Argentina – Los “villazos” en la lucha obrera de los años 70

Por Daniel Campion.

La combatividad obrera en Villa Constitución, al sur de la provincia de Santa Fe, fue un punto saliente entre los grandes conflictos sindicales que se produjeron durante la década de 1970.

Hubo dos “villazos”. En 1974, el primero y al año siguiente el segundo. Ambos conflictos con epicentro en los establecimientos siderúrgicos de la localidad, y ramificaciones en el conjunto de la sociedad local.

“Villa” era una ciudad industrial desde la década de 1950, a partir de la radicación de plantas fabriles, en particular de metalurgia pesada, en el cinturón costero del Paraná que va desde la zona norte de la provincia de Buenos Aires (Campana, San Nicolás) al sur de la provincia de Santa Fe. En Villa Constitución está radicada hasta hoy la siderúrgica Acindar, acería protagonista de este proceso, que producía productos de acero para la construcción y otras actividades económicas.

La primera huelga.

Durante 1974, en el mes de marzo se desarrolla lo que luego se denominaría “El primer villazo”. Una lucha encabezada por los trabajadores de Acindar, que no sólo enarbolaba reivindicaciones económicas sino que propiciaba la realización de elecciones en el sindicato que estaba intervenido. Y se oponía a las patotas del gremio metalúrgico, que querían limpiar de “comunistas” el movimiento obrero.

No era cualquier fábrica. Era una gran empresa. Su presidente a la sazón era José Alfredo Martínez de Hoz, futuro ministro de Economía de la dictadura.

La lucha de Acindar creció “desde el pie”, con sucesivos agrupamientos, al principio minoritarios, que reunían a delegados y trabajadores de tendencia combativa, como el  «Grupo de Obreros Combativos de Acindar» (GOCA). Tiempo después ya se plantearon la recuperación de la seccional metalúrgica. Entonces se formó el Movimiento de Recuperación Sindical (MRS), que actuaba en modalidad semiclandestina. Mientras tanto se impusieron en la elección de delegados y comisión interna, en avance hacia alcanzar el control de la seccional.

Tenían enfrente a la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) por entonces la representación más poderosa del gremialismo burocrático a escala nacional. La conducción del gremio fue el primer ariete para tratar de estrangular los impulsos combativos.

Un protagonista de esos combates, Ángel Porcu, relata: «Ganada la Comisión Interna, se inició un proceso acelerado de luchas reivindicativas elevándose temarios en casi todas las secciones. Mediante la aplicación de medidas de fuerza -quite de colaboración, trabajo a reglamento- se obtuvieron una serie de reivindicaciones: calorías, trabajo peligroso, categorías, terminar con la prepotencia de los jefes y encargados y lograr que los obreros fueran respetados. Debido a estos logros, el MRS y la CI alcanzaron una gran representatividad dentro de Acindar. Este ejemplo trascendió y así fueron sumándose al MRS obreros de otras fábricas.”

Otro paso hacia adelante fue la conformación de la “Agrupación 7 de Septiembre-Lista Marrón”, ya orientada de modo directo a la recuperación del sindicato.

A principios de 1974  llegan a Villa interventores de la seccional metalúrgica, dispuestos a evitar que el ejemplo de la lista Marrón se consolidara en la seccional y se extendiera al resto del gremio e incluso a otros sindicatos. La comisión interna combativa tuvo que enfrentar los ataques y las provocaciones de los interventores, a los que se suma un miembro de la AAA.

En una gran asamblea celebrada en esos días avanzan las posiciones antiburocráticas y la decisión de luchar contra la intervención e imponer la democratización de la seccional.

La UOM nacional responde en seguida, expulsando a la Comisión Interna y a muchos delegados. Es a partir de esto que el 8 de marzo comienza, votada en asamblea general, la histórica huelga con toma de fábrica. Se reclamaba, entre otros puntos, la restitución en la UOM de los delegados y los miembros de la CI sancionados y la normalización de la seccional.

