Maidan, la demonización de Ucrania y la cuestión democrática

Por Yves Cuhen

La guerra en Ucrania ha renovado y prolongado los debates entre las izquierdas del mundo sobre la cuestión del antiimperialismo y las posiciones estratégicas a adoptar. Teniendo en cuenta el carácter imperioso de esta discusión y rechazando la polarización caricaturesca entre “tontos útiles de Putin” por un lado y “agentes del imperialismo estadounidense” por otro, la revista Contretemps ha tratado desde el comienzo de la invasión rusa de organizar este debate entre los diferentes puntos de vista presentes en nuestro campo político y que también atraviesan nuestro comité de redacción.

En este artículo, el historiador Yves Cohen descifra la retórica de la demonización de Ucrania volviendo en particular al momento Maidan, mostrando que este vasto movimiento no puede reducirse ni a una maquinación occidental ni a una conspiración fascista. Según él, constituyó un experimento de invención democrática, comparable en esto a otros movimientos de ocupación de plazas que tuvieron lugar durante la misma secuencia histórica, y que se habría prolongado en el último período alimentando las formas de defensa popular frente a la invasión rusa.]

Este texto se dedica a un punto importante del debate sobre la guerra de Ucrania/1. Ha quedado claro que la opinión que reduce la agresión rusa a una “guerra de la OTAN” es inconsistente. Esta posición no solo tiene poco interés por el proceso histórico desde el fin de la Unión Soviética, sino que no tiene en cuenta la dinámica imperial propia de Rusia que Vladimir Putin ha asumido a su manera/2. Otro punto ciego de esta postura es la ausencia del principal interesado entre los actores colocados en el escenario: Ucrania. La guerra solo podría entenderse como la voluntad de un único imperialismo, el estadounidense, asistido por la OTAN, o solo como un enfrentamiento de grandes potencias que no sufren por perder a sus vasallos vecinos inmediatos. Los países pequeños serían entonces peones cuya política no tiene significado y los pueblos que actúan serían aún menos interesantes. No se tienen en cuenta porque serían “débiles” frente a los “fuertes” y su propia historia no jugaría ningún papel/3. Esta visión está muy extendida en fracciones significativas de la opinión pública de izquierda en todo el mundo y entre una serie de grupos y autores.

No retomaré aquí la historia del gobierno putiniano que se ha señalado por sus guerras llevadas a cabo invariablemente contra las poblaciones civiles, desde la de Chechenia a partir de 2000 hasta las de África hoy a través de los asesinos llamados mercenarios del grupo Wagner, pasando por Georgia y Siria. Me interesaré por la historia del levantamiento de Euromaidán (nombre dado por las y los ucranianos al levantamiento de la plaza Maidan entre noviembre de 2013 y febrero de 2014) y sus secuelas hasta la guerra actual. Marcada por la iniciativa popular y la autoorganización, es fundamental en la resistencia de la población ucraniana que ha obstaculizado los planes de Putin de manera decisiva durante los últimos cinco meses.

Ni Ucrania ni Maidan son el diablo nazi. Es cierto que había fascistas organizados en la plaza Maidan, y volveré sobre ello. A diferencia del discurso de Putin sobre el Maidan fascista y la Ucrania nazi, no solo eran muy minoritarios, sino que no tenían ninguna influencia en la forma en que la plaza condujo su política. La plaza era una protesta ciudadana muy madura contra la política llevada a cabo por un gobierno prorruso y afirmaba la voluntad de orientar el país hacia Europa. Era a la vez anticolonialista, patriótica y democrática. Estos componentes no han dejado de desarrollarse a lo largo de la historia de los ocho años que separan la “Revolución de la dignidad” ‒otro nombre de Euromaidán‒ de la guerra de Putin. Después de 2014 y hasta la guerra, hay en la conjugación de la acción del Estado con la iniciativa popular un fenómeno muy original que llama la atención sobre el alcance de la experimentación democrática en juego más allá de Ucrania. Estos aspectos organizan el siguiente texto.

Maidan = plaza de la Independencia

La experiencia colectiva de Maidan es particularmente demostrativa. Una cosa me llamó la atención y me llevó a investigar sobre el terreno en Kyiv en abril de 2015: ante los disparos de los francotiradores, el 20 de febrero de 2014, que mataron a varias docenas de personas ese día, las y los manifestantes desarmados, protegidos solo con escudos metálicos más o menos improvisados, no huían/4. Imágenes muy alejadas de las del tiroteo del 4 de julio de 1917 sobre la perspectiva de Nevski en San Petersburgo. ¿De dónde podría venir tal resolución, tal fuerza colectiva?

Me pareció que había que buscar este secreto de Maidan en la propia plaza, mucho más que en un supuesto nacionalismo exaltado, en una organización de falanges militarizadas o en  algún tipo de presión. Estaba en el hecho de que la frecuentaban personas muy diversas y en el conjunto de actividades que tenían lugar allí: alimentación, salud, deliberación, autodefensa, cultura, religión, lectura, correo, arte, música… La utopía estaba en la plaza cuando ni siquiera había sido convocada. Tales hechos invitaban a una actitud de cara a la investigación que se puede calificar a posteriori de pragmática, en el sentido de que el fenómeno no parece poder pensarse y, quizás, explicarse más que en función de su propia dinámica, del proceso aleatorio de su desarrollo en la plaza/5.

El Euromaidán comenzó el 21 de noviembre de 2013. A partir de la primera represión violenta de finales de noviembre, se convirtió en el lugar fértil del cruce de una multitud de prácticas por las que se formó como plaza, espacio público, ágora, lugar político, y produjo una opinión común indefectible en la breve duración de tres meses/6. Maidan Nezalezhnosti es el nombre de la plaza en ucraniano: plaza de la Independencia. Todo un programa. Sobre todo porque la propia palabra maidan no significa otra cosa en persa y árabe que ¡“plaza pública”/7! En el lugar, por lo tanto, se desarrollaron toda una serie de prácticas cotidianas: alimentar a las personas presentes con cocinas improvisadas, abastecidas por los ocupantes o los kievitas que traían enormes cantidades de alimentos; cuidarlas médicamente tanto por las dolencias propias del invierno como por las heridas causadas por los ataques policiales (cuidarlas allí mismo y en los hospitales), ayudar a organizar emergencias en el monasterio más cercano; poner en común el análisis de las cuestiones del día; acoger a la gente de todas las grandes ciudades y regiones del país que tenía cada una su tienda en la plaza; organizar el correo (postal), la información o un servicio legal a disposición de todas; instalar pianos disponibles permanentemente, una biblioteca pública, etc./8 Proliferaron grupos y asociaciones, como el famoso “AutoMaïdan” que agrupaba a los propietarios de automóviles: estos recorrían la ciudad tanto para acciones de comunicación, transporte o vigilancia como de asistencia. Otra agrupación, “SOS Euromaidán”, se encargó específicamente de detectar y rastrear las desapariciones de personas a raíz de los episodios de violencia policial/9. También se inventaron prácticas sobre la marcha, como la de “voluntario hospitalario”, expresión que designa al voluntario que acompaña a las personas heridas a los hospitales para atender sus necesidades y protegerles del secuestro por parte de la policía/10.

