Israel cierra filas alrededor de la ofensiva contra Gaza // Gaza: “El patio del gran hospital Dar Al-Shifa está lleno de cadáveres”

Sderot viaja del pánico al entusiasmo. La mayor de las ciudades israelíes que rodean la franja de Gaza, con 30.000 habitantes, vivió el pasado sábado una masacre. Ahora, el cierre de filas alrededor de la ofensiva militar contra Gaza permite la reconstrucción psicológica a los residentes del sur de Israel. Miles de soldados y de ciudadanos organizados por cuenta propia empujan juntos. “Toda esta movilización es emocionante”, dice Boaz Harel, un civil y ex combatiente en declaraciones a El Salto Diario.

El estruendo de los tanques bombardeando el pequeño enclave desde Sderot resuena por toda la ciudad. Las muertes civiles en la franja de Gaza ya alcanzan las cuatro cifras, pero en el punto de apoyo militar establecido en el Centro Recreativo de Sderot nadie se plantea que el bombardeo sea lo correcto. “Aquí nadie hace preguntas”, dice Harel: “Somos uno. Ya a nadie le importa que seas de izquierdas o de derechas. Todo el mundo está metido, y esta cooperación está levantando nuestra moral”.

Harel tiene a su alrededor adolescentes con rizos que les cuelgan por encima de las orejas que lamentan ser demasiado jóvenes para unirse al ejército en un momento de vulnerabilidad nacional. Se dedican a repartir comida, que sobra a montones. Este ex combatiente forma parte de un grupo de reservistas y veteranos de guerra llamado Brothers and Sisters in Arms. Estuvo presente en las anteriores “guerras”, como las llama él, contra las milicias de la franja de Gaza. Dice que esta es algo distinto. “La situación es mucho más grave”, indica, “en las anteriores ocasiones nos atacaban únicamente con cohetes. Que no digo que no sea horrible. Lo es. La gente no puede vivir en esa situación. Pero es que ahora la gente abría las ventanas y se encontraba con sus amigos siendo tiroteados enfrente de sus casas. Por eso la población atraviesa ahora un nivel superior de histeria”.

Cada vez son más los dirigentes políticos y militares israelíes los que ofrecen declaraciones confundiendo interesadamente el conjunto de los civiles palestinos con militantes de Hamas, o directamente llamando a la limpieza étnica

Quienes toman decisiones en Israel se apuntan a la histeria y le sacan partido. Cada vez son más los dirigentes políticos y militares israelíes los que ofrecen declaraciones confundiendo interesadamente el conjunto de los civiles palestinos con militantes de Hamas, o directamente llamando a la limpieza étnica. Primero, altos cargos del ejército hicieron saber que no disparaban contra Gaza con precisión, sino que “van a hacer daño”. Más tarde, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, presentó el bombardeo indiscriminado y el bloqueo total de la franja de Gaza alegando que Israel se enfrenta a “animales humanos”. El propio Isaac Herzog, presidente de Israel y considerado un hombre moderado en sus intervenciones, se ha descolgado con una demostración de odio desenfrenado: “Toda la población de Gaza es responsable de lo que ha ocurrido”, decía Herzog el viernes mientras Israel dejaba caer 1.000 bombas al día por sexta jornada consecutiva: “Eso de que los civiles no están implicados [en las actividades de Hamás] no es cierto. Es absolutamente falso. Los civiles se podrían haber levantado contra ese diabólico régimen [de Hamas]”.

Ante la aceptación de los grandes poderes del mundo, que financian y avalan los crímenes contra la humanidad del estado de Israel, la idea de la limpieza étnica aparece en el imaginario de la élite israelí. Los actuales líderes lo dejan caer únicamente entre líneas. Pero los que ya están retirados no se esconden: “en el desierto del Sinaí, en Egipto, el espacio es interminable”, decía en declaraciones a Al Jazeera el antiguo número dos del ministerio de Asuntos Exteriores israelí, Danny Ayalon: “La idea es que [la población de Gaza] se vayan hacia esos espacios abiertos y que la comunidad internacional les construya ciudades”.

