Miradas juveniles sobre la participación en Colombia

Esto piensan lideresas y líderes juveniles sobre la paz, participación, diversidad, el gobierno, entre otros temas.

En los paros nacionales de 2019-2021 en Colombia, miles de personas jóvenes se volcaron a las calles. Este fue el bautizo político para la gran mayoría de ellas, su primer ejercicio de participación política y lograron, no solo visibilizarse como sector capaz de poner en jaque el sistema político, sino también plantear temas de gran importancia para la sociedad.

Dos años después, cuatro lideresas y líderes sociales de entre de 21 y 28 años, nos comparten sus visiones de los distintos procesos de participación abiertos en el país desde la llegada del gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez en agosto del 2023.

La primera afirmación que hacen es que la participación sociopolítica de los sectores vulnerables no es una novedad en la historia colombiana.

Jennifer Velasco, Representante de la Región Nororiental del Coordinador Nacional Agrario (CNA) e integrante de la Junta Directiva de esta organización nacional, plantea: “Un eje central del trabajo de nuestra región es la construcción del Poder Popular, el poder desde abajo, con democracia real y autonomía. Por lo tanto, la participación ha sido un elemento histórico para todos los procesos populares en la región, sean agrarios, estudiantiles, de mujeres, jóvenes, sindicales. No es un elemento que surge hoy”.

Agrega, además, que la participación también es un eje de disputa. “En este país, para participar, históricamente ha sido necesario acudir a la movilización: al paro, la protesta, el bloqueo… en el tema agrario, fueron necesarios los paros campesinos de los años 80 para poder posicionar sus necesidades públicamente”, aseguró Velasco.

Para Felipe Jaimes, integrante de la organización política juvenil Red Surgiendo, esta participación real de la sociedad está sintetizada en el planteamiento de construcción del poder popular.

“La construcción de poder popular parte de los escenarios de la vida cotidiana de las clases populares y se construye en los barrios, las fábricas, las escuelas, hasta las parroquias. Para nosotros en la universidad era educación gratuita y educación popular, matrícula cero. En nuestro trabajo barrial eran aspiraciones todavía más específicas: la cancha, el respeto a la Junta de Acción Comunal. Alrededor de esto empezamos a relacionarnos de distinta manera entre nosotros y nosotras mismas. Así construimos la organización popular. Y en todo esto, se empieza a construir el socialismo raizal. Es nuestro horizonte más grande”, dijo Jaimes.

Participación en la construcción de políticas públicas y Plan Nacional de Desarrollo

Desde su toma de posesión en agosto del 2022, el gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez abrió una serie de espacios de participación que buscan integrar las voces de la “sociedad civil” en la construcción de políticas públicas.

Ejercicios como los Diálogos Regionales Vinculantes, la Convención Campesina, el encuentro agrominero y el venidero encuentro sobre política de educación superior son ejemplos de esto.

Las y los jóvenes expresan distintas posturas sobre estos encuentros, con base en la experiencia que han acumulado desde que el gobierno tomó posesión en agosto del 2022.

“El gobierno nacional planteó que los ciudadanos participáramos en la construcción del Plan Nacional de Desarrollo, hizo algo histórico porque dijo que todos teníamos derecho de participar”, reflexionó Julián Tangua del Colectivo Popular Guane.

Sin embargo, sus experiencias en estos procesos les han dejado una serie de sinsabores que minan su entusiasmo. Saben que no los pueden abandonar, pero tampoco han satisfecho sus expectativas.

“Para el Plan Nacional de Desarrollo, en el sur de Santander realizamos mesas preparatorias. Este ejercicio no estaba planteado por el Gobierno, lo llevamos a cabo de manera autónoma y muchos sectores de la sociedad civil participaron. Construimos una propuesta regional sobre lo que entendemos por progreso, con compendios ambientales, infraestructura para el campesino, acceso a la vivienda, enfoque de género y derechos humanos. Luego llevamos nuestras propuestas a la mesa departamental de Bucaramanga, a la mesa regional y luego a la nacional. La discusión fue muy rica, con muchos aportes, de ahí salieron varios documentos, pero de eso creo que ni el 0.2% fue tomado en cuenta”, agrega Tangua.

