Jorge Majfud*- De Francia a Uruguay: Democracias políticas, dictaduras económicas/ Ver- “Ayer sólo erais una multitud, ¡hoy sois un pueblo!”/ LÉON CRÉMIEUX*: Frente a la cólera social, Macron sustituye la legitimidad por la porra

Fuentes: Rebelión – Imagen: Una de las multitudinarias protestas realizadas en Francia contra el incremento de la edad de retiro (o jubilación).

 

Desde Francia hasta Uruguay, no por casualidad, los gobiernos neoliberales han propuesto una reforma jubilatoria que agrega años a la edad de retiro (dos en Francia; hasta cinco en Uruguay).

La narrativa que justifica el incremento de la edad de retiro es doble: (1) la gente vive más y, por lo tanto, debe trabajar más; (2) si no se hacen estas “necesarias y dolorosas reformas”, el sistema se desfinanciará y el país perderá competitividad en el mundo, ya que otros países han aplicado estas mismas medidas, necesarias para la clase financiera y dolorosas para las clases productivas. El mismo discurso, más una tercera amenaza, se ha repetido por décadas en Estados Unidos: (3) el Social Security (invento de “el presidente comunista” Franklin D. Roosevelt durante la Gran Depresión) no es sustentable, por lo cual hay que elevar la edad de retiro y, hasta donde sea posible, privatizarlo. No importa que sea y siempre haya sido autosustentable. Los seguros sociales son eso: seguros, no inversiones de riesgo.

La privatización se puso en práctica primero en los países periféricos. La destrucción de la democracia socialista de Allende, hace cincuenta años, y la imposición de la dictadura de Pinochet tuvo la intención declarada de preservar la libertad de los capitales y utilizar a este país como laboratorio de las teorías neoliberales de Hayek y Friedman. El “Milagro chileno” se destacó por sus crisis sociales y económicas, pese al tsunami de dólares de Washington y las grandes corporaciones. El modelo de pensiones semiprivadas se llevó a Uruguay en 1996 y solo le tomó veinte años para fracasar. El maldito Estado debió salir al rescate de los perjudicados por los genios de las inversiones.

La dificultad de que un solo país, sea Francia o Uruguay pueda resistir esta aceleración del robo a las clases trabajadoras se debe a que estas políticas neoliberales tienen alcance global. Los países son rehenes de los grandes capitales que migran de un país al otro en cuestión de horas, aterrorizando a las poblaciones con la amenaza de otra crisis económica y obligando a sus gobernantes, democráticos o no, a arrodillarse ante estos señores feudales. Por otro lado, las mayores instituciones financieras del mundo, como el FMI y el Banco Mundial, son aliados de esta mafia. El BM se define como un banco para el desarrollo, pero su práctica indica lo contrario: está al servicio de los beneficios de los capitales, informando al minuto qué países están planeando votar una ley para proteger a sus trabajadores o para controlar la banca con regulaciones. Así, sus socios y clientes pueden proteger sus inversiones transfiriendo sus millones de un país soberano a otro más friendly, mejor ubicado en el ranking de “libertad de negocios”, otra de esas viejas ficciones funcionales.

Desde los años 80, la productividad de los trabajadores en Estados Unidos y en el mundo ha ido en sostenido crecimiento, mientras que sus salarios se mantuvieron estancados o perdieron capacidad de compra. No es necesario ser un genio para entender a dónde fue esta diferencia entre productividad y salario. Pero quieren más.

Otra tierna explicación para legislar contra la voluntad del pueblo consiste en la clásica idea de que no son los sindicatos los que gobiernan sino los gobiernos electos. Pero sólo en Francia el 70 por ciento de la población está en contra de la reforma jubilatoria y su “gobierno elegido por el pueblo” se resiste a escuchar. Esta sordera es clásica y, a su vez, se justifica en otro ideoléxico: “el gobierno debe actuar con responsabilidad, no con demagogia”. Otra vez: responsabilidad ante el capital de acoso; demagogia por ejercer la democracia, dándole al pueblo su derecho a decidir.

Todo esto se podría solucionar con un sistema de democracia más directa, algo sobre lo que desde hace décadas muchos escribimos, sobre todo a partir de las nuevas herramientas digitales. Si los franceses pudiesen decidir en referéndums regulares, en Francia no se habrían producido las masivas manifestaciones y los destrozos urbanos que llevan semanas. Pero los ciudadanos comunes no tienen otra herramienta efectiva que la rebelión, en casos violenta. Obviamente, esta idea de democracia directa es peligrosa porque es una idea a favor de una democracia real.

Como la historia lo demuestra, el capitalismo es, por naturaleza, antidemocrático. Se ha desarrollado desde la brutalidad y las matanzas en sus colonias; se ha fortalecido con la esclavitud; se ha consolidado con las múltiples dictaduras militares en Asia, África y América Latina. Incluso, últimamente, se ha sentido más que cómodo con el comunismo chino. Cuando el capitalismo convivió con las democracias liberales, no fue porque fuese un sistema democrático sino porque es un gran manipulador, hasta el extremo de convencer a medio mundo de que democracia y capitalismo son la misma cosa, ya que ambos se basan en la libertad. Lo que se le olvida aclarar es que la democracia se refiere a la libertad de los pueblos y el capitalismo la entiende como la libertad de los capitales, es decir, de la elite dictatorial que hoy no sólo posee la mayor parte de la riqueza del mundo, sino también el control del sistema financiero mundial y el casi monopolio de los medios de comunicaciones dominantes.

