Rusia: La perpetua conspiración “trotskista”

Por Ilya Budraitskis

¿Por qué la propaganda rusa ha atacado al “trotskismo” durante más de 20 años de gobierno de Putin? ¿Cómo se relaciona su fijación con el “trotskismo” con el contexto ruso? El teórico político Ilya Budraitskis rastrea los orígenes de las teorías conspirativas del KGB.

Vladimir Putin se refirió recientemente al trotskismo como una “mala teoría” basada en la idea de que “el objetivo no es nada, el movimiento lo es todo”. A lo largo de su presidencia, Putin ha repetido a menudo esta extraña fórmula, que al no tener nada que ver con las opiniones originales de León Trotsky ayuda a comprender mejor la propia psicología de Putin. Por ejemplo, los objetivos de la sangrienta guerra que libra desde hace dos años siguen siendo incomprensibles para cualquiera, incluidos los que ahora mueren por ellos. Hace casi una década, Ilya Budraitskis analizó en detalle la paradójica fijación de Putin por un imaginario “trotskismo”. Este análisis sigue siendo actual.

Hablando en una reunión de su Frente Popular de toda Rusia hace un par de días, Vladimir Putin dijo: “Trotsky tenía este [dicho]: el movimiento lo es todo, el objetivo final no es nada. Necesitamos un objetivo final”. La proposición de Eduard Bernstein, citada erróneamente y atribuida por alguna razón a León Trotsky, es probablemente el recurso retórico más común del presidente ruso. Lleva muchos años repitiéndola ante audiencias de periodistas y funcionarios mientras habla de política social, retrasos en la construcción de las obras olímpicas o el descontento de la llamada clase creativa. “La democracia no es anarquismo ni trotskismo”, advirtió Putin hace casi dos años.

Las invectivas antitrotskistas de Putin no dependen del contexto ni están influidas por su audiencia, y mucho menos son amenazas veladas a los pequeños grupos políticos que hoy en Rusia se reclaman herederos de la IV Internacional. El trotskismo de Putin es de otro tipo. Sus causas no se encuentran en el presente sino en el pasado, enterradas profundamente en el inconsciente político de la última generación de la nomenklatura soviética.

El extraño mito de la conspiración trotskista, que surgió hace décadas, en otra época y en otro país, ha experimentado un renacimiento a lo largo del gobierno de Putin. Percibiendo, al parecer, la debilidad personal del presidente por el “trotskismo”, medios de comunicación serviciales y expertos corruptos han convertido este trotskismo en parte integrante del gran estilo propagandístico. Hasta su muerte, el infatigable “trotskista” Boris Berezovsky tejió su sucia red desde Londres. Hasta que se convirtió en un patriota conservador, el incendiario “trotskista” Eduard Limonov sedujo a los jóvenes con el extremismo. Los “trotskistas” camuflados de las administraciones Bush y, más tarde, Obama han seguido sembrando la guerra y las revoluciones de colores. Desenmascarar a los “trotskistas” se ha convertido en un ritual tan importante que, para la buena suerte, por así decirlo, el famoso Dmitry Kiselyov decidió lanzar un nuevo recurso mediático invocándolo. ¿Cuál es la historia de esta conspiración? ¿Y qué tienen que ver con ella los trotskistas?

Las teorías de la conspiración son siempre conservadoras por naturaleza. No ofrecen una valoración alternativa de los acontecimientos, sino que, constantemente tardías, van detrás de ellos, inscribiéndolos a posteriori en su propia lectura pesimista de la historia. Así, en sus Memorias que ilustran la historia del jacobinismo (1797), el sacerdote jesuita Augustin Barruel, pionero de la moderna teoría de la conspiración, situaba la Revolución Francesa, que ya había tenido lugar, en el catastrófico final de una gran conspiración de los templarios contra la Iglesia y la dinastía capeta. Las teorías de la conspiración masónica cobraron verdadera fuerza a finales del siglo XIX, cuando el apogeo del poder de los masones ya había pasado. Por último, la idea de una conspiración judía adquirió su forma definitiva en Los protocolos de los sabios de Sión, fabricados por la policía secreta zarista a principios del siglo XX, cuando el poder del capital financiero judío ya había sido socavado por el creciente poder del capital industrial. Las teorías de la conspiración siempre han sacado energía de este vínculo distorsionado con la realidad, porque cuantos menos conspiradores se pudieran observar en el mundo real, más audazmente se les podía dotar de increíbles poderes mágicos en el mundo imaginario.

En consonancia con la naturaleza reactiva y tardía de las teorías de la conspiración, el mito de la conspiración trotskista surgió en la Unión Soviética cuando la Oposición de Izquierda, los verdaderos partidarios de Trotsky, hacía tiempo que habían sido destruidos. Sin embargo, a diferencia de las conspiraciones del pasado, generadas por agentes secretos y locos de las letras, los cimientos de la conspiración trotskista fueron colocados ordenadamente por los investigadores de la NKVD. La lógica de espejo distorsionador del Gran Terror dictaba que, aunque los “trotskistas” se ocultaran hábilmente, y cualquier persona pudiera demostrar ser uno de ellos, la conspiración debía ser necesariamente desenmascarada. Una ley no escrita del socialismo estalinista era que la verdad saldría a la luz, y esto, por supuesto, privó a la teoría de la conspiración de su reveladora aura de misterio.

Tras la muerte de Stalin, cuando las Purgas eran cosa del pasado y la sociedad soviética había empezado a inhibirse y a volverse conservadora, el mito de la conspiración adquirió rasgos más familiares. El periodo de estancamiento, con su apatía general, desconfianza y depresión social, fue un caldo de cultivo ideal para la teoría de la conspiración. Hacía tiempo que nadie veía trotskistas vivos y parecía una tontería denunciarlos, pero todo el mundo estaba bien informado sobre los peligros del trotskismo.

 

es historiador y activista cultural y político. Desde 2009 en el Instituto de Historia Mundial de la Academia Rusa de Ciencias, Moscú. En 2001-2004 organizó a activistas rusos en movilizaciones contra el G8, en Foros Sociales Europeos y Mundiales. Desde 2011 ha sido activista y portavoz del Movimiento Socialista Ruso. Miembro del consejo editorial de “Moscow Art Magazine”. Colaborador habitual de numerosas páginas web de carácter político y cultural.

Fuente:

https://posle.media/language/en/the-perpetual-trotskyist-conspiracy/
Temática:

Traducción: Antoni Soy

Tomado de vientosur.info

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