Elecciones municipales en Turquía. Ciao Erdogan, ma non troppo

Por Tino Brugos.

Diez meses después de las elecciones presidenciales celebradas en Turquía, que dieron ganador en la segunda vuelta a Tayip Erdogán, se convocaron elecciones municipales para el 31 de marzo de este año 2024. Una convocatoria importante destinada a renovar 15.000 cargos locales y provinciales (alcaldes, concejales y otros menores). Hace casi un año, los pronósticos apuntaban a una posibilidad real para desplazar del poder a Erdogan, motivo por el cual se llegó a una serie de acuerdos y alianzas políticas. La victoria final del candidato y líder del AKP generó una importante frustración y desánimo entre las filas opositoras.

La nueva convocatoria puso en marcha la maquinaria de los diferentes partidos políticos en medio de una importante dispersión electoral, un hecho presente en el mapa político turco desde el restablecimiento de las consultas electorales tras el golpe militar de 1980. Un dato ayuda a comprender esta afirmación: para la alcaldía de Estambul se presentaron 49 candidaturas diferentes. Bien es cierto que con sus 16 millones de habitantes y con una actividad económica que supone el 30% del PIB de Turquía, acceder a ese cargo otorga un inmenso poder político. Así lo entendió el AKP que llegó a poner todos los recursos a su alcance, los partidarios y los del aparato del Estado,  para lograr recuperar un cargo que había perdido en las anteriores elecciones de 2019, arrebatado por el CHP, tradicional partido kemalista, laico y centralista. En esta ocasión, alcanzar la alcaldía de Estambul se convirtió en el trofeo más deseado.

Si bien había voces que anunciaban un triunfo ajustado del AKP, el resultado ha sido en cierto modo sorprendente. El posible empate hizo que desde las filas del CHP se hablara de un triunfo en la segunda vuelta. Sin embargo, la realidad ha sido diferente y la concentración del voto útil en el principal partido de la oposición laica ha llevado a la primera derrota electoral de Erdogan desde el año 2005. A falta de datos oficiales definitivos, el CHP se hace con el 37% del voto, concentrado en las grandes zonas urbanas del oeste del país: Estambul, Ankara y Esmirna, es decir, un tercio del total de la población de Turquía. Esto supone una holgada mayoría para el partido kemalista. De las diez ciudades más importantes del país, el AKP solo mantiene tres. En el caso de Estambul, la mayoría es más ajustada pero la revalidación de su triunfo convierte a Ekrem Imamoglu, del CHP y actual alcalde, en un serio aspirante para la candidatura presidencial de 2028.

CHP: más por las pérdidas del AKP que por méritos propios

A la luz de estos datos y de algunos titulares de prensa, pareciera que el bloque conservador islámico se habría hundido en las elecciones en beneficio de una alternativa opositora encabezada por el CHP. Sin embargo, analizando los resultados globales, lo que se puede observar es la permanencia de los dos grandes bloques electorales, el laico y el conservador religioso. Se puede apreciar algún avance del CHP en el interior de Anatolia central y litoral del mar Negro, pero en conjunto, los datos no cambian demasiado. Lo que ha ocurrido es una fuga de votos desde el AKP de Erdogan hacia un nuevo partido, Yeni Refah Partisi (Nuevo Partido del Bienestar).

Se trata de la reaparición en el escenario político del Refah, partido tradicional de los años 80 y 90 del pasado siglo, dirigido por N. Erbakan que tocó poder en 1996 y fue desplazado del mismo por lo que fue considerado en su momento un golpe blando del Ejército que en aquella época mantenía los valores del laicismo frente al avance religioso. Como si se tratara de un clan familiar, un hijo de Erbakan dirige la nueva formación que recupera la sigla tradicional y plantea críticas serias al AKP de Erdogan por la gestión económica de la crisis que actualmente asola el país con elevadas subidas de precios, tasas de inflación que superan el 50 % y la aparición de casos de corrupción. Los analistas lo definen como un partido ultraconservador e islamista.