Los franceses tienen una larga tradición de protestas sociales, pero además pueden darse el lujo de rebelarse en las calles, ya que pocos los acusarán de subdesarrollados. Los uruguayos, a pesar de su larga tradición de instituciones democráticas como la educación, la salud y los derechos individuales es mucho más tímido en sus reclamos. Su oligarquía, como todas, también tiene una larga tradición de estigmatizar los avances de la democracia real, acusando a cualquier reclamo popular de comunista (receta inoculada por la CIA en los años 50 y que sobrevive treinta años después de la Guerra Fría) al tiempo que lo hacen en nombre de la democracia y la libertad.

La (re)solución para Francia no es fácil en un contexto internacional secuestrado por los amos del capital que exigen y hasta convencen a sus esclavos que trabajen más años por la misma ración y que, además, lo hagan por voluntad propia. Para Uruguay, por su contexto y por su tamaño, es más que difícil. Pero en ambos casos, si la resistencia al dictado económico triunfa, podrían erigirse en ejemplos peligrosos.

Por estas razones, la única solución a largo plazo es la unión de una nueva corriente de Países No Alineados o asociados por intereses comunes (culturales y económicos) como, por ejemplo, América Latina.

Pero claro, todos sabemos que la solución centenaria del capitalismo imperial ha sido la desunión, la desmovilización y la desmoralización de las colonias y de sus propios trabajadores. Tan larga es esta inoculación ideológica que hoy, en las excolonias, los movimientos nacionalistas están en auge. Con un detalle: no son el nacionalismo anticolonialista de los años 60 en África, por ejemplo, sino un reflejo cipayo y parasitario del nacionalismo imperial en sus propias colonias.

 

 

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

 

*Jorge Majfud Albernaz: es un novelista, ensayista y profesor universitario uruguayo-estadounidense. Actualmente es profesor en Jacksonville University y regularmente contribuye con artículos y entrevistas para distintos medios internacionales. Sus libros han sido publicados principalmente en España y en América latina.

 

Tomado de: Rebelión

 

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MOVILIZACIÓN CONTRA LA REFORMA DE PENSIONES EN FRANCIA

“Ayer sólo erais una multitud, ¡hoy sois un pueblo!”

"Ayer sólo erais una multitud, ¡hoy sois un pueblo!"

Pierric Marissal (L’Humanité)

Detrás de una bonita pancarta azul con la inscripción “EN HUELGA”, unos cincuenta estudiantes de la Universidad Gustave-Eiffel de Marne-la-Vallée intentan unirse a la cabeza de la manifestación que parte de la Bastilla, en París, el 23 de marzo. Las organizaciones juveniles van en cabeza, justo detrás de Solidaires.

Pero se encuentran bloqueados a dos manzanas de distancia debido a la enorme multitud. Es la primera vez que se movilizan así. “Ha sido el 49,3, y luego el discurso de Macron, el golpe bajo que desbordó el vaso”, dice Hanna, que se manifiesta por primera vez.

A Justin, por su parte, le hubiera gustado que sus compañeros se movilizaran en mayor número antes, en los días previos de movilización, “pero el campus está dividido. Ha sido un verdadero trabajo de fondo”, dice Justin, que ayudó a crear el primer sindicato de estudiantes en el recinto.

“Es la primera vez esta mañana que las clases de prepa se han unido a los alumnos para bloquear la escuela”, se alegra Lea bajo una pancarta morada que anuncia que la escuela Voltaire está en huelga. “Por parte de los profesores, seguimos en huelga en torno al 30%, pero los alumnos se están movilizando de verdad. Habíamos sembrado semillas, organizamos una proyección del documental “1336” sobre la lucha victoriosa de los Fralib [toma de la fábrica de té Unilever por sus empleados y creación en 2014 de una sociedad cooperativa de trabajadores], está cuajando”, añade la joven profesora, a quien le hubiera gustado que toda la escuela marchara.

“Se siente mucha rabia, pero sigue siendo motivador, alegre, y siempre hay humor. La última vez, nos encontramos frente a los CRS que golpeaban sobre sus escudos para intimidarnos, y empezamos a cantar todos juntos la música de Star Wars, ya sabe cuando llega Darth Vader…”, dice sonriendo.

Como para darle la razón, Matthieu Trubert, del Sindicato General de Ingenieros, Ejecutivos y Técnicos-CGT, invitó con picardía a la patronal a unirse a la manifestación. “El empresario sigue teniendo una obligación de resultado en materia de salud laboral”, señala. “Como la edad de jubilación va a superar la esperanza de vida en buena salud, ¿cómo se las van a arreglar los empresarios?”

Los trabajadores del alcantarillado resisten, pero no es el momento para celebraciones
“Estamos aquí porque no tenemos elección”, afirma Frédéric Aubisse, responsable de la CGT de las cloacas de París. Tenemos diecisiete años menos de esperanza de vida que el francés medio, son doce años para los basureros…”.

