El pasado 2 de julio, en el Día de la Marcha LGBT+ de Bogotá, diferentes artistas y agrupaciones denunciaron actos violentos de transfobia hacia ellas, ellos y elles. Los hechos ocurrieron durante el desarrollo del concierto preparado para el cierre de esta jornada de movilizaciones en la plaza de eventos del Parque Metropolitano Simón Bolívar.
Sobre las 2 de la tarde de aquel domingo, el grupo 250 miligramos, la – banda de personas transmasculinas- que se presentó en el concierto, denunció que parte de ellos fueron víctimas de censura y transfobia por parte del equipo logístico de IDARTES y diferentes trabajadores del ya mencionado evento. Otras artistas coinciden con las denuncias hechas por el grupo.
La falta de agua y el trato desigual
El Instituto Distrital de las Artes, la Secretaría Distrital de Planeación, la Mesa LGBT+ y demás entidades y organizaciones al frente de la marcha debían garantizar una serie de tratos o condiciones mínimas para cualquier artista.
Entre ellas estaba la hidratación y un camerino o espacio para que las personas que iban a presentarse guardasen sus pertenencias, entre otras cosas.
Jhonnatan Espinoza, director de la banda 250 miligramos y de la Fundación Ayllu Familias Transmasculinas, dijo: “Nosotros pedíamos agua porque necesitábamos calentar e hidratar la garganta, pero nos tocó pedir a otras personas que salieran a conseguir una botella porque estábamos deshidratados y nadie nos daba razón”.
También denunció que cuando pasó por los camerinos de Farina, Goyo y Juliana y les tenían café, aromática, bandejas de frutas, quesos, agua y todo lo que necesitaban. “Creo que nos merecíamos que nos dieran al menos lo mínimo para estar allí”, señaló Espinosa.
Explican que si bien no esperaban “ser recibidos con flores”, sí requerían de unas cosas mínimas para llevar a cabo sus presentaciones.
Del mismo modo, Alejandra Wells, fundadora y directora de La Trinchera Voguera, mencionó un pequeño “encontrón” con el activista Manuel Velandia, conocido como “el padre del activismo gay en Colombia”.
“En todos los lugares en que me he presentado, así sea gratis, nos han dado algo para tomar. Luego de bailar por segunda vez, pensé que nos la traerían, pero nunca pasó. Yo, desesperada, empecé a gritar: – ¿Aquí a una le toca ser Farina para que le den una botella de agua? Manuel Velandia respondió: – Siga gritando y menos le van a dar. Efectivamente, no nos dieron ni una gota por más de que allí estaban las botellas. Me sentí muy discriminada”, dijo Alejandra Wells.
Por su parte, David Alonzo, Director de Diversidad de la Secretaría Distrital de Planeación, aseguró: “A todos los artistas se les entregó un refrigerio por más de que era una presentación de apenas 10 minutos. Además, se dispuso de puntos de hidratación, no solamente en el parque, sino a lo largo de todo el recorrido de la marcha. Me parece profundamente doloroso y hasta desagradecido que un esfuerzo tan titánico se reduzca a que a alguien no le haya gustado el jugo que se le dio”.
Comentarios transfóbicos
Varias de las personas asistentes denuncian que algunos de los trabajadores de logística y montaje hicieron comentarios transfóbicos y discriminatorios hacia muchas de las artistas trans, drag y transformistas.De igual manera, afirman que no respetaron sus pronombres, desconociendo la identidad de cada uno, una y une.
La actriz, activista y transformista Roxana Miranda denunció haber sido invalidada en sus pronombres femeninos, incluso yendo completamente de drag, al igual que otras performistas, como Venus J, La Morena del Chicamocha, entre otras personas que fueron violentadas por parte del personal logístico del evento.
“Algo que pudimos evidenciar es que, por ejemplo, el operador logístico encargado del micrófono fue muy agresivo con todas. Cuando me pasó el micrófono, me dijo: – Señor, su micrófono. Yo tuve ese primer choque del pronombre porque nunca me preguntó cómo quería ser abordada. Sin embargo, yo estaba completamente trepada, entonces no entendí por qué me decía «Señor». Creo que ellos no tuvieron una preparación previa al abordaje de nosotras, y si la tuvieron, hicieron caso omiso porque no fue solamente a mí, sino a varias de las compañeras que estaban en el espacio”, mencionó Roxana.
El director de Diversidad, David Alonso, negó rotundamente las acusaciones realizadas por diferentes personas a lo largo de los últimos días.
