Elham Hoominfar* – Irán: las principales perdedoras de la revolución de 1979 son las artesanas de la nueva revolución

Recientemente, en Teherán, la ciudad más grande de Irán, Mahsa Amini, una kurda de 22 años, fue detenida por la “policía de costumbres” iraní por llevar de manera inadecuada el hiyab impuesto por el gobierno. Fue golpeada, y tres días después murió. La reacción de los iraníes, especialmente de las mujeres jóvenes iraníes, no se hizo esperar. Hoy en día, lo que inicialmente se consideró una “simple” protesta parece convertirse en una nueva revolución en Irán, como el país no ha conocido en más de cuarenta años. Las mujeres están a la vanguardia del movimiento reivindicativo.

Analistas que observan los acontecimientos en Irán y en las redes sociales [a pesar de las medidas tomadas por el gobierno para bloquear Internet al máximo] considerarán, a la vista de estos acontecimientos, que probablemente es la primera vez que las mujeres están a la vanguardia de un movimiento. En realidad, las mujeres han estado a la vanguardia de la mayoría de las movilizaciones en Irán, pero esta es la primera vez que las demandas de las mujeres, para poner fin a la violencia y la discriminación por motivos de género, están a la vanguardia de las manifestaciones en todo el país [cuya población urbana asciende al 76% del total]. Como sociólogo que trabaja en movimientos sociales, considero que las movilizaciones actuales por la igualdad de género en Irán forman parte de una lucha de décadas contra la opresión de las mujeres. No se trata solo de protestar contra el asesinato de una joven [y muchas otras, actualmente] por parte del gobierno iraní porque no llevaba adecuadamente su hiyab; más bien se trata de la culminación de décadas de opresión de las mujeres y políticas misóginas, una protesta que rápidamente se convierte en revolución.

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De lo que somos testigos en Irán tiene una larga historia de resistencia contra un régimen teocrático que tomó el poder después de la revolución de 1979 con violencia y brutalidad. Después de la revolución islámica, el ayatolá Khomeini declaró obligatorio el uso del hiyab, obligando a las mujeres a cubrirse el cabello y el cuerpo. Poco después, los islamistas aprobaron las leyes de la sharia para gobernar la vida y el cuerpo de las mujeres /1 y /2.

En lugar de aceptar estas nuevas limitaciones de su libertad corporal, el 8 de marzo de 1979, Día Internacional de la Mujer, solo unas semanas después de la revolución [contra el régimen del Shah], miles de mujeres organizaron protestas callejeras masivas para protestar contra las nuevas formas de opresión sexista y las leyes de la Sharia destinadas a limitar sus libertades. Sus principales eslóganes fueron “No hicimos una revolución para volver atrás” e “Igualdad, igualdad, ni tchador ni pañuelo”. Finalmente, estas protestas callejeras fueron brutalmente reprimidas y la sociedad iraní no hizo mucho para apoyar a las mujeres. En su mayor parte, las organizaciones sociales y políticas no apoyaron estas manifestaciones porque creían que corrían el riesgo de desencadenar una contrarrevolución /3, /4 y /5. En ese momento, las demandas de las mujeres no eran una prioridad.

Sin embargo, en 1979, lo que estaba en juego, y lo que lo sigue estando en las movilizaciones y protestas presentes, que se están extendiendo en Irán, no es simplemente un movimiento solo contra las leyes que imponen obligatoriamente el hiyab. En efecto, después de la revolución de 1979, el papel de las mujeres en la sociedad iraní cambió fundamentalmente. Los líderes islamistas lograron establecer una segregación entre los sexos, usurpando muchos derechos que las mujeres habían adquirido a través de movimientos históricos. Desde el comienzo de la República Islámica, el Estado utilizó todas las herramientas que tenía en ese momento, incluidos los medios de comunicación, los sistemas educativos, las decisiones políticas y el sistema jurídico, para presentar el uso del hiyab y las leyes islámicas que restringen los roles sociales y los derechos de las mujeres como convenciones y reglas sociales esenciales.

