Artículo original en catalán

En términos inmediatos lo que estaba en juego el 23-J era si el próximo presidente del gobierno sería Alberto Núñez Feijóo aliado con Vox o Pedro Sánchez aliado con Sumar y con el necesario apoyo de otros partidos por su investidura.

La primera opción implicaba un profundo retroceso en democracia, derechos civiles, conquistas sociales y para la lengua, la cultura y el autogobierno de Catalunya. Para impedirlo mucha gente ha votado al PSC y a los Comunes. Estos dos partidos obtuvieron el 49% de los votos y 26 diputados. Si se suman los votos de ERC, el partido que se había mostrado dispuesto a facilitar la investidura de Sánchez con ciertas condiciones, los votos favorables son el 62% y los diputados 33. En cambio PP y Vox han obtenido sólo el 21% de los votos y 8 diputados. Si Pedro Sánchez llega a ser presidente del gobierno será, en buena medida, gracias a los votos de los ciudadanos y ciudadanas de Catalunya.

Pero este voto útil ha provocado una nueva sacudida en el mapa político catalán, tanto respecto a las elecciones generales de 2019, como a las elecciones municipales del 28-MEn el 2019, ERC ganó las elecciones y el conjunto del independentismo obtuvo 1,65 millones de votos (43%) y 23 diputados. El 23-J el PSC ha sacado 1,21 millones de votos (35%) y él solo suma más votos que todos los partidos independentistas juntos (0,95 millones de votos, 27%). En las elecciones municipales de mayo los partidos independentistas aún sacaron 1,26 millones de votos (42,13%). ERC, pese a una gran pérdida de votos, ha sido el partido independentista más votado, pero ocupa el cuarto puesto de la lista, por detrás de los Comunes y del PP. La CUP, con el 2,8% de los votos, no obtuvo ningún diputado.

¿Dónde han ido a parar los votos independentistas?

El conjunto de partidos independentistas ha perdido casi 700.000 votos: 400.000 ERC, 150.000 la CUP y 140.000 JuntsxCat. ¿Dónde han ido a parar esos votos?

Una posibilidad sería que hubieran ido a la abstención, dado que ésta ha sido 5 puntos mayor en Catalunya que en el resto del Estado (34,6% frente a 29,6%), que las pérdidas independentistas son mayores en los lugares donde los votos habían sido mayores en el 2019 y que ha habido una campaña a favor de la abstención y el voto nulo por parte de sectores independentistas. Sin embargo, los votantes han disminuido sólo en 350.000 personas, de las que 200.000 se explican por la disminución del censo electoral. Hay que buscar explicaciones más complejas.

Una estimación estadística hecha por Toni Rodón en el diario Ara da algunas pistas. Más de 300.000 votos independentistas habrían ido a parar a la abstención (195.000 de ERC, 75.000 de Junts y 35.000 de la CUP). Pero unos 215.000 habrían ido al PSC (156.000 de ERC, 35.000 de Junts y 24.000 de la CUP) y otros 125.000 a los Comunes (65.000 de la CUP, 50.000 de ERC y 10.000 de ERC).

Según este estudio, los Comunes también han sufrido una fuga de votos hacia el PSC (unos 200.000), pero gracias a las transferencias recibidas de los partidos independentistas logran situarse como segunda lista más votada, pese a perder más de 55.000 votos respecto a 2019.

Ahora bien, esta gran transferencia de votos hacia el PSC es probablemente circunstancial, de momento son votos útiles para intentar impedir un gobierno de PP y Vox. Pero esto todavía no está asegurado.

Investidura de Pedro Sánchez o repetición electoral
Estas son las alternativas que se presentan a ERC y JuntsxCat por un lado y al PSOE por otro, si descartamos la posibilidad de que este último partido facilite la presidencia de Feijóo, lo que le supondría una crisis de grandes dimensiones.

Después del recuento del voto exterior para investir a Sánchez se necesitará, como mínimo, el voto afirmativo de ERC y de dos diputados de Junts, además de la abstención del resto de diputados de Junts.

