¿Quién está a cargo en el Kremlin?

GUIDO MOLTEDO* 

11 octubre 2022

Quién está a cargo en el Kremlin? Vladimir Vladimirovic Putin. Claro, todavía él, pero la pregunta planteada en Washington, el día 229 de la guerra en Ucrania, es real y seria. El evidente cambio de estrategia militar rusa, con una lluvia de misiles y “drones suicidas” sobre zonas civiles de Ucrania, no se ve sólo como una represalia, una escalada si no prevista, previsible, en respuesta a la explosión del día primero el puente que conecta con Crimea, se ve como una señal “política” muy fuerte dirigida hacia varios objetivos. En Moscú, la sensacional crisis en la gestión de la “operación especial”, que culminó con la falta de supervisión del puente de Kerch y la imposibilidad de prevenir atentados como el del domingo, produjo importantes torpedos y reemplazos en la cúpula militar como parte de una maniobra para desplazar el centro de gravedad de la toma de decisiones políticas hacia el lado de los “halcones”. Hasta el punto de que uno se pregunta si Putin les escucha o incluso es rehén de ellos y hasta qué punto. ¿Cuál es actualmente la fuerza autónoma del presidente ruso, sigue siendo, como a menudo se le ha llamado, por su ostentoso poder, el zar? Las voces de personajes como las del número dos de facto Dmitri Medvedev, el checheno Rmazan Kadyrov, el número uno de Crimea Zergei Aksynov, la estrella del periodismo Alexander Kotz resuenan con la confianza de quienes controlan las palancas que importan. Sus declaraciones son notorias, son algo más que el coro habitual que acompaña las decisiones del líder supremo.

¿Putin todavía tiene el control total y exclusivo del botón nuclear? “Hay que decirlo claramente -dijo el jefe del Pentágono, Lloyd Austin- que es él quien toma la decisión [ de lanzar un ataque nuclear ], suya es la decisión de un solo hombre. No tiene equilibrio, y así como tomó la irresponsable decisión de invadir Ucrania, puede tomar otra decisión”.

Pero, ¿sigue siendo así, el maletín nuclear todavía está completamente en sus manos?

Una pregunta que, por parte americana, no sólo alude a la actual y real jerarquía de poder en el Kremlin, tras ocho meses de una guerra que es una sucesión de fracasos salpicados de errores y horrores, sino que se refiere al interlocutor real con quien construir una salida posible es evitar una escalada fuera de control del conflicto, que podría culminar en el uso de armas nucleares.

En su última incursión, el pasado 6 de octubre, Joe Biden había dicho unas palabras que a contraluz se leían como la posible re-propuesta de un escenario similar al que puso fin a la crisis desencadenada por la instalación de misiles soviéticos en Cuba, cuando llegó al borde del abismo atómico y se detuvo un milímetro antes gracias a un pacto secreto entre Kennedy y Jruschov, que por parte estadounidense, poco después, habría implicado la retirada de los misiles estacionados en Turquía, considerados un directo amenaza de la URSS. El americanista Arnaldo Testi, reconstruyendo esa crisis, observa que “el pacto fue tan secreto que la dirección de la URSS vio en la solución pública de las crisis un golpe a su prestigio”. ¿Algo similar a esa negociación ya está en marcha entre Moscú y Washington? Y si es así, ¿puede continuar a la luz de los acontecimientos recientes?

Comentando la explosión del pasado domingo en el puente de Crimea, el jefe del Estado Mayor reunido, Mike Mullen, definió a Putin como “un animal acorralado, cada vez más peligroso, que hay que tomar muy en serio, tomando todas las medidas que se requieren”, pero concluyendo que todo esto “también nos habla de la necesidad de ir a la mesa” (de la negociación).

Un auspicio que al día siguiente, el lunes de los ataques desde el cielo a los centros urbanos ucranianos, se presenta en un escenario muy diferente, que parece cerrar aperturas a soluciones de negociación como las que, aunque muy hipotéticas, parecían surgir ante la escalada y por tanto antes de la afirmación en el Kremlin del “partido” de la guerra hasta el amargo final, de la que, para citar a Medvedev, habrá de terminar con el “desmontaje total” de la dirección ucraniana.

El pedido de la embajada estadounidense en Kiev para que los compatriotas abandonen Ucrania “utilizando el transporte terrestre disponible y seguro” suena como la confirmación de un alto a cualquier hipótesis de posible interlocución, por muy secreta que sea, entre Washington y Moscú. No quiere decir que a nivel militar haya grandes cambios en cuanto, sobre todo, al suministro de armas de largo alcance capaces de alcanzar objetivos en el corazón de Rusia. Biden puede haber invertido en la victoria de Ucrania, pero, al menos hasta ahora, también ha hecho todo lo posible para evitar que las fuerzas de la OTAN se vean arrastradas a la guerra o provoquen el uso de armas nucleares por parte de Rusia. Pero incluso esto podría convertirse en una frontera delgada y fugaz, fácilmente cruzada por los ucranianos.

Hay que decir que si la nueva “mayoría” que influye en Putin puede ignorar las reacciones indignadas de Estados Unidos, la UE y la OTAN, no puede hacer lo mismo con potencias como China e India, que tienen una importancia estratégica creciente con la escalada del conflicto. y el aislamiento ruso. Y de hecho, es muy relevante la “profunda preocupación” de Nueva Delhi por la escalada del conflicto, con la recomendación, en sintonía con Pekín, de “desescalada” y diálogo.

*GUIDO MOLTEDO: Fundador y director de ytali

 

Fuente: Y tali

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