Una de las raíces del conflicto conflicto palestinoisraelí está en las narrativas irreconciliables entre ambos lados. En Sderot, muchos defienden que las desgracias de la población de la franja de Gaza tienen su origen en Hamas. Lo creen incluso cuando se oyen de fondo los tanques disparando contra Gaza por octavo día consecutivo: “Hamas es un movimiento con el que no se puede negociar ni estar de acuerdo porque tienen en la base de su pensamiento que deben matar en nombre de dios”, dice desde el Centro Recreativo de Sderot el voluntario Itay Dahan: “La gente que vive en Gaza no tiene agua ni electricidad y eso es por culpa de Hamas. Porque se quedan con toda la financiación que les llega desde alrededor del mundo”.

Según Dahan, y a pesar de el bloqueo, la franja de Gaza tiene en sus manos progresar tanto como lo ha hecho Israel en las últimas décadas. “En los 50 años que hace desde el Yom Kipur Israel ha construido los kibutz, la infraestructura nacional, ha construido toda una industria de alta tecnología, ha tenido ganadores de premios Nobel. Pero, ¿qué han hecho ellos en ese mismo tiempo? ¿Qué hacen con todo el dineo  que tienen? Compran armas, construyen túneles, y no hacen otra cosa que averiguar cómo matar a los del otro lado”.

“Llévame a Gaza y mátame”

“Ya hemos tenido bastante de esta vida. No nos queremos quedar aquí mientras nuestros hijos mueren en Gaza. Queremos regresar y morir con ellos”. A Ahmad solo le queda fuerza para hablar de sus hijos. Es una de las más de 600 almas en pena que deambulan descompuestas por el recinto que rodea un pabellón municipal en Ramala, la Cisjordania ocupada. Todos ellos son residentes de la franja de Gaza, pero cuando la guerra estalló se encontraban trabajando en suelo israelí. Desde entonces, no pueden regresar a casa ni estar en contacto con sus seres queridos. Han pasado nueve días, un éxodo de más de un millón de personas y más de 2.200 víctimas mortales.

El boca-oreja les ha hecho saber que en Ramala hay miles de ciudadanos palestinos aportando donaciones que salen de sus casas con tal de acogerlos. Los refugiados palestinos duermen en colchonetas, amontonados por el suelo. Pero la verdad es que los gazatíes no quieren estar en Ramala: “Volveríamos a Gaza costara lo que costara”, dice en declaraciones a El Salto Diario este hombre de unos 35 años originario de Khan Younis, en el sur de la franja. “Todavía estamos vivos, pero vivimos sin alma”.

“Llévame a Gaza y mátame”, dice otro trabajador atrapado en Ramala. Se llama Nidal, y también es de Khan Younis. “No queremos dinero. No queremos vivir en la humillación. Estamos muy cansados”. Si pudieran regresar a Gaza, aseguran, podrían morir con su familia. “En esa cárcel civil hay familias que han volado por los aires. Familias de las que ya no queda ni un solo miembro con vida. Ni un adulto. Ni un crío. Y ya tenemos bastante. Lo rogamos a Dios. Llevadnos a Gaza y matadnos”.

Nidal siente tanta rabia que vocifera mientras se le marcan las venas en el cuello. Dice que se dirige a los líderes de alrededor del mundo. Señala el micrófono al que dispara las palabras con el dedo índice de cada mano, y le grita como si en su lugar estuvieran los rostros de quienes lideran las autoridades que ve como corresponsables de su miseria. “Llamamos al presidente Mahmoud Abbas, llamamos a la Unión Europea, llamamos a las naciones árabes y musulmanas. Basta! Despertad! Despertad! Estamos psicológicamente agotados! Solo tengo un mensaje: venid con nosotros a Gaza y dejadnos morir. Dejadnos ver a nuestras familias. Nuestras madres, nuestros padres, nuestros hijos. Eso es lo que pedimos los seres humanos. No queremos vivir más. Tenemos los corazones destrozados”.

