Venezolanas en busca de un aborto II PARTE- “Nos toca ser crueles”: la estrategia de una organización contra el aborto

“Nos toca ser crueles”: la estrategia de una organización contra el aborto

¿Qué se encuentra una mujer venezolana que, en busca de un aborto, llega a una fundación provida?
La fundación Coalición por la Vida mimetiza la apariencia de un centro de abortos para acercar mujeres que quieren interrumpir su embarazo y disuadirlas.
La fundación Coalición por la Vida mimetiza la apariencia de un centro de abortos para acercar mujeres que quieren interrumpir su embarazo y disuadirlas.
Foto: Paula Sánchez

Estás en la carrera Caracas con la calle 34. Fuiste ahí a buscar un aborto; ya visitaste varios lugares pero aún no lo consigues. En las clínicas te rechazaron por tu estatus migratorio irregular. Desconfías de los desagradables lugares clandestinos, pero parece que esos sitios serán la única opción: son baratos y no les interesa tu estatus migratorio.

¿Qué se encuentra una mujer venezolana que busca un aborto en lugares clandestinos ?

Una ‘tarjetera’, de esas que promociona servicios clandestinos de aborto como si se tratara de buhonería, te sonríe y te aborda. Es la primera mujer tarjetera que conoces. Hasta ahora solo se te habían acercado tarjeteros hombres y de manera abrupta… además, el volante que la mujer te entrega es verde, del color de las pañoletas que usan las mujeres que exigen el derecho al aborto. En él hay una imagen de una mujer que se tapa la cara con su mano, como lamentándose. Te identificas con ella. Abajo un texto dice: “¿Estás en embarazo y no sabes qué hacer? Llámanos, nosotros te ayudamos” y le acompaña un número de contacto. Le agradeces a la tarjetera y sigues tu camino… Piensas que este sitio podría tener algo de diferente a los demás, por las palabras en el volante parece que ahí se preocupan más por el bienestar de la mujer, aunque tus expectativas son bajas.

Llamas al número que se indica en el volante, te contesta una mujer cuya voz te permite intuir que tendrá unos 50 años. Le dices que estás buscando un aborto y ella rápidamente te responde “Ven a nuestra sede en la 33 con Caracas y te brindamos toda la información”. Estás cerca, entonces decides ir. Te percatas de que por WhatsApp te enviaron la ubicación y dirección exacta del lugar. La mujer insiste en que vayas a su sitio de trabajo. Caminas por la Caracas y llegas a la calle 33. Te alejas tres casas del Transmilenio y te encuentras con una casona en ladrillo. La entrada es un portón negro que no invita a entrar, excepto por un timbre y un pequeño vano para mirar quien está del otro lado. Arriba del portón, hay un letrero verde oscuro que en letras blancas dice “Orientación al embarazo, pruebas de embarazo gratuitas, no estás sola llámanos”. Al lado del letrero, un logo circular anuncia el nombre del lugar “Fundación Coalición por la Vida Colombia” y tiene en el centro la figura de un feto atado a su cordón umbilical. Aunque el logo te pone a dudar, este lugar es casi idéntico a los demás lugares donde se practican abortos clandestinos.

Tocas el timbre, pero nadie abre la puerta. El cuidador de carros de la calle se te acerca. El cabello que no le tapa su gorra se ve sucio. El hombre lleva un jean roto, una camiseta vieja y un trapo rojo en la mano. Te advierte que no te abrirán, que la gente de ahí se fue a almorzar y que es mejor que regreses más tarde o que visites el consultorio médico de la esquina, que ahí te ofrecerán un aborto seguro, no como en los otros sitios que son “una porquería”. Haces caso omiso y timbras de nuevo. Pocos minutos después, una mujer de pelo blanco y voz amable se asoma por el vano del portón, te saluda y te pregunta qué buscas. Cuando le respondes que un aborto ella te abre el portón y te invita a pasar.