“Es absolutamente falso que haya habido transfobia en esta movilización porque se priorizó la agenda trans. Tuvimos a una cantante maravillosa como la Morena del Chicamocha junto a Mr. Toka, que es una persona de género fluido y estuvieron a la par de las otras artistas de mayor reconocimiento comercial y ciudadano. Contábamos con poder impulsar esa apuesta política con los mensajes clarísimos en cuanto a la defensa de los derechos humanos de las personas LGBT+ y, específicamente, de las personas transexuales, transgénero y travesti”, afirmó Alonso.
Un hecho incuestionable es que las personas trans viven a diario una gran cantidad de violencias simbólicas, como son el rechazo de sus pronombres e identidad, que no permiten su libre desarrollo como individuos por parte de la sociedad.
Según la periodista y docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, Laurel Miranda: “Las microagresiones reflejan prejuicios, estereotipos y actitudes que pueden manifestarse a través de insultos sutiles’. Todas estas expresiones se traducen en experiencias negativas y acumulables».
Miranda explica que las microtransfobias son resultado y mecanismo de la normalización del odio: «El misgendering, por ejemplo, es una acción discriminatoria y usualmente intencionada en negar la identidad de género de una persona. El misgendering se puede manifestar a través del uso incorrecto de los pronombres o la negación a reconocer el nombre de pila con el que una persona se siente cómoda”.
Sobre las cantantes del cierre
Las cantantes contratadas para el cierre Juliana Velásquez, Farina y Goyo causaron descontento en muchas personas. Distintos testimonios afirman que ellas son mujeres cis-heterosexuales que no han tenido un impacto en la lucha por el reconocimiento de los derechos de las personas LGBT+ y ello acapara los espacios que deberían ser para dicha población.
El drag es un trabajo que requiere de una gran producción y, por ende, de una inversión económica y de creatividad por parte de quien lo ejerce. A pesar de ello, es poco el reconocimiento y dignificación de esta labor, aunque en Colombia tenga más de 50 años de ejercicio y sean muchas las personas han estado al frente de las discusiones sobre cómo obtener mejores condiciones laborales para quienes lo ejercen.
Lentamente, la sociedad y las industrias han ido dando apertura a que las carreras de estas personas puedan salir de la clandestinidad, pero eso no ha sido suficiente para quitar los estigmas y prejuicios que hay sobre el transformismo.
Si bien en Colombia han surgido diferentes espacios de contratación y empleo como el evento Oh My Drag, al parecer, esto no es suficiente para impulsar todos los distintos proyectos que han surgido año tras año.
La apuesta por generar un concierto que fuera financiado por el distrito y que tendría el alcance que tuvo la marcha del orgullo de este año -la más grande del país en materia de diversidades y disidencias de sexo-género- era una oportunidad. Sin embargo, esa posibilidad de crecimiento se quedó en palabras.
Esta marcha tiene un evento de cierre comúnmente que, para este año, fue un concierto que contó con diferentes espectáculos de drag, Vogue, entre otras puestas en escena.
En esta ocasión, las cuatro cantantes contratadas por el distrito para el cierre fueron Goyo, Farina, Juliana Velásquez y La Morena de Chicamocha. Las otras presentaciones fueron seleccionadas por medio de una convocatoria.
Christian Salamanca, integrante de la Mesa LGBT+, explicó: “Siempre tratamos de que la mayoría de las personas que se presenten tengan algún componente de lucha por los derechos humanos, pero no siempre nos pasa. Sabemos que tenemos muchas oportunidades de mejora y es un proceso que día a día se va puliendo”.
Dicha selección fue realizada por medio de una convocatoria abierta en la cual participaron más de 62 presentaciones de bailarines, cantantes, grupos de danza y demás. De esos 62, nueve fueron los que estuvieron en el concierto.
Mauricio Galeano, director de IDARTES, defendió la decisión de las artistas contratadas para el cierre: “Cuentan con una gran aceptación en el público LGTBIQ+ de la ciudad y una afinidad manifiesta con los principios de diversidad e inclusión como objetivos y valores de la marcha, así como una gran capacidad de convocatoria desde su calidad musical innegable que, además, conjugó con las presentaciones de les artistas distritales que también tuvieron espacio en el escenario para desarrollar sus propuestas artísticas y compartir sus mensajes”.
En cambio, la activista Roxana Miranda afirmó: “El día de la marcha LGBT+ debería ser nuestro día porque es cuando podemos hablarle a la ciudad y decirle que aquí también hay talento, arte y que se hace un trabajo fuerte. Uno, como figura, se enfrenta a las críticas del público y, en esta ocasión, queríamos la oportunidad de recibir esas críticas, pero casi ni público hubo. Nosotras, nosotros y nosotres no tenemos una oportunidad como esta porque todos los festivales que tiene la ciudad de “todo lo que se puedan inventar al parque” son para personas cisgénero y en su mayoría heterosexuales. Nunca nos han tenido en cuenta para sus espacios porque, para la ciudad, ese no es nuestro espacio”.