Estos días Israel ha estado disparando fósforo blanco tanto en la franja como en Líbano, un producto que produce fuertes quemadas en la piel y que es capaz de prender fuego en edificios

La gente de Gaza también conoce el derecho internacional que les debería estar protegiendo. Estos días Israel ha estado disparando fósforo blanco tanto en la franja como en Líbano, un producto que produce fuertes quemadas en la piel y que es capaz de prender fuego en edificios. Su uso es ilegal en sitios habitados. Gaza es el trozo de suelo más densamente poblado del planeta. “Para qué lanzas fósforo blanco en Gaza?”, lamenta Sharif, residente de Gaza también atrapado en Ramallah: “¿Qué culpa tienen nuestros niños? Qué culpa tienen nuestros niños? Qué culpa tenemos los civiles? Las familias? Nuestros niños viven ahora en la calle y mi tío está desaparecido desde hace días”.

Nidal, que está a su lado, va más allá: “lo que están haciendo contra nosotros es una exterminación masiva. Y eso el derecho internacional lo prohíbe”. Hay cosas que no constan en el derecho internacional que también le corroen: “Somos parte de la humanidad. No va de ser palestinos, iraquíes, sirios o libaneses. Tenemos corazones. Pero después resulta que los niños israelíes son humanos y que los nuestros son animales”.

El espejismo de la seguridad israelí

Decenas de familias israelíes originarias del sur del país se han desplazado a Tel Aviv. Hoteles como el Herods los alojan enfrente del Mediterráneo. Correteando por la playa, los más pequeños tratan de pasar página de los horrores que su comunidad sufrió el fin de semana pasado, cuando su mundo se rompió. Grupos y civiles israelíes se movilizan hasta allí para entregarles comida y lo que puedan necesitar.

Desde la arena, mientras sus hijos juegan a voley, Dalia atiende a El Salto Diario. Lleva gafas de sol, pero la consternación se le nota en la voz. “Ese es el problema”, indica Dalia: “Pensaba que estábamos seguros. Que teníamos seguridad, ejército. Ahora no sé qué haremos. Sentimos que estamos por nuestra cuenta”. En el moshav donde ella vive, relata, sobrevivieron gracias a los chicos del Kitat Konenut, el grupo de residentes de cada comunidad que de forma voluntaria asumen la defensa del municipio. “La mitad de ellos murieron, pero nos salvaron”, reconoce Dalia.

Dalia no está enfadada con los soldados, que tardaron horas en aparecer. “Ellos hacen lo que pueden”, alega. Lo está con el gobierno: “Pero no creo que ahora sea el momento para eso. Sólo espero que terminen con ellos. Pienso en mi familia y en mi misma”. Varios familiares de Dalia se han movilizado en lo que teóricamente es una operación para extinguir el grupo político y armado de Hamás. Dalia expresa que espera que regresen sanos y pronto. “Pero no antes de que terminen con ellos”, dice mientras sus cuatro hijos juegan alrededor. “Pasan los años y siempre estamos en la misma situación, pero ahora no hay punto de retorno”, advierte esta ciudadana israelí: “que destruyan mi casa en la batalla si es necesario”.

Tomado de elsaltodiario.com

******************

Gaza: “El patio del gran hospital Dar Al-Shifa está lleno de cadáveres”

Por Ibtisam Mahdi

El Dr. Mohammad Abu Salmiya, director general del Hospital Dar Al-Shifa (Casa de Curación) y presidente del Comité de Emergencia de la Franja de Gaza, dijo que si el mundo no interviniera para detener los bombardeos de las fuerzas israelíes y la intensificación del bloqueo de la En la Franja de Gaza, “la situación sanitaria será catastrófica y el sistema sanitario del hospital Al-Shifa colapsará en unas pocas horas”.

