Amanda Hurtado: «Hay que volver a una academia más popular, más negra, e indígena»

En el mes de noviembre el Proceso de Comunidades Negras, organización referente del Movimiento Negro en Colombia, cumplió 30 años. Colombia Informa habló con Amanda Hurtado, antropóloga e integrante de esta organización, quien se refirió a este acontecimiento en el marco del Décimo Consejo Nacional de Palenque.

Colombia Informa: ¿Cuáles fueron las principales conclusiones, o aspectos a resaltar del Décimo Consejo Nacional de Palenque?

Amanda Hurtado: En ese espacio, el Proceso de Comunidades Negras (PCN) intentó recoger la agenda política de los últimos 30 años del movimiento afrocolombiano en perspectiva del trabajo territorial, el trabajo que se hace con las organizaciones, los consejos comunitarios y grupos de trabajo donde se están discutiendo cuatro temas fundamentales.

Primero, sobre la participación del movimiento social en la política electoral, pero más en clave de la relación entre movimientos sociales y sistemas de partidos, con los que tradicionalmente ha habido un conflicto, donde el movimiento social había buscado desmarcarse de los partidos políticos.

En el caso del PCN, este nace con una política anti electoral en los 90, cuando surge la primera asamblea en Perico Negro. Uno de los postulados centrales del PCN era “no vamos a participar en los partidos políticos”, era como una consigna fundamental del PCN.

En los últimos acontecimientos ante la participación de Francia Márquez, lideresa del PCN, como vicepresidenta, devuelve la pregunta al PCN y es si efectivamente ese principio anti-electoral del PCN va a seguir estructurando su quehacer político o si eso implica una discusión interna que redefina esa lógica.

El debate apunta hacia una tendencia donde efectivamente el PCN va a intentar abrir o dar una apertura a que la participación política electoral sea una línea estratégica de participación.

Creo que hacia allá está apuntando el debate, aunque eso solo lo sabremos después de la Sexta Asamblea que se está proyectando para el próximo año.

Por ahora, el debate está así, hay una correlación de fuerzas interna, donde hay un sector que plantea que debemos mantenernos como movimiento social, que son unas personas del PCN que participan en lo electoral, pero que el principio anti electoral debe mantenerse. Otras personas opinan que se debe dar la apertura a una línea de participación política electoral dentro del PCN.

Foto PCN

El segundo debate es hacia dónde apunta la agenda programática estratégica del PCN, más allá de los derechos étnicos territoriales, porque ha sido una línea que ha estado muy relacionada con los derechos de los consejos comunitarios, ley 70, titulación colectiva, consulta previa, lo ambiental, etc.

Es una agenda que ha logrado espacios importantes a nivel nacional, como la incorporación del enfoque étnico en políticas públicas, el derecho a la participación y la consulta de las comunidades, pero creo que, debe trascender a una agenda también de carácter antirracista.

El desmantelamiento del racismo como una estructura de poder y dominación de larga duración anclada al sistema dentro del mundo capitalista, eso implica salirse de la democracia liberal, de la participación y el reconocimiento para abordar dos cuestiones fundamentales: el poder y la redistribución.

Efectivamente, la democracia liberal se queda corta en el desmantelamiento del racismo. Hemos avanzado en reconocimiento de derechos étnico-territoriales, pero tenemos la población con mayores niveles de desplazamiento forzado. Eso pone a pensar cuál va a ser la estrategia.

Lo otro es que la lucha contra el racismo implica una lucha anticapitalista, anti patriarcal, y no sé hasta dónde se quiera llevar ese ejercicio. Porque también la lucha antirracista implica redefinir las alianzas estratégicas. Por ejemplo, allí no es tan aliada la cooperación o la academia porque entramos a tocar los privilegios y los intereses de clase y racial.

Entonces, la reconfiguración política implica un ejercicio distinto y yo no sé si el PCN quiera dar ese paso. Avanzar en una lucha abiertamente antirracista y dejar de tratar el problema del racismo como un problema de derechos humanos, sacarlo del problema de derechos humanos en una dimensión marxista, estructuralista, que permita leer los órdenes, las prácticas, las lógicas que están detrás de ese sistema. Ahí está el debate, pero no sabemos cómo se va a avanzar.

Foto PCN

El tercer debate que surgió del evento fue el de sí, efectivamente las Naciones Unidas iba a ser un lugar importante para movilizar la agenda de derechos.

Hay dos posturas: Una insiste en que Naciones Unidas sigue siendo un espacio, un mecanismo relevante para movilizar agendas globales reivindicativas. Hay otro sector, del cual yo hago parte, que decimos que Naciones Unidas, después de lo que sucedió con el genocidio contra el pueblo palestino, no es un escenario para movilizar agendas, porque es un organismo imperial que obedece a unos órdenes y unas lógicas imperiales.