Roxana y Alejandra Wells coinciden en que este debía ser un espacio para y por las personas trans, dado que para llegar a allí han tenido que pasar por muchas batallas y mucha discriminación por ser disidentes de género.
“Que chévere que artistas como Farina, Goyo y Juliana se sumen a la causa, pero como profesional que no vive ciertas violencias, respetuosamente, uno hace una o dos canciones, y se va en lugar de quitarle el lugar a las drags, transformistas, gais, lesbianas y demás que estamos abajo luchando por mostrar nuestro trabajo en un escenario y abrirle un poco de camino a las generaciones que vienen”, agregó Miranda.
Según la activista, la mayoría de las personas no asisten a una movilización solamente por ver a una gran figura comercial, sino que esta movilización es un escenario de cultura que busca reivindicar los espacios de esas personas que han sido históricamente invisibilizadas y excluidas.
Sobre los horarios y la denuncia de 250 miligramos
En un video publicado por la banda 250 miligramos evidencian que fueron diferentes las situaciones que tuvieron que pasar para no llevar a cabo su presentación según lo planeado.
Para las 3:00 de la tarde, hora a la cual se presentaron la Plaza de Eventos, se encontraba casi vacía, como se pueden evidenciar en el siguiente video:
a Secretaría Distrital de Planeación informó que el inicio del concierto fue programado para las 3 de la tarde, pues el recorrido de la marcha tendría dos horas de duración. Así mismo, el cierre debía realizarse a las 9:30 de la noche, porque existe un acuerdo de convivencia con los vecinos del sector. Adicionalmente, los horarios de cada presentación fueron organizados en distintos bloques según el montaje.
El director de Diversidad, David Alonzo explicó: “Por solicitud de la Mesa, cada presentación tuvo entre 10 y 15 minutos de tiempo, aclarando que la mayoría de las presentaciones previas a La Morena del Chicamocha tenían un Rider técnico designado con exigencias que solamente requerían la pista y el uso de micrófonos. Para el montaje de cualquier equipo adicional, como instrumentos, se requiere más trabajo y, por lo tanto, se organizaron bloques. 250 miligramos era la única banda, del bloque, que no correspondía al cierre, que tenía instrumentos y, en consecuencia, necesitaba un montaje específico con un tiempo específico de montaje y desmontaje; lo cual no se podía desarrollar en la mitad de las otras presentaciones por el tiempo que implicaba”.
En contraposición, Jhonnatan Espinoza, director de la banda 250 miligramos y de la Fundación Ayllu Familias Transmasculinas, comentó: “Nosotros acordamos que 250 no tenía problema en abrir el concierto, pero lo abriríamos, apenas llegará el primer bloque de la marcha que eran las personas trans, sin importar que llegasen horas después. Luego de mucha presión, subimos en frío y sin saber cómo iban a funcionar los equipos porque tampoco nos dieron tiempo para hacer pruebas. Aun así, nos montamos y probamos la guitarra, el bajo y la batería. De ahí surgieron dos problemas: por un lado, no nos habían prendido el retorno, entonces no nos escuchamos, y por el otro, empezaron a contar el tiempo desde que pisamos el escenario, sin embargo, teníamos que probar instrumentos sí o sí».
Espinoza explicó que hicieron dos canciones y tampoco les proyectaron los videos que habían llevado para la presentación y solo mostraron uno. «Luego de eso, íbamos a tocar nuestra tercera canción y nos desconectaron todos los equipos. Después salieron los presentadores a cerrar nuestro show sin importar que los pocos asistentes estaban gritando que nos dejaran acabar”, denunció Jhonnatan Espinoza.
La artista Roxana Miranda expresó su desencanto cuando dijo: “Yo estoy en contra del sistema que nos sigue mostrando como artistas de cuarta. Un sistema en el cual Colombia está sumergida porque las instituciones y las empresas no creen en nuestro trabajo y no dejan de demostrarlo. Estamos en el momento histórico de las oportunidades y la visibilización. Habríamos mostrado nuestro trabajo y, con ello, nuestro arte y cultura local y nacional. Era el momento de impulsar a muchas más personas diversas y disidentes de todos los territorios, diversidades, orientaciones e identidades del país, porque el presupuesto y el tiempo daban para algo de ese tamaño, pero no pasó”.
Tomado de colombiainforma.info
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