Cabe señalar que si bien el nombre de Maidan resume los tres meses que llevaron a la huida del presidente Yanukovich, muchos Maidan se formaron en las plazas de las ciudades de Ucrania, de oeste a este, es decir, también en las regiones más rusófonas, que pronto serían escenario de una agitación completamente diferente. A partir de ahí, el nombre de Maidan no puede ocultar el hecho de que la de Kyiv no estaba sola, sino que era un elemento central sin duda de un ramillete mucho más amplio, rico en significados, circulaciones, intercambios y tensiones/11.

En esta configuración, la organización de la autodefensa fue un fenómeno importante. Comenzó a establecerse después del ataque policial del 30 de noviembre de 2013. Luego se formaron espontáneamente “centurias” (nombre tomado prestado de las unidades cosacas) animadas por las personas más diversas, como trabajadores sociales, enseñantes o ejecutivos de empresas. La panoplia de centurias no carecía de variedad: entre las más de treinta que eran de tamaño muy variado a pesar de su nombre, había una de mujeres, una de judíos, una no violenta (que no dejó de intervenir, sin embargo, en las operaciones más delicadas y arriesgadas) y la del Sector Cívico (una organización ad hoc de la plaza que se había dado por tarea prestar apoyo con respecto a los problemas logísticos de la vida cotidiana/12). Las sotni [centurias] tenían también sus propias tiendas. Animaban las actividades de defensa, como la de fabricar cócteles mólotov (cuya receta e instrucciones de uso también se ofrecían en las redes sociales) y montar barricadas.

La asamblea de estudiantes que se instaló en la Casa de Ucrania, a un lado de la plaza Maidan, también llama la atención. Se trataba de una reunión diaria que funcionaba según los criterios definidos en las asambleas del movimiento antiglobalización desde el Foro Social Mundial de Porto Alegre en 2001. Estos criterios ‒gestos que regulan la expresión de las personas participantes, fórmulas de moderación con roles precisos para que la palabra de cada una sea respetada de manera igualitaria, discusiones ad libitum sobre los procedimientos para garantizar una democracia rigurosa‒ se introdujeron gracias a la circulación internacional de estudiantes y artistas ucranianos y extranjeros. Se reformulan en Maidan igual que en otras partes en función de las circunstancias y los lugares/13. Esta asamblea, en la que se debaten las reglas de un acuerdo no impuesto y deliberativo, anima su propia biblioteca, cursos universitarios impartidos en la plaza, proyecciones de películas seguidas de debates, entre otras actividades.

Maidan en un paisaje global

Si se necesitara una prueba del carácter democrático del Euromaidán, yo aduciría el gran número de rasgos que lo insertan en la serie de “movimientos de la plaza pública” de la década de 2010/14. En efecto, la “plaza pública” se ha asimilado a las plazas reales de muchos países, por citar tan solo la plaza Tahrir en El Cairo, la plaza de la Kasbah en Túnez, la plaza Taksim en Estambul o la de Maidan en Kyiv. Esto es también lo que los chalecos amarillos hicieron de las rotondas, inventándolas contra toda expectativa como un lugar democrático, o incluso los manifestantes bielorrusos en los patios de edificios en 2020/15. Si bien cada uno de estos movimientos tiene una pronunciada singularidad, incluidos los de la “Primavera Árabe” que estalla en una serie de países a partir de 2010, no son menos similares hasta el punto de que constituyen un momento muy particular a escala global: este no parece otra cosa que el comienzo de la experimentación de una nueva legitimidad democrática sin partido ni líder, inspirándose ciertamente en la historia pero no sin romper también con ella.

En la mayoría de las ocasiones, estos movimientos se descubrieron carentes de líder y de partido sin haberlo buscado. Este es el caso tanto de Túnez en diciembre de 2010, de Tahrir que siguió casi inmediatamente, de la plaza Taksim en Estambul en 2013 como de Maidan. En esta última ciudad, la plaza rechazó a los líderes autoproclamados que se ofrecían (todos hombres), provenientes de varios partidos de oposición, incluido Svoboda, que es claramente de extrema derecha. Tres de estos líderes (Vitali Klitschko, Arseni Yatseniuk y Oleg Tiagnibok) ocuparon un gran escenario instalado casi desde el principio en el centro de la plaza e intentaron saturar constantemente el espacio sonoro con música a todo volumen y hasta muy tarde por la noche. El 19 de enero de 2014, tras los violentos ataques de la policía, que causaron las primeras muertes, se celebró una de las “veladas” (vetche) semanales de la plaza, inspiradas en las asambleas tradicionales del pueblo, donde todos los presentes podían discutir públicamente e intervenir. La plaza gritó: “¡Líderes! líderes!” (Liderá! Liderá!). La respuesta vino del lado de la oposición oficial y uno de los tres líderes autoproclamados, pero no reconocidos por Maidan, admitió que, en lo que se refiere a líderes, la plaza no los tenía/16.

Por lo tanto, el lugar se constituyó como tal y generó una fuerte opinión favorable a la combinación espontánea de toda la serie de prácticas cotidianas ya mencionadas, circulando de un espacio localizado a otro, de una tienda a otra, de una barricada a otra. Todas estas prácticas entrelazadas constituyeron un inmenso tejido de atención recíproca, solicitud, asistencia directa, debates y palabras orientadas a la práctica, formando una rica convivencia portadora de relaciones sociales inéditas/17. Se estableció allí una legitimidad que adquirió autoridad y se construyó en una copresencia duradera. Aunque se reconoció sin líder, el lugar no se dispersó, sino todo lo contrario. Se creó una opinión propia suficientemente fuerte como para no dispersarse por el fuego de los francotiradores y poder vencer. Nada más democrático que esta victoria que los anti-Maidan tacharon inmediatamente de “golpe de Estado”, como hace Putin todavía hoy. El día antes de la huida de Yanukovich, el 22 de febrero, se había firmado un acuerdo entre los autoproclamados líderes de la plaza y el gobierno de Yanukovich. La huida de este último, después de que intentara derrotar la plaza a sangre y fuego, hizo que el acuerdo caducara.

