VENEZUELA-Conuco de historias indígenas en resistencia: Pörinäri Ajemä, río esmeralda que da vida/ Ver- Pescadores de estrellas

El río, principal fuente de recursos hídricos de Puerto Ayacucho, capital del estado Amazonas, se enfrenta a una amenaza real por la minería, y diversas voces insisten en la corresponsabilidad en su protección tanto desde los pueblos indígenas como de los criollos.

El río Cataniapo es la única fuente de agua dulce de Puerto Ayacucho, capital del estado Amazonas, en Venezuela. El Pörinäri Aje o Ajemä, como lo conoce el pueblo indígena Huottöja en su lengua propia, y que traduce al castellano río verde, no sólo sirve de sustento a las 35 comunidades que se ubican en sus riberas, sino que el correr de sus aguas también garantiza la pervivencia de su cultura. En momentos en los que la amenaza de la minería es cada vez más real, este pueblo, uno de los 21 registrados en la Amazonía venezolana ante el Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas, intenta resistirse a la explotación de sus recursos y hace un llamado para que la protección del río sea compartida por todas las comunidades, indígenas o no. Acabar con el Pörinäri Aje, dicen, es terminar con su pueblo.

Transcripción de la pieza sonora | Pörinäri Ajemä, río esmeralda que da vida

PULSE IMAGEN

Ficha técnica


Tipo de contenido: Sonoro.

Año de realización: 2023.

Título de la serie: Conuco de historias indígenas en resistencia. Un viaje sonoro por la Amazonía venezolana.

Equipo realizador: Osdaly Aponte y Kisme Evaristo, con apoyo editorial de Nathalia Salamanca.

Lugar: Puerto Ayacucho, Venezuela.

Duración: 00:17:50.

El río Cataniapo o Pörinäri Aje o Ajemä, como lo conoce el pueblo indígena Huottöja en su lengua propia, y que traduce al castellano río verde, no sólo sirve de sustento a las 35 comunidades que se ubican en sus riberas, sino que también garantiza la pervivencia de su cultura. El río, principal fuente de recursos hídricos de Puerto Ayacucho, capital del estado Amazonas, se enfrenta a una amenaza real por la minería, y diversas voces insisten en la corresponsabilidad en su protección tanto desde los pueblos indígenas como de los criollos.

Los Huottöja, que en lengua propia del mismo nombre significa “gente con conocimiento”, están entre los 21 pueblos del estado Amazonas reconocidos por el Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas de Venezuela. También conocidos como Piaroa, los Huottöja se dedican a la agricultura y habitan principalmente en zonas boscosas. Gran parte de sus comunidades, unas 35, se ubican en las riberas del río Cataniapo.

El Pörinäri Ajemä o río verde, como los Huottöja llaman a este afluente, se extiende unos 108 kilómetros desde su nacimiento en las montañas que dividen a los municipios Atures y Manapiare, hasta la desembocadura en la margen derecha del río Orinoco. Sus aguas abastecen a todas las comunidades cercanas a sus riberas (pueblos como los Huottöja, Jivi, Curripaco y Baré, y a criollos y extranjeros, principalmente colombianos), así como también a los más de 180 mil habitantes de Puerto Ayacucho.

En el estado Amazonas de Venezuela, este río se ha ganado el respeto de muchos, principalmente el de este pueblo indígena ancestral que, durante años, lo ha cuidado con la convicción de que les ha dado la vida. Cuenta la leyenda, según el sabio Nereo Silva, que los ríos, las selvas y las montañas están conectados como un todo, como un solo ser vivo mitológico, y cada espacio, sus piedras, sus árboles, sus corrientes, han servido como refugio o escenario de hechos históricos de este pueblo.

El Cataniapo fue testigo de la llegada de los Huottöja en el siglo XVII y ha visto cómo se han formado las comunidades y la manera en que sus aguas soportan los rituales de limpieza y de pureza de sus mujeres. Estas aguas les sirven de principal salvaguarda porque además de brindarles protección espiritual, los limpia y aleja los malos espíritus.

          Puente Cataniapo ubicado en el río Cataniapo, estado Amazonas, Puerto Ayacucho, municipio Atures 📷 Kisme Evaristo

“Para mí como persona Huottöja, el río es lo más importante que pueda haber en el universo porque nosotros venimos de las raíces de ese río y del árbol de la vida es que viene es la protección de nosotros, porque de ella podemos beber y podemos comer y podemos protegernos a nuestro ser del agua, y entonces ese es como un sagrado de nosotros”, dice Sandy Olimar Sánchez, mujer nativa Huottöja, líder social, emprendedora y promotora turística. Sandy dice que su misión en esta vida es lucha por promover y dar a conocer su cultura.