Una de las herramientas utilizadas en las últimas cuatro décadas para hacer cumplir la opresión sexista ha sido la “policía de las costumbres”, la misma entidad que ahora se hace responsable de la trágica muerte de Masha Amini. Patrullas de vigilancia callejeras [en las que se integran mujeres] recorren regularmente los espacios públicos para garantizar que las mujeres respeten el uso del hiyab y desalentar vigorosamente el uso de productos cosméticos. Otros “guardianes de la moralidad” están presentes en casi todas las instituciones gubernamentales y en todas las universidades públicas o privadas de Irán, con el fin de hacer cumplir no solo el código de vestimenta de las mujeres, sino también el comportamiento de las mujeres y los hombres según el sistema ideológico sexual de la sharia [es decir, una ley islámica que codifica la vida religiosa, social, polítia e individual; hay establecidos “castigos” específicos; en 2012 el Consejo de los Guardianes -un organismo no elegido de juristas religiosos- examinó el conjunto de la legislación a fin de certificar la compatibilidad entre la Constitución de Irán y la sharia y aprobó un código penal modificado respecto al de 1991 – Red.].

El resultado de este sistema de opresión de género y políticas misóginas, que dura desde hace décadas, ha afectado a todos los aspectos de la vida de las mujeres. La segregación de género se ha aplicado sistemáticamente a todos los lugares en los que pueden verse a las mujeres en público: escuelas, transporte público, universidades, espacios de ocio y lugares de trabajo. Como resultado, las mujeres han sido excluidas, sus condiciones de trabajo y educación se han vuelto cada vez más precarias. En las décadas posteriores a la revolución, las mujeres han sido despedidas regularmente de su puesto de trabajo por su vestimenta, comportamiento y estilo de vida. Las mujeres no tenían derecho a continuar muchas áreas de estudio en las universidades y estaban excluidas de ciertos tipos de trabajo /6 y /7.

Después de la revolución, una de las pocas oportunidades que se ofrecieron a las mujeres fue continuar sus estudios en las universidades. Desde la década de 1980 hasta la actualidad, las mujeres han ocupado un lugar cada vez más importante en las universidades. Sin embargo, su condición de ciudadanas altamente cualificadas no ha abierto nuevas oportunidades a las mujeres en los lugares de trabajo. Las estadísticas aquí son ilustrativas. Antes de la revolución, en 1976, la tasa de alfabetización de las mujeres era del 35%, mientras que su participación en la población activa era del 12,9%. En 1986, solo el 8,2% de las mujeres estaban empleadas en Irán, a pesar de una tasa de alfabetización del 52% /8. En 2016, el año más reciente para el que hay estadísticas disponibles, la participación de las mujeres en la actividad profesional fue del 14,9%, un aumento impresionante en comparación con la cifra de 1986. Sin embargo, su tasa de alfabetización era del 82,5%! 9. Hoy en día, a pesar de su impresionante nivel de educación a lo largo de las décadas, la mayoría de las personas empobrecidas en Irán son mujeres /10 que, según la Sharia, se supone que dependen económicamente de los hombres. Esta es solo una de las muchas injusticias de las que las mujeres han sido víctimas durante décadas. Este es un contexto decisivo para comprender las protestas actuales.

Al mismo tiempo, la sharia, que gobierna la familia y el matrimonio, ha relegado sistemáticamente el estatus de las mujeres a un segundo plano. No tienen los mismos derechos en materia de matrimonio, divorcio y custodia de sus hijos. Los certificados de nacimiento se refieren al padre del niño o la niña, pero se omite el nombre de la madre, lo que elimina sus derechos legales sobre sus propios hijos. El matrimonio de menores es legal. La elección de un trabajo, un lugar de residencia o la posibilidad de que una mujer abandone el país depende totalmente del permiso de su marido. La poligamia ha sido legalizada y alentada; por otro lado, mujeres  encontradas con un hombre diferente a su marido han sido condenadas a muerte por el Estado /11 y /12.

Desde la revolución de 1979, legal y oficialmente, las mujeres se han convertido en ciudadanas de segunda clase, lo que no era el caso antes. Antes de 1979, las desigualdades de género eran numerosas en Irán, pero este apartheid entre los sexos es nuevo. Además, está claro que las mujeres que pertenecen a familias poderosas del Estado y que creen en este sistema ideológico obtienen muchas ventajas, por ejemplo, ocupan ciertos puestos gubernamentales, mientras que las mujeres de la clase trabajadora se encuentran en condiciones más difíciles y precarias /13. Aunque el calificativo general “mujeres” debe usarse con precaución, las mujeres, especialmente las mujeres de la clase trabajadora y las mujeres de las minorías étnicas y religiosas, han sufrido y perdido más bajo el régimen islámico. Esto puede hacernos pensar que las mujeres han sido las que más han perdido con el régimen islámico.