Para ellos, el quid de la cuestión está en la retirada de la reforma. El 49.3, el desprecio presidencial, todo eso no hizo más que avivar la ira. ¿Y después? “Habrá que distribuir cerillas”, sonríe un poco desilusionado. Cuando piensas que la última vez que habló de nosotros [el Presidente decía quie], éramos trabajadores esenciales… Ah, bueno, hablando de trabajadores esenciales…”, interrumpe, volviendo la mejilla hacia Sylvie, de la CGT AP-HP (Assistance publique – Hôpitaux de Paris), con su bata blanca de trabajadora hospitalaria cubierta de pegatinas en huelga.

Está decidida pero agotada. “Somos muchos en huelga”, nos asegura, “pero estamos asignados, así que tenemos que trabajar. Hemos estado trabajando durante la covid, a veces sólo con bolsas de basura como protección, falta de personal, día y noche, no podemos tomarnos las vacaciones, ¿y quieren que trabajemos hasta los 64 años?

Un sentimiento de desprecio
Vestida con la casulla blanca de SUD Santé AP-HP, Isabelle está igual de decidida. “Cuando estamos agotados, cuando estamos hartos de protestar, la rabia es un motor, nos devuelve la energía”, dice. Para ella, como para muchos, algo ha cambiado desde el último día de movilización.

Ese sentimiento de ser despreciados por el gobierno, por el presidente. El referéndum de iniciativa compartida sigue siendo un poco vago: “Es a través de las calles como llegaremos, como para el CPE [primer contrato de trabajo retirado en 2006]”.

Para Cyril, que viajó con sus compañeros para manifestarse en París desde la central de Dampierre (Loiret), la cólera incluso primó sobre el fondo de la reforma como motivo para manifestarse. “Este desprecio de clase del presidente está movilizando a gente nueva, creo que está haciendo todo lo posible para que degenere”. Suspira y se encoge de hombros: “No importa, estamos listos”.

El discurso de Emmanuel Macron de la víspera también exasperó a los líderes sindicales, presentes en la cabecera de la marcha. “Su discurso es una especie de provocación por el vacío”, dijo Benoît Teste, secretario general de la FSU. La utilización del 49.3 hace unos días, así como esta aparición televisiva completamente lunar, muestran claramente el aislamiento del ejecutivo. Sólo los macronistas creen que todo irá bien.

“La clase obrera levantando la voz”
Por lo demás, los dirigentes sindicales muestran su determinación. La febrilidad que se percibe en el campo macronista -algunos diputados han expresado sus dudas sobre la utilización del 49.3- así como la renovada movilización observada estos últimos días galvanizan a las tropas.

Cabe esperar un escenario “a lo CPE” en 2006, cuando Jacques Chirac acabó tirando la toalla a pesar de que la reforma ya se había aprobado: “Ese es evidentemente nuestro objetivo”, afirma Murielle Guilbert, codelegada general de Solidaires, mientras que su colega Simon Duteil se felicita por la amplitud de la movilización. “Acabo de volver de Le Havre, donde nunca había visto tal nivel de cólera”, afirma. Los manifestantes pusieron un autobús destrozado en medio de la carretera… “La clase obrera está levantando la voz”.

Frédéric Souillot, secretario general de Force Ouvrière, llamó a los opositores a la reforma “a utilizar todos los resortes disponibles: está el recurso al Consejo Constitucional, pero también el referéndum de iniciativa compartida (RIP, por sus siglas en francés) y, por supuesto, el movimiento social”.

El secretario general de la CGT, Philippe Martinez, cree que el RIP será popular: “La privatización de Aéroports de Paris (ADP) no habló necesariamente a los habitantes de Nantes o Rodez, por ejemplo. La reforma de las pensiones habla a todo el mundo”.

Laurent Berger, secretario general de la CFDT, concluye: “Algunos podrían haber pensado que la votación de la ley provocaría un descenso del número de manifestantes. Es todo lo contrario: esta jornada es una de las mayores movilizaciones desde los años 90”. (L’Humanité, 24/03/2023)

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Represión macroniana: ¡La policía detiene sin que exista el delito!

Nadia Sweeny (Politis)

Esta semana se respira un aire de decadencia en el tribunal judicial de París. Los periodistas van y vienen de una sala a otra en busca de los raros casos de manifestantes contrarios a la reforma de las pensiones que van a comparecencia inmediata (CI). Para no perdérselos, algunos asisten, ojerosos, a la procesión de los casos clásicos de CI.

Durante horas, ven pasar el tráfico de drogas, los robos, la negativa a obedecer las órdenes y las peleas, antes de que, de repente, se pronuncien las tan esperadas palabras clave: degradación, agrupación, quema de contenedores de basura, barricadas… Entonces, la atención se despierta. Los cuerpos se enderezan. El traqueteo de los teclados de ordenador se agita.

Tres expedientes el lunes 20 de marzo. Cinco el martes. Siete el miércoles. No hay aglomeraciones en la puerta. Pero, ¿dónde están las 442 personas detenidas entre el miércoles 15 de marzo y el sábado 18 de marzo en París y las 52 personas llevadas ante un magistrado? En realidad, el 88% de las personas detenidas estos días han visto sobreseídos sus casos.

