Italia – «Ni una lágrima por el empresario que quebrantó los derechos sociales»

Por Eliana Como

Todavía no tenía 20 años cuando Berlusconi asumió el cargo en 1994. A lo largo de mi vida política, como en la de tanta gente de mi generación, Berlusconi siempre ha sido uno de los principales opositores, el que contaminó la política de los últimos 30 años y nos trajo hasta aquí, con un gobierno ya no de derecha liberal sino de derecha reaccionaria y soberanista, que ya ni siquiera teme mostrar su nostalgia. ¡Por eso hoy no estoy llorando!

Berlusconi fue el de las leyes ad personam [que violan la igualdad de los ciudadanos ante la ley y favorecen el clientelismo], la compraventa de senadores, la corrupción y la normalización de la evasión fiscal, las relaciones con el P2 [la logia Propaganda Due, una organización anti- logia masónica comunista dirigida por Licio Gelli, admirador de Franco y Mussoline] y la mafia, la evasión de impuestos, los ataques a la justicia y las olgettinas [muchachas » recibidas por Berlusconi vivían en via Oligettina 65, en Milán, de ahí el neologismo]. En 2001, Berlusconi era presidente del Consejo de Ministros cuando estábamos en Génova contra el G8, en una ciudad militarizada donde, durante tres días enteros, la democracia estuvo literalmente suspendida.

Durante sus gobiernos, propuso leyes que sentaron las bases para la degradación de los derechos sociales y económicos en este país. La ley Biagi sobre la precariedad [nueva flexibilidad, subcontratación, trabajo a la carta], la primera escala Maroni sobre las pensiones, el primer intento de debilitar el artículo 18 [el estatuto de los trabajadores], la ley Moratti sobre las universidades, luego la ley Gelmini sobre las escuelas, la la ley Brunetta que cayó como un cuchillo sobre los trabajadores del sector público, la ley Bossi-Fini contra los migrantes y el decreto de seguridad que introdujo el delito de ‘inmigración ilegal’. Pero también la Ley 40 contra la fecundación asistida y no sé cuantas otras que se me olvidan.

Lamento su muerte, no quiero ser cínico. Pero tampoco quiero ser hipócrita. ¡Él no era un estadista, sino el que llevó a todo el parlamento a votar que Ruby Rubacuori [nombre real Karima el-Mahroug, nacida en Marruecos] era de hecho la sobrina de Mubarak! Gobernó el país como quien administra una empresa, considerándose amo, reduciendo el papel de la oposición e inventando el peligro comunista. Legitimó la cultura política del privilegio y el interés propio, al que todo puede estar sujeto, incluidas las instituciones. Despenalizó esta cultura de la posesión y la mercantilización, banalizando el papel de la mujer, reducida al de servidoras del poder, que sólo valen por su apariencia física, ya sea canciller alemana [referencia a expresiones insultantes hacia Angela Merkel], primera dama de Estados Unidos [Michelle Obama] o higienista dental. Esta cultura donde todo tiene un precio y donde todo se puede comprar. Donde “yo soy yo y tú no cuentas para nada”.

Berlusconi ciertamente cambió el país, ciertamente no era aburrido y contaba chistes como ningún otro político. Pero esto no es suficiente para justificar el cierre del Parlamento durante tres días y un duelo de Estado impropio [decidido por Giorgia Meloni] y que divide. Ayer por la noche, en Turín, en el Teatro Regio, el minuto de silencio impuesto por el Ministro de Cultura Gennaro Sangiuliano [miembro del MSI de 1983 a 1987, entonces llamado independiente] antes del inicio del estreno de Madama Butterfly se convirtió en todo lo contrario, con la mitad de la sala abucheando y los miembros de la orquesta levantándose en el foso para irse.

Por eso, no, no estoy de luto. El rector de la Universidad para Extranjeros de Siena, Tomaso Montanari [en el cargo desde octubre de 2021], hizo bien en desobedecer y negarse a bajar las banderas. Cuando los decretos son malsanos, la obediencia no es virtud.

Por no hablar de que durante 24 horas, desde la muerte de Silvio Berlusconi, cinco trabajadores han muerto en el trabajo, en el silencio habitual de los medios. El primero, que murió el mismo día que el ex primer ministro, tenía 65 años y se cayó de un andamio en una obra de construcción. Para ellos, no hay luto de estado, ni funeral solemne, ni condolencias de estado. Sic transit gloria mundi! (Artículo publicado en la web de MicroMega , 14 de junio de 2023; traducción editorial A l’Encontre )

Eliana Como es ejecutiva nacional de la CGIL, al frente de Le Radici del Sindacato.

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