El joven explicó además: “Por un lado, llegamos las organizaciones sociales y, por otro lado, llegaron la Cámara de Comercio, los militares, el sector burocrático del mismo gobierno e impusieron las líneas que siempre han ejecutado. Tuvieron el apoyo de los representantes del Pacto Histórico, quizás por el miedo de avanzar en propuestas más profundas de cambio, terminan aliados con los que han tenido el poder siempre”.

Según Jennifer Velasco, existen ciertas similitudes con la Convención Campesina de diciembre de 2022. Recuerda que se partió de la propuesta de Reforma Rural Integral, pero que no se reconocieron otros planteamientos hechos allí respecto a los territorios agroalimentarios. Explica que, según algunos, es un problema de lenguaje o de rivalidad entre organizaciones que quieren imponer sus “sellos”. “Si hablamos de Reforma Rural Integral o Reforma Agraria Integral Popular… Pero se trata de reconocer que hay una diversidad en el campesinado y no se puede hacer hegemónica una sola forma”.

Ana Lohana Rivera Osorio de la Red Trans Santander agregó otro sinsabor desde la realidad de las mujeres trans. “En la consulta nacional convocada por el Ministerio del Interior, participé en la mesa de género, pero de distintas maneras (otras compañeras en la mesa que vienen de organizaciones feministas más arraigadas) decían – Tú no cabes aquí, lo tuyo no es importante. Una compañera planteó que las mujeres trans merecemos reparaciones morales y económicas del Estado porque hemos vivido represión y en vez de solidarizarse porque su amiga fue arrebatada a tiros por los paracos, le responden: tú no puedes estar acá”.

Finalmente, Jaimes identificó tres vacíos que les dejaron insatisfacciones en los diálogos: la metodología, las moderaciones y las relatorías. “En la mesa de juventud existían un montón de temas, pero no hubo una agenda que ordenara que primero íbamos a abordar tal tema y después el otro. Todo fue mezclado junto. Y con palabras tan limitadas por la cantidad de gente, no se pudo avanzar en un debate”.

Por otro lado, considera que los moderadores no dan por igual la palabra, sino que priorizan a sus aliados.

Finalmente, coincide con Tangua en que las relatorías no retomaron la variedad de aportes. Esto alimenta la valoración generalizada por estos jóvenes de que “los diálogos regionales vinculantes eran cualquier cosa menos vinculante”.

Fruto de lo mismo, la lista de reivindicaciones pendientes es larga. Incluye el reconocimiento de los proyectos hidroeléctricos como proyectos de muerte, la integración de propuestas de salud de las cosmovisiones no occidentales en la reforma de salud o en una reforma complementaria.

De igual forma, una ley integral trans, una política de cupo laboral trans y una regulación del trabajo sexual. Del mismo modo, una política de drogas, una reforma integral de la educación que contempla no solo aspectos económicos, sino curriculares de la visión del proceso educativo y su relación con la sociedad.

En gran parte, las reivindicaciones campesinas comienzan a subsanarse con la reforma constitucional que integra al campesino como sujeto de derechos.

Velasco enfatizó: “(la reforma) reconoce al campesinado como un grupo culturalmente diverso, con una identidad y una trayectoria histórica en la protección de la naturaleza, las semillas, con una propuesta de territorialidad distinta, una visión distinta sobre el territorio”.

Sin embargo, aún existen grandes saldos pendientes. El líder juvenil Velasco agregó: “Se generó toda una polémica alrededor del tema de la expropiación de tierras que planteó Petro. Entonces, él termina diciendo que se van a comprar las tierras a los terratenientes para darlas a los campesinos, hacerlas productivas y encaminar mejor el capitalismo. Pero nosotros decimos que no porque esto es negar la memoria, la justicia, la verdad y las garantías de no repetición de las víctimas por el tema de tierras. ¿Cómo se le va a comprar a quien hizo despojos? ¿Quién dio la orden para que los paramilitares arrebataran las tierras al campesinado? Este fue un eje importante de la convención campesina que no fue retomado”.

Aun así, las y los jóvenes creen fundamental mantenerse en estos espacios y buscan sacar cosecha de los encuentros.