Después de este episodio inaudito, los opositores, que pasaron al poder y, entre ellos, los mismos líderes autoproclamados, vinieron a proponer uno a uno a la plaza, para su aprobación o rechazo, a los ministros del gobierno provisional en formación. En otro plano, cabe señalar que el acto fue performativo y convirtió la plaza en un sujeto político dotado de una legitimidad tan real y activa como fugaz. De hecho, poco a poco la plaza se dispersó físicamente durante el mes siguiente, no sin que algunos ministerios, como el de Educación y el de Cultura, experimentaran una ocupación (pacífica) por parte de alumnos, estudiantes y profesionales.

Extrema derecha

He oído en varios países, en América Latina y en Francia, expresar la certeza de que Maidan era un movimiento fascista/18. Esta idea la defienden personas cercanas a la extrema izquierda. Sin embargo, también es la que defiende y propaga el gobierno de Putin. Sería interesante detenerse en lo que, en cierto pensamiento de izquierda, permite unirse así a un pensamiento imperialista y racista, ya que el proyecto putiniano consiste en aniquilar lo que es ucraniano, en particular un “nazismo” que se imprime en todos y todas en la medida en que incluso el ciudadano ucraniano ordinario es un “nazi pasivo”/19. La reducción del imperialismo exclusivamente al estadounidense, la inquebrantable visión positiva de las políticas rusas, el desprecio de movimientos que no estén dirigidos por los partidos adecuados, la sospecha repetida de manipulación por parte de los servicios secretos estadounidenses, el legado del pensamiento comunista y de su inversión del lenguaje (liberación es el nombre de la nueva opresión, por ejemplo), todas estas operaciones intelectuales deberían estudiarse para comprender este fenómeno paradójico, sin olvidar los actos prácticos de influencia y de penetración de las redes por la potencia rusa.

Como en varios movimientos de este período, los fascistas estuvieron presentes en Maidan, como los del Sector Derecho (Pravyï Sektor) y la formación política Svoboda. Si la plaza hubiera sido de izquierda (o incluso quizás de derechas), habría expulsado rápidamente a estos actores molestos (para ilustrar su representatividad, estos grupos solo lograron en las elecciones legislativas que siguieron a Maidan el 2 % entre todos). Pero Maidan, como los movimientos de las plazas, no era ni de derechas ni de izquierdas. La plaza, no menos que las rotondas de los chalecos amarillos franceses, no se instaló según la distribución de los bancos en el hemiciclo de la democracia representativa. Ni en São Paulo, ni en Estambul, ni en Kyiv, ni en Francia, los movimientos han asumido la persecución de la extrema derecha. Por otro lado, y es lo más notable, ésta se ha contenido y mantenido al margen, cuando no se ha visto reducida a salir del movimiento por sí misma. En Ucrania, debido a la dinámica propia de la plaza, incompatible con el exceso racista, la acción de los grupos fascistas no ha podido conquistar la hegemonía ni en la vida cotidiana, ni en la expresión política construida por la plaza, ni siquiera en los episodios violentos. Las centurias formadas por los grupos fascistas desempeñaron un papel muy limitado en la defensa militar de Maidan. En todas sus formas, la extrema derecha se mantuvo al margen. La plaza como crisol de intercambios sociales, culturales, religiosos, políticos y también nacionales, creando un muy alto grado de conocimiento en la diversidad, no era soluble en la extrema derecha ni, por otra parte, en la extrema izquierda  (esta se presenta invariablemente con programas socio-políticos bien construidos y busca hacerlos adoptar por las plazas o rotondas sin interesarse por sus reivindicaciones propias, como ocurrió en Maidan). En un episodio ilustrativo, una centuria de extrema derecha se enfrentó violentamente a otra centuria de la plaza creando una situación muy tensa. La primera exigía que la segunda le dejara pasar y ocupar un punto, acusándola de estar compuesta de “culos negros”, expresión por la que los exsoviéticos racistas designan a los caucásicos. Bastó con que la segunda centuria le recordara que la primera persona que murió en Maidan fue precisamente un armenio, Serhiy Nigoyan (cuando el segundo, por cierto, fue un bielorruso) para derrotar a la primera centuria, que tuvo que abandonar el lugar/20.

El trabajo de la plaza

Este último punto indica otro rasgo que Maidan tiene en común con otros movimientos de las plazas y rotondas. Es la sede de una acción personal y presencial, y esta presencia tiene el carácter de ser obstinada, y de serlo más de una vez aun poniendo en riesgo la vida. No hace sino fortalecerse ante las medidas represivas a las que se enfrenta, como es el caso tanto en la plaza Tahrir como en Maidan. Así, en Ucrania, tras la aprobación de las leyes del 16 de enero de 2014 que criminalizaban el comportamiento de las y los manifestantes, las manifestaciones se dirigieron hacia el Parlamento asumiendo deliberadamente una violencia que no dejó de estallar con fuerza, provocando las primeras muertes/21. Con la misma obstinación, el riesgo de morir es asumido abiertamente por muchos manifestantes del movimiento tunecino de diciembre de 2010 y enero de 2011/22, o el de recibir una bala de LBD (lanzador de balas de defensa) por los chalecos amarillos.

Maïdan también comparte con otros movimientos el rasgo de presentar una reclamación circunscrita y delimitada. Tales demandas de estos movimientos sin líder pueden parecer menores, como la preservación del parque Gezi en Estambul o la anulación de los 20 centavos de aumento del precio del transporte en São Paulo, o significativamente más fuertes y casi inimaginables como el “¡Lárgate, Ben Ali!”, el “¡Lárgate Mubarak!” o el “¡Fuera la banda!” de la plaza Maidan. Son su precisión y su propia delimitación, centradas en la justicia y la proporción, las que reúnen números sorprendentes e inéditos de manifestantes en las calles y de ocupantes de las plazas, superando las categorías sociales, de género, de religión, de etnia, de edad, etc.

Maidan se había constituido así en el lugar de la invención democrática y esto mostraba hasta qué punto se había desplazado el centro de la democracia, abandonando los viejos países de las primeras democracias representativas y situándose en el maidan. Esta democracia sin representante es a la vez real y nueva. Ofende a los poderes políticos y policiales y confunde a la prensa y a otros observadores, inclusive a muchos investigadores de ciencias sociales.

Todas estas prácticas entrelazadas y el conocimiento pragmático que creaban en los mismos lugares entre las personas presentes como personas, tuvieron un efecto muy amplio. Se puede plantear que estos millones de interacciones y vínculos activos contribuyeron a la capacidad de afrontar la peor violencia y, en última instancia, decidir la victoria/23. Para Taras Kobzar, militante anarquista de Kyiv, “con el tiempo, este levantamiento apareció claramente como una auténtica revolución nacional, como una profunda refundación de la comunidad política y social ucraniana a partir de una verdadera autoorganización de la sociedad civil”/24.

