JULIO GAMBINA*: Deuda y tipo de cambio para entender la especificidad inflacionaria de la Argentina/ Ver- GUILLERMO CIEZA*: Saltimbanquis

26JUL23 

Por JULIO GAMBINA*

La suba generalizada de precios no perjudica al conjunto de la sociedad, ya que, en una sociedad mercantil, donde todo se compra y se vende, lo que interesa es la capacidad de ingresos cotidianos para resolver las necesidades recurrentes.

Por ende, el tema no son solo los precios, sino también y especialmente los ingresos. Aquí está el problema, y si discutimos los ingresos: a) salarios, jubilaciones, beneficios sociales; b) ganancias o rentas, confirmaremos que la mayoría de la población de ingresos fijos (a) sufre el deterioro de los mismos, afectando su capacidad de gasto o de compra, con el resultado de empobrecimiento, afirmando una tendencia al crecimiento de la insatisfacción por resolver necesidades y derechos.

En una economía mercantil monetaria la cotidianeidad se resuelve en un mercado que responde a condiciones locales y globales. En los últimos años se generalizó el problema inflacionario a escala mundial, especialmente en alimentos y energía, dos rubros esenciales para atender la cotidianeidad. Si consideramos la economía local, nos encontramos con un modelo productivo hasta ahora productor de bienes primarios, especialmente alimentos, con destino a la exportación y un déficit en el abastecimiento energético y, por ende, un país importador de energía. Así, el país se beneficia con la suba del precio internacional de los alimentos (soja, trigo, maíz, carne, etc.) y se perjudica por la importación de energía, especialmente gas.

Pero, es bueno interrogarse si quien gana o pierde es el país en su conjunto, ya que la realidad es que el ingreso por la exportación de bienes primarios no se socializa al conjunto de la sociedad, sino que es apropiado por el núcleo concentrado que domina el comercio internacional de bienes primarios, dominado por las transnacionales de la biotecnología y la alimentación, tanto como las mineras y petroleras. Del mismo modo que el mayor gasto en energía se descarga como gasto sobre la mayoría de usuarios empobrecidos, incluso a cargo del Estado vía subsidios y beneficios para un núcleo privado concentrado que gestiona la importación y distribución de esa energía importada.

Lo que pretendemos enfatizar es que la inflación internacional genera escasos beneficiarios y muchísimos perjudicados en el mercado local, especialmente quienes viven de ingresos fijos y no cubren la canasta de necesidades básicas, e incluso sectores pequeños y medianos del empresariado vinculados al mercado interno subordinado a los compradores de ingresos fijos deteriorados.

A lo señalado debe sumarse lo especifico de la inflación local. En efecto, en un informe reciente de Kristalina Georgieva, titular del FMI se insiste en el problema de la “alta inflación”, con un listado de países del G20 que oscilan entre el 2 y el 8% de inflación anual, con Turquía en el orden del 38,2% y Argentina del 114,2% (medición a mayo 2023). Es evidente que la argentina, además de la inflación internacional tiene sus propios problemas a la hora de considerar la suba generalizada de los precios.

¿Por qué esa especificidad del alza de precios en el país?

Los precios en el capitalismo tienen relación con la ley del valor, una cuestión negada por el paradigma mayoritario de la economía política actuante en la academia y en la toma de decisiones, por lo que las recetas antiinflacionarias no pueden resolver la cuestión de fondo.

Existe un problema de diagnóstico, que remite a una cuestión monetaria o incluso, desde voces con base en Keynes o similares, se alude a la multicausalidad, sin con ello detectar la esencia, que está precisamente en la lógica capitalista de la producción de valor y plusvalor.

Convengamos que se trata de un problema global del análisis sobre la realidad inflacionaria en el ámbito mundial, por eso, en general, la respuesta a la alta inflación es de contenido monetarista, que niega la teoría del valor y se apoya en la concepción neoclásica y la lógica subjetiva, por lo que se identifican con soluciones autorreguladas por el propio mercado. Con ese diagnóstico, la política antiinflacionaria transita el camino de la suba de la tasa de interés, una dinámica que se recorre en el planeta en el último año y medio.

