jamás haya existido.
El comunismo también se opone a la carrera armamentista de las grandes potencias, a la política belicista de los países imperialistas que tratan de someter a otras naciones; a los tiranos que asesinan, secuestran, exilian o confiscan los bienes de sus opositores en el afán de mantenerse en el poder. Sin embargo, reconocemos el derecho de autodefensa de una nación ante la agresión de otra que pretenda someterla y de la clase trabajadora ante la violencia del Estado, de las bandas fascistas o de grupos criminales.
También condenamos la demencial acumulación de armas nucleares capaces de destruir, varias veces, la vida en el planeta. Demandamos el desarme nuclear multilateral, el cierre de todas las bases militares en territorios extranjeros y el desmantelamiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), principal bloque militar belicista.
Los y las comunistas rechazamos la creciente destrucción del medio ambiente fomentada por la anarquía del régimen capitalista y la avaricia de los barones del dinero. A ellos no les importa la destrucción de la vida con tal de llenar sus bolsillos de dinero. Proponemos una política ecosocialista que ponga por delante la lucha en contra del calentamiento global, de los millones de desechos que ensucian el agua, la tierra, el aire, e incluso más allá de nuestra atmósfera. Antes que las ganancias de una burguesía irresponsable y criminal, está la necesidad de heredar a las futuras generaciones un planeta limpio y sustentable.
Los y las comunistas también estamos en la primera línea de defensa de conquistas civilizatorias, como el derecho a un salario digno; a una pensión (desde los 60 años) que garantice una vejez tranquila y con todas las atenciones necesarias; de la semana laboral de 30 horas, para eliminar el desempleo; por la igualación, hacia arriba, de las condiciones laborales en todos los países y por la libertad y democracia sindical. Por el contrario, los capitalistas (neoliberales) son enemigos jurados de todos estos derechos y su objetivo es eliminarlos.
Los y las comunistas también hacemos causa común con aquellos gobiernos progresistas, como el de Andrés Manuel López Obrador, que pretenden eliminar las prácticas más oprobiosas del neoliberalismo, fortalecer nuestra soberanía o combatir la corrupción. Pero lo hacemos de manera crítica, señalando sus limitaciones y proponiendo alternativas para profundizarlas: estamos de acuerdo en que los capitalistas paguen impuestos, pero eso no basta, pedimos una reforma fiscal que los obligue a pagar más para reducir la enorme desigualdad social existente; coincidimos en denunciar los fraudes fiscales cometidos por anteriores gobiernos, como el caso del FOBAPROA, pero demandamos la auditoria de la deuda pública y el cese de pagos de una deuda fraudulenta y odiosa; reconocemos el gran avance que implica la soberanía energética para el desarrollo nacional, pero se hace necesaria la expropiación de las empresas carroñeras que continúan teniendo presencia a costa de la Comisión Federal de Electricidad y de Petróleos Mexicanos; saludamos los incrementos sustanciales a los salarios mínimos y el acotamiento del outsourcing, pero demandamos que se hagan extensivos a los salarios contractuales y que el propio gobierno elimine la subcontratación en sus diferentes dependencias; defendemos el derecho a la pensión de los adultos mayores de 65 años, pero señalamos que se requiere extender este beneficio, conocido como Renta Básica Universal, gradualmente, a todo individuo mayor de 18 años por el sólo hecho de existir.
En resumen, los y las comunistas apoyamos por doquier todo movimiento progresista o revolucionario que cuestione el injusto orden social existente, poniendo en primer término la resolución de la cuestión fundamental de la propiedad sobre los medios de producción, principalmente de las grandes empresas estratégicas. En cuanto a los pequeños y medianos empresarios, que en los países atrasados pueden jugar un papel progresivo en el proceso de transición del capitalismo al socialismo, será el propio desarrollo productivo el que gradualmente los integrará a una vida mejor y más segura, sin los vaivenes de las recurrentes crisis del capitalismo.
En fin, los y las comunistas trabajan en todas partes por la unión y el acuerdo entre los partidos democráticos y progresistas en todos los países.
Los y las comunistas no somos dogmáticos ni nos consideramos infalibles. Reconocemos que a lo largo de la historia de nuestro movimiento ha habido graves desviaciones en los procesos de construcción de partidos y de las sociedades en transición hacia el socialismo. Con riguroso espíritu autocrítico hacemos un balance de nuestro pasado y buscamos las formas de superar los errores o desviaciones cometidos. No obstante, consideramos que los principios fundamentales de nuestro movimiento continúan siendo válidos y necesarios.
Los y las comunistas consideramos indigno ocultar nuestras ideas y propósitos. Proclamamos abiertamente que estos objetivos sólo pueden ser alcanzados por medio de la instalación de gobiernos basados en la clase trabajadora. Las y los proletarios no tienen nada que perder en ello más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar.
¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!
Ciudad de México a 16 de agosto de 2023

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