Existe otro debate muy fuerte que tampoco logró avanzar mucho, porque los espacios de los Consejos de Palenque son para proponer agendas programáticas, pero, quien tiene la facultad de definir líneas políticas es la Asamblea Nacional. Allí al menos se perfilaron algunos debates, pero no tuvieron profundidad.

El cuarto debate es el de la cuestión de la violencia de género, que fue un ejercicio muy fuerte cuando se presentó el Protocolo de Género del PCN, donde una generación mayor se volvió reaccionaria frente al ejercicio que presentaron las compañeras en relación con la ruta de violencia de género, todavía hay una resistencia muy fuerte.

Apenas estamos hablando de género, ni siquiera hemos hablado de feminismo, inclusive con las políticas de género, que es una cosa liberal, hay resistencias. Ahora imagínate una postura feminista mucho más radical, implicaría otro tipo de debate.

Esos son los elementos que se perfilaron. Nuevamente, lo ambiental es central en la agenda del PCN, alrededor del cambio climático y cómo incidir en los organismos internacionales, multilaterales, como los diferentes foros globales que hay de cambio climático y el ambiente.

Nuevamente, una agenda internacional anclada hacia los sectores multilaterales y no hacia el movimiento global. Entonces, hay una tensión muy fuerte que también se refleja en todos los demás temas estratégicos del PCN.

C.I: Justamente, para hablar de esa apuesta programática del PCN, una de las luchas que se ganó el Movimiento Negro, o más bien, uno de los resultados producto de la lucha del Movimiento Negro, ha sido la Ley 70 del 93, que fue un arduo proceso de movilización y lucha de las comunidades negras por tener ese reconocimiento legislativo. Sin embargo, aún hay debates alrededor de esa ley, uno de ellos es que no cobija a todas las comunidades negras del país, sino que en su mayoría o especialmente a las comunidades asentadas en el Pacífico colombiano, a las comunidades raizales, a las comunidades palenqueras y demás, ¿cómo ha sido esa lucha por el reconocimiento de todas las comunidades en la Ley 70 y que cree que haga falta para avanzar a que la ley cobije a mucha más gente?

Amanda Hurtado: La Ley 70 del 93 fue una ley que se pensó inicialmente para comunidades negras, campesinas, ribereñas, pero que, con el mismo desarrollo organizativo y político del movimiento, hoy es una ley de carácter nacional. No solamente está territorializada en el Pacífico, aunque el Pacífico fue un escenario muy importante y fue como la vanguardia política de la ley y donde se pudo desarrollar un ejercicio a largo plazo.

Hoy tenemos consejos comunitarios en la Amazonía, en Guaviare, en la Orinoquía, acá, en Cundinamarca, en Boyacá, etc. Ya es una política y una demanda nacional. Entonces, la Ley 70 del 93 ha logrado abrir espacios valiosos en la esfera pública.

Antes de la Ley 70 había expresiones organizativas fundamentales, pero, a partir de los 90, hay una proliferación, un avance significativo en materia de organización y reivindicación de derechos. Una cosa crucial ha sido, sobre todo, la titulación colectiva de tierras, que ha sido una demanda histórica nacional y que la Ley 70 ha logrado tramitar y que hoy esas posibilidades no son solamente para el Pacífico, sino para todo el territorio nacional. Entonces, ha habido como una expansión nacional de las demandas.

C.I: Usted mencionaba, en la primera pregunta, algo respecto a la articulación con otras organizaciones sociales. ¿Cómo ha avanzado esa articulación de PCN con otros procesos políticos y con otras organizaciones sociales negras? Pues, se sabe que no es la única.

Amanda Hurtado: El PCN ha tenido, desde su formación, unas alianzas estratégicas con el movimiento indígena, producto de eso fue la participación en la Asamblea Constituyente. También ha tenido articulaciones con el movimiento social amplio, por ejemplo, como fue la Cumbre Agraria, Étnica y Popular, donde el PCN jugó un rol importante. Y finalmente, la alianza con el Pacto Histórico.

Entonces, el PCN ha sido un sector del movimiento que ha estado articulado a las izquierdas, a lo popular, a lo campesino, a lo indígena, en pro de construir un movimiento nacional popular.

Al interior del movimiento negro hay tensiones, porque no somos un campo homogéneo, político, es holístico, polifónico y como es un campo, es atravesado por correlaciones de fuerza.

Hay sectores que son anti PCN, no les interesa articular una agenda con el PCN. Otros sectores que son más aliados estratégicos en cosas fundamentales, como por ejemplo, el CONPA, que es el Consejo Nacional de Paz Afrocolombiano, donde existe una agenda de paz. Allí nos articulamos con algunos sectores aliados y así va funcionando el ejercicio de articulación.