La lucha contó con dos momentos; en la primera fase se consiguió la restitución de los expulsados y en la segunda, que culminó el 16 de marzo, se logró que se aceptara comenzar la normalización y la convocatoria a elecciones en la seccional. Los festejos del día 11 de marzo a la mañana, cuando finaliza la primera parte de la huelga, convocaron en la plaza central de Villa a 12.000 personas entre obreros de la fábrica y vecinos. Una cifra enorme para una ciudad pequeña como V.C.

La repercusión nacional del triunfo logrado, hizo que el 20 de abril, Villa Constitución fuera escenario del «Plenario de la Democracia Sindical”, con el objetivo de debatir la situación de la clase obrera y -para algunos de los organizadores- crear una Coordinadora Nacional de Lucha Sindical, para hacer frente a la ofensiva de las patronales, de la burocracia sindical y del ejecutivo nacional. Estuvieron presentes las mayores figuras del sindicalismo combativo y clasista de la época: René Salamanca, Armando Jaime, Agustín Tosco. La presencia de V.C. la encabezaba Alberto Piccinini, dirigente de la corriente antiburocrática de la U.O.M de Villa.

En noviembre de 1974 tuvieron lugar las elecciones para “normalizar” al sindicato. Se impuso la lista encabezada por Piccinini. Avanzaban las reivindicaciones de los trabajadores, en particular sobre mejora de condiciones de trabajo. Y se incrementó la democracia desde las bases.

El segundo “Villazo”

Corría el año 1975, más precisamente el mes de marzo, cuando se desata una contraofensiva estatal, patronal y sindical contra la combativa conducción de la UOM Villa Constitución. La respuesta de los trabajadores constituiría un nuevo “villazo”.

Apenas unos meses después de haber asumido la comisión directiva antiburocrática del sindicato, en marzo de 1975 la prensa se hace eco de un supuesto “complot subversivo” con epicentro en Villa Constitución.

Esa conspiración, según el comunicado oficial, pretendía paralizar la industria, amenazando a los obreros mediante el terrorismo, para que no fueran a trabajar. Decía: «La gravedad de los hechos es de tal naturaleza que permiten calificarla como el comienzo de una vasta operación subversiva terrorista, puesta en marcha por una deleznable minoría nacional».

La embajada estadounidense emitió a su vez una nota al respecto: “…”En síntesis, la guerrilla de las fábricas está clasificada ahora con sus primos rurales y urbanos como una gran amenaza subversiva. El público, el gobierno y las autoridades militares están ahora comenzando a apreciar el grado en el que ésta ha tenido éxito. No se ha concertado aun ningún tipo de plan para contrarrestar la subversión industrial, pero se puede esperar algún tipo de plan, principalmente militar, en un futuro cercano.”

El operativo contra la supuesta “guerrilla industrial”  en efecto se llevó a cabo se llamaba “Serpiente roja del Paraná” y cargó contra el conjunto de la industria pesada que se hallaba a la vera de ese río, cuna de organización y combatividad.

Varios dirigentes políticos, entre ellos los radicales Ricardo Balbín y Antonio Tróccoli, se suman a esa calificación. Y los medios de comunicación se encargan de difundirla a escala masiva.

Los reclamos de la nueva comisión y el crecimiento del número de afiliados al sindicato, de 4000 a 7000, habían despertado las ansias de venganza de los sectores del poder. Los hechos de Villa deben comprenderse como parte de un ataque en gran escala contra el ascenso del movimiento obrero, en un ciclo que va, aproximadamente, del Cordobazo al Rodrigazo, a mediados de 1975.

En la madrugada del día 20 de marzo, se desenvolvió un operativo que incluyó a más de 4.000 efectivos policiales, de prefectura y parapoliciales, incluida una caravana de Ford Falcon que llegó a Villa desde Rosario y Buenos Aires. Coparon la ciudad, allanaron las casas y el sindicato y encarcelaron a casi toda la conducción de la seccional

Junto con la Comisión Directiva de la UOM-Villa fueron detenidos cientos de militantes. Cuando llegó la noticia a las fábricas, los metalúrgicos paralizaron la producción. Los obreros, en estado de asamblea permanente, ocuparon nuevamente los establecimientos.