La mujer cierra el portón detrás de ti. Hay un pequeño callejón y, al lado, una puerta para entrar a la casa. Cuando entras todo es azul cielo y blanco. Lo primero que ves es un mostrador donde se venden escapularios, biblias, figuras de Jesús y de la virgen María embarazada; también camisetas y gorras azules y blancas con un letrero que dice ‘40 días por la vida’. En las paredes cuelgan pendones con imágenes de bebés y fotos de madres que abrazan a sus hijos. Al frente hay un salón donde un grupo de mujeres participan en un conversatorio, que dirigen dos mujeres con bufanda azul. Escuchas que una de ellas dice: “a veces tenemos heridas profundas que nos llevan a victimizarnos y que eso nos da derecho a pecar, pero no es así. Esas heridas, ya sean un padre o un marido que nos maltrató, una madre ausente, o una violación, no nos dan ese derecho”. Algunas de las mujeres que participan amamantan a sus bebés mientras escuchan. Ves también niños que juegan en otro salón con juguetes. Esas imágenes generan confusión en ti. Pero la mujer que te guía te inspira ternura, te genera confianza y te ofrece un café, por eso decides seguirla. Subes las escaleras con ella y te sientas en un sofá azul acolchado. Allí te saluda con dulzura Elizabeth Juyo, una de las directivas de la Fundación. Es una mujer bajita de cabello color violeta. En su cuello cuelga un escapulario.

Elizabeth toma tus datos en un formulario. Cuando le cuentas que no tienes documentos ella te dice que no hay problema y te asegura, como para animarte, que la mayoría de “mamitas” que vienen a la fundación son mujeres venezolanas. Te pregunta de dónde vienes, dónde vives, tu nivel de escolaridad, religión, relación con el padre del embarazo y cuántos hijos más tienes. Le respondes todo, le cuentas que tienes un hijo de dos años, que su manutención ya es demasiado costosa para ti y que sería casi imposible soportar la carga económica de un segundo hijo.

Entonces te toma de la mano y te lleva a una habitación al fondo de la casa. En la habitación hay unas camillas y algunos instrumentos médicos. Se sientan junto a una vitrina con fetos de caucho de distintos tamaños, que representan las distintas etapas del embarazo.

Representación usada en la Fundación Coalición por la Vida del primer trimestre del embarazo.
Representación usada en la Fundación Coalición por la Vida del primer trimestre del embarazo.
Foto: El Espectador
Representación usada en la Fundación Coalición por la Vida de las semanas finales del embarazo.
Representación usada en la Fundación Coalición por la Vida de las semanas finales del embarazo.
Foto: El Espectador

Allá, Elizabeth te pregunta por tu semana de gestación y coloca en tus manos una réplica plástica de lo que sería el feto en desarrollo para la semana que tú le has dicho. La figura que te entrega es diminuta y elástica. Ella te mira a los ojos. Su actitud dejó de ser tierna. Ahora es implacable. “¿Vas a matar un bebé así? ¿Eso es lo que quieres? ¿Quieres matar un niño inocente?”, te dice enérgica. Le dices que no quieres matar a nadie. Ella insiste y dice que cargarás con ese peso toda tu vida y que nunca se te olvidará cuando veas un enorme flujo de sangre. Además, te cuenta que un aborto consiste en descuartizar al bebé dentro del vientre y succionarlo con una aspiradora. Elizabeth te dice que si lo que te motiva a abortar es una razón económica “¿por qué no más bien matas al bebé de dos años?, a fin de cuentas ese te implica más gastos y es lo mismo que matar al que tienes en el vientre”. Tú comienzas a llorar. Ella sabe que ha sido ruda contigo, pero afirma que “nos toca ser crueles a ver si así las convencemos”.

“¿por qué no más bien matas al bebé de dos años?, a fin de cuentas ese te implica más gastos y es lo mismo que matar al que tienes en el vientre”

Así disuaden a las mujeres de abortar.

Ahora Elizabeth te dice que te llevará a la Institución Prestadora de Salud Redimed, a dos cuadras de la casa, para hacerte una ecografía. Allí ella te hará escuchar los sonidos dentro de tu vientre para convencerte con eso de que no abortes. Le dices que no puedes ir porque te esperan en tu trabajo, pero que volverás a la fundación mañana a las 10 de la mañana. Elizabeth suele llegar al trabajo a las 11 de la mañana, pero por ti llegará a las 10.

Reaparece la otra Elizabeth, la tierna. Espera que aceptes “el regalo que te dio Jesús” y dice que cuando a una mujer no le hacen efecto sus intensas presiones disuasivas, la explicación, necesariamente, es que tiene problemas mentales. Según ella, las mujeres no abortan porque quieren, sino porque las presiona alguien más o porque tienen miedo de no tener con qué atender a sus bebés.

Te invita ahora a recorrer la fundación. Te muestra una sala con máquinas de coser donde se dictan talleres para que “las mamitas” aprendan a usarlas. Te cuenta que también ofrecen talleres de cocina, de emprendimiento y de sanación personal. El conversatorio que viste a la entrada era uno de esos. Te dice que luego de que paras a tu bebé te ayudarán a insertarte laboralmente. Como eres venezolana, te advierte que la inserción laboral será más difícil, pero que hay opciones informales. Por ejemplo, a otra “mamita” venezolana le consiguieron un carrito para que vendiera perros calientes en la calle.