Héctor Escandell García, geógrafo, profesor universitario e integrante de la Red de Defensores y Defensoras de Derechos Indígenas y Derechos de la Naturaleza del estado Amazonas explica que la cuenca del río Cataniapo, por su relevancia geoestratégica, fue decretada en el año 1992 como una zona protectora de cuenca hidrográfica, categoría de Administración Especial que intenta proteger la calidad ecológica de la cuenca.

“En el reconocimiento de que es una cuenca habitada, pues la figura lo que persigue es que los usos que se hagan en la cuenca sean cónsonos con la necesidad de conservar calidad y cantidad de agua. En consecuencia amerita una corresponsabilidad no solo desde las instituciones públicas sino desde los mismos pobladores”, dice.

En la actualidad, el río está bajo la amenaza de la minería, lo que genera enfrentamientos entre miembros de las comunidades, ya que mientras algunos hablan de protección y cuidado, otros defienden su uso de esta manera para garantizar ingresos y sostener a sus familias. En 2015, grupos irregulares intentaron ingresar, sin éxito, a la zona donde nace el río Cataniapo para extraer minerales como el coltán, el estaño y el oro. Sin embargo, esta práctica ha iniciado a manos de miembros de las mismas comunidades indígenas.

La participación de indígenas en la minería ha motivado el desarrollo de asambleas de chamanes, caciques y líderes, máximas autoridades ancestrales, para tomar decisiones y evitar enfrentamientos entre familias del mismo pueblo por el choque respecto a sus visiones de protección y uso del territorio. Justamente, en busca de soluciones, el 3 de febrero de 2023, con la presencia de representantes de la Defensoría del Pueblo, Ministerio Público y Ministerio de los Pueblos Indígenas, los líderes realizaron una asamblea para constituir la Jurisdicción Especial Indígena para enjuiciar y sentenciar a las personas por hechos que vayan en contra de la cultura Huottöja. En la asamblea se definió que las autoridades pueden expulsar a los miembros del pueblo que practiquen la minería en cualquier parte de la cuenca hidrográfica.

Sin embargo, dicen los que saben, como en muchas otras oportunidades, será el río el que intervendrá para solucionar el problema a través de sus dioses mitológicos y con el apoyo, sin lugar a dudas, de sus más fieles protectores: el pueblo Huottöja.

“Para nosotros el río Pörinäri Aje, el río Cataniapo es valioso, es importante, y fue respetado siempre. Por eso es que nosotros, los que somos de este tiempo, los que vivimos en este tiempo también lo respetamos, porque nuestros antepasados lo respetaron y lo cuidaron”, asegura Nereo Silva, sabio del pueblo indígena Huottöja.

Hoy más que nunca es de vital importancia mantener el Cataniapo. Los niños, las niñas y las generaciones venideras merecen disfrutar de esta riqueza cultural que los ha identificado a lo largo de la historia. Los abuelos o shamanes, máxima autoridad del pueblo, siguen inculcando en sus descendientes lo que ha representado y aún representa para ellos el Pörianäri Ajemä.

Nota: La serie documental Conuco de historias indígenas en resistencia. Un viaje sonoro por la Amazonía venezolana nació de un proceso de cocreación de periodistas y comunicadores indígenas y no indígenas de Venezuela y Colombia, parte de la Red Tejiendo Historias. La coordinación editorial estuvo a cargo del medio independiente Agenda propia.

Tomado de: Correo del Caroní.

 

 

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Pescadores de estrellas

Mariano Yarumare es un abuelo de 72 años que, después de jubilarse, regresó a la pesca. Miguel, Dira y Josué Sandalio son padre, madre e hijo y comparten el saber tradicional, heredado del pueblo Baré. Aunque provienen de San Carlos de Río Negro, hoy habitan el barrio Cataniapo, sector El Calvario, en Puerto Ayacucho, a 421 kilómetros de distancia de su comunidad.

En el río Orinoco, la pesca es un saber que peligra por los cambios en el clima, la presencia de grupos armados y el extractivismo, pero no porque se deje de practicar. Mariano Yarumare es un abuelo de 72 años que, después de jubilarse, regresó a la pesca. Miguel, Dira y Josué Sandalio son padre, madre e hijo y comparten el saber tradicional, heredado del pueblo Baré. Aunque provienen de San Carlos de Río Negro, hoy habitan el barrio Cataniapo, sector El Calvario, en Puerto Ayacucho, a 421 kilómetros de distancia de su comunidad. Este relato sonoro recoge sus voces y es acompañado por extractos dramatizados del relato Pescadores de estrellas, título de un cuento creado en el nicho lingüístico baré Nupjani Wáyeni (Mi casa alegre), con el que niñas y niños aprenden los secretos de la pesca artesanal.