Una suba de tasas que impactó en la crisis bancaria de marzo y abril pasado, con cierre de bancos en EEUU y Europa seguido de una fortísima intervención estatal, pese a la lógica de mercado imperante en la filosofía política de los gobernantes del capitalismo en el mundo. Es que los liberales y la derecha aprendieron que el Estado “capitalista” es un actor fundamental a la hora de distribuir condiciones para la lógica de la ganancia y la acumulación, la reproducción y la dominación.

Ni hablar del impacto regresivo de la suba de intereses en países de alto endeudamiento, caso de la Argentina y del sector privado, especialmente familias empobrecidas y fuertemente endeudadas vía créditos al consumo facilitados por mecanismos electrónicos diversos, entre ellos las tarjetas.

Volvamos a la especificidad local, en donde lo financiero, suba de tasas (uno de los precios de la economía) se asocia regresivamente al gran condicionante del endeudamiento, con acreedores privados y el FMI, que exige crecientes fondos públicos para cancelar deuda asumida por el Estado, un fenómeno de arrastre desde la dictadura genocida, recreado con canjes de deuda realizados por todos los turnos constitucionales desde 1983 hasta el presente. Además, debe adicionarse que el Estado “capitalista” local, resulta el proveedor de divisas para que los privados cancelen sus deudas con el exterior, una cuestión no siempre verificable.

La deuda y el sector financiero están en el centro de la dependencia del modelo productivo y de desarrollo en la Argentina, por lo que la variable determinante termina siendo el tipo de cambio, un precio de la economía que está en el centro de la atención mediática y en las demandas del poder, entre los cuales destacamos a los grandes productores y exportadores; las  grandes industrias asociadas a la integración en cadenas globales de valor; los grandes especuladores asociados a la inversión especulativa. Por eso es que se insiste recurrentemente con la devaluación, e incluso desde los más radicalizados se reclama la dolarización.

Vale recuperar el 2001

En plena crisis del 2001 el poder económico debatía si devaluación o dolarización. Para la primera opción se anotaba esencialmente el sector productivo y para la segunda las empresas privatizadas de servicios públicos, que cobraban en pesos y remitían sus utilidades en divisas al exterior. En la pulseada se impuso la devaluación que sostuvo un ciclo de crecimiento económico entre 2002 y 2008, momento de salida parcial de la cesación de pagos por el canje de deudas de Kirchner y Lavagna (2005), que al comienzo no impactó en precios por una situación de inmenso deterioro del ingreso de una población con 57% de pobreza y un 21% de desempleo.

La relativa mejora de los ingresos y el empleo disparó la disputa por el excedente económico y la inflación retomó desde el 2006 para ascender en diferentes ciclos a los niveles preocupantes actuales. Es el tiempo final de Lavagna y de una nueva historia en la gestión de la política económica, evidenciando que lo que estaba y está en juego en la Argentina es como se produce la apropiación del producto social del trabajo. Los precios son ese mecanismo de disputa que actúa en la distribución. Eso explica la importante tenencia de activos externos del sector privado de la Argentina.

Aludimos a una tenencia, según información oficial, por casi 380.000 millones de dólares, junto a pasivos por 173.000 millones de dólares. Por ende, un saldo positivo en más de 200.000 millones de dólares del sector privado en el exterior, lo que incluye divisas en cajas de seguridad o en el colchón.

No faltan divisas en la Argentina, están privatizadas y, por ende, el camino a seguir debiera ser el fortalecimiento de la soberanía monetaria y no los históricos rumbos de devaluación o dolarización, reiterando la discusión del poder en el 2001.

Para hacer posible una política antiinflacionaria, que aborde la especificidad local en la disputa por el excedente y asuma un diagnóstico de crítica al orden capitalista desde la teoría del valor, se requiere una fuerte voluntad y consenso político para modificar el modelo productivo, de desarrollo y, por ende, la política económica a seguir.

Claro, lamentablemente no es lo que discuten los candidatos con posibilidad de ser gobierno en el país desde diciembre próximo. Ese es el desafío para pensar en alternativa política con otros beneficiarios para resolver la demanda social para satisfacer derechos y en esa búsqueda se define la confrontación socio política e ideológica para resolver necesidades sociales insatisfechas.

