Argentina – Las plazas no se venden

Por Iván Chalak.

Más de una semana ha pasado, sin embargo, el trance agrio de la Ley Bases permanece latente sin un cierre definitivo en la rosca política de lxs legisladxres y el poder ejecutivo.

El motivo del presente artículo tiene como objeto el análisis de la liturgia (principalmente peronista) en las movilizaciones y su relación con el estado de tensión en los actos masivos y callejeros, como en la última manifestación por el tratamiento de la Ley Bases en el Senado.

Es un debate que puede ser objetado desde algún sector de la izquierda por ser caracterizado de contradicciones secundarias. Mi planteo es que cada vez más la forma de esta suerte de liturgia va gestando un contenido que no interpela y que funciona como una actuación para dejar a las conciencias tranquilas del peronismo burocrático, que dirige diversos sindicatos de centrales obreras como la CGT y la CTA.  Lo paradójico es que lo que se muestra como un triunfo opera como una caricatura de la lucha social, desprestigiándola y haciéndola perder sentido convocante.

Observar ciertas escenas nos permite hacernos un pequeño corto dentro de la gran película de dicha jornada, algunas imágenes no son nuevas, pero connotan un estilo de práctica política en la concentración y movilización popular que lejos de estar a la altura del desafío represor actual contribuye, en cierta medida, a que el mismo se consolide con el riesgo de una derrota para la clase trabajadora.

Escena 1: En las columnas de parlantes armadas en el escenario de las conducciones burocráticas prácticamente no circularon discursos encendidos contra la Ley Bases, sino que se optó por música variopinta (principalmente ricotera) y a todo volumen que invitaba al escuche, cante y deje de hablar, incluso hubo trencito en alguna seccional de SUTEBA.

Escena 2: En la decisión de retirarse políticamente a las 14:30 de la Plaza Congreso algunos gremios de la CGT y SUTEBA se iban a paso sostenido vitoreando a brazo alzado “La patria no se vende”, mientras reculaban.

Estas escenas, junto a otras, como la práctica del consumo alcohólico de ciertos sectores de la CGT, así como las fotitos grupales (para redes sociales) antes de retirarse, contribuyen a un film que parece festivo que se confunde con el disfrute y luche porque no se ajusta al contexto ni al tenso clima que se vive ante la afrenta libertaria en todos los planos.

Quizás se objete en este análisis una ética purista, ácrata, inmaculada. Lejos de pretender eso, creo que se elabora un lenguaje, un cumulo de símbolos y actitudes que alejan a diversos sectores que habitamos momentos de lucha y contribuyen a sentirnos lejanos incluso dentro de la propia clase trabajadora. Y la peor parte es que nos deja muy distantes de una película con final feliz ya que las plazas se vacían y las fuerzas represoras toman bríos.

El final trágico de la película de ese día lo sabemos: la cacería, los gases e hidrantes, el verdugueo, las detenciones. Capítulo aparte para el ninguneo del sistema judicial y su insensibilidad con las pérdidas económicas y el sufrimiento personal de lxs injustamente detenidxs.

Antes de irse de la plaza pidieron desde los altoparlantes que no respondamos a las provocaciones, que vinimos pacíficamente, que seamos sensatos. Provocar son las prácticas que toma la burocracia sindical.

Juntarse, movilizar y estar es variopinto y complejo, pero en este momento histórico hay distintas formas de estar y una sola de quedarse hasta el final: codo con codo para que el sistema político no se la lleve tan de arriba, para que se sientan marcados y observados.

De quedarnos juntxs es probable que las fuerzas represivas no se envalentonen tan fácilmente, les costaría trenzarse con ciertos gremios cuyos torsos de solo verlos intimidan. Que ingenuo, se dirá.

Oportunidades no faltaran: a fines de junio se vencen enormes cantidades de contratos, muchas otras luchas emergerán a las ya existentes y seguro, habrá, tantas otras plazas.

Tendremos que poner cuerpo presente y almas con convicción constante en lucha, junto a un plan que no sea de acciones aisladas que corren el riesgo de desgranarse.

Mientras tanto el rey del retuit sigue corriendo su pacto cada vez más arriba, de Córdoba a Tucumán; quizás si lo empujamos, pero en serio, lo hagamos caer de nuestro mapa.

Tomado de tramas.ar

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