La plaza era el lugar de la deliberación. Las tiendas albergaban interminables discusiones, sitios como el ayuntamiento de Kyiv, la Casa de los Sindicatos y la Casa de Ucrania también eran su sede, sin mencionar todas las actividades de alimentación, cuidados, episodios violentos, espera. Nunca se formuló un objetivo de la plaza de manera formal y estricta, pero un acuerdo tácito iba más allá de cualquier formulación. “¡Fuera la banda!” lo resume bien y se une a “¡Echar a Yanukovich! ”, “¡No podemos soportarlo más! ”, y otros… “La plaza Maidan es solo la cara visible de una verdadera “rutina revolucionaria”, mantenida por habitantes de Kyiv y ucranianos de otras regiones, basada en el voluntariado, la autoorganización y la coordinación horizontal”, escribe la socióloga Anne Bory/25. Por estos complejos procesos marcados tanto por la convivencia como por la violencia, la plaza se hacía cargo del destino del país, gracias a una movilización popular que resultó irreprimible.

Nada puede estar más lejos de un golpe. Ni más cerca de una inmensa inventiva popular indefectiblemente igualitaria y democrática. Adoptar la versión putiniana de una plaza fascista y golpista señala el extraordinario alejamiento de quienes la defienden del terreno de la actividad de protesta y de todo lo que incluye como invenciones, sorpresas, emociones y, para resumir, prácticas colectivas que están, ciertamente, más allá de una actividad partidista. En los encuentros de todos los ámbitos se cocía y se actualizaba, mediante la propia copresencia activa, una democracia en los actos.

Es costumbre decir que la Primavera Árabe y el movimiento de las plazas solo provocaron desastres para los pueblos afectados. Y es cierto que el balance es terrible, aunque, en aquel momento, Ben Ali, Mubarak y Yanukovich se largaron, el parque Gezi se ha conservado y el precio del transporte quedó bloqueado en Brasil, e incluso  los chalecos amarillos obtuvieron en un mes más que sus primeras reivindicaciones. Movilizados por millones para expulsar a los Hermanos Musulmanes que habían ganado las elecciones en Egipto, los revolucionarios fueron víctimas de su propia victoria cuando el general Sissi les atacó tanto como a los Hermanos. El proceso que llevó a Turquía a una dictadura ni siquiera enmascarada proviene en gran parte del horror de la autonomía popular provocada en Erdogan y los suyos por la plaza Taksim. Putin, que apoyó las manifestaciones anti-Maidan hechas bajo el signo de la mano extendida en un saludo fascista, teme más que nada que tales plazas irrumpan en su santa Rusia. Por ello, tanto como por haber obligado a huir al presidente prorruso, castigó a Ucrania, primero, apoderándose de Crimea al día siguiente de la huida de Yanukovich y, luego, con el estallido de una guerra endémica en el este del país en febrero de 2014. Los poderosos de Brasil, ahogados en inimaginables esquemas de corrupción, adoptaron en 2018 como presidente a un perverso psicópata y fascista para escapar de las jornadas de junio multiplicadas por cien. A finales de 2016, Asad, Putin, Erdogan y Rohani (que también sabe lo que es tener la calle frente a él) concluyeron, para el dolor del mundo y de los pueblos, una alianza de ofendidos: su pesadilla compartida de los pueblos que se levantan les mantiene juntos. Más recientemente, los chalecos amarillos han pagado su inventiva democrática insoportable para el poder con una represión más severa que la de mayo-junio del 68 y con una treintena de ojos destrozados.

Y es cierto que como resultado de la victoria obtenida en un primer momento, viene una represión salvaje por parte de los poderes, si es que no se había iniciado ya antes. Pero, en la fase que sigue a este primer momento único y victorioso, la obra de libertad, igualdad, adelfidad (que une sororidad y fraternidad) y solidaridad también continúa con muchas actividades más discretas, si no completamente silenciosas, a través de las cuales las y los ciudadanos comunes se insertan colectivamente en la vida social y política. Esto es lo que nos ocupará ahora, desde la disolución de Maidan hasta la guerra de Ucrania, incluyendo esta.

Las secuelas de la plaza antes de la guerra de Ucrania

El movimiento de las plazas no es un rifle de un solo tiro. Se prolonga en otras formas más allá de la victoria. La conciencia cívica histórica del pueblo ucraniano, multisecular, desplegada durante la Guerra Civil posterior a 1917, en particular en torno al ejército de Majnó, relanzada con el colapso de la Unión Soviética, multiplicada por las perspectivas abiertas por Euromaidán, anima colectivos diversos en muchas localidades. Puede tratarse de lanzar reformas desde abajo y desde lo local, como, por ejemplo, iniciativas de barrio para montar un teatro o un parque infantil. A mayor escala, podemos señalar la comisión mixta que se formó, uniendo a parlamentarios y activistas de Maidan de las más diversas profesiones para convertir las deliberaciones de la plaza en leyes, con una tasa significativa de éxito de esta transferencia directa de la protesta a la legislación.

La parte más visible, y también la más estudiada por los sociólogos que se interesaron por la plaza y sus secuelas, es sin duda la militar, con todo lo que rodea esta actividad. Si bien la toma de Crimea por parte de Rusia no desencadenó una guerra, la voluntad de Putin de castigar a Ucrania por su deseo de libertad le hizo emprender un enfrentamiento de carácter nacionalista en el este del país. Tomó una naturaleza militar desde la primavera de 2014 y se instaló deliberadamente como el foco purulento de una guerra endémica/26.

La apertura de este frente llevó allí a miles de ocupantes de Maidan, así como de otras plazas de otras ciudades de Ucrania. Algunos tomaron las armas, formando batallones de voluntarios, incluyendo incluso uno de anarquistas. Otros se hicieron voluntarios para tareas médicas y paramédicas, otros se desplazaron para reconstruir escuelas en los pueblos de las zonas de combate y ayudar a las poblaciones de ambos lados a seguir hablando entre sí, como las que se agrupan en la ONG siempre activa Noviy Donbas/27. Esta última ilustra la continuidad entre Maidan y la guerra actual, como es el caso de muchas otras organizaciones más o menos formalizadas. Perrine Poupin entrevistó a una psicóloga, Hanna Mokrusova, que creó durante Maidan un “Servicio Psicológico de Crisis” para asistir a las víctimas de la violencia. Este servicio ha continuado sus actividades desde 2014 durante la guerra del Donbás y las ha reorganizado desde el 24 de febrero de 2022/28.

