El sueño presidencial en Perú del maestro rural Pedro Castillo ha durado menos de un año y medio. Víctima de sus propios errores y, ante todo, del acoso y derribo de la derecha parlamentaria y la oligarquía limeña, el mandatario cayó ayer en el agujero negro de la política peruana que impide, desde hace al menos un lustro, la gobernabilidad del país.

Abandonado por ministros y compañeros de partido, el mandatario que se presentó a las elecciones con la etiqueta de progresista decretó el cierre de un Congreso que tenía previsto debatir un juicio político en su contra. El Tribunal Constitucional calificó la maniobra como “golpe de Estado” y Castillo fue destituido y detenido. Su número dos en el gobierno, Dina Boluarte, ha jurado el cargo de presidenta y será la primera mujer que gobierne en Perú.