Según los observadores, la mayoría de estos casos fueron desestimados por falta de delito. A medida que se multiplican las noticias de personas llevadas a comisaría por error -entre ellas dos adolescentes austriacos de excursión escolar-, el prefecto de policía de París, Laurent Nuñez, ha desmentido la existencia de “detenciones preventivas”.

Para el Syndicat de la magistrature, por el contrario, “estas cifras demuestran que las fuerzas de seguridad interior abusan de la custodia policial” para “amordazar la protesta disolviendo las manifestaciones en curso y disuadiendo -mediante el miedo- de futuras manifestaciones”.

Pidió a los jueces que “se nieguen a desviar el procedimiento penal hacia el mantenimiento del orden, que se nieguen a dar un barniz judicial a operaciones policiales que ya no están al servicio de la protección de la población, sino de su represión”.

Unos días antes, en un despacho del 18 de marzo enviado internamente a los magistrados, el ministro de Justicia, Eric Dupond-Moretti, había pedido firmeza frente a los manifestantes. Y está claro que los fiscales intentan cumplirlo, a riesgo de impulsar artificialmente casos difíciles de defender.

Justicia de comparecencia inmediata
En caso de comparecencia inmediata, muchos casos debidos a manifestación se posponen a una fecha de juicio posterior: los activistas avezados rechazan, por principio, lo que se considera “justicia de matadero”, especialmente en los casos más complejos. Pero algunos deciden ir a juicio de inmediato.

Esta clasificación permite ver casos especialmente cogidos por los pelos, aunque la fiscalía los considere sólidos, ya que la justicia los ha tomado en consideración y las personas han sido procesadas ante un tribunal correccional en comparecencia inmediata, es decir, una medida de urgencia.

El lunes 20 de marzo, nos encontramos con Edwige y Jonathan, dos estudiantes detenidos dos días antes en el barrio de Chatelet-Les Halles, acusados de incendiar contenedores[1]. Escuchamos los elementos del expediente, la lectura del acta del policía, único testigo, que declara haber visto a un individuo “con capucha gris” encender el fuego.

Nos volvemos hacia Edwige y Jonathan. No hay capucha. Esperamos mucho de la videovigilancia. “Vemos que no son ustedes quienes provocaron el incendio”, dice el presidente. “Echasteis vasos en la papelera. Eso es lo que vemos”. Resultado: fueron absueltos.

Luego llegó Pierre, un estudiante de 19 años. Era la primera vez que se manifestaba y también fue acusado de prender fuego a una papelera la misma noche, pero en la Place d’Italie. El joven admitió los hechos, pero dijo que el incendio no había sido obra suya, que se había limitado a empujar una papelera. El resultado: setenta horas de trabajos comunitarios.

Sin testigos, sin pruebas
Al día siguiente, tres jóvenes veinteañeros hacen cola en la sala 6.04 del tribunal judicial de París. Conocemos a Clothilde, trabajadora de los servicios cívicos – muy conmovida por su aspecto -, Margot, diseñadora gráfica en paro, y Martin, agente inmobiliario. Detenidos el 19 de marzo en el segundo distrito de París, todos ellos no tienen antecedentes penales y guardaron silencio mientras estuvieron bajo custodia policial. Niegan haber prendido fuego a la basura.

A medida que avanzaba el proceso, una vez más el caso se derretía como la nieve al sol. En el acta, los policías afirman no haber visto el incendio y mencionan a “tres solicitantes”, cuyas identidades nadie ha tomado, que habrían acusado a personas “vestidas de negro con una mascarilla sanitaria en la cara” de haber provocado el incendio.

El problema es que el joven llevaba una sudadera morada y no se encontró ninguna mascarilla. No se encontró a ningún testigo, a pesar de una búsqueda activa en el barrio. También en este caso, la existencia de videovigilancia da cierta esperanza: hay algo concreto en este caso.

El resultado se conoció a las 20:28: “Es imposible identificar a las personas”. ¿Cómo, entonces, se ha podido procesar a estos jóvenes? Este caso debería haber sido sobreseído como los demás”, argumenta Raphaël Kempf. Es sintomático de lo que estamos viendo en este momento: detenciones arbitrarias.

“Hay cosas que no tenemos”, admite la fiscal, visiblemente molesto. Sin embargo, la policía lo ha intentado. Para dar algo de consistencia a su caso, pregunta a los acusados: “¿Qué piensan del daño causado en este momento?”. Cada uno de ellos se niega a responder a una pregunta totalmente orientada.

Entonces ella afirma: “Es lamentable y perjudicial romper e incendiar, porque confunde el mensaje de los manifestantes legítimos”. Y pide entre 140 y 175 horas de servicios comunitarios. Resultado: absolución general. Sin embargo, a Martin se le impuso una condena condicional de un mes por negarse a dar sus huellas dactilares. Y esto, a pesar de que finalmente accedió a hacerlo tras 48 horas bajo custodia policial.