De entrada, las posiciones son muy alejadas. Las condiciones que ha puesto hasta ahora ERC (solución del déficit fiscal, traspaso de los trenes de cercanías y activación de la mesa de diálogo que actualmente está congelada) parecen asumibles por el PSOE, aunque hasta ahora las ha menospreciado sistemáticamente. Junts se ha pasado la campaña diciendo que no investiría a Pedro Sánchez y sus condiciones son en principio la amnistía y la autodeterminación, de las que Sánchez no quiere ni oír hablar. Pero la repetición de las elecciones es una opción muy mala para todas las partes. También para Puigdemont, tal como explica Ignasi Aragay en el diario Ara.

Hay que prever una negociación larga y el éxito no está asegurado.

Las reacciones del movimiento independentista
Por el momento son tan diversas como las de los partidos. Existe una convocatoria unitaria para el 11 de septiembre, pero de momento no incorpora ninguna demanda derivada de los resultados electorales, debido a que fue hecha mucho antes. Lo que existe hasta ahora son reacciones de distintas entidades.

Para la Assemblea Nacional Catalana (ANC), “hay que identificar la ocasión para hacer la independencia y hacer efectivo el referéndum del Primero de Octubre como el único objetivo del bloqueo independentista del Congreso de los Diputados y de la formación de un gobierno en España”. Es decir, no pone ninguna condición para la investidura y opta claramente por el bloqueo y la repetición de elecciones.

Para Òmnium Cultural :

Pedro Sánchez cometerá una grave irresponsabilidad si opta por el bloqueo institucional y la parálisis ante el avance de la extrema derecha, antes que atender las legítimas demandas democráticas de la ciudadanía. Es Pedro Sánchez quien tiene en sus manos no ir a unas nuevas elecciones y la disyuntiva es clara: derechos fundamentales y democracia o parálisis. Es decir, fin de la represión y referéndum o una segunda oportunidad para que la extrema derecha condicione la gobernabilidad.

Òmnium, descarga toda la responsabilidad sobre Pedro Sánchez, sin considerar la que también tienen los partidos independentistas, y parece plantear la condición del referéndum como inmediata.

Como acaba de recordar el Acord Social per l’Amnistia y l’Autodeterminació , la demanda democrática básica del fin de la represión y de la resolución democrática del conflicto, sintetizada con la demanda de amnistía y autodeterminación tiene un “apoyo estructural, estable y permanente” de la sociedad catalana. “No encontrarán ninguna respuesta política democrática que acredite más apoyo social mayoritario que el del referéndum y la autodeterminación”. Y, por otra parte, la represión sigue siendo algo cotidiano y, por ejemplo, todavía hay 500 personas pendientes de juicio por hechos relacionados con el 1 de octubre.

Pero, en mi opinión, debería distinguirse entre las diferentes condiciones y plazos que necesitan estas dos demandas. El fin de la represión es una reivindicación urgente y conseguible a corto plazo, ya sea por una ley de amnistía o por otras medidas que conduzcan a los mismos resultados, entre ellos la vuelta en libertad del presidente Puigdemont. El referéndum de autodeterminación es una reivindicación irrenunciable, pero no alcanzable a corto plazo, entre otras razones porque no depende fundamentalmente de unos resultados electorales (especialmente si son tan débiles como los del 23-J), sino de una movilización muy intensa que ahora no existe.

En cualquier caso, sería fundamental una movilización urgente de las organizaciones populares, lo más unitaria posible, recordando las reivindicaciones fundamentales y exigiendo al PSOE compromisos inmediatos y claros en derechos fundamentales y democracia, tanto para evitar un gobierno supuestamente progresista que vuelva a saltarse todos sus compromisos, como para frenar efectivamente el crecimiento de la derecha extrema y del neofascismo. Los resultados electorales del 23-J sólo son, en el mejor de los casos, una barrera muy frágil y coyuntural.

Aún estamos a tiempo.

29/07/2023