Es difícil subestimar el alcance de estas actividades en el transcurso de estos ocho años. No fue solo el número de combatientes voluntarios que ayudaron al débil ejército ucraniano a reforzarse a partir de 2014 (por no hablar de la asistencia estadounidense en este sentido)/29. Fue la experiencia de la iniciativa ciudadana y de la organización horizontal la que hizo maravillas y de la que se benefició el ejército: “Para establecer su legitimidad y garantizar una mayor eficiencia, el gobierno temporal deja a la sociedad civil, entendida aquí como grupos autoorganizados de ciudadanos formados en el invierno de 2013-2014 y que permanecieron activos después de la huida de Yanukovich, apropiarse de las competencias que le estaban reservadas hasta entonces”/30. Por lo tanto, “las micro-iniciativas de los voluntarios siguen siendo (…) esenciales para permitir el mantenimiento de las unidades militares en el frente, para el suministro de gasolina a los vehículos ligeros, el suministro de medicamentos y consumibles de las unidades médicas, el equipo técnico, pero también para la renovación de equipos básicos como uniformes y chalecos antibalas”/31.

Anastasia Fomitchova analiza finamente las relaciones de las iniciativas espontáneas de la ciudadanía con la política de los diferentes componentes del ejército. Se trata de una articulación:

En la primera fase de la guerra (primavera de 2014-febrero de 2015), el frente se organiza gracias a estos grupos de voluntarios que van y vienen a la zona de combate para proporcionar a las unidades movilizadas alimentos y equipo básico (ropa, cascos, chalecos antibalas, sacos de dormir…). Estas redes de apoyo se articulan independientemente con las fuerzas armadas regulares y los batallones de combatientes voluntarios, esquivando a la administración militar.

En la variedad de actores colectivos que se implican en la participación en la guerra, la politóloga identifica, además de la iniciativa informal, “tres tipos de estructuras que se articulan con las unidades combatientes: los colectivos, débilmente institucionalizados, basados en la puesta en común de recursos individuales; las asociaciones, que designan a colectivos que han estructurado su acción pero están poco o nada burocratizadas; y finalmente, las fundaciones, que designan a las organizaciones institucionalizadas y burocratizadas, que funcionan con una lógica de lucro”.  La consolidación del ejército pasa por ahí y alcanza un nivel significativo, sin que intente captar todas las iniciativas en su propia organización general/32.

Es interesante señalar que un órgano estatal tan decisivo como el ejército acepte entrar en relaciones más aleatorias con una diversidad de órganos externos que no son empresas privadas, sino agrupaciones que se consideran autónomas/33. Estas gestionan, cada una a su manera, el grado de institucionalización que se permiten. Si bien el ejército intenta integrar a los voluntarios para elevar su legitimidad, tolera, al menos en los primeros años posteriores a 2014, la negativa de algunos a integrarse en él, como el de los combatientes chechenos (hostiles, por supuesto, al presidente Kadyrov, favorable a Putin). En cuanto al batallón Azov, por el contrario, es absorbido en el ejército y termina perdiendo gradualmente su exhibicionismo neonazi a favor de una pose que, sin embargo, sigue siendo manifiestamente ultranacionalista/34.

En este roce organizado entre el interior y el exterior puede producirse incluso una contaminación del ejército por la horizontalidad heredada de Maidan y la jerarquía llega a aceptar formas de adaptarse. A. Fomitchova señala un fenómeno interesante: “Los problemas materiales a los que se enfrentan los militares y la falta de una jerarquía clara dentro de las unidades refuerzan la existencia de una jerarquía intrínseca al grupo, basada en el papel más que en el rango, apoyándose el acceso a los recursos de las asociaciones y las redes de ayuda mutua en redes constituidas al inicio del conflicto.” La existencia de esta “jerarquía informal dentro de las unidades”, tolerada, si no alentada, no es un fenómeno único. Ucrania en su historia, pero también otras naciones de la antigua Unión Soviética, ha experimentado procesos similares. Estos, para A. Fomitchova, evocan un descargo que los ejércitos operan sobre lo civil/35. Los juegos de jerarquía todavía recuerdan la desjerarquización que había señalado Emmanuel Saint-Fuscien en la segunda parte de la guerra de 1914-1918, resultante de la creciente proximidad de los soldados con sus jefes debido a la lógica y la duración de los combates/36. Esta desjerarquización se uniría entonces a la que se manifiesta en muchas actividades sociales civiles. Entre otras cosas es a través de ella como el ejército se fortalece hasta un punto que el ejército ruso experimenta a su costa desde el 24 de febrero de 2022.

La irrupción de la guerra de agresión

¿Qué cambia la irrupción dela guerra con todo su salvajismo? Cuando se celebra la extraordinaria resistencia de la población ucraniana a la agresión rusa, aparece como la ampliación de estas prácticas ya experimentadas desde hace ocho años. Maidan y los años posteriores contribuyeron a crear un capital único de relaciones entre el Estado y un pueblo que se moviliza desde el primer día en una iniciativa espontánea y multiplicada: la defensa de Ucrania es asunto suyo, más que nunca. Claro que el tiempo ya no es el de un gobierno prorruso, pero el Estado, después de Maidan, proporcionó pocas buenas razones para que desapareciera la desconfianza hacia él. El ataque ruso y la guerra de destrucción que se deriva de aquel unen al conjunto de la población. Se ha decretado la movilización de los hombres adultos, pero el número de mujeres que se involucran en la defensa territorial (DT), civil por definición, es considerable.

Las prácticas de autoorganización continúan bajo un impulso más fuerte y a escalas más amplias. “La experiencia del ataque a Kyiv muestra que, como en 2014, las redes de voluntarios de retaguardia fueron un parámetro esencial para apoyar la resistencia armada frente a la agresión rusa. Estas redes, que acuden en apoyo a los militares y a las poblaciones civiles, no cuestionan así la autoridad del Estado, sino que complementan, en forma de movilizaciones espontáneas, la acción de éste”, señala A. Fomitchova. Para ella, lo local y lo central se articulan mejor: “(Las) redes paraestatales han permitido una redistribución más rápida de la ayuda, pueden dirigirse con precisión a las necesidades de cada unidad militar (para pertrechos ligeros como cascos, chalecos antibalas, kits de primeros auxilios) sin venir a competir con el papel del Estado o cuestionar la cadena de mando”/37.

Son tareas muy prácticas las que se llevan a cabo, las que impone una guerra de conquista. Una observadora sobre el terreno señala que “la gente está tratando de presentarse como voluntaria y organizar algún apoyo a los civiles. Hay mucha autoorganización subterránea para apoyar la evacuación de las personas, para ayudarles a llegar a un lugar seguro, pero también para apoyar a quienes se quedan en las ciudades, que no pueden o no quieren irse, pero que carecen de medicamentos o comida. Algunas iniciativas básicas también se preparan para la guerrilla de forma organizada, pero también de forma no organizada”/38.