Un día en el absurdo judicial
Aquella noche, cuando salíamos de la calle adyacente al juzgado, hacia las 21.15 horas, se nos acercó un grupo de jóvenes. “Disculpen, ¿saben cómo podemos tener noticias de uno de nuestros amigos que debía ser puesto en libertad a las 13.30: su caso ha sido cerrado sin seguimiento?” Ese amigo fue detenido en el Panteón el sábado por la noche, acusado de conspiración para cometer actos violentos.

Una abogada coge su teléfono y llama al registro. Nadie parece saber en qué punto se encuentra el caso del joven: archivado sin acción, luego de hecho no, luego de hecho sí. Parece aducirse un error en el envío de un fax como motivo del retraso en la puesta en libertad. Hacia las 22.00 horas, el joven fue finalmente puesto en libertad, poniendo fin a otro día de despropósitos judiciales.

Al día siguiente, miércoles 22 de marzo, ocurrió lo mismo: la mayoría de los casos de “manifestación” fueron aplazados a una fecha posterior, pero no el de Clément, de 26 años. El aprendiz de techador, que lleva un mes en la región parisina, ya es conocido por su degradación. Se le acusa de haber levantado una barricada en la calle Saint-Sabin, en el distrito 11, y de haberle prendido fuego. Pero no fue detenido inmediatamente porque, según la policía, “era demasiado complicado”.

Fue a unos 400 metros, en la plaza de la Bastilla, donde el policía dijo “haberle reconocido gracias a su jogging rojo con rayas blancas”. El problema era que el informe de videovigilancia adjunto al expediente decía: “Constatamos a individuos construyendo una barricada, no constatamos la presencia del individuo”, a pesar de que era claramente reconocible gracias a su traje de jogging. Lafiscal no se dio por vencida y pidió una condena condicional de 8 meses. Resultado: absolución.

Cuando Clément dijo en el estrado “Seguiremos movilizándonos contra esta reforma”, el presidente del tribunal explicó que no se trataba de juzgar ideologías políticas y que la justicia no era un foro. Y el joven replicó tranquilamente: “Tengo la impresión de que mi detención es política”. (24/03/2023)

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“La movilización social crece, ¡Hay que retirar la Ley!”

Comunicado de la intersindical: CFDT, CGT, FO, CFE-CGC, CFTC, UNSA, Solidaires, FSU, Unef, la Voix lycéenne, FAGE, FIDL, MNL

Convocada por todas las organizaciones sindicales y juveniles, la 9ª jornada de movilización contra la reforma de las pensiones volvió a reunir a más de 3 millones de manifestantes, lo que la convierte en una de las más numerosas desde el inicio del movimiento social. La juventud también se movilizó en gran medida.

Estas manifestaciones masivas y firmes, las acciones intersindicales, las huelgas y los paros son una respuesta a las falsedades expresadas por el Presidente de la República y a su incomprensible obstinación.

La intersindical reafirma que, contrariamente a lo dicho por el presidente de la República, se han formulado numerosas alternativas a las medidas de edad [retraso de la edad de jubilación]. Ninguna de ellas ha sido estudiada seriamente. La responsabilidad de la situación explosiva no es de los sindicatos, sino del gobierno.

Mientras el ejecutivo intenta pasar página, este movimiento social y sindical duradero y responsable confirma la determinación del mundo del trabajo y de la juventud para obtener la retirada de la reforma.

Al término de un proceso parlamentario caótico, durante el cual el gobierno utilizó todas las herramientas constitucionales a su alcance para limitar el ejercicio democrático, el texto de la ley se somete ahora al Consejo Constitucional. En este contexto, la intersindical le enviará próximamente contribuciones explicando las razones por las que esta ley debe ser enteramente censurada.

Ante la falta de respuesta del ejecutivo, encabezado por el presidente de la República, los sindicatos y las organizaciones juveniles han solicitado públicamente una consulta ciudadana.

Los parlamentarios han aprovechado la herramienta constitucional de que disponen y han enviado un proyecto de referéndum de iniciativa compartida al Consejo Constitucional. Los sindicatos y las organizaciones juveniles están dispuestos a desempeñar el papel que les corresponde en el marco de su representación del mundo del trabajo y de la juventud.

El poderoso rechazo social a este proyecto es legítimo y su expresión debe continuar.

Exigiendo la retirada de la reforma de las pensiones, la intersindical llama a los millones de trabajadores, jóvenes y pensionistas a seguir movilizándose. Convoca concentraciones sindicales locales este fin de semana y una nueva gran jornada de huelgas y manifestaciones el martes 28 de marzo en todo el país.

La intersindical se reunirá el martes 28 de marzo por la tarde.