Para comprender la diferencia que puede existir entre la concepción islámica del Refah y el AKP, hay que remontarse al momento en el que se produjo el golpe blando de 1996. De aquello, Tayip Erdogan llegó a la conclusión de que con los valores tradicionales y las definiciones políticas heredadas de las décadas de los años sesenta y setenta, el islamismo no podría llegar al poder y, en caso de hacerlo, serían los militares quienes se encargarían de evitar que esa experiencia política pudiera seguir adelante. Eso es exactamente lo ocurrido en aquellos momentos. Para responder a este bloqueo institucional, Erdogan procedió a una refundación del islamismo político tradicional limando una serie de asperezas ideológicas. La operación fue interpretada como el paso hacia una democracia-cristiana al estilo islámico, es decir, un partido conservador basado en valores religiosos y comprometido con el respeto a las instituciones liberales. El AKP, escindido del Refah, encarnó el cambio con un fuerte apoyo mediático y de medios financieros conservadores que buscaban consolidar un nuevo modelo que ofreciera estabilidad política. Se puede recordar que el ascenso del nuevo partido coincide en el tiempo con la llegada al gobierno español del dirigente del PSOE Rodríguez Zapatero, con quien llegó al acuerdo para impulsar lo que denominaron la Alianza de Civilizaciones, cargada tanto de ineficacia como de buenas intenciones.

Los resultados electorales del Yeni Refah no han sido especialmente significativos en lo referente a la obtención de cargos políticos. Solo obtiene el triunfo en dos provincias, pero recoge un importante número de votos procedentes del AKP en muchos territorios, lo que puede interpretarse como un voto de castigo que se dirige hacia una opción ideológica similar no contaminada por las prácticas de los últimos veinte años.

Erdogan se va pero no demasiado

En todo caso, los votos de cada bloque sufren oscilaciones que permiten hacer una inversión en lo que se refiere al reparto de cargos electos. Así, el AKP de Erdogan pasa de controlar 38 provincias a 23 mientras que el sector laico del CHP pasa de 23 a 36. A ello habría que añadir los 2 obtenidos por el Yeni Refah que, con su ascenso global, se convierte en la cuarta fuerza en número de votos.

Si se tiene en cuenta que estamos ante la primera vez que el AKP sufre una derrota electoral, que la batalla por la recuperación de Estambul se salda con un fracaso más la pérdida de importantes cotas de poder, podríamos hablar de debacle tal como hacen algunos titulares de prensa.

Sin embargo, Erdogan seguirá siendo presidente de la República hasta 2028, contando con fuertes poderes otorgados por una Constitución que le permitirá seguir jugando a hacer y deshacer alianzas con diferentes fuerzas islamistas y la extrema derecha fascistizante (MHP, heredero de los Lobos Grises de los años setenta). En todo caso, en una primera reacción, Erdogan ya ha anunciado que estas serán sus últimas elecciones pero su credibilidad es escasa puesto que ya hizo el mismo anuncio en 2009, 2012 y 2022.

El DEM Parti: voto kurdo consolidado

La presencia de una fuerza política kurda o prokurda ha sido una constante desde el restablecimiento de las elecciones en la segunda mitad de los años ochenta del pasado siglo. También ha sido una constante la política de acoso policial y judicial, en paralelo con el desarrollo de la guerra impulsada por el PKK hasta la detención de A. Ocalan en 1999. El resultado ha sido la sucesión de organizaciones clausuradas judicialmente y sus direcciones encarceladas o exiliadas.  HEP, DEP, HADEP, DEHAP, DTP, HDP son los nombres de algunas de esas organizaciones que tuvieron que sufrir los ataques indiscriminados, asaltos a sus sedes, asesinatos de dirigentes políticos y cargos electos, etc. que siguen sin ser investigados y castigados. La impunidad del poder es otra constante en la política turca reciente.