A la sala del lado le llaman ‘el roperito’. Ahí hay cientos de prendas en buen estado para bebés de distintas edades e, incluso, para mujeres embarazadas. Puedes comprar por poco dinero esas prendas y, te cuenta Elizabeth, te regalarán un kit de embarazo cuando llegues a la semana 32. Elizabeth te regala un saquito blanco para un bebé recién nacido. Te dice que es un regalo para ti, que lo podrá usar tu bebé cuando nazca.

En el roperito las mujeres de la fundación pueden acceder a ropa para bebés y demás artículos de cuidado.
En el roperito las mujeres de la fundación pueden acceder a ropa para bebés y demás artículos de cuidado.
Foto: El Espectador

Elizabeth sabe que por tu estatus migratorio irregular te podrán negar atenciones relacionadas con tu parto en los hospitales bogotanos, por eso te dice que a las mujeres venezolanas las remiten al albergue Amen, que pertenece a otra fundación religiosa con ese sugestivo nombre, ubicada en el municipio de Cajicá, al norte de Bogotá. Allí hay instalaciones aptas para parir y sus servicios son gratuitos.

Algo de esto te suena conveniente. Entonces, le preguntas a Elizabeth por el funcionamiento de la fundación. Ella se entusiasma y te lleva a una oficina donde está Ivón Laborde, directora de la fundación Coalición por la Vida. Ivón te cuenta que ellas saben que viniste buscando aborto, pues así llegan la mayoría de las mujeres. “La misión en la que nos ha puesto nuestro señor Jesús es hacerlas cambiar de parecer ofreciendo apoyo psicológico y apoyo con todo lo que necesita un bebé al nacer”, te dice ella. Para esa misión se valen en parte del engaño, admite. “Queremos que este lugar parezca un sitio de abortos y no una fundación provida. Por eso es que usamos colores verdes en nuestra publicidad y en el letrero de afuera, para que lo asocien con los colores del movimiento pro-aborto”. También es por eso que se tardan en notificarte que esa fundación no practica abortos, sino que busca evitarlos y promueve la negación y abolición de ese derecho.

Además de ese engaño, la fundación echa mano de otras estrategias: las ‘consejerías de acera’ y 40 días por la vida. Llegaste a la fundación gracias a las consejerías de acera. Ella se refiere a lo que ocurre en Teusaquillo como “una batalla campal”. Se trata de personas que voluntariamente buscan competir con los tarjeteros que ofrecen sitios clandestinos para abortar, te ofrecen sus propias tarjetas y, si pueden, emprenden un trabajo de persuasión basado en sus convicciones religiosas. Esas son las consejerías. 40 días por la vida es una campaña promovida por la organización internacional que lleva ese nombre. Durante 40 días, activistas contra el aborto se reúnen a orar cada mañana frente a Profamilia y Oriéntame, sitios especializados de aborto seguro. Le preguntas si hacen lo mismo frente a los lugares clandestinos y dice que no porque “Oriéntame y Profamilia son más masivos”.

La Fundación Coalición por la Vida entrega estos volantes en las 'consejerías de acera'. Dejaron de usar el volante de la derecha pues el mensaje explícito contra el aborto no atraía a las mujeres que buscaban abortar. El volante de la izquierda, en cambio, es de color verde, como el movimiento Causa Justa, para que quien lo reciba piense que es de una organización donde se puede abortar.
La Fundación Coalición por la Vida entrega estos volantes en las ‘consejerías de acera’. Dejaron de usar el volante de la derecha pues el mensaje explícito contra el aborto no atraía a las mujeres que buscaban abortar. El volante de la izquierda, en cambio, es de color verde, como el movimiento Causa Justa, para que quien lo reciba piense que es de una organización donde se puede abortar.
Foto: El Espectador

“Si algo bueno tiene el gobierno de Venezuela es que allá está totalmente prohibido el aborto”, afirma Ivón. Ella está en desacuerdo con la Sentencia C-055 que despenalizó el aborto en Colombia hasta la semana 24 de gestación. Dice que el Estado colombiano le ha dado un espaldarazo a los lugares que practican abortos en el país. Te cuenta que su trabajo de oración es más arduo después de esa sentencia y que le piden a Dios más intensamente que acabe con el aborto.