París, 23/03/2023

http://alencontre.org/europe/france/france-dossier-hier-vous-netiez-quune-foule-vous-etes-un-peuple-aujourdhui.html

Traducción: viento sur

Notas:

[1] El SUD Educación, en un comunicado de prensa del 24 de marzo, entre otras consideraciones, subraya la represión contra los estudiantes de secundaria y universitarios, así como contra los aprendices: “El personal de la Educación Nacional está plenamente comprometido con este movimiento social y está sufriendo una represión intolerable. Muchos sindicalistas han sido detenidos cuando hacían uso de su derecho a manifestarse contra el 49.3. Del mismo modo, el gobierno está violando el derecho de los estudiantes de secundaria y universitarios a movilizarse reprimiéndoles violentamente. Su ira es legítima y deben poder expresarla en sus lugares de estudio. La custodia policial y la violencia: uso de gases lacrimógenos, palizas, detenciones… a las que son sometidos los estudiantes de secundaria y universitarios son inaceptables. Los jóvenes, las mujeres y las personas LGBTQIA+, denuncian la violencia sexual y sexista durante las intervenciones policiales. Hay que poner fin a la criminalización de la expresión de los estudiantes de bachillerato, universitarios y de aprendizaje mediante la intervención sistemática y violenta de la policía en los centros escolares y sus alrededores. (Editor: A l’Encontre)

 

https://vientosur.info/ayer-solo-erais-una-multitud-hoy-sois-un-pueblo/

 

Tomado de: Viento Sur

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CONTINÚA LA MOVILIZACIÓN CONTRA LA REFORMA DE LAS PENSIONES

Frente a la cólera social, Macron sustituye la legitimidad por la porra

 

Frente a la cólera social, Macron sustituye la legitimidad por la porra

 

Desde el 16 de marzo y la aplicación del art. 49.3 [para imponer la reforma hurtando la decisión al Parlamento], Macron y su gobierno han provocado una nueva ola de movilización popular, en todas sus formas: huelgas renovables, bloqueos, manifestaciones e incluso incorporación al movimiento de las y los estudiantes. Pero, sobre todo, a la crisis social se une ahora una verdadera crisis política, una crisis del régimen, de la que, ahora mismo, Macron no está seguro de poder salir, porque es su legitimidad, su pretensión de seguir al frente del país en los próximos cuatro años lo que está en juego, la legalidad de su legitimidad institucional formal es cada vez más contradictoria con una legitimidad popular de la que carece totalmente.

Durante los últimos 10 días, el gobierno ha pretendido ignorar esta realidad, ignorar la rabia y la ira de millones de mujeres y hombres de este país. Como dijo un joven manifestante: “hasta ahora se estaba cachondeando de nosotros, ahora se está cachondeando de la democracia”. Desde el 16 de marzo, todas las tardes, en cientos de ciudades y a menudo pequeños pueblos, se han producido manifestaciones espontáneas, con o sin la presencia de los sindicatos, manifestaciones de cólera contra el 49.3 y el desprecio de Macron. Después del 49.3, el rechazo el 20 de marzo, en la Asamblea Nacional, de una moción de censura que habría conducido al rechazo de la ley y a la dimisión del gobierno (la moción obtuvo 278 votos, a 9 votos de la mayoría absoluta, la primera vez que esto ocurre desde 1992) fue una prueba más del aislamiento del presidente y de su minoría parlamentaria, y un motivo suplementario para cólera popular. De los 61 diputados republicanos, 19 votaron a favor de la moción de censura, muy por encima de todas las expectativas.

Ese aislamiento no impidió que Emmanuel Macron hablara en TF1 y France 2 (las dos principales cadenas de televisión) a las 13.00 horas del 22 de marzo, 24 horas antes de la nueva jornada nacional de movilización, mostrándose seguro de sí mismo, como si la cólera de la calle no iba con él. Un espectacular ejercicio de desprecio aristocrático para intentar parecer sólido ante su vacilante electorado, presentándose “con las botas bien puestas”, ejercicio en el que sólo consiguió enfrentarle aún más a las clases trabajadoras. Una vez más, afirmó que su reforma estaba justificada, que había sido elegido para aplicarla y que, además, acababa de ser aprobada democráticamente por el Parlamento, lo que hacía inútil la movilización social.

Esta supuesta legitimidad democrática es seguramente el factor más irritante de las últimas semanas. El sistema de representación política, basado en elecciones cada cinco años, dista mucho de una verdadera soberanía popular, con elecciones realizadas democráticamente por las poblaciones afectadas. Pero la V República francesa es, en sí misma, el país europeo con todos los defectos de representación posibles.

Francia tiene un verdadero régimen presidencial, en el que una sola persona, elegida por sufragio universal, dispone de los principales poderes ejecutivos en política exterior e interior, siendo el gobierno únicamente su gabinete y teniendo el primer ministro un papel secundario, salvo en caso de cohabitación (riesgo, a priori y salvo accidente, descartado desde se impusieron las elecciones legislativas tras la presidencial). Doble castigo para los derechos democráticos, en Francia existen dos cámaras, el Senado y la Asamblea. El Senado, una “asamblea de notables”, no es elegido por sufragio directo, sino por 160.000 electores. La Asamblea Nacional no se elige por representación proporcional, sino por un escrutinio uninominal a dos vueltas, que no refleja la realidad de las corrientes políticas y limita la representación. Así pues, el sistema electoral de Francia, la “Patria de los Derechos Humanos”, marca todas las casillas del insulto a los derechos democráticos fundamentales.
Más allá de estas consideraciones generales, las elecciones de 2022 han acentuado todas estas deficiencias inherentes a la V República.

