La Guajira: un territorio que lucha por vida digna/ Ver otras publicaciones de hoy

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Oct 3, 2022

4 oct, CI – Colombia Informa viajó al departamento de La Guajira para visitar la región de la Baja Guajira y conocer de primera mano las condiciones de vida en que se encuentran sus habitantes. Esta región está formada por parte de la Sierra Nevada de Santa Marta, la serranía del Perijá y los Montes de Oca. Es un territorio con una gran biodiversidad, cuenta con fuentes hídricas y tierras cultivables, características que la han hecho blanco de explotación de sus recursos por parte de empresas transnacionales.

La cuna del vallenato, como es conocida coloquialmente, nos brindó calor seco y un poco de brisa en las noches. Entre carnes de chivo e iguana y música vallenata de fondo, nos permitió conocer testimonios del pueblo indígena Wayúu, originario de esta zona.

El primer día llegamos al municipio de Fonseca, conocido como “tierra de cantores”. Allí comenzamos nuestro recorrido por el territorio, que tenía como fin conocer a las comunidades.

Nos encontramos con las historias de los Consejos Comunitarios, que han sido defensores de las tierras guajirenses por años. Evidenciamos que a pesar que se han opuesto al modelo extractivista de transnacionales, no ha sido posible expulsarlas de sus territorios, por el contrario, cada vez llegan más empresas a saquear, a quedarse con sus recursos naturales; como ellos lo expresan “a explotar la madre tierra a cielo abierto”.

En el 2018 la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales – ANLA- aprobó la renovación de la licencia de la mina carbonera Cerrejón hasta el 2034, la cual lleva más de 30 años en el territorio. Al respecto, la población de la Guajira denuncia que nunca han realizado el procedimiento de consulta previa con las comunidades para aprobar las licencias ejecutadas.

Al día siguiente, entre el calor de la mañana y la brisa caliente que rozaba nuestros rostros, nos dirigimos hacia la comunidad del nuevo Oreganal, en el municipio de Barrancas. Esta comunidad cedió sus tierras a Cerrejón a cambio de dinero y con la promesa de que todas las personas serían reubicadas, y así fue, pero ahora habitan un hogar sin tierra apta para sembrar y producir su propio alimento.

Las casas que recibieron no cuentan con condiciones dignas para ser habitadas; son muy pequeñas, tanto que los habitantes las comparan con cajas de fósforos, donde se acumula el calor que comienza a aumentar exponencialmente desde las 5:30 de la mañana. Las mujeres y los hombres que viven en este lugar, de rostros cansados, con un halo de esperanza en la mirada, hablan de su vida en el viejo Oreganal, donde tenían lotes amplios, fincas, animales para criar, tierra para sembrar. Lo tenían todo.

Desde la esquina de la cancha de este nuevo barrio, se puede observar una parte del río Ranchería, el cual fue desviado más de 23 km por la minera para ser explotado. Esto para la comunidad es “un atentado contra la naturaleza”.

La lucha de la comunidad contra los abusos de la mina

Calles angostas, fincas, terrenos áridos y árboles a los lados, formaron el camino que nos guió hacia San Juan del Cesar, donde habitan algunos de los integrantes del Consejo Comunitario Los negros de Cañaveral. Al llegar, nos encontramos con una iglesia en la mitad de un parque desierto, compuesto por tierra, una cancha y unas gradas. Mientras el sol brillaba y el calor aumentaba, entre café y charlas, iniciamos el recorrido hacia el gran Manantial de Cañaverales.

Una parte del camino lo recorrimos en camionetas, después tuvimos que caminar, lo que nos permitió disfrutar del majestuoso paisaje, de sus árboles, del canto de los pájaros y hasta de las lagartijas que pasaban por nuestro lado. Fueron solo diez minutos de camino para conocer el manantial. Vimos un agua cristalina, limpia, que permitía observar a los peces nadando, y el reflejo de las ramas de los árboles y de los rostros de las personas. Esta es una de las fuentes hídricas más importantes de la región, declarada Reserva Forestal Protectora, amenazada por el interés de una transnacional que quiere realizar extracción de carbón en la zona. Al respecto, la comunidad ha estado luchando por proteger su territorio y algo tan importante y escaso para ellos: el agua. Como consecuencia, la comunidad ha recibido amenazas de desalojo.

La historia de las comunidades de esta región ha estado marcada por la defensa de la naturaleza y por la lucha contra las empresas multinacionales que quieren explotar su territorio con el aval de los gobiernos anteriores. Ahora, esperan que el nuevo gobierno tome las medidas necesarias para frenar esta explotación que los tiene en una crisis humanitaria hace muchos años.

Nuestro guía y acompañante durante el viaje fue un antiguo trabajador de la mina, quien perteneció al sindicato Sintracarbón. A él y a otros 300 compañeros los echaron sin justa causa y sin garantías laborales, después de haber prestado sus servicios por un largo periodo de tiempo. Según lo relatado, quien se atreve a realizar una denuncia o a cuestionar el accionar de la mina, es perseguido y probablemente despedido.