El descabezamiento de la conducción no logró vencer a los trabajadores. La resistencia fue organizada por los militantes de las diferentes fábricas metalúrgicas que no habían sido encarcelados, quienes lanzaron una histórica huelga de 59 días contra las detenciones y la represión. El comité de lucha contaba con nuevos dirigentes y delegados de Acindar, Marathón y Metcon. Fueron los encargados de organizar la solidaridad popular, sostener la huelga, escribir los volantes, declaraciones, etcétera.

Una semana más tarde, el 27 de marzo, la policía desalojó Acindar, deteniendo a más de un centenar de obreros. La huelga se sostuvo igual dos meses, desplegada sobre el territorio. En los barrios continuó la resistencia y se organizaron guardias para enfrentar a las bandas fascistas.  Otros gremios, como ferroviarios y portuarios, se articularon en la lucha.

Merece una mención aparte la “Comisión de Mujeres del Villazo” que se formó a partir de la participación de familiares de los obreros en las asambleas generales y que, a partir de la organización de comités de lucha, fueron las encargadas de conseguir medicamentos y comida para sostener la huelga, y cumplieron un rol imprescindible.

Finalmente, pese a la enorme combatividad de los obreros y la población de Villa, hubo que volver  al trabajo. Cuando los trabajadores volvieron a las fábricas, los despidos alcanzaron a más de 400 activistas. Los presos de Villa Constitución fueron trasladados a diferentes cárceles del país, torturados y castigados de diferentes formas. Hubo desaparecidos. Se sabe que la fábrica Acindar cedió el llamado albergue de solteros a la policía federal para torturar obreros. Fue así uno de los ejemplos de campos de represión clandestina dentro de las mismas plantas de producción.

De los que fueron liberados algunos se exiliaron, mientras que otros perdieron sus trabajos sin posibilidad de reemplazarlo debido a las listas negras que circulaban de empresa a empresa.  Piccinini permaneció preso desde el segundo “villazo” hasta 1982

Ya instalada la dictadura cívico-militar,  un último operativo cayó sobre la planta de empleados de la siderúrgica. Hubo una nueva ola de secuestros y más torturas. Algunos trabajadores fueron entonces asesinados, otros continúan desaparecidos.

Hoy se hallan en curso dos causas que investigan las responsabilidades en la represión, incluidos miembros del directorio de Acindar. La patronal colaboró de todas las maneras posibles en la escalada represiva, en uno de los casos flagrantes de responsabilidad empresaria en los crímenes de la dictadura.

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La historia de los “villazos” merece un lugar sobresaliente en la historia del movimiento obrero del siglo XX. Militantes de aquellas históricas huelgas que aún viven contribuyen hasta hoy a mantener vigente la memoria de aquellas jornadas, evocadas junto a las nuevas generaciones.

La historia de los “villazos” merece un lugar sobresaliente en la historia del movimiento obrero del siglo XX. Militantes de aquellas históricas huelgas que aún viven contribuyen hasta hoy a mantener vigente la memoria de aquellas jornadas, evocadas junto a las nuevas generaciones.

Los historiadores han dedicado libros enteros a narrar y examinar aquellas luchas. Pueden citarse dos, con enfoques bien diferentes entre sí: El Perón de la fábrica éramos nosotros: las luchas metalúrgicas de Villa Constitución 1970/1976, de Andrea Andújar y Agustín Santella, publicado en 2007; y Villazo. La gran gesta obrera en Villa Constitución. Lecciones de una lucha clasista y antiburocrática en el sur de Santa Fe, de Octavio Crivaro, publicado en 2018.

El estudio y análisis del proceso de Villa Constitución puede aportar a la comprensión crítica de un momento clave en la trayectoria de les trabajadores argentinos.

Tomado de tramas.ar

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