DEM Parti 1La aparición de la nueva organización, que da continuidad legal al HDP de Salahatin Demirtas,   estaba en el punto de mira de diversos analistas políticos que buscaban la posible aparición de grietas en el bloque social prokurdo que se convirtió en la tercera fuerza parlamentaria. Por un lado, se trataba de valorar la reacción social ante una práctica política que lleva de manera sistemática a la disolución oficial de los ayuntamientos y otras instituciones oficiales, constituidas democráticamente pero ilegalizados desde el poder con acusaciones manidas de colaboración con el terrorismo o atentar contra la unidad de la República. Por otro, valorar el posible impacto de los acontecimientos de Gaza entre el electorado kurdo a la luz del impulso que desde el poder y del entorno de Erdogan, se viene haciendo de una propuesta islamista como la representada por el Hüda Par.

Las gestoras municipales: Erdogan no se resigna a perder.

Como si fuera un tramposo de película, Erdogan (y el Estado) disponen de los recursos suficientes para romper las votaciones y anular la voluntad popular. Durante todas estas décadas, los partidos kurdos han ganado muchas elecciones, de diverso tipo (locales, provinciales, estatales, como candidaturas independientes o en alianza con otros partidos de la izquierda turca). Con porcentajes muy sorprendentes para los estándares occidentales. Hablamos de elecciones municipales y parlamentarias y nos referimos a grandes ciudades y pequeñas aldeas. En las elecciones anteriores, el HDP llegó a hacerse con el control de ocho provincias y 65 alcaldías, en algunos casos, de ciudades grandes. En esas ocasiones, el Estado reacciona abriendo expedientes administrativos a las autoridades kurdas. Los motivos son diversos, empezando por el de relación con banda armada hasta llegar a cualquier otro pretexto por temas procedimentales. La reacción estatal consiste en disolver la institución democráticamente elegida nombrando digitalmente una Gestora (Kayum) formada normalmente por personas cercanas al partido del gobierno, encargada de aplicar las leyes de forma ajustada al marco legal. De este modo, el gobierno destituyó a 59 de las 65 alcaldías de grandes ciudades que estaban en manos del HDP. El riesgo de esta práctica es hacer que el electorado se canse y que, ante la imposibilidad de hacer políticas públicas eficaces, acabe dando la espalda a las organizaciones kurdas. La llegada de un partido nuevo, que apenas ha tenido tiempo para presentarse ante su electorado, hacía factible esa posibilidad.

Los datos obtenidos por el DEM Parti (Partido de la Igualdad de los Pueblos y la Democracia) han superado los registros electorales de las elecciones municipales anteriores. Así, se pasa de ocho a diez provincias, a acceder a la alcaldía de diez ciudades grandes y presencia en consejos municipales de 75 ayuntamientos. Sube en número de votos y en cargos electos. En definitiva, si alguien esperaba que aparecieran grietas por ese lado, sus aspiraciones se han visto frustradas a la luz de estos resultados que se pueden calificar de verdadero éxito electoral en algunos lugares cargados de elevado valor simbólico para el movimiento kurdo: triunfo en Batman, capital provincial, que en 1979 tuvo ya un alcalde impulsado por el PKK, Edip Solmaz, asesinado pocas semanas después del triunfo, o de la zona de donde es originaria la familia de Ocalan, o de la localidad donde se fundó oficialmente el partido en 1978. La celebración multitudinaria del Newroz (Día Nacional Kurdo) una semana antes de las elecciones permitía pensar que se obtendrían buenos resultados como así ha ocurrido finalmente.

En lo que respecta a la presencia del Hüda Par (Partido de la Causa Libre), los peores temores tampoco se han confirmado. Se trata de una organización definida como islamista, de extrema derecha, que se presenta como firme aliada de Hamas. Tiene su origen en las actividades criminales desarrolladas durante décadas por parte de Hezbollah turca, una organización integrista que en su día, con el apoyo de Irán y la mirada permisiva del Ejército y la policía de Turquía, se dedicó a asesinar a miles de activistas de izquierda y nacionalistas kurdos a quienes calificaba de ateos e infieles. Tras el secuestro y encarcelamiento de Ocalan, Hezbollah dejó de ser útil al Estado por lo que se procedió a su desmantelamiento por parte de la policía turca y detener a su dirección. Miles de crímenes cometidos por esta organización salieron a la luz pública pero no se hizo nada por investigar en profundidad, conexiones, responsabilidades y castigos.