Macron sólo obtuvo uno de cada cinco votos del electorado (20,07%). Como las elecciones presidenciales se celebran a dos vueltas, en la segunda, contra Marine Le Pen, obtuvo el 38,55% del electorado. La aportación de votos provino de electores, en su mayoría de izquierdas, que sólo le votaron para bloquear a la extrema derecha. Evidentemente, ¡la legitimidad de su programa alcanza por sí sola el umbral del 20%! En las elecciones legislativas que siguieron, los candidatos de su alianza obtuvieron el 11,97% del electorado en la primera vuelta. Estas dos cifras, 20,07% y 11,97%, son las más bajas de la historia de la V República.

Como resultado de todo ello, los diputados de la alianza en torno a Macron sólo obtuvieron 250 escaños cuando la mayoría es de 289. En cualquier sistema parlamentario, una situación así habría exigido un debate más o menos largo para formar un acuerdo de coalición con uno o varios partidos en torno a un programa. La situación es común en la mayoría de los países europeos, entre otros.

En 2017, Macron logró obtener 314 escaños mediante un primer atraco a los electos del PS (que perdieron 216 escaños) y a algunos de LR (que perdió 92 escaños). Pensó que en 2022 se podría repetir el mismo escenario con LR… No queriendo aceptar su fracaso y proponer una verdadera alianza, prefirió y sigue prefiriendo fingir que está en mayoría y recoger a algunos electos de LR para construir esa mayoría. Pero Macron tiene la base social más débil y la base electoral más débil en la historia de la V República.

Es necesario recordar todo esto para comprender la cólera y la acumulada al ver todas las artimañas utilizadas, mediante la violencia política, para imponer una ley antisocial.

Los métodos utilizados para aprobar una reforma rechazada por la inmensa mayoría de la población han acentuado aún más el rechazo a un sistema antidemocrático y a un presidente que, de hecho, ha usurpado su legitimidad. Macron es el primer presidente que intenta aprobar una reforma de las pensiones sin contar él mismo con una mayoría parlamentaria. También es el primero que intenta colar su reforma a través de un PLRFSS (Projet de loi rectificative pour le financement de la Sécurité sociale) que permite utilizar el artículo 47.1 que limita los debates en la Asamblea a 20 días y todo el procedimiento a 50 días. Y también es el primero en aprobar una ley que modifica fuertemente las condiciones de acceso a la jubilación utilizando el famoso 49.3, que permite imponer un proyecto de ley minoritario sin votación [en el parlamento]. Macron quiso así retorcer las instituciones, torcer el brazo a los diputados para imponer un proyecto minoritario en la Asamblea y ultraminoritario en el país.

La violencia de estas maniobras está provocando una rabia y una cólera masivas en la población. Más de 1.200 manifestaciones espontáneas tuvieron lugar en todo el país en los días posteriores a la utilización del 49.3. En el centro de estas movilizaciones se encuentra la rabia contra un gobierno autoritario, sordo a la mayor movilización desde 1995 y que esgrime un discurso digno de la novlangue de George Orwell, una “reforma necesaria y legítima”, “un proceso democrático”, “una ley esperada por los franceses”. El aislamiento político de Macron le mantiene aún más en el inmovilismo, con la esperanza, semana tras semana, de que todo esto pase, de que el río popular vuelva a su cauce… Hasta ahora no lo ha conseguido, y él mismo ha echado leña al fuego. ç

Y lo que multiplica esta cólera, es la suma de instituciones antidemocráticas y de un presidente mal elegido que quiere imponer su voluntad mediante trucos institucionales, la suma de una reforma de injusticia social para las clases trabajadoras y de una inflación creciente, sobre todo en los alimentos y la energía.

El único argumento que le queda al gobierno es el del orden. Las manifestaciones ya no tienen que ver con el debate político, con una situación a la que el gobierno debería responder abordando las fuerzas sociales y políticas que la impulsan, sino únicamente con el orden público, y el arma de la represión policial se convierte en la única respuesta política, con el intento de sofocar el movimiento con porras, gases lacrimógenos y el balas de goma.

Macron y Darmanin, el ministro del Interior, se presentan ahora como los defensores del orden, enfrentados a una guerra civil dirigida por faccionalistas de extrema izquierda. Los últimos días, tras la utilización del 49,3 y el rechazo de la moción de censura, han sido testigos de una avalancha de violencia policial, detenciones arbitrarias y prohibiciones de manifestaciones convocadas por los grandes sindicatos. Evidentemente, el objetivo es romper el movimiento. El sindicato de magistrados, el sindicato francés de abogados y la Liga de Derechos Humanos han advertido contra el uso de la fuerza pública para obstaculizar las manifestaciones e intimidar a la gente, y contra la violencia policial, en particular la perpetrada por las BRAV-M (brigadas de represión de la acción motorizada violenta) en París, triste repetición de los voltigeurs creados por Raymond Marcellin tras el Mayo del 68, responsables de la muerte de Malik Oussekine en 1986. Los manifestantes han sufrido mutilaciones como consecuencia de la violencia policial: en Rouen, un trabajador del hospital perdió un dedo y en París un activista de Sud Rail perdió un ojo al recibir disparos de granadas de gas lacrimógeno.