 

 

*Julio C. Gambina: economista y profesor universitario argentino, especializado en economía política, economía mundial, integración, deuda externa y otros asuntos sociales y políticos. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP, Ciudad de Buenos Aires. www.juliogambina.blogspot.com

 

Fuente: Tramas- PERIODISMO EN MOVIMIENTO

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Saltimbanquis

 

27JUL23 

Por GUILLERMO CIEZA*

Los saltimbanquis de los circos, son personajes modestos del espectáculo, pero muy queridos por el público, que agradece sus piruetas y su buen humor. Los saltimbanquis de la política, encarnan al personaje falluto de los cuentos de provincia. El que te da un abrazo y te quedás pensando si no te robó la billetera.

 

Se presentan sonriendo y haciendo reverencias en el centro del escenario, dan una pirueta y en un instante los vemos caminando en una soga a tres metros de altura, o subidos al poste mayor de la carpa. Y desde allì nos sonríen. Se tiran en palomita a una red y rebotan  para caer parados en otro lugar de la pista. Nadie sabe que harán en el próximo movimiento, lo suyo es la sorpresa. Son inascibles, su única continuidad es la sonrisa y la reverencia. Pero ahora los saltimbanquis abandonaron el circo para dedicarse a la política electoral. O quizás, son los grandes candidatos a la presidencia, porque la política electoral se convirtió en un circo.

El Guasón

Horacio Rodríguez Larreta tenía pelo y 12 años cuando, en 1977,  los militares  secuestraron a su padre, que era presidente de Racing. Supongo que habrá llorado y fue compensado por algún familiar con un  chocolatín.  Que fue suficiente, porque nunca se solidarizó con los que no tuvieron la suerte de su padre, de ser liberados. En tiempos del menemismo se afilió al peronismo. Menem le dio bastante más que un chocolatín. Lo nombró Gerente General de Anses en 1995 y Subsecretario de Politicas Sociales en 1998. Dos cargos con mucha caja, que sólo se entregaban a personas de confianza. Cambió el gobierno, pero no su voluntad de servicio, que reconoció el radical De La Rúa, nombrándolo en el 2000 interventor del PAMI. Pero ese conchabo no le duró mucho y entonces tuvo que recurrir a su amigo Sergio Tomas Massa, con quien había estrechado lazos cuando compartieron el comité de Campaña de Palito Ortega. Massa manejaba la cámara de diputados de la Provincia de Buenos Aires y le consiguió un nombramiento al frente del Instituto Provincial de Seguridad social (IPPS).

En 2003 ya había saltado al PRO y acompañaba a Macri como candidato a Vicejefe de gobierno de CABA. Sus últimas piruetas son más conocidas.

La Nena

Patricia Bullrich Luro Pueyrredón provenía de una familia  con  antecedentes ganaderos y oligárquicos. Pero los vientos de los 70 la arrastraron a una militancia que la acercó a la Juventud Peronista y después a la Organización Montoneros. En 1975  sufrìo una breve una breve detención, y se convirtió en pareja del militante Marcelo “Pancho” Langieri, que tenía peso en la organización. De esa unión nació su único hijo, Francisco. La hermana de Patricia, Julieta, era pareja de Rodolfo Galimberti. En 1997 se exilaron del  país y en el 79 rompieron relación con la conducción Montonera.. La relación con el padre de su hijo no duró mucho tiempo más. Sus caminos políticos también se bifurcarían. Mientras su marido iba preso en tiempos de Menem ella cruzaba la vereda y se acercaba al menemismo.  Después fue parte del gobierno de De la Rua, donde fue Ministra de Seguridad Social por poco tiempo, pero lo suficiente para estampar su firma en el decreto que estableció rebajarle un 13 % los haberes a los jubilados y los trabajadores estatales. Creò su propio Partido “ Unión por la Libertad” con poco éxito en CABA, y se terminò integrando a la coaliciònCivica dirigida por Lilita Carrió. Despues vendió su pase al PRO y  en diciembre de 2015 fue designada por Macri como Ministra de Seguridad dejó un penoso recuerdo con dos muertos , Maldonado y Nahuel, por los que algún dia tendrá que dar explicaciones. Pero hizo buenos negocios, gracias a los contactos de su marido, el empresario judío, Guillermo Yanco. Le compro a Israel 4 lanchas patrulleras en 50 millones de dólares que algunos estudios revelan que valían menos de la mitad.