Abu Salmiya habló conmigo el jueves 12 de octubre por la tarde desde el hospital, tratando de hacer malabarismos con sus responsabilidades para con el personal y los pacientes con su determinación de mantener informados a los periodistas sobre la crisis en el centro médico. Estaba claramente exhausto y abrumado por el caos.

“La escena es trágica. Casi cada hora somos testigos de cifras sin precedentes, que llegan a 100 heridos y 20 mártires cada hora. Nunca antes habíamos visto cifras como estas”.

La capacidad del Hospital Al-Shifa, uno de los hospitales más grandes de la Franja de Gaza, ha llegado a su límite. Los médicos se vieron obligados a colocar a los heridos en pasillos, pasillos y en el suelo para brindarles atención urgente.

La unidad de cuidados intensivos no puede acoger a más heridos porque todas las camas están ocupadas y los departamentos operativos trabajan día y noche. En toda la Franja de Gaza, los suministros médicos y el combustible están casi agotados.

Según Abu Salmiya, esta extraordinaria presión sobre el hospital ha agotado al personal médico, que ha estado trabajando continuamente durante seis días y apenas descansando. Los momentos más difíciles, que sucedieron con demasiada frecuencia, fueron cuando “los miembros del personal recibieron la noticia de que un familiar o pariente había muerto, o que su casa estaba siendo atacada” “, explicó Abu Salmiya. “Pero los miembros del personal no abandonaron sus puestos y continuaron brindando servicios médicos”.

Abu Salmiya dijo que actualmente sólo había suficiente combustible para tres días más. Se proporcionaron baterías para reemplazar el combustible de la iluminación, pero sólo funcionan parcialmente y no pueden ser un sustituto suficiente. “Estas son sólo soluciones temporales”, advirtió.

Abu Salmiya añadió que 120 pacientes en la unidad de cuidados intensivos necesitan oxígeno continuo, al igual que las salas de pediatría y prematuridad, los quirófanos y las unidades de diálisis. También necesitan electricidad constante, de lo contrario sus sistemas se apagarán y colapsarán por completo, lo que podría significar la muerte de todos los que reciben tratamiento allí.

Incluso la morgue del hospital tuvo que ser cerrada. “Hemos decidido no recibir más los cuerpos de los mártires en los refrigeradores de la morgue, porque simplemente no pueden acomodar la enorme cantidad de cadáveres. El patio del hospital está ahora lleno de muertos de los que las familias se despiden rápidamente antes de sacarlos del patio y enterrarlos”.

A pesar de todas estas dificultades, la administración del hospital Al-Shifa está tratando de instalar tiendas de campaña en el patio para alojar a algunos de los heridos, así como a los pacientes que han sido tratados, o que no pueden regresar a sus hogares destruidos, o cuyo estado de salud La salud debe ser monitoreada. Pero todavía no hay suficientes suministros básicos para brindar estos servicios y no hay alternativas.

Por eso Abu Salmiya pidió a las organizaciones internacionales y a la Cruz Roja que intervengan inmediatamente para entregar suministros médicos y combustible a Gaza. Hizo un llamado a los gobiernos extranjeros para que encuentren soluciones concretas al empeoramiento de la situación.

“Parece que la comunidad internacional está unánimemente de acuerdo en exterminar a la población de Gaza dejando que Israel corte la electricidad y el agua y colapsando todo el sistema sanitario, el más importante en tiempos de guerra”, declaró. (Artículo publicado en el semanario estadounidense The Nation , 13 de octubre de 2023; traducción editorial A l’Encontre )

Ibtisam Mahdi es un periodista independiente de Gaza que se especializa en temas sociales, particularmente aquellos que afectan a mujeres y niños. También trabaja con organizaciones feministas en Gaza en el campo de la información y la comunicación.

Tomado de alencontre.org

Visitas: 4

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

RSS
Follow by Email