La llegada al poder de Tayip Erdogan permitió que se hiciera la vista gorda respecto a aquellos crímenes y se les ofreciera la posibilidad de incorporarse a la actividad política legal. El resultado de todo esto es la aparición del Hüda Par, que forma parte en la actualidad de la alianza parlamentaria que sostiene a Erdogan.

El desarrollo de los acontecimientos en Gaza está permitiendo a Erdogan difundir un discurso de hermandad islámica con el pueblo palestino bombardeado por el ejército sionista. Se condenan unas prácticas que el propio Erdogan está impulsando en Rojava por medio de la denominada Guerra Especial, consistente en bombardear y destruir todas las infraestructuras civiles para inducir a la población civil de la zona a huir y hacer que colapse la experiencia de gobierno asambleario y confederal impulsada en el Noreste de Siria por las fuerzas kurdas de Rojava. Junto a este cínico discurso, Erdogan facilita el desarrollo de las movilizaciones impulsadas por el Hüda Par, que se presenta como el gran aliado de la causa palestina y de la solidaridad con Hamas. Haciendo de aprendiz de brujo – o copiando el modelo de Israel de potenciar una alternativa integrista para restar apoyo al nacionalismo laico – Erdogan busca recortar apoyos al nacionalismo kurdo favoreciendo la emergencia de una organización que, por otro lado, cuenta con el apoyo reconocido de Irán, que la presenta como un componente más del eje de la resistencia. La triple H (Hezbollah de Líbano, Hamas y hutíes de Yemen, se convertiría en cuádruple si incorporamos el Hüda Par. Los buenos resultados electorales del DEM Parti han interceptado de momento esta maniobra pero los riesgos siguen presentes mientras se mantenga el operativo militar genocida sobre Gaza.

Las condiciones antidemocráticas de la campaña

Al finalizar la jornada electoral, miles de personas se fueron concentrando delante de las sedes del DEM Parti para celebrar lo que se consideraba que iba a ser un gran triunfo electoral, cantar consignar y bailar la danza govend. Sin embargo, junto a esas imágenes festivas hubo algunos incidentes preocupantes. Según diversas fuentes, se produjeron 3 o 4 muertes en disputas relacionadas con las elecciones: agresiones a interventores del DEM Parti, defensa de urnas, denuncias de fraudes provocados por personas que votaban en diversos lugares o la llegada a los colegios electorales de cientos de autobuses que acercaban a votar a personas no inscritas en el censo oficial. Por extraño que parezca, se trata de una práctica legal en Turquía que permite que personas desplazadas, al servicio del Estado (militares o policías) puedan ejercer su derecho a votar en los lugares donde están efectuando su trabajo en esos momentos. Se trata con ello de diluir el voto nacionalista en determinados lugares mediante la incorporación de las papeletas que introducen personas sobre las que no existe ningún control de que puedan efectuar esa acción en varios lugares a lo largo de la jornada.

Para denunciar estas irregularidades, las organizaciones kurdas invitan a organizaciones hermanas y solidarias a enviar delegaciones de observación y verificación de la limpieza cada vez que se abren periodos electorales. La reacción del gobierno turco es siempre la misma: impedir que esas delegaciones puedan realizar su tarea libremente. Ocurrió así en las elecciones presidenciales del año 2023 y se ha vuelto a repetir en esta ocasión. La Organización de Derechos Humanos (IHD) denunció el día de las elecciones los bloqueos sufridos por diferentes delegaciones en lugares de Siirt, Afri, Hakkari, Dersim y Van. Las prácticas de opacidad y no transparentes, la militarización de los colegios electorales en la zona kurda, los impedimentos para que haya testigos foráneos que puedan observar la limpieza del proceso, son asignaturas pendientes cuando toca hablar de procesos electorales en Turquía y Kurdistán.

Tino Brugos es miembro de la redacción de viento sur

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