La defensa territorial, en la que participan miles de actores, es el centro de múltiples actividades auxiliares de defensa civil. Esto es lo que escribió Larysa Artiugina el 2 de marzo en su página de Facebook. Larysa, que vive en Kyiv, es una activista de la primera hora de Maidan y una de las creadoras de la ONG Novyi Donbas:

Hoy he ido a diferentes lugares cerca de Kyiv con diferentes defensores. Los ucranianos luchan en cada centímetro de su territorio y son feroces guerrilleros. Combatientes de colores locales, puestos de control en cada pueblo, retirada de letreros con los nombres de las aldeas, erizos antitanque, apoyo nacional a las fuerzas armadas, autoorganización instantánea de los ciudadanos ‒té, almuerzos, leña para calefacción‒, Ucrania se ha convertido en un vasto Maidan. Juntos somos muchos, ¡no nos derrotarán! Vamos a pisotear los tanques rusos con nuestros propios pies/39.

“Ucrania se ha convertido en un vasto Maidan”: en otras palabras, la defensa de Ucrania, una tarea patriótica, depende de la movilización popular (y no solo del ejército) y esta se inspira en Maidan. Esta afirmación puede considerarse al mismo tiempo una reflexión sobre la democracia. Supone que, en cierto modo, la población se impone al Estado no solo por su número y su resolución, sino también por su forma de hacer las cosas: autónoma, indefectiblemente, incluso en tiempos de guerra, sin que se trate de una posición conflictiva con el Estado y mucho menos con el ejército. Nadie necesita decirle a la población lo que debe hacer, a la población ucraniana menos que a cualquier otra.

El tiempo es el de la guerra, pero la relación con el Estado sigue estando gobernada por la relación con la iniciativa popular. Esta no puede estar ausente en ninguna guerra de agresión, al menos del lado del agredido, porque es diferente en el lado del agresor. En cuanto al agresor en esta guerra, vemos la profunda crisis de reclutamiento en la que se encuentra, debido al carácter injusto de su empresa y a la descarada mentira que impone a su población. En el caso de Ucrania más que en otros, esta relación se ancla en una historia viva, que al mismo tiempo viene de lejos. En efecto, el auge del voluntariado, de la participación voluntaria en la guerra, no tiene nada que ver con una participación ciudadana sumisa, subordinada: por el contrario, se originó tanto en la historia secular de la afirmación ucraniana, en la de las luchas nacionales desde principios del siglo XX, en particular la de Majnó, como la de las revoluciones en la época postsoviética, luego sobre todo la de Maidan, durante la cual el pueblo se constituyó alrededor de la voluntad de unirse a Europa más que en conservar una relación privilegiada con Rusia. Además, desde 2014, por su parte, el Estado y el ejército no han dejado de reestructurarse. La guerra les ha otorgado una nueva autoridad. “El choque de la agresión rusa del 24 de febrero y luego la dinámica positiva de la perspectiva de la adhesión de Ucrania a la Unión Europea (…) dieron un nuevo impulso a los militantes de la democracia”/40. La gente del frente quiere resultados y la sociedad civil, a través de individuos o asociaciones, interviene de forma directa y eficaz. Mientras escribo, todo avanza, como es el caso de la lucha contra la corrupción y los oligarcas que están invitados a interferir menos en la política.

De la plaza a la guerra

Claro que cabe muchas lecturas. La de Taras Kobzar muestra un notable realismo. Saca las lecciones del período y las orienta hacia el futuro:

En mi opinión, la vida pública en Ucrania desde la revolución de Maidan está atravesada por todos lados por tendencias que considero más bien libertarias. Los nombres, los colores y las formas difieren de los de las fuerzas anarquistas tradicionales, pero en su esencia, estas dinámicas se inscriben en los principios del anarquismo: electividad y alternancia del poder, democracia directa, autoorganización y desarrollo de vínculos horizontales, armamento universal del pueblo, espontaneidad y sentido de la iniciativa, capacidad de los grupos cívicos de base para controlar al gobierno, información libre y transparente en el seno de la sociedad civil y entre los ciudadanos y el gobierno. Es cierto que muchas cosas se hallan en estado embrionario y coexisten con las instituciones burguesas y la corrupción, pero todo está evolucionando y está en nuestro poder continuar lo que hemos comenzado desde Maidan/41.

Como si el tiempo ya no fuera el de las revoluciones, sino el de otras formas para que el pueblo se imponga a los poderosos de una manera no destructiva y sin embargo no menos imperativa, y el de la voluntad de hacerse cargo del destino de las naciones tal como se presenta ante la historia que acontece.

Maidan mostró a qué estaba dispuesta una población que pagaba con casi ciento veinte muertos su obstinación por querer unirse a Europa en lugar de permanecer en la órbita de Rusia. Esta guerra dice con una fuerza multiplicada por más de diez que la mayor brutalidad y miles de muertos tampoco podrían hacerle cambiar el rumbo. Sin embargo, esta afirmación, dirigida a un presidente de Ucrania en 2014, luego a un presidente de Rusia especializado en guerras sucias en 2022, da lugar no a acciones conspirativas, como las del partido bolchevique y a una revolución capturada por ese partido, sino a una democracia igualitaria y horizontal. Otro siglo.

Durante la Resistencia francesa contra la ocupación alemana de 1940 a 1944, los comunistas se aliaron con sus enemigos burgueses y en particular con de Gaulle. Llegó la Liberación, no se opusieron ni un segundo a la integración completa de los movimientos de resistencia en el ejército. Estaba, subyacente, la perspectiva del poder estatal. La iniciativa popular resistente, por lo demás muy jerárquica, debía amoldarse y subordinarse por un lado al Estado francés, por el otro al proyecto estalinista. El comunismo ya no está presente. Volvió la posibilidad de una tensión sostenida, productiva, no conflictiva, entre las lógicas del Estado y de la democracia representativa y las de las agrupaciones horizontales de todo tipo, en una especie de no institucionalización más o menos extensa, deseada por un lado y otro. Con la salvedad de una investigación más amplia, probablemente no haya en el mundo un país donde todo se acuerde más que Ucrania: la larga historia de una voluntad de independencia, impulsada por la iniciativa popular, la historia menos lejana de la autoorganización en tiempos postsoviéticos y finalmente la más reciente de Maidan y la guerra, donde esta iniciativa desempeña un papel importante en la protección del país. ¿Podrá garantizar esta experiencia insoportable para Putin que la invención democrática alternativa (una tensión positiva entre representación, mando y horizontalidad) no sea cuestionada cuando vuelva la paz?

