Post Fascismo

Por Ismael Jalil .

Entender las nuevas categorías que aunque provisorias desafían a actualizar el pensamiento y la crítica. El gobierno de Milei hace lo que hace porque no es el fascismo en términos conocidos . No tiene respaldo en organizaciones “populares” armadas, no es masivo ni apela a rituales uniformadores, es antiestatista (por lo menos en lo discursivo), etc. La aparición a su alrededor de los grupos concentrados (Techint, Clarín, AEA, etc) tiene que ver con el aprovechamiento en beneficio propio de la precariedad organizativa (otro dato que contrasta con la vieja concepción fascista) y el vacío de sus propuestas. Haberse atrevido a llevar al Congreso una ley a la medida de cada uno de esos poderosos indica que hubo una sobreestimación de la decisión de apropiarse del Estado y una subestimación de la capacidad de respuesta del Pueblo y que el error que antes cometió el peronismo (después del enorme daño provocado por Macri y los radicales) ahora lo cometen estos truhanes: llaman “necesidad de cambio” lo que en verdad es solo bronca y hartazgo.

Un discurso rabioso, enfurecido y presuntamente antisistema tiene el efecto de un placebo. Después viene la realidad que suele dirimirse a través de la lucha de clases (circunstancia que aunque inexorable no es reconocida masivamente). Me resisto a recurrir sólo a la imprudencia de calificar como ignorantes o improvisados para entender la tremenda derrota oficialista de ayer (por el 6 de febrero). Creo que el potencial político real del gobierno es de poca monta (otra diferencia sustancial con las experiencias fascistoides del siglo pasado) y que la enorme transferencia de riqueza de las clases populares hacia las minorías enriquecidas en apenas dos meses de gobierno (sumadas a las obtenidas durante el macrismo y el Fernandismo) marcan el fin de un ciclo.

La elite dominante que sabe mucho de esto, dijo ” hasta acá”. El resolutorio del juez Casanello respecto a limitar a la mediocre y torpe ministra de seguridad. La protesta social se agiganta y la represión desataría consecuencias imprevisibles. Ahí cobra valor las jornadas movilizadas de los trabajadores ocupados y desocupados, militantes de izquierda y asambleas autoconvocadas. Pero sería un error considerar que un fin de ciclo en algo equivalga a que se terminó ese algo. Ahora la tarea es aún mayor. La construcción lenta pero firme de una nueva alternativa popular gestada lejos de las superestructura y de figurines providenciales agotados (y agotadas) es imperiosa. Se equivoca la izquierda si piensa que puede saltear etapas y prescindir de la gran masa peronista. Se equivoca el peronismo si piensa que puede exigir subordinación alguna. Mirar atentamente lo que sucede en el Congreso. En el supuesto que cayera Milei no se resolvería nada si no hay Constituyente en simultáneo. Mucho cuidado con eso. Macri -como el ladrón del barrio- está al acecho y es capaz de cualquier tropelía. Villarruel lo sabe. Nosotros tenemos que profundizar en esas tres o cuatro coincidencias mínimas, reconocer que hay referencias jóvenes insoslayables en uno y otro sector y generar la unidad desde abajo. Desde una discusión asamblearia autoconvocada hasta una choripaneada distendida sirven para eso. Aprovechar que el gobierno viene unificando broncas (lo ocurrido con la detención y apremios sobre militantes radicales es sintomático) y acompañar primero para después sumar. Multiplicar es la tarea , hasta que caiga el DNU y la guerra de posiciones nos encuentre repuestos. Después?… qué importa del después…

Tomado de tramas.ar

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