Rivera Osorio comentó: “nosotras, desde la Red hemos definido que los espacios de interlocución con el gobierno nacional son válidos… Por lo menos se dan cuenta de que existimos las personas trans y escuchan nuestras problemáticas y propuestas”.

Jaimes agregó: “es la posibilidad de encontrarse con otras organizaciones y darse cuenta de que varias comparten las mismas preocupaciones de uno”.

Velasco subrayó que la participación masiva en estos espacios brinda la oportunidad de escucharse entre los sectores.

Participación en el Proceso de Paz entre el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional

El escenario que se abre con la firma de un acuerdo inicial entre el Gobierno colombiano y el ELN significa una nueva ventana para la participación de los sectores más vulnerables en la definición de las cosas del país.

Es una ventana más grande porque, no solo permite el debate sobre temas aislados, reivindicaciones sectoriales o políticas públicas, sino del rumbo del país.

Tangua manifestó: “es una oportunidad para que la población colombiana no solo reivindique la paz, sino que defina qué cambios requerimos para que haya paz.  Hay una diferencia muy grande entre esto y la construcción de políticas públicas, porque en el ejercicio de construcción de políticas públicas el debate se desarrolla a partir de los lineamientos del Estado que ya están dados. En este caso, la agenda la pondremos nosotros. Esperamos tener la posibilidad de dialogar en torno al modelo económico, la doctrina militar, la política de drogas y otros principios fundacionales del Estado”.

En medio de estas expectativas, las y los jóvenes manifiestan sus preocupaciones y vislumbran los gigantes retos que implica el proceso.

“Cuando hablamos de – participación ciudadana-, no podemos referirnos a la Federación Colombiana de Ganaderos (FEDEGAN). Tampoco a la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), sino a la gente que sufre hambre, somos la gente quienes mantenemos el país a flote”, dice Tangua. Pero lo seguro es que allí estarán.

Por ello, Jaimes prevé que el Comité Nacional de Participación, instancia que se conformará con aproximadamente 80 representantes de 30 organizaciones, encargada de preparar la metodología para el proceso de participación, será un espacio en disputa.

“Si hablamos de FEDEGAN y el CNA no solo están confrontados, sino que el FEDEGAN ha exterminado a nuestro sector”, dijo Jaimes, quien considera que esto no será un obstáculo insuperable a nivel del Comité Nacional, porque es una instancia que funcionará de manera centralizada en los confines de oficinas.

Por ello, Jaimes prevé que el Comité Nacional de Participación, instancia que se conformará con aproximadamente 80 representantes de 30 organizaciones, encargada de preparar la metodología para el proceso de participación, será un espacio en disputa.

“Si hablamos de FEDEGAN y el CNA no solo están confrontados, sino que el FEDEGAN ha exterminado a nuestro sector”, dijo Jaimes, quien considera que esto no será un obstáculo insuperable a nivel del Comité Nacional, porque es una instancia que funcionará de manera centralizada en los confines de oficinas.

Él considera que las organizaciones de estas zonas tendrán que ser muy enfáticas sobre esto cuando entreguen sus aportes al Comité Nacional de Participación y garantizar que estas realidades lleguen a la Mesa de Negociación entre el Gobierno y el ELN, porque no es posible que “pongan en riesgo la vida de quienes convocaremos y motivaremos la participación”.

Otra preocupación es que se repitan los errores que se han dado metodológicamente en los espacios de construcción de políticas públicas. “Eso va a requerir de formas muy asertivas para recoger propuestas”, afirmó Jennifer Velasco.

Julián Tangua lo ejemplifica. “Va a ser necesario tomar en cuenta las cosmovisiones de los distintos pueblos que habitan los territorios”. El representante del Colectivo Popular Guane opina que no es posible hablar de una doctrina militar cuyo máximo fin es proteger el territorio, sin tomar en cuenta las guardias indígenas y cimarronas.

En especial, las y los jóvenes consideran que el gran reto será el involucramiento de los sectores más marginados de la sociedad.