Quizás por esos méritos fue designada presidenta del PRO y es la preferida de Mauricio Macri.

“Masita”

Sergio Tomás  Massa inició su militancia política en la UCD, partido ultraliberal fundado por Alvaro Alsogaray. Llegó a ser presidente de la Juventud Liberal en la  Provincia de Buenos Aires entre 1994 y 1996. Con su partido se integró al menemismo y estuvo a cargo de la Subsecretaría del Ministerio del interior y también fue asesor de “Palito” Ortega en el Ministerio de Desarrollo Social. ​

En 1999 fue elegido diputado provincial, ya como integrantes de las listas del peronismo. En la provincia de Buenos Aires el gobernador era Carlos Ruckauf, y “masita” se hizo fuerte en la cámara de diputados, dando trabajo a muchos de sus amigos, entre ellos a Larreta.

Despues del estallido de diciembre de 2001 fue nombrado por Duhalde al frente de ANSES, cargo en que fue ratificado por Nestor Kirchner. En 2007 fue elegido intendente de Tigre. En 2008 asumió como Jefe de Gabinete de Cristina Kirchner.

En 2010  se junto con 8 intendentes bonaerenses: Pablo Bruera,  Joaquín de la Torre, Sandro Guzmán, Jesús Cariglino, José Eseverri,  Gilberto Alegre, y Luis Acuña, y creó el grupo de “los 8”, que cuestionaba por derecha la orientación kirchnerista. Esa fue la base del Frente Renovador con que disputó las elecciones legislativas de 2013 y ganó en la Provincia de Buenos Aires. Se alió con De Narváez, coqueteó con Macri, pero no hubo acuerdo porque sus ambiciones era ser presidente. Y con esa iniciativa no se privó de nada, incluso de entrevistarse con la embajadora de Estados Unidos, Vilma Socorro Martínez,  para hablar mal de los Kirchner. Probó suerte en 2015, pero salió tercero, detrás de Mauricio Macri y Daniel Scioli, que pasaron a la segunda vuelta.

Promotor de una corriente política que transitara en “ la ancha avenida del medio” entre el kirchnerismo y el macrismo, no cayó bien entre sus seguidores su arreglo en 2019 para convertirse en la tercera pata del Frente de Todos, y sostén de la candidatura de Alberto Fernández. Fue interpretado por muchos de sus amigos conservadores del peronismo como una traición. Pero frente al hecho consumado de que se ha convertido en el candidato de Unión por la Patria, muchos están dispuestos a revisar esa caracterización. El retorno de “masita” al escenario principal de la política, bendecido por Cristina, es una pirueta tan extraordinaria como impensada.

Los saltimbanquis son de devotos seguidores de Marx, pero no de Carlos, sino de Groucho que decía: “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros “. Sin embargo a pesar de sus acciones transformismo político han conservado algunas amistades. Massa y Larreta coinciden en que mantienen una hermosa amistad desde hace más de 30 años. Patricia Bullrich, ha recuperado el vínculo con un viejo amigo de la experiencia montonera, Mario Montoto, hoy  presidente de la  Cámara de Comercio Argentino-israeli, un reconocido lobista de empresas judías y también con buena vinculación con la embajada de Estados Unidos.

Los saltimbanquis de los circos, son personajes modestos del espectáculo, pero muy queridos por el público, que agradece sus piruetas y su buen humor. Los saltimbanquis de la política, encarnan al personaje falluto de los cuentos de provincia. El que te da un abrazo y te quedás pensando si no te robó la billetera.

 

*GUILLERMO CIEZA*: Militó en los años 70 en las Fuerzas Armadas Peronistas y el Peronismo de Base y actualmente lo hace en el Frente Popular Darío Santillán-Corriente Nacional. Autor, entre otros libros, de Borradores sobre la lucha popular y la organización (2006), y de la novela Estado de Gracia (2007). Durante los dos últimos años desarrolló tareas de formación policía de base y educación popular en Venezuela.

 

 

Fuente: Tramas- PERIODISMO EN MOVIMIENTO

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