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Sin embargo, las mujeres iraníes nunca han sido víctimas silenciosas de su estatus y condición de marginadas. Además de haber organizado la primera manifestación masiva contra el régimen islámico, el 8 de marzo de 1979, las mujeres han estado utilizando instrumentos visibles, y también ocultos, durante décadas, para contrarrestar su propia opresión. Las mujeres participan activamente en los movimientos populares para promover la equidad de género, resolver problemas ambientales y mejorar los derechos de la niñez y las minorías étnicas. Por ejemplo, hace unos años [en 2018], las “jóvenes de la calle Enqelab” [la calle principal de Teherán que conecta la plaza Enqelab con la plaza del imán Hossein; su nombre completo: calle Enqelab-e islami;  reemplazó a la calle Shah Reza, el fundador de la dinastía Pahlavi] han protestado quitándose su pañuelo en la calle como signo de protesta contra el hijab obligatorio en Irán [desde 2017, en los “miércoles blancos”, pañuelos inmaculados han aparecido en las calles como protesta contra el velo obligatorio -Red].   El hecho de que las mujeres, y en particular las mujeres jóvenes, hayan retirado recientemente y quemado sus pañuelos en las calles es una continuación de estas protestas anteriores. En efecto, en todos los movimientos sociales en Irán desde la revolución, las mujeres siempre han participado y a menudo han estado a la vanguardia de las protestas contra la opresión.

Lo nuevo en las recientes protestas es que sus acciones son objeto de atención nacional e internacional, y sus exigencias relacionadas con el hiyab son evidentes y puestas en primer plano. De hecho, el principal eslogan del movimiento actual, “#Mujer, Vida, Libertad”, proviene de un movimiento de liberación, las mujeres kurdas partisanas en Turquía y Siria. Que han soportado décadas de discriminación étnica y tienen una historia de lucha contra el patriarcado, la opresión nacional, la tiranía, las consecuencias del colonialismo y el Estado Islámico. Su mensaje se extiende mucho más allá de Irán. Las mujeres iraníes, actualmente en primera línea en la movilización general, llaman la atención no solo sobre su propia opresión, sino también sobre la de las mujeres afganas. Las mujeres de Oriente Medio y otros lugares “salen” a las redes sociales y también a la calle para apoyar a sus hermanas en la primera línea de la lucha.

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Irán ha conocido muchas protestas en las últimas décadas. La sociedad iraní se ha enfrentado sin duda a una acumulación de diferentes problemas. El régimen [corrupto] de la mulacracia refleja su incapacidad en diferentes áreas. En cuanto a las cuestiones económicas, cabe señalar que una de cada tres personas iraníes sobrevive por debajo del umbral de la pobreza /15.

La respuesta de los dirigentes ha sido constante: la represión violenta. La memoria colectiva de las y los iraníes está marcada por la opresión y la humillación. Recientemente, el Estado Islámico respondió a la expansión del movimiento matando brutalmente a hombres y mujeres. Aunque las estadísticas oficiales no están disponibles, se estima que el gobierno iraní mató al menos a 200 personas, 19 de ellas menores /16. El 30 de septiembre, la República Islámica de Irán bombardeó y mató al menos a 95 personas en Zahedan [la capital de la provincia de Sistan-et-Baluchistán; los habitantes forman parte, en su mayoría de la etnia Baluchi y hablan baluchi – Réd.] que salían de la oración [de una mezquita sunita]. Sin embargo, las tácticas de opresión violenta del Estado tienen el efecto contrario: la revolución se está extendiendo. “[El tema de la unidad de las diversas movilizaciones se ha afirmado en los últimos días y pone en jaque las tácticas de división del régimen que perora sobre la voluntad de dividir el país por “minorías” – Réd.]”

Eslóganes como “Es una revolución de las mujeres,  todo el sistema está en el punto de mira” y “No lo llames protesta, sino revolución” atestiguan un compromiso social más amplio con un cambio progresista, a pesar de la violencia con la que los dirigentes intentan silenciarlo. Y el movimiento se extiende. Recientemente, esta revolución ha superado las fronteras del género, la etnia, la nacionalidad y la religión.