Transcripción de la pieza sonora | Pescadores de estrellas, un saber que persiste en el pueblo Baré

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Ficha técnica


Tipo de contenido: Sonoro.

Año de realización: 2023.

Título de la serie: Conuco de historias indígenas en resistencia. Un viaje sonoro por la Amazonía venezolana.

Equipo realizador: Madelen Simó Sulbarán, con apoyo editorial de Nathalia Salamanca.

Lugar: Puerto Ayacucho, Venezuela.

Duración: 00:18:46.

En el río Orinoco, la pesca es un saber que peligra por los cambios en el clima, la presencia de grupos armados y el extractivismo, pero no porque se deje de practicar. En tiempos modernos y con una crisis como la que se vive en Venezuela, los habitantes del estado Amazonas tienen mucho que agradecer a este saber que les ha permitido saciar el hambre: la Madre Tierra y, en este caso, el Río Padre siguen siendo bondadosos.

Mariano Yarumare es un abuelo de 72 años que, después de jubilarse, regresó a la pesca. Miguel y Josué Sandalio son padre e hijo y comparten el saber. Diraima Álvarez es la madre de Josué y la mujer que acompaña a la familia en la pesca. Aunque provienen de San Carlos de Río Negro, hoy habitan el barrio Cataniapo, sector El Calvario, en Puerto Ayacucho, a 421 kilómetros de distancia. Allí, con guarales, perchas y cacure –sus instrumentos de trabajo–, preservan la tradición de la pesca artesanal y se aseguran de mantenerla con vida, de generación en generación.

Como ellos, otras tantas familias del barrio, tratan de mantener algunas costumbres y prácticas como la pesca, la siembra de plantas y, más recientemente, la revitalización del idioma baré, nombre homónimo del pueblo originario al que pertenece la mayoría.

                            A canalete o a motor pescan los indígenas en el Orinoco 📷 Madelen Rocío Simó Sulbarán

Antes del año 2017, fecha en la que la crisis económica del país se intensificó, con un reporte del Banco Central de Venezuela de inflación anual de 862,6%, la mayoría de los pobladores de Puerto Ayacucho, capital del estado, se dedicaba a trabajar en la administración pública o en un comercio próspero. Entonces, muchos habían dejado a un lado la práctica de la pesca, saber de los pueblos indígenas de la región, especialmente del Baré. Pero, al intensificarse la escasez de comida y medicinas, y al pulverizarse los ingresos económicos, algunos se abocaron a rescatar lo que en sus familias les habían enseñado: “El pescado ha salvado a Puerto Ayacucho”, subraya Miguel Sandalio, uno de los pescadores del Amazonas venezolano y que protagoniza esta historia.

La vuelta a la pesca artesanal ha sido una manera simbólica de honrar a esas comunidades que quedaron atrás cuando se mudaron a la capital del estado Amazonas en busca de progreso. En los recuerdos de las voces de sus abuelos, tíos y padres yacía el secreto que hoy les sirve de sustento a muchas familias de la región, en un tiempo en el que el salario mínimo apenas alcanza los 130 bolívares, un poco más de 4 dólares.

Mariano Yarumare comenta que aunque muchos en Puerto Ayacucho se dedican a la pesca con herramientas grandes como la malla de chinchorro, él continúa haciéndolo de manera artesanal, tal como se lo enseñaron sus ancestros. “Nosotros pescamos en curiara pequeña, no en bongo grande a motor; la mayor parte es para beneficio de la casa, nada más para el consumo de nosotros”, señaló el abuelo.

Seguridad en la pesca

El jefe de la Capitanía de Puerto del Instituto Nacional de Espacios Acuáticos (INEA) en el estado Amazonas, Freddy Pacheco, enfatizó que las aguas no tienen dueño y que el Orinoco y las tierras del sur de Venezuela son del Estado, aunque aclaró que respetan la cultura de los pueblos originarios. “Los indígenas son dueños del territorio ancestral para el uso. Se respeta la cultura y su espacio, pero los ríos son navegables para todos, el control lo tiene el Estado venezolano”, recalcó.