Como sus plegarias no parecen dar fruto en esa dirección, las mujeres de la Fundación Coalición por la Vida Colombia han apoyado la elaboración de ponencias en el Congreso que planean someter a votación popular el aborto y penalizarlo. Para Ivón, independientemente de las condiciones de vulnerabilidad que motivan a muchas de las mujeres que están en su fundación, lo correcto es que si una mujer aborta vaya a prisión.

No sabes bien qué responderle. Ivón te hace sentir como una criminal por querer abortar, pero intuyes que no lo eres.

Te despides y le aseguras que volverás luego. Te vas contrariada. El encuentro fue como una oscilación entre luz y sombra. Tú no has tomado una decisión. El tiempo pasa, pero tu búsqueda sigue.

En contexto

En Teusaquillo operan al menos dos organizaciones antiaborto: la fundación Coalición por la Vida – Colombia y la organización ProMujer. Ambas mimetizan la apariencia externa de organizaciones pro aborto para atraer mujeres que desean interrumpir su embarazo, pero su verdadero propósito es disuadirlas.

Desde que surgió la fundación Coalición por la Vida, en 2017, mujeres venezolanas han acudido de distintas maneras a sus servicios. Unas asumen erroneamente que se trata de un lugar donde les brindarán servicios de aborto; otras, son interceptadas en las ‘consejerías de acera’ o en las manifestaciones de 40 días por la vida que se realizan frente a Oriéntame y Profamilia; y otras llegan a la fundación referidas por terceros. La cantidad de mujeres venezolanas que llegan a la fundación ha aumentado progresivamente por año al punto de que, para 2022, conforman la mitad de mujeres, según directivas de la fundación. Se trata de un crecimiento similar al de las mujeres venezolanas que acceden a una IVE mediante Oriéntame.

La fundación Coalición por la Vida ha recibido mujeres entre los 14 y 45 años. Todas coinciden en que, inicialmente, buscaban un aborto. Las representantes de la fundación aseguran que “un porcentaje ínfimo” de las mujeres que atienden persiste en la idea de abortar. La mayoría de estas mujeres tienen entre los 19 y 29 años. En esto también coinciden con el perfil demográfico de las mujeres que acceden a un aborto a través de Oriéntame.

Tal como la mayoría de mujeres que interrumpen voluntariamente su embarazo, las que llegan a la fundación lo hacen en las primeras semanas de gestación, según estiman las directivas.

Algunas mujeres llegan a la fundación referidas por terceros: familiares, amistades u otras mujeres que ya pasaron por la fundación.

El informe “Uno pasa por muchas cosas” Barreras de acceso a la IVE en mujeres refugiadas y migrantes venezolanas en Colombia, publicado en 2022 por la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres, considera como una barrera que un tercero intervenga en la decisión reproductiva de una mujer sin su consentimiento y ejerza coacción o violencia para disuadirla.

Desde que surgió la fundación Coalición por la Vida, en 2017, mujeres venezolanas han acudido de distintas maneras a sus servicios. Unas asumen erroneamente que se trata de un lugar donde les brindarán servicios de aborto; otras, son interceptadas en las ‘consejerías de acera’ o en las manifestaciones de 40 días por la vida que se realizan frente a Oriéntame y Profamilia; y otras llegan a la fundación referidas por terceros. La cantidad de mujeres venezolanas que llegan a la fundación ha aumentado progresivamente por año al punto de que, para 2022, conforman la mitad de mujeres, según directivas de la fundación. Se trata de un crecimiento similar al de las mujeres venezolanas que acceden a una IVE mediante Oriéntame.

La fundación Coalición por la Vida ha recibido mujeres entre los 14 y 45 años. Todas coinciden en que, inicialmente, buscaban un aborto. Las representantes de la fundación aseguran que “un porcentaje ínfimo” de las mujeres que atienden persiste en la idea de abortar. La mayoría de estas mujeres tienen entre los 19 y 29 años. En esto también coinciden con el perfil demográfico de las mujeres que acceden a un aborto a través de Oriéntame.

Tal como la mayoría de mujeres que interrumpen voluntariamente su embarazo, las que llegan a la fundación lo hacen en las primeras semanas de gestación, según estiman las directivas.

Algunas mujeres llegan a la fundación referidas por terceros: familiares, amistades u otras mujeres que ya pasaron por la fundación.

El informe “Uno pasa por muchas cosas” Barreras de acceso a la IVE en mujeres refugiadas y migrantes venezolanas en Colombia, publicado en 2022 por la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres, considera como una barrera que un tercero intervenga en la decisión reproductiva de una mujer sin su consentimiento y ejerza coacción o violencia para disuadirla.

 

 

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