Esta semana, las mujeres baluchíes (las mujeres más necesitadas y oprimidas de Irán por su etnia, sexo y religión) hicieron una declaración al unirse al movimiento “Mujeres, Vida, Libertad” y afirmando que están en pie y luchando con sus hermanas para construir la primera revolución femenina de la historia /17. Entre quienes se unen masivamente al movimiento se encuentran jóvenes: estudiantes de la universidad, colegios y escuelas secundarias, pero también artistas y atletas que ponen en peligro sus vidas para construir un Irán más justo para todos y todas. Varios sectores de la clase trabajadora, que se encuentran en el corazón de la economía iraní, llaman a la huelga para apoyar el movimiento: entre ellos profesores, sindicatos y, lo que es más importante, los que trabajan en los centros petroleros y petroquímicos: Asalouyeh, Abadan, Bouchehr…

Como iraní y socióloga especializada en movimientos sociales, la progresión de este espíritu revolucionario con las jóvenes en primera línea es tan estimulante como alarmante la observación de las tácticas de brutal opresión del Estado. Sin embargo, es importante entender este momento en un contexto más amplio. El asesinato de Mahsa Amini por parte de la policía de las costumbres fue una chispa que encendió las brasas de ira y activismo que se habían estado incubando durante décadas.

Se trata de una revolución de las mujeres que va más allá de las fronteras de la etnia, la nacionalidad y la religión. El apoyo de varios grupos étnicos a estas protestas es la fuerza de esta revolución. Esta revolución apunta contra toda la estructura de discriminación y reacción en Irán y Oriente Medio. Esto no significa que pronto veamos el resultado de esta revolución de las mujeres. Todavía hay capas tradicionales en la sociedad que se inquietan por los eslóganes y los movimientos emancipadores. Esto no significa que los grupos anti-movimiento no estén activos,   pueden causar derivas. La República Islámica puede reprimir severa y brutalmente este movimiento. Con todas estas amenazas y condiciones reales, todo esto significa que estamos al comienzo del fin de un período.

(Artículo publicado en MR online el 13 de octubre de 2022; traducción al francés de la redacción de A l’Encontre)

Elham Hoominfar es una socióloga iraní que comenzó sus estudios en Irán. Después de un doctorado en la Utah State University Logan, actualmente enseña en el Northwester Weinberg College of Arts & Sciences. Estas son las indicaciones que Elham Hoominfar da sobre sus investigaciones: “Hoy lleva a cabo investigaciones sobre la justicia ambiental, la gobernanza del agua, la mercantilización de la naturaleza y la resistencia social, poniendo el acento en la economía política en los países del Sur y del Norte. También está trabajando en otra investigación sobre la discriminación de género y los movimientos de mujeres en Irán. También está trabajando en un libro en persa sobre el idioma y la justicia educativa en Irán”.

Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

Referencias

1/  Moghissi, Haideh. 1996. Populism and Feminism in Iran: Women’s Struggle in a Male-Defined Revolutionary Movement. New York: St Martin’s Press

2/ Higgins, Patricia J. 1985. “Women in the Islamic Republic of Iran: Legal, Social, and Ideological Changes.” Signs: Journal of Women in Culture and Society 10 (3): 477—494.

3/ Moghissi, Haideh. 1996. Populism and Feminism in Iran: Women’s Struggle in a Male-

4/ Defined Revolutionary Movement. New York: St Martin’s Press

5/ Poya, Maryam. 1999. Women, Work and Islamism: Ideology and Resistance in Iran. London: Zed Books

6/ Haeri, Shahla. 2009. “Women, Religion and Political Agency in Iran.” In Contemporary Iran: Economy, Society, Politics, edited by Ali Gheissari, 125—150. Oxford: Oxford University Press.

7/ Poya, Maryam. 1999. Women, Work and Islamism: Ideology and Resistance in Iran. London: Zed Books

8/ Hoominfar, E., & Zanganeh, N. (2021). The brick wall to break: women and the labor market under the hegemony of the Islamic Republic of Iran. International Feminist Journal of Politics, 23(2), 263-286.

9/ Ibid.

10/ Ibid.

11/ women.ncr-iran.org

12/ Sahraoui, Hassiba Hadj. 2015. “Iran: Proposed Laws Reduce Women to ‘Baby Making Machines’ in Misguided Attempts to Boost Population.” Amnesty International, March 11. Accessed December 16, 2020.

13/ Hoominfar, E., & Zanganeh, N. (2021). The brick wall to break: women and the labor market under the hegemony of the Islamic Republic of Iran. International Feminist Journal of Politics, 23(2), 263-286.

14/ Nomani, Farhad, and Sohrab Behdad. 2006. Class and Labor in Iran: Did the Revolution Matter? Syracuse, NY: Syracuse University Press.

15/ meidaan.com

16/ www.human-rights-iran.org

17/ www.akhbar-rooz.com

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