Por Wesley Carvalho
No es posible pensar la militancia de Marx separadamente de la de las mujeres de su familia, que funcionaban como una célula revolucionaria permanente. Y un aspecto central no sólo de esta militancia, sino de la vida misma de esta casa, fue la práctica incesante de la solidaridad. Una necesidad del movimiento obrero, la solidaridad fue la elección de vida de Karl y Jenny en el momento en que abrazaron la causa del proletariado, rechazando el camino natural del servicio al estado prusiano (que trató activamente de cooptarlos al menos tres veces y donde Jenny tenía un hermano ministro). En París, Bruselas, Colonia y Londres, la camaradería fue una cualidad constante de la familia que soñaba y confiaba en el futuro construido por la clase cuyo presente veía marcado por el cansancio, la violencia, la enfermedad y el exilio.
A los pocos días de llegar a Londres en 1849 para vivir los más horribles años de miseria, la primera iniciativa de la casa fue organizar un comité de apoyo a los refugiados alemanes expulsados tras la derrota de la revolución, algunos durmiendo en las calles. Marx recorrió la ciudad recaudando fondos, además de buscarlos en otros países. Organizaron un comedor comunitario y alojamiento, así como un taller para que los emigrantes practicaran sus oficios. ¡Quinientas familias fueron ayudadas! Por orgullo, los Marx no fueron beneficiarios de pagos, dependiendo de la movilización de otros compañeros. Unos 20 años después, la familia seguía siendo un centro de asistencia. Eleanor dijo que su casa funcionaba como un hotel que recibía exiliados después de la masacre contra la Comuna de París, algunos con poco más que la ropa que llevaban puesta.
La preocupación no era solo con los que tocaban la puerta. A principios de la década de 1950, los comunistas fueron arrestados en Colonia por actividades durante el período revolucionario. Desde Inglaterra, Marx pasó meses trabajando sin descanso y febrilmente (literalmente), organizando la defensa legal de sus camaradas y buscando influir positivamente en la opinión pública de diversos sectores. La casa de Marx fue donde el grupo se reunió para producir contraargumentos a la acusación y fue en busca de pruebas para demostrar la inocencia de sus compañeros mediante el análisis de la escritura, la recopilación de testimonios de dueños de bares en Alemania, etc. El humo de tantos cigarros ciertamente lastimaron a los niños, pero la camaradería y el trabajo colectivo que vieron formó sus personalidades. El grupo también recaudó fondos para ayudar a las familias de los presos. Al final,
En 1869, Jennychen, la hija mayor, asumió la tarea de defender a los presos políticos irlandeses que estaban siendo torturados en Inglaterra. Terminó dando la vuelta a la historia. Al tener acceso a una carta sacada de contrabando de la prisión, puede desmentir las mentiras del gobierno británico sobre el trato a los irlandeses al revelar que fueron obligados a comer de rodillas, sufrieron palizas, fueron atados con collares a carros, realizaron trabajos forzados. , entre otros, horrores. Veinte habían muerto como resultado. El trabajo de Jennynchen fue importante para que incluso los medios progresistas dejaran de ignorar lo que estaba sucediendo. Uno de sus artículos se volvió a publicar en varios espacios principales de Europa y Estados Unidos. Más que eso, este texto de Jennychen provocó una declaración pública del gobierno británico y guió al parlamento, quien le pidió al Primer Ministro Gladstone que investigara lo que estaba pasando en las prisiones. De toda esta reacción, Engels le escribió a Marx: “Jenny [chen] puede gritar: ¡victoria en todos los frentes!”
En este 5 de mayo de 2023, felicidades, Karl, por tu cumpleaños, y no olvides enviar mis saludos a Jenny, Lenchen, Jennychen, Laura, Tussy y el general. Viva la solidaridad comunista, prefiguración del mundo que construiremos.
Referencias
“Amor & Capital” de Mary Gabriel
“Karl Marx: una vida del siglo XIX” de Jonathan Sperber
Tomado de esquerdaonline.com.br
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