Nos sentamos en un parque al aire libre, donde pudimos dialogar con algunas de las personas afectadas por la presencia de la mina. Allí nos hablaron de sus luchas: “exigimos que la mina Cerrejón cumpla a cabalidad los puntos que se acordaron, seguimos esperando respuesta por parte de ellos, o que mejor se vayan, para que no sigan haciendo daños a la naturaleza, ni a nuestro departamento”.

“Ellos saben que están aquí”

Antes de encontrarnos con la comunidad Wayúu, en el municipio de Barrancas, tuvimos que reunirnos con Luz Ángela, lideresa y defensora del territorio. Fue una de las impulsoras del paro realizado en 2017 en contra de la mina Cerrejón, el cual duró aproximadamente 7 meses, y con el que lograron una de las sentencias más importantes que rigen hoy a la comunidad, la T-614 de 2019, que obliga a medir la calidad del aire. Misma que no ha sido cumplida a cabalidad por parte de la mina.

Nuevamente pasamos por tierras desoladas, vimos fincas y casas elaboradas con bahareque y tablas, hasta que llegamos al resguardo indígena Provincial, del que hace parte Luz Ángela. Este se encuentra conformado por 36 familias, con alrededor de 115 personas y 16 autoridades. Un chinchorro (hamaca), algunas sillas y unas grietas en el piso, nos dieron la bienvenida a la casa donde nos esperaban para el encuentro que tendríamos con las mujeres lideresas del resguardo. Entre gallinas, gatos y sorbos de agua, con el sol brillando de fondo, transcurrió el día tranquilo. Un día común para el resguardo, pero no para Cerrejón, pues no realizó la detonación que ocurre de manera regular entre las 12:45 p.m. y 1:15 p.m.

“Ellos saben que ustedes están aquí”, nos dijeron las mujeres cuando llegamos. En la mina Cerrejón tenían conocimiento de que había “gente de afuera” en una casa del resguardo, por lo que posiblemente prefirieron limitar su accionar para evitar registros. Este lugar se ubica a unos cuantos kilómetros de la mina, razón por la cual sufren las consecuencias de las detonaciones, reflejadas en las grietas que se perciben en el piso y las paredes de las casas. Pero este no es el único daño; esas explosiones emiten partículas contaminantes que generan enfermedades respiratorias, donde los principales afectados son los niños y niñas que habitan el lugar. Gracias a nuestra extraña presencia, el resguardo pudo descansar por más de 24 horas de ese material particulado que se expande a cielo abierto.

El resguardo Provincial se divide en localidades. Una de ellas se encuentra a menos de 300 metros de la entrada de la mina llamada Tajo Patilla, la cual hace pocos años se ubicaba a más de 5 kilómetros. Esto da cuenta de la expansión acelerada de la actividad minera. Ante ello, la comunidad ha exigido el cierre de la mina, por el aumento de las enfermedades y el riesgo que corren las personas que habitan esta zona.

Al respecto, nos encontramos la historia de Mary Luz, quien tuvo que abandonar el resguardo con su hijo, el cual tenía una enfermedad pulmonar a causa del material particulado, tras recibir amenazas por oponerse a los intereses de Cerrejón.

A pesar de este panorama, el lugar se divide en dos: de un lado están las personas que luchan por permanecer en el territorio denunciando los daños que causa la mina, de otro, están quienes defienden a las empresas, preservando sus intereses personales, que suelen estar mediados por el dinero.

El papel fundamental de las mujeres

La comunidad de mujeres indígenas Wayúu, que también hace parte de la plataforma “La Guajira le habla al país”, se conformó en torno a la lucha por la defensa del río Bruno y a la exigencia de que Cerrejón cumpla con la sentencia que quedó plasmada hace tres años. Entre denuncias, testimonios, charlas, risas, llanto, bordados y tejidos oriundos de su natividad, conocimos las exigencias, preocupaciones y sentires que tienen como mujeres defensoras del territorio.

La comunidad de mujeres nació en 2017 a raíz de la muerte de una bebé de nueve meses, debido a un fallo respiratorio pulmonar. En sus palabras “a la bebé se le explotó un pulmón”. Sobre este hecho, Luz Ángela se pronunció: “Yo no puedo permitir que se muera un niño más”. A partir de este momento, las mujeres comenzaron a documentar las enfermedades que padecen niños y niñas como consecuencia de la actividad extractiva por parte de la mina e inician una lucha por la vida.

Las mujeres del resguardo que están al frente de las denuncias, movilizaciones y quejas contra Cerrejón, tiene sus particularidades; cada una es experta en un tema en específico. Luz Ángela está al tanto de las afectaciones en la salud, mientras Daylin se centra en contar las afectaciones en la cosmovisión, considerando que la mina viola la esencia de vida de la madre tierra.

Así como la lucha del resguardo Provincial desde 2017, también está la historia del río Bruno, de la comunidad Tabaco, entre otras; donde Cerrejón ha sido la principal causante de las problemáticas de despojo, desplazamiento y persecución a las comunidades, además del daño a la naturaleza. Ante este panorama, las mujeres indígenas han sido ejemplo de resistencia, porque a pesar de las violencias y amenazas que sufren continúan luchando: “ser líder mujer Wayúu es difícil porque se tiene que enfrentar a las autoridades, a la pareja y a la comunidad».

CI AC/JT/04/10/2022

 

 

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