Esta postura del gobierno para criminalizar el movimiento se aplica mientras que la jornada de movilización del jueves 23 de marzo vio, en muchas ciudades, las manifestaciones más numerosas desde el inicio del movimiento, reuniendo a nivel nacional a 3,5 millones de personas según los sindicatos (1,08 millones según la policía), es decir un número equivalente a la gran jornada de movilización del 19 de enero, con una determinación y una combatividad aún mayor. Las ciudades medianas, en particular, conocieron manifestaciones impresionantes: 40.000 en Nantes, 30.000 en Brest, 20.000 en Aviñón, junto a las 800.000 personas presentes en París. El 23 de marzo comenzó también la movilización de la juventud estudiantil en institutos y universidades, con más de 80 universidades bloqueadas y 400 institutos y 150.000 jóvenes contabilizados por la UNEF en la manifestación de París. Los jóvenes son los primeros objetivos de la violencia policial, cuyo objetivo es cortar de raíz la propagación de las huelgas y los bloqueos.

Macron, en su discurso televisado, también consiguió despertar la cólera incluso de las direcciones sindicales, CFDT y CGT a la cabeza. Atacando directamente a Laurent Berger, el líder de la CFDT, Macron no dudó en afirmar que Berger nunca había presentado la más mínima propuesta sobre la financiación de las pensiones. A cambio, Berger y Martinez le dedicaron agudos comentarios de “gilipollez, desprecio, mentira y negación”, todos ellos términos poco habituales para los líderes sindicales. Sobre todo porque Macron pidió explícitamente a los líderes sindicales que fueran a verle para avanzar y aceptar la aplicación de la ley contra las pensiones.

En París y en varias ciudades, los altercados con la policía se produjeron sobre todo en manifestaciones nocturnas que reunían a jóvenes poco acostumbrados a las manifestaciones y menos aún a los enfrentamientos. Considerar estas manifestaciones como obra de los black block y de la extrema izquierda es evidentemente una cuestión de cálculo político, pero no tiene nada que ver con la realidad.

Junto a las movilizaciones callejeras, los bloqueos y la entrada de la juventud en el movimiento, continúan los movimientos huelguísticos: el 23 de marzo, los índices de huelga entre los conductores de la SNCF, los profesores (50% de los huelguistas), en el sector energético habían aumentado fuertemente y los reconductibles continuaban en la SNCF, en las refinerías de petróleo, los puertos y muelles y, también, en la recogida y almacenamiento de residuos.

Este sábado 25, también se han producido enfrentamientosel con el gobierno  en la gran manifestación contra las megapresas en Sainte Soline que reunió a 30.000 personas y se enfrentó a violentas cargas policiales con más de 200 heridos (algunos graves).

Al final de esta etapa del movimiento, la lucha continúa con elementos contradictorios. Algunos sectores en huelga, en particular los de residuos y refinerías, y las múltiples manifestaciones en las ciudades mantienen el clima político de confrontación con el gobierno. Del mismo modo, los bloqueos de institutos y universidades también pueden crear un nuevo clima en los próximos días. Al mismo tiempo, no hay nuevos movimientos huelguísticos en sectores importantes.
Macron y su gobierno siguen empantanados y , a pesar de sus poses, no pueden pasar página de este conflicto. Además, están buscando una salida también en términos de base parlamentaria, buscando “ampliar la mayoría”, es decir de hecho crear una, sin acuerdo político con Los Republicanos pero buscando apoyarse en la crisis de Los Republicanos, divididos entre el apoyo y la oposición a Macron.

La intersindical sigue resistiendo, con la exigencia de la retirada de la ley y una nueva convocatoria de huelga para el martes 28 de marzo. Pero, al mismo tiempo, ya contempla la posibilidad de participar en el largo proceso del referéndum de iniciativa compartida lanzado por los representantes electos de la izquierda. Plantear ahora esta perspectiva no se corresponde, evidentemente, con el fortalecimiento de la relación de fuerzas en las huelgas y en las calles. Todo el mundo siente que el gobierno está debilitado, aislado, que la situación de las clases trabajadoras enfrentadas al aumento del coste de la vida y a la reforma de las pensiones es una fuente de fuerza que puede obligar a Macron a dar marcha atrás en su reforma.

La anulación de la visita de Carlos III es, de hecho, una bofetada para el gobierno, que demuestra su incapacidad para frenar la movilización popular. Sin embargo, en la situación actual, lo que falta es la construcción a nivel nacional y en las ciudades de un frente social y político común portador de una alternativa anticapitalista de opciones sociales y financieras a favor de las clases trabajadoras, con un reparto diferente de la riqueza, un frente que se apoye en la dinámica social para plantearse como actor político directo en la situación actual. Aunque el movimiento no haya visto desarrollarse estructuras de autoorganización ni asambleas generales masivas de huelguistas, decenas de miles de militantes del movimiento social y político garantizan en centenares de ciudades la continuidad del movimiento contra la reforma, mediante huelgas y bloqueos, apoyándose en la existencia de una intersindical nacional. Son estos sectores los que dinamizan este movimiento, son ellos los que lo han construido y mantenido en marcha hasta hoy. Mantener la movilización en la unidad y la radicalidad será, una vez más, el reto de los próximos días.

25/03/2023

Traducción: viento sur

*Leon Crémieux: es activista de la federación sindical Solidaires y del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA, Francia). Es miembro del Buró Ejecutivo de la Cuarta Internacional.

Fuente: Viento Sur

 

 

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