Lohana Rivera lo ejemplifica desde la mirada de las mujeres trans. “Sería poco estratégico no participar en estos diálogos con nuestras condiciones de vida. Tenemos necesidades básicas insatisfechas. La mayoría no tenemos acceso a la educación. Les echan de la casa y ‘no aparezcas porque no quiero maricas’. Se fueron a la calle a putear, es la realidad. Y tienen una realidad económica muy dura. Muchas solo comen una vez al día. Especialmente cuando pasan los años porque a una le pagan menos por el servicio y no todos los días tienen clientes. Entonces muchas recurren a la comercialización de drogas. Y muchas quedan enganchadas con estupefacientes también. Por todo eso, la mayoría morimos antes de los 35 años”.

Esta misma realidad dificulta su participación en espacios institucionales, requiere mucha motivación y también apoyos reales para facilitar su traslado a los lugares de los diálogos.

Rivera espera que logren consolidar estos apoyos que harán posible la participación de estas mujeres vulnerables, pero también espera que, al plantear sus reivindicaciones, no recibirán la respuesta “espérense”. “Siempre nos dicen: – espérense, hay cosas más importantes en el país”. Pero “¿Cuánto tiempo más tenemos que esperar?”

El dirigente de Red Surgiendo se pregunta: “¿Cómo vamos a hacer para que una gran parte de la población, sobre todo la de la ciudad, que siente que el conflicto armado no tiene nada que ver con ellos, se siente a hablar de paz con nosotros, que vamos a dedicar todo nuestro esfuerzo a que este proceso de participación funcione?”.

Jennifer Velasco reflexiona: “Es necesario no solo la participación de representantes de organizaciones, sino también de personas no organizadas. Eso parece utópico, pero es fundamental para llegar a sectores que estaban en el paro nacional, pero no han sido escuchados. Y es difícil porque estamos desconectados de ellos, del pueblo no organizado. Esta nueva mesa de diálogo puede llevar a que se junten estos sectores, otra vez, si llega al territorio, si tiene contactos allí y puede leer las dinámicas territoriales. Tienen un gran reto los miembros del Comité Nacional en hacer una metodología para muchas personas, que realmente permita participar y construir desde la diferencia la propuesta de país”.

Otras preocupaciones tienen que ver con la capacidad de representación y la credibilidad de las y los 80 integrantes del Comité Nacional de Participación, la apertura del Gobierno para considerar cambios más radicales que los que él plantea, la desprotección de sectores campesinos frente a las estructuras paramilitares en las zonas y que los acuerdos que se tomen no sean vinculantes.

Fuentes de esperanza

Al mismo tiempo, las y los jóvenes plantean distintas fuentes de esperanza que alimentan su motivación de participar en el nuevo proceso que se abre con el acuerdo entre el Gobierno y el ELN.

Tangua afirma: “Hay una ventaja enorme. Como organizaciones sociales, no estamos construyendo desde cero. Llevamos más de 500 años resistiendo, pero también construyendo propuestas con los planes de vida de nuestras comunidades”.

Jennifer Velasco plantea que la experiencia de asambleas populares en Bucaramanga durante los paros de 2021 le mostró que auténticos ejercicios de participación elevan el nivel de debate y propuesta de sectores que no suelen participar en la lucha popular. “Ahí se acordaba, ‘salimos tal día, las banderas serán estas, quien lleva el sonido, quien lleva tal cosa…, toda la organización y logística. También se fueron construyendo propuestas de país. Escuchar a un chico del barrio hablando de la deuda externa fue impactante.  Se logró una mirada más allá que los problemas territoriales”.

Jaimes cree que el proceso llevará a importantes sectores populares a reflexionar sobre las verdaderas causas de la guerra y, por consiguiente, el sentido real de la paz. “Estamos seguros de que van a llegar a una conclusión que puede llevarnos a organizarnos mejor y luchar mejor para un cambio de estructuras. Las cosas se solucionan construyendo desde las bases”.

Los planteamientos de las y los jóvenes son cruciales porque son la generación llamada a implementar las transformaciones que se pueden determinar en esta época. Concluye Tangua, “la esperanza no recae en el gobierno ni debe recaer en las insurgencias. Recae sobre nosotros como organizaciones populares que somos el fruto de muchas luchas y pueblos y somos sus hijos. También somos hijos e hijas de los genocidios. Por esto, nuestra esperanza radica en nosotros mismos. El proceso de paz será exitoso en la medida que el pueblo se apropie del instrumento”.

Tomado de colombiainforma.info

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