Grecia: Más allá del plazo electoral del 21 de mayo, para las masas trabajadoras los retos son serios

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17/MAY/2023

A pocos días de las elecciones del 21 de mayo, el panorama político sigue siendo nebuloso, especialmente en lo que respecta a la posible formación del próximo gobierno.

La clase dominante griega preferiría un nuevo mandato de Kyriakos Mitsotakis al frente de Nueva Democracia, el partido tradicional de la derecha griega. Está movilizando sus fuerzas e influencia en pos de este objetivo, que se describe con el eslogan de Mitsotakis: “autonomía”. En otras palabras, la constitución de una mayoría parlamentaria para su partido que le permita formar gobierno sin la obligación de aliarse con uno de los partidos más pequeños (principalmente el PASOK). Este objetivo, que implica la elección de 151 diputados (de los 300 del Parlamento), no es posible con el sistema proporcional que se aplicará por primera vez en las elecciones del 21 de mayo de 2023 [en las que, a diferencia del pasado, el partido que quede en primer lugar no tendrá asignado un número determinado de escaños en el Parlamento].

Suponiendo que Nueva Democracia se alce como el partido más votado, Kyriakos Mitsotakis afirmó que se negaría a entablar conversaciones para la formación de un gobierno de coalición y que optaría por una nueva batalla electoral para una segunda vuelta (el 2 de julio), e incluso una tercera si fuera necesario. Estas elecciones posteriores se celebrarán bajo un sistema electoral diferente, menos proporcional y con una “prima” de escaños para el partido más grande, lo que permitirá la continuidad de un gobierno de derechas “autosuficiente”.

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Un período prolongado de sucesivas contiendas electorales/políticas implica obviamente un nivel de inestabilidad. Así pues, sólo bajo ciertas condiciones la clase dominante toleraría la continuación de tal táctica por parte de Kyriakos Mitsotakis: sólo si en las elecciones del 21 de mayo el partido de derechas logra un resultado convincente en cuanto a la perspectiva de obtener la mayoría absoluta de escaños en la segunda vuelta. Según las encuestas, el umbral para tal optimismo sería el 33% de los votos y, en cualquier caso, más del 31%. De no ser así, la presión de la clase dirigente para formar un gobierno de “amplio consenso” se dejará sentir ya el 21 de mayo.

Este nivel de apoyo y/o tolerancia de los capitalistas griegos a los esfuerzos de Kyriakos Mitsotakis por mantenerse en el poder no es una sorpresa. El año pasado, las empresas cotizadas registraron un impresionante crecimiento de los beneficios. El crecimiento medio anual de los beneficios fue del ¡303%! Se trata de un récord de los últimos 20 años.

Los lectores que pudieran sospechar que tal aumento de los beneficios implica un ataque muy duro a los trabajadores estarían en lo cierto. Según las cifras de Eurostat, el 12,6% de las y los asalariados griegos se ven obligados a trabajar más de 50 horas semanales. Hay que señalar que se trata de tiempo de trabajo “puro” (sin incluir transporte, descanso, etc.). También hay que señalar que éstas son las cifras oficiales, mientras que todos sabemos que la situación real es mucho peor. Por ejemplo, en los cuatro primeros meses de 2023, 57 trabajadores perdieron la vida en accidentes laborales. Estas muertes se produjeron principalmente en la industria alimentaria, los astilleros, la logística, la construcción y el transporte. Estos sectores, junto con la energía, son los grandes campeones del crecimiento de los beneficios.

A pesar de la demagogia del gobierno en torno a un ligero aumento del salario mínimo (que ha pasado a 778 euros antes de impuestos y cotizaciones, o 667 euros netos…), según la OCDE, el salario medio real de los trabajadores cayó un 7,4% en 2022. Es el resultado de la inflación general (9,3%) y sobre todo de la inflación aún más elevada de los precios de los alimentos, la energía y la vivienda.

La inflación de los precios que aplasta a los hogares resultó beneficiosa para los ingresos fiscales: el “rendimiento excesivo” en la recaudación del IVA contribuyó a que el presupuesto del Estado para 2022 terminara con unos ingresos fiscales 4.800 millones de euros por encima de los objetivos, ya muy optimistas, fijados por el gobierno.

Este aumento de los ingresos fiscales financió la compra de armas. A lo largo de 2022 se gastaron más de 7.800 millones de euros en la compra de armas (estadounidenses, francesas e israelíes). Al mismo tiempo, los gastos sociales sufren constantes recortes. El colapso de los hospitales públicos ha provocado un aumento del 12,3% del exceso de mortalidad (es decir, muertes de pacientes que no deberían correr riesgo en circunstancias normales). Las muertes por las llamadas enfermedades profesionales ascienden a ¡más de 3.000 al año! Las escuelas públicas están dirigidas principalmente por profesores y personal “temporal” o “estacional”.

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Kyriakos Mitsotakis se apoya en los logros de su gobierno para reclamar el apoyo de la clase dominante y obtener un nuevo mandato.