Diraima Álvarez, esposa de Miguel y madre de Josué, en la labor de preparar el pescado para poder hacer la comida del día 📷 Dixon Dacosta

En ese sentido, detalló que la labor del INEA es la de inspeccionar que las embarcaciones tengan sus permisos de zarpe para bongos grandes, así como concienciar a las comunidades para que sigan realizando sus labores con seguridad. Sin embargo, revela que en la mayoría de los casos, los indígenas salen a pescar sin chaleco salvavidas y algunos practican la pesca nocturna, algo que está prohibido por la Capitanía en función de resguardar la vida de los pescadores.

Añadió que es una norma salir a pescar con otra persona. “Esa es la recomendación del INEA, bien sea porque si ocurre un accidente, pueda ayudar o avisar del daño y activar el servicio de búsqueda y salvamento”.

Sobre este consejo de la compañía, bien lo señaló Diraima Álvarez, la esposa de Miguel Sandalio, quien también va al Orinoco para acompañarlo en su faena. “Yo lo he acompañado (…) Ayudarlo más que todo a jalar la curiara, porque para revisar percha necesita un compañero que le jale”. Diraima cuenta que en la jornada hay varias islas en el río que son correntosas: “a veces uno tiene que cruzar el Orinoco y se pesca del lado de Colombia, entonces uno tiene que pasar toda la corriente”.

Estos son parte de los peligros a los que se exponen los pescadores en su faena, así como también a transitar por una zona donde hay presencia de grupos armados y de delincuentes. Sobre este escenario, y otras particularidades del quehacer narra el cuento Pescadores de estrellas, el cual acompaña la pieza sonora en una versión dramatizada creada para este especial periodístico por el nicho lingüístico Baré Nupjani Wáyeni (Mi casa alegre), Con esta historia, niñas y niños aprenden los secretos de la pesca artesanal.

El río ya no es como antes

Como dicen los personajes del cuento Pescadores de estrellas, alrededor del río Padre, que es como se le conoce al Orinoco, también existen peligros a los que se exponen los indígenas en la práctica de su oficio ancestral. La extracción minera y los cambios en el clima son otros de los riesgos que amenazan este tipo de pesca en el estado Amazonas. Los indígenas, como Mariano Yarumare y Miguel Sandalio, solo reconocen que el río no es como antes y que la abundancia de peces en el Orinoco tampoco.

          Miguel y Josué Sandalio, padre e hijo, muestran alegres lo que pescaron en la jornada 📷 Madelen Rocío Simó Sulbarán

“La ribazón (gran afluencia de peces) sí ha cambiado un poco, porque anteriormente había más peces en abundancia, hoy en día hay muy poco. Yo digo que por el cambio del ambiente. Anteriormente, en tiempo de ribazón eso era una felicidad para todos. Pero ahora no, ahorita no se arrima más, a veces va uno en la mañana y mientras no se consigue, hay que ir a la noche porque tiene que traer algo para la casa. Ahorita ese río ni crece como antes, a veces crecía grande, que la marca se veía en la piedra, ahora como que el agua se va secando ”, destacó Yarumare.

Sandalio también recalcó que “para lo queda más arriba, por el río Atabapo sí he visto que ha cambiado, porque por ahí está cerca la mina. He visto que ya el pescado no abunda como antes, es escaso por el pescado por allá. Y yo creo que es malo lo que están haciendo, ellos mismos se están perjudicando ahí en su sector, porque allá tú pesca y no te ajila como por aquí. Eso está dañando el ambiente”.

Pescar en familia

Este relato sonoro recoge las voces de los “pescadores de estrellas”. En una coral compuesta por hombres, mujeres y niños, acompañada por el constante correr del río, se narran el quehacer, los riesgos, los cambios de las corrientes y el clima; en sus voces vibra la esperanza de mantener un oficio y reconocer los beneficios que este le ha traído a toda su comunidad.

En las voces de Mariano, Miguel, Diraima y Josué vibra la esperanza de mantener un oficio y reconocer los beneficios que este le ha traído a toda su comunidad. Sin la pesca, gran parte de los habitantes de Puerto Ayacucho no tendrían cómo alimentarse. El Orinoco sigue siendo bondadoso.

Nota: La serie documental Conuco de historias indígenas en resistencia. Un viaje sonoro por la Amazonía venezolana nació de un proceso de cocreación de periodistas y comunicadores indígenas y no indígenas de Venezuela y Colombia, parte de la Red Tejiendo Historias. La coordinación editorial estuvo a cargo del medio independiente Agenda propia.

 

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