Ahí podría estar la lección democrática de la última década ucraniana y de la espléndida resistencia de la población de este país a la guerra de aplastamiento de Putin.

* Este artículo es la versión francesa de un texto publicado con el título “A Ucrânia não é o diabo, mas talvez o futuro da democracia” en el libro coordinado por Bruno Gomide y Neide Jallageas: Ensaios sobre a guerra. Rússia Ucrânia, São Paulo, Kinoruss, 2022, pp. 451-481.

27/04/2023

contretemps

Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

/1         /Historiador de la Unión Soviética, entre otros temas, también actúo como ciudadano preocupado por la historia de Rusia y los países de la antigua Unión Soviética. Esto me llevó tanto a defender la independencia de Chechenia como a tratar de comprender el levantamiento de Maidan, en particular gracias a una investigación realizada in situ a principios de 2015.

/2      Ver su artículo muy claro de 2021: Vladimir Putin, “Sobre la unidad histórica de los rusos y los ucranianos” (“Об историческом единстве рус� Moscú.Kremlin. 12/07/2021 (http://kremlin.ru/events/president/news/66181, page consultée le 20 juillet 2022). (Se puede leer en español en https://newspressservice.com/articulo-de-vladimir-putin-sobre-la-unidad-historica-de-rusos-y-ucranianos/ ndt)

/3         /Por ejemplo, “Why John Mearsheimer Blames the U.S. for the Crisis in Ukraine”, New Yorker, 1 de marzo de 2022 (https://www.newyorker.com/news/q-and-a/why-john-mearsheimer-blames-the-us-for-the-crisis-in-ukraine, página consultada el 20/07/2023).

/4      “Los francotiradores disparan a la multitud de Maidan: la reacción de la plaza el 20 de febrero de 2014”: https://youtu.be/HLCH83OohwM (consultado el 26 de mayo de 2022). Véase también Sergei Loznitsa, Maidan, película documental, Kyiv, Atoms & Void, 2014, (https://youtu.be/bbdarLkUKVI, no disponible el 20 de julio de 2022).

/5      “La sociedad no dispone, para organizar sus estructuras del momento o regular sus dinámicas, de ningún punto fijo externo y que le sea trascendente. Construye sus propias referencias y constituye para sí misma su propio motor”, escribe con notable claridad Bernard Lepetit, “Histoire des pratiques, pratiques de l’histoire”, en Bernard Lepetit (dir.), Les Formes de l’expérience. Autre histoire sociale, París, Albin Michel, 1995, p. 14.

/6      Alexandra Goujon y Yulia Shukan, “Sortir de l’anonymat en situation révolutionnaire. Maïdan et le citoyen ordinaire en Ukraine (hiver 2013-2014)” [Salir del anonimato en una situación revolucionaria. Maidan y el ciudadano común en Ucrania (invierno 2013-2014)], Politix, 112 (4), 2015, p. 33-57.

/7      Ver Nilüfer Göle e Yves Cohen (dir.), taller “La démocratie de la place publique” [La democracia de la plaza pública], Politika, 2018 (https://www.politika.io/fr/atelier/democratie-place-publique, página consultada el 20 de julio de 2022), colección que trata de múltiples “maidan” de la década de 2010.

/8      La obra de Yulia Shukan (Génération Maïdan. Vivre la crise ukrainienne [Generación Maidan. Vivir la crisis ucraniana], La Tour d’Aigues, Éditions de l’Aube, 2016, muestra maravillosamente la diversidad de formas de movilización y presencia.

/9      Yulia Shukan, Génération Maidan, op. cit., p. 64.

/10    Ibid., p. 51.

/11    Sobre la noción de clúster, ver Quentin Ravelli, “Un chaos organisé. La grappe de ronds-points comme structure politique souple” [Un caos organizado. El ramillete de rotondas como estructura política flexible], Condition humaine / Conditions politiques, n.° 1, 2020 (https://revues.mshparisnord.fr/chcp/index.php? id=141, página consultada el 20 de julio de 2022).

/12    Y. Shukan, op. cit., p. 33.

/13    Entrevista a Nin Jodorivsko, uno de los fundadores de la asamblea de estudiantes, abril de 2015.

/14    Ver N. Göle, op. cit. e Yves Cohen y Marco Santana, “Du Brésil au monde et retour : mouvements sociaux localisés et en résonance” [De Brasil al mundo y de vuelta: movimientos sociales localizados y en resonancia]”, Brésil(s), 7, 2015, pp. 103-122.

/15    Brasil no conoció la ocupación de la plaza pública, sino las manifestaciones más masivas de su historia en junio de 2013. Fueron lanzadas por las de São Paulo, que a su vez se produjeron por iniciativa del MPL (Movimento Passe Livre o Movimiento para el transporte gratuito), que existía desde 2003 y ya había animado otras luchas victoriosas en Salvador (Bahia) y Florianópolis (Santa Catarina). Sin embargo, este MPL se había fundado, según lo que establece su “carta de principios”, como “movimiento horizontal, autónomo, independiente y apartidista, pero no antipartidos” (https://saopaulo.mpl.org.br/apresentacao/carta-de-principios/, página consultada el 20 de julio de 2022). La horizontalidad era el primer principio.

/16    Entrevista a Perrine Poupin, estudiante francesa, y Volodymyr Kusnetsov, pintor ucraniano, 10 de mayo de 2015 en París; Andreï Kurkov, Journal de Maïdan, París, Liana Levi, 2014, p. 32-33, 94, 132, 136.

/17    Y. Shukan, Génération Maïdan [Generación Maidan], op. cit.

/18    Por ejemplo, este extracto de una tribuna publicada el 14 de abril de 2017 por el diario del Partido Comunista Francés: “Procedente de un movimiento ultranacionalista de apariencia democrática, pero intrínsecamente fascista, la ‘revolución’ de Maidan basó su legitimidad en una Ucrania euroliberal, liberada de la tutela rusa y enfocada contra el ‘complot comunista’, del que Moscú sería la matriz histórica”, Jean Geronimo, “Les dérives brunes de Maïdan”, L’Humanité (https://www.humanite.fr/en-debat/tribunes/les-derives-brunes-de-maidan-634792, página consultada el 20/07/2022).

/19    Ver el programa de “desnazificación” publicado por una agencia de noticias oficial, de un tal Timofei Sergueitsev, “Что Россия должна сделать с Украиной” [Lo que Rusia debe hacer con Ucrania], RIA Novosti, 3 de abril de 2022 (https://ria.ru/20220403/ukraina-1781469605.html, página consultada el 20/7/2022). En francés, https://www.leshumanites.org/post/le-mein-kampf-de-poutine-d%C3%A9nazification-de-l-ukraine-l-effrayante-tribune-de-t-sergue%C3%AFtsev, página consultada el 20 de julio de 2022.