Pero no se duerme en los laureles. Al presentar el programa electoral de Nueva Democracia, prometió un crecimiento anual del capitalismo griego dos veces superior a la media europea y un aumento del 70% de la inversión extranjera en Grecia. Estos objetivos no son realistas: ni siquiera los grupos capitalistas griegos más agresivos comparten este excesivo optimismo. Sin embargo, el mensaje político de Kyriakos Mitsotakis no trata de la exactitud de estas previsiones, sino de una indicación del método necesario para perseguir tales objetivos. Y está claro que este método incluye el aplastamiento casi completo de cualquier resistencia potencial de la clase obrera: romper cualquier fuerza sindical, prohibir de hecho las huelgas y manifestaciones, desregular las ya flexibles relaciones laborales, eliminar cualquier freno legal a la explotación capitalista, acelerar la privatización de la sanidad, la educación, los servicios de agua, la energía, etc.

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Esta versión balcánica del thatcherismo es uno de los retos más peligrosos a los que nos hemos enfrentado en el largo periodo transcurrido desde la caída de la dictadura militar [1974].

Frente a las políticas de Kyriakos Mitsotakis, la resistencia de la clase obrera fue notable. Tras el trágico accidente ferroviario de Tempé [véanse los artículos publicados en este sitio el 13 y el 22 de marzo], se produjo una importante serie de huelgas y manifestaciones, con una participación masiva y un apoyo aún más amplio de la población. El régimen se enfrentó momentáneamente al peligro de una posible entrada de la movilización de masas en el periodo preelectoral. Finalmente, este potencial se extinguió.

SYRIZA puso todo su empeño en desviar a la población de la acción directa en las calles y las huelgas y en esperar pasivamente un cambio en las urnas. El Partido Comunista ha elegido este preciso momento para explicar a la clase obrera que las principales empresas de servicios públicos -ya sean bajo control público o privatizadas- siguen de hecho bajo el control de los capitalistas. Por lo tanto, no hay ninguna razón seria para luchar contra la criminal privatización del transporte ferroviario.

A pesar de ello, la resistencia de los trabajadores tuvo un impacto político-electoral. Nueva Democracia, que ganó las elecciones de junio de 2019 con el 39,85% de los votos, espera ahora obtener más del 31-33% de apoyo electoral para mantener su esperanza de permanecer en el poder.

Esta limitación del poder político de Kyriakos Mitsotakis es el resultado de la actividad popular desde abajo. Es el resultado de las huelgas en escuelas y hospitales durante la pandemia, de las huelgas victoriosas en el sector privado (los repartidores de E-Food y los trabajadores de la empresa china Cosco en el puerto del Pireo) y de la resistencia de los movimientos juveniles y estudiantiles a la opresión policial estatal.

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Durante este periodo, Kyriakos Mitsotakis podría haber sido derrocado bajo la presión de las movilizaciones populares y de la izquierda o, al menos, podría haber llegado al actual plazo electoral sin esperanzas de una nueva victoria.

Las razones por las que no ha sido así pueden atribuirse en gran medida a la mutación social-liberal de SYRIZA y a la táctica moderada y estrictamente electoralista de Alexis Tsipras.

Como era de esperar, la plataforma electoral de SYRIZA no es anticapitalista. Ni siquiera es antineoliberal. Incluso después del crimen de Tempé, SYRIZA no se atreve a proponer la anulación de la privatización de la Organización Ferroviaria Griega, limitándose a la promesa de renegociar los términos del contrato con la empresa italiana FDSI-Ferrovie dello Stato Italiane. En cuanto a los salarios, la plataforma de SYRIZA menciona algún tipo de indexación de los salarios a los precios, pero se trata de un deseo, ya que este aumento de los salarios, al menos hasta un nivel que compense la inflación, ¡está condicionado al acuerdo de las organizaciones patronales!

Por último, ni siquiera es una plataforma que, como mínimo, cuestione la camisa de fuerza impuesta a la economía griega en el marco de los acuerdos celebrados con los acreedores, los famosos memorandos. El acuerdo que Alexis Tsipras firmó con los acreedores en 2018, engañosamente llamado salida de los memorandos, tiene efectos beneficiosos para los capitalistas griegos, así como para la gestión de la deuda y la capacidad del Estado griego para buscar financiación en los mercados financieros internacionales. Pero a cambio, determina en términos draconianos que todos los recortes en salarios, pensiones y derechos laborales deben prolongarse -bajo la “estrecha supervisión” de la Troika- hasta… 2060. Como era de esperar, Alexis Tsipras no se atrevió a cuestionar este acuerdo, que fue firmado por su propio gobierno.

Lo que SYRIZA promete hoy es el cambio, a través de un gobierno progresista-democrático bajo el lema principal de Justicia en todas partes. Resulta realmente chocante ver hasta qué punto Alexis Tsipras intenta imitar (incluso en su estilo personal) a Andreas Papandreu, esforzándose por presentar a su partido como una reencarnación del viejo y gran PASOK, el partido socialdemócrata que fue aplastado por… SYRIZA durante el periodo de su crecimiento, un periodo que fue radical -entre 2010 y 2015- y orientado hacia el movimiento social.