C.I: Una de las urgencias de los sectores populares en general tiene que ver con la construcción y fortalecimiento de la autonomía, que el Estado poco o nada intervenga en las decisiones y rumbos de los sectores populares y rumbos del movimiento social. Para el caso del PCN, ¿cómo ha sido esa construcción y fortalecimiento de la autonomía y cómo se puede trascender aún más?

Amanda Hurtado: Lo de la autonomía ha estado referenciándose más a través de la construcción de los consejos comunitarios como unos espacios autónomos de cuidado de la vida y el territorio para poder garantizar la existencia en el tiempo.

Entonces, la autonomía estuvo muy referida al trabajo territorial con los consejos comunitarios y que esos espacios, pudiesen fortalecer un autogobierno y la etnoeducación.

C.I: Otro de los logros del Movimiento Negro en Colombia ha sido el desarrollo de las acciones afirmativas, lo que se ha llamado, en el caso de las comunidades negras, la reparación histórica, que se defiende mucho y que es una bandera de lucha importante. Sin embargo, vemos que todavía se evidencia la existencia del racismo estructural, que continúa a pesar de estas acciones,  ¿cómo se puede trascender de esas medidas para erradicar el racismo en nuestra sociedad?

Amanda Hurtado: Lo que se trabajó en el Décimo Consejo como estrategia fue la Ley 70. Inicialmente, para dignificar esos espacios históricos de poblamiento de las comunidades y reivindicar mucho la noción de comunidad negra, del pueblo negro. Esto para empezar a desmantelar este racismo estructural donde, ni siquiera, éramos dueños de las tierras que veníamos ocupando ancestralmente.

Entonces, hay un ejercicio muy interesante de estrategias colectivas, sobre todo, para avanzar en la lucha contra el racismo y desmantelamiento de este.

Lo segundo ha sido una insistencia y una incidencia muy fuerte en las Altas Cortes, entre ellas la Corte Constitucional, para garantizar la movilización legal y la creación de nuevos derechos.

En el caso de la consulta previa, que ha sido un derecho fundamental para contrarrestar el extractivismo, pero sabemos que el derecho a la consulta previa se ha reducido a un tema de viabilidad de proyectos, pero en un inicio fue una agenda importante transgresiva.

También, generar derechos como, por ejemplo, el auto 005 de 2009 que establece la conexión del racismo en el conflicto armado. De hecho, el conflicto armado tiene una dimensión racial considerable, ya que en territorios habitados por mayorías afrocolombianas o comunidad negra hubo una intensificación de masacres, de desplazamiento forzado con el objetivo específicamente de romper con estas estructuras comunitarias de larga duración.

Finalmente, la estrategia del Observatorio de Discriminación Racial, que se creó en el año 2006, del cual soy actualmente directora, busca analizar a fondo las órdenes, las prácticas y las lógicas del racismo anti negro, como una forma y una expresión de estructura social que racializa las relaciones sociales. Entonces, estamos en esas estrategias y aperturas.

C.I: Usted dijo que una de las dificultades para enfrentar el racismo, que se tocó en el Décimo Consejo de Palenque, fue como lograr trascender dentro del programa de PCN, a una agenda de desmantelamiento. Esto, necesariamente, lleva a pensar en la academia, que claramente aún opera bajo una lógica blanca. De hecho, hace poco, usted realizó una denuncia pública contra el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) por una negación de su trabajo que tiene que ver con la compilación de las obras de Aquiles Escalante. ¿Qué se viene adelantando desde las personas leídas como negras desde la academia para ir desmantelando ese racismo y que cree que haga falta para dar esa pelea al interior de la academia?

Amanda Hurtado: Yo considero que la academia sigue siendo un saber institucionalizado donde efectivamente se procesan lógicas de racismo epistémico y jerarquización racial. Además, sigue siendo un campo muy del mundo andino, blanco, letrado, todavía hay esas formaciones de la colonialidad del ser, del saber y del poder, que están reflejadas allí.

Yo pienso que a la academia le falta una reestructuración antirracista, donde se pueda hacer una transformación de los currículos, los cuales siguen siendo hegemónicos, eurocéntricos, blanco-centrados, patriarcales, inclusive, donde está la figura de los padres, todo el tiempo esa autorreferencia.

Pienso que tenemos que avanzar hacia una reestructuración y transformación de los currículos, la posibilidad de que se amplíe la diversificación de profesores y profesoras, en su mayoría son hombres blancos o mujeres blancas, no hay presencia de mujeres negras u hombres negros o, mujeres indígenas. Cada vez los sectores populares están más segregados de esos espacios de poder que termina siendo la academia.

Creo que hay que volver a una academia más popular, más negra, más indígena, más campesina, que logre incorporar estas epistemologías como centro de la circulación del conocimiento.

Tomado de colombiainforma.info

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