/20    Entrevista a Artur, jefe de la centuria 16, no violenta, el 30 de abril de 2015.

/21    Y. Shukan, Génération Maïdan, op. cit.

/22    Jean-Marc Salmon, 29 jours de révolution. Histoire du soulèvement tunisien, 17 décembre 2010-14 janvier 2011 [29 días de revolución. Historia del levantamiento tunecino, 17 de diciembre de 2010-14 de enero de 2011], París, Éditions Les Petits Matins, 2016, p. 216-219.

/23    A pesar del gran escenario instalado muy temprano en la plaza y gobernado por los tres líderes autoproclamados, a pesar de los vetche semanales de discusión pública, la propia plaza nunca se constituyó en una asamblea. Unas semanas antes de que estallara Maidan, un artista, Volodymyr Kusnetsov, había impulsado una asamblea con la ayuda de una estudiante francesa, Perrine Poupin, para movilizar a artistas en la protesta contra el manchado de una de sus obras por la dirección de una exposición. El mismo artista se encontró en el origen de la asamblea estudiantil de Maidan. Luego propuso a uno de los principales actores de la plaza ‒uno de esos pequeños empresarios que se había instalado en su tienda y la había convertido en un lugar que irradiaba diversas prácticas, Oleksandr Suprunyuk‒ fundar una “Asamblea de Maidan”. Pero este se negó alegando que estaba demasiado ocupado participando en la vida cotidiana de la plaza, en su alimentación, en AutoMaidan. La multiplicidad de prácticas era portadora de una coherencia que hacía que la idea de una asamblea general fuera poco atractiva (entrevista a Perrine Poupin y Volodymyr Kusnetsov, ya citada).

/24    Taras Kobzsar, entrevistado por Perrine Poupin, “L’irruption de la Russie en Ukraine”, [La irrupción de Rusia en Ucrania], Mouvements, 29/03/2022 (https://mouvements.info/leruption-de-la-russie-en-ukraine/, página consultada el 20/07/2022).

/25    Anne Bory, “En Ukraine, la résistance politique des citoyens ordinaires” [En Ucrania, la resistencia política de ciudadanos comunes, Le Monde, 17]/03/2022, citando a A. Goujon y Y. Shukan, art. cit.

/26    Los 14.000 muertos de esta guerra sirvieron para la propaganda de Putin, que los atribuye a los ucranianos que supuestamente bombardean a la población de los territorios separatistas de Luhansk y Donetsk, como argumento para atraerse a parte de la opinión de izquierda. Las cifras seguras son fáciles de encontrar en Internet, confirmadas por un informe de la ONU de 2020. La mayoría de personas muertas son militares de ambos bandos. 3.400 son civiles, la responsabilidad de cuya muerte es compartida por los ejércitos ruso y ucraniano.

/27    https://www.facebook.com/newdonbassngo/, página consultada el 20/07/2022.

/28    Perrine Poupin, “Soutenir les victimes et documenter les violences de guerre en Ukraine. Entretien avec Hanna Mokrousova” [Apoyar a las víctimas y documentar las violencias bélicas en Ucrania. Entrevista a Hanna Mokrusova, Chimères, 2022, n.º 100, p. 263-277.

/29    Ver Anna Colin Lebedev, “Les combattants et anciens combattants du Donbass : profil social, poids militaire et influence politique” [Los combatientes y veteranos del Donbás: perfil social, peso militar e influencia política], París, Études de l´IRSEM, 2017.

/30    Coline Maestracci, “De l’activisme citoyen à l’engagement armé. Le cas des combattants volontaires ukrainiens de la guerre du Donbass” [Del activismo ciudadano al compromiso armado. El caso de los combatientes voluntarios ucranianos de la guerra del Donbás], Socio. La nouvelle revue des sciences sociales, n.° 16, 2022.

/31    Anastasia Fomitchova, “Les volontaires dans la formation de l’appareil militaire ukrainien (2014-2018). Des dynamiques d’auto-organisation au retour de l’État” [Los voluntarios en la formación del aparato militar ucraniano (2014-2018). De las dinámicas de autoorganización al regreso del Estado], Revue d’études comparatives Est-Ouest, 2021, n.° 1, p. 137-170.

/32    Ibid.

/33    “A pesar del despliegue del Estado en el campo militar, los actores no estatales permanecieron movilizados para asumir una función que normalmente le correspondería”, ibid.

/34    Romain Geoffroy, “Qui sont les soldats du régiment Azov, accusés d’être les « néonazis » de l’armée ukrainienne ?” [¿Quiénes son los soldados del regimiento Azov, acusados de ser los “neonazis” del ejército ucraniano?], Le Monde, 23/03/2022, (https://www.lemonde.fr/les-decodeurs/article/2022/03/23/qui-sont-les-soldats-du-regiment-azov-accuses-d-etre-les-neonazis-de-l-armee-ukrainienne_6118771_4355770. Página consultada el 20/07/2022.

/35    Que Béatrice Hibou identificó en África: “La ‘décharge’, nouvel interventionnisme”  [El “descargo”, nuevo intervencionismo], Politique Africaine, 1999, vol. 73, n.° 1, p. 6-15.

/36    A. Fomitchova, art. citado, que también habla de “gestión horizontal”: “Así, los actores movilizados para el esfuerzo de guerra desarrollan un modo de gestión horizontal del aparato militar con el fin de complementar las deficiencias a nivel institucional para abastecer a las unidades combatientes.”

/37    Anastasia Fomitchova, “Comment Kyiv n’est pas tombée” [Cómo se evitó la caída de Kyiv], AOC media (Analyse Opinion Critique, en ligne), 5/05/2022.

/38    Oksana Dutchak, “La guerre en Ukraine vue depuis le terrain” [La guerra en Ucrania vista sobre el terreno],A l’encontre, 10 de marzo de 2022, (https://alencontre.org/ameriques/americnord/usa/la-guerre-en-ukraine-vue-depuis-le-terrain.html, página consultada el 20/07/2022). En castellano, https://vientosur.info/la-guerra-en-ucrania-vista-sobre-el-terreno/

/39    https://www.facebook.com/LarysaArtiugina, página consultada el 20/07/2022.

/40    Sylvie Kauffmann, “A Kiev, la guerre et le rapprochement avec l’Union européenne renforcent l’élan démocratique! [En Kiev, la guerra y el acercamiento a la Unión Europea refuerzan el impulso democrático], Le Monde, 13/09/2022.

/41    T. Kobzar, entrevista citada.

Tomado de vientosur.info

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