Pero esta política conservadora, que pretende apartar a Kyriakos Mitsotakis del poder gubernamental sin una confrontación seria con ninguna de las grandes orientaciones económicas y políticas del establishment, no puede construir una corriente política coherente que pueda infundir esperanza entre las masas trabajadoras. En todas las encuestas de opinión, SYRIZA se mantiene en segundo lugar, pisándole los talones a Nueva Democracia en intención de voto, a pesar de que en la mismas encuestas se recoge un rechazo masivo a las políticas de Mitsotakis en cuestiones de clase (salarios, pensiones, derechos laborales, gasto social).

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El giro de Tsipras hacia el centro político se expresa también en la cuestión crucial de la propuesta para el próximo gobierno. SYRIZA afirma que intentará formar un gobierno de coalición democrático-progresista, lo que en la práctica significa una alianza con el partido PASOK, dirigido por Nikos Androulakis. Por el momento, la prensa general discute esta perspectiva principalmente en términos de cifras, ya que en la mayoría de los sondeos de opinión la suma de SYRIZA y el PASOK está por debajo del número mágico de 151 escaños necesarios para formar un gobierno de coalición con mayoría parlamentaria. Pero esta revalorización del papel y la importancia política del PASOK -aunque conserve un apoyo electoral limitado de alrededor del 10%- podría ser el factor puente para la formación de un gobierno de consenso más amplio, aunque se necesiten más de dos partidos. Después de todo, Nikos Androulakis nunca ha descartado la posibilidad de aliar a su partido con una fracción de Nueva Democracia o con Nueva Democracia en su conjunto, pero sin Mitsotakis como líder. Todos estos vagos escenarios empezarán a cristalizar la noche del 21 de mayo, en función de los “números” que arrojen las urnas, y según las directrices que dé la clase dominante en el nuevo panorama de la relación de fuerzas político-electoral entre los diferentes partidos.

Todos los cuadros políticos podrían enfrentarse a una grave amenaza: el profundo descontento de los trabajadores y de las clases subalternas -que sigue siendo un factor silencioso– podría expresarse de tal forma que haría mentir todos los pronósticos electorales.

El mero hecho de que a menos de 15 días de las elecciones no haya un pronóstico claro sobre la composición del próximo gobierno es señal de una gran volatilidad política. Esto ocurre en el contexto de un momento crítico para el capitalismo griego: cualquier deterioro de la situación económica internacional puede tener un mayor impacto en la debilitada economía griega. A partir de principios de 2024, el acuerdo con los acreedores pone un énfasis renovado en la disciplina fiscal y en el reinicio del pago de la deuda.

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En este contexto, nuestra táctica política es llamar la atención sobre las amenazas a las que nos enfrentaremos el día después, declarar que cualquier cambio positivo sólo puede surgir de la fuerza de las luchas desde abajo. Para ello, es necesario trabajar en la construcción sistemática de la necesaria unidad de acción en los diferentes sectores de movilización.

En cuanto al momento de las elecciones, llamamos a votar a los partidos de izquierda que se comprometen a oponerse y resistir a todos los escenarios gubernamentales que se están desarrollando: el Partido Comunista, el MERA25 de Yanis Varoufakis, ANTARSYA (el pequeño frente de organizaciones de extrema izquierda). Nuestro llamamiento a votar a estos partidos no significa que estemos de acuerdo con sus posiciones ideológicas y políticas. Después de todo, esta es la razón por la que no pretendemos declarar una preferencia específica dentro de este espectro, entre las fuerzas que están a la izquierda de SYRIZA. El sentido de ese voto es sobre todo el de un chequeo de temperatura de las mentes de ciertos sectores populares que saben, o sienten, que al día siguiente de las elecciones tendrán que librar serias luchas, sea cual sea el resultado electoral. Y decimos claramente que, en las condiciones actuales, la obtención por estas fuerzas del mejor resultado posible sirve de “medida” de la disposición a actuar de ciertas fuerzas sociales.

Si Kyriakos Mitsotakis consigue ser reelegido como primer ministro en una sucesión de elecciones, estaremos ante un ataque frontal a los trabajadores. Si fracasa y le sucede un gobierno de consenso más amplio, éste se formará en torno a la necesidad de continuar con las políticas procapitalistas y de cumplir las obligaciones contraídas por los capitalistas griegos con la Troika.

En cualquier caso, nos enfrentaremos a un periodo político muy difícil y a retos aún mayores para las masas trabajadoras. (Artículo recibido el 8 de mayo de 2023)

9/05/2023

*Antonis Ntavanellos: es miembro de la junta de la DEA y editor del periódico Ergatiki Aristera

http://alencontre.org/europe/grece/grece-au-dela-de-lecheance-electorale-du-21-mai-pour-les-masses-laborieuses-les-defis-sont-graves.htm

Traducción:  viento sur

 

Tomado de Viento Sur

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