Francia: “Vencer al fascismo, la estrategia del “frente único obrero”, de ayer a hoy”

Adrien Bidaud-Bonod

 

21/01/2024

 

Preguntado Olivier Besancenot por Mediapart sobre el avance de la extrema derecha y la elección hecha por su partido, el NPA, de proponer a LFI una campaña común a las europeas de 2024, Besancenot pide la constitución de un “frente único”. Miembro de la IV Internacional, toma prestada la expresión de León Trotsky, pensador de la estrategia antifascista del “frente único obrero.

Publicado en 2021 por las ediciones de la librería La Brèche (NPA), el libroCómo vencer el fascismo” reúne artículos de Trotsky, escritos entre 1930 y 1933 en un contexto marcado en Alemania por el ascenso al poder del partido nazi. En septiembre de 1930, los “nacionalsocialistas” se convirtieron en la segunda fuerza electoral del país, por delante de los comunistas y detrás de los socialdemócratas. En enero de 1933, Hitler fue nombrado canciller. Señalando la amenaza de destrucción de las organizaciones del movimiento obrero (partidos, sindicatos, asociaciones, periódicos…) que plantea el ascenso del fascismo, Trotsky argumenta la necesidad de adoptar “tareas, alianzas y consignas específicas”.

¿Frente único o frente popular?

Para el teórico de la revolución permanente, la urgencia en la Alemania de la década de 1930 es la implementación de una estrategia “defensiva” de unidad en la acción de la clase obrera y sus organizaciones. No se trata de elaborar un programa político compartido. Trotsky insiste especialmente en la necesaria independencia de los comunistas, cuyo objetivo es continuar el proyecto revolucionario y, por lo tanto, la crítica del reformismo socialdemócrata.

El “frente único obrero” se opone en este sentido a la estrategia del “frente popular”, alianza electoral y programática reformista, cuyo punto de partida son los los acuerdos de los comunistas con los socialdemócratas, pero también con componentes de la burguesía (los radicales en Francia). El frente único obrero se trata, por el contrario, de un acuerdo práctico, hecho “por arriba” entre las organizaciones de la clase obrera, comunistas y socialdemócratas, con el objetivo de llevar a cabo conjuntamente acciones masivas “desde abajo”, dentro de “colectivos obreros” (soviets). El desafío es doble:

1-Agrupar y organizar las fuerzas militantes -partidistas y sindicales- para obtener victorias concretas e inmediatas;

2-Garantizar su “autodefensa” (armada) recíproca, en la atmósfera de guerra civil que hace reinar la SA -sección de asalto-, formación paramilitar del partido nazi.   

“Caminar por separado, golpear juntos”

Totsky resume el espíritu del frente único obrero en los siguientes términos: “caminar por separado, golpear juntos […] ponerse de acuerdo solo sobre cómo golpear, sobre quién y cuándo golpear”. Como se mencionó anteriormente, el frente único no es sinónimo en Trotsky de abandonar una perspectiva de transformación política y social. Es una primera fase “defensiva”, condición para la continuación de la “ofensiva” revolucionaria. La aplicación de la estrategia del frente único es, en un sentido, una condición para el éxito del proyecto revolucionario. Frena el ascenso del fascismo, promueve la unidad de la clase trabajadora y empuja a los líderes socialdemócratas a asumir sus divergencias.

Según su autor, esta estrategia no puede implementarse sobre la base de palabras de orden demasiado radicales, que no corresponderían a la realidad de las relaciones de fuerzas sociales y políticas. También supone renunciar a todo “ultimatismo” para permitir la unidad en la acción del movimiento obrero. En vista de la debilidad de una izquierda atravesada por luchas por la hegemonía política y los reflejos sectarios, el frente único obrero propuesto por Trotsky resuena hoy con más fuerza.

El frente único obrero hoy

Por lo tanto, aquí está (muy) sintéticamente resumida la filiación política en la que se inscribe Olivier Besancenot cuando llama en las columnas de Médiapart a un “frente único contra la derecha y la extrema derecha”, que define como “la unidad en un enfoque de acciones concretas […] para encarnar una alternativa de masas”.

¿Qué perspectivas se pueden dibujar, por tanto, teniendo en cuenta el contexto de fascización y “el estado de ánimo de la clase explotada, su combatividad y disponibilidad para la lucha”? Adelantó aquí algunos elementos de reflexión, como eco y continuación del prefacio de “Luchar contra el fascismo”, escrito por el sociólogo y especialista en la extrema derecha Ugo Palheta.

En primer lugar, el contexto político y social actual invita a distanciar los análisis triunfalistas que, demasiado cegados por la crisis de hegemonía de la burguesía capitalista, niegan o minimizan la posibilidad del fascismo. Tampoco es hora del sectarismo, sino de la unidad en la acción, incluso en las urnas. Su perímetro, cuyos contornos quedan por definir con mayor precisión, debe extenderse “a todas las organizaciones y colectivos que luchan contra las opresiones estructurales, con el fin de construir […] un bloque subalterno”.

Si podemos lamentar en este sentido el estado actual de la Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES), “la unión de la izquierda” no puede ser el alfa y el omega de la lucha contra la extrema derecha. La NUPES ha sido y sigue siendo un acuerdo programático y electoral “desde arriba” que, aunque aclamado por la base, no ha sabido darle los medios para su puesta en marcha. Su fracaso, que se puede atribuir en parte a las ambiciones hegemónicas de France Insoumise (LFI), desafía a las organizaciones revolucionarias. Cuando el fascismo amenaza, ¿dónde debe terminar su independencia de los posibles aliadosreformistas”? Algunos consideran vincularse electoralmente con LFI (NPA) o optan por fusionarse con el movimiento insumiso (GES, POI) mientras otros se niegan a cualquier colaboración militante (RP). En los tres casos, su capacidad para poner en movimiento a través de la acción a los explotados parece muy limitada.

Por lo tanto, la lucha contra la extrema derecha debería pasar, a partir de ahora, por una movilización colectiva coordinada a nivel nacional por los partidos y los componentes del movimiento social; y declinada localmente, en torno a consignas compartidas y acciones concretas. Ante las dificultades de imponer un frente común a los partidos políticos y otras organizaciones del movimiento social, podemos lamentar la desinversión por parte de los activistas revolucionarios de espacios más autónomos de compromiso, como pudieron constituir, por ejemplo, los “comités de lucha” locales que surgieron en el momento de la movilización contra la reforma de las pensiones.

El aumento de los actos de violencia por parte de los grupos fascistas y la represión estatal que golpea, con más o menos fuerzas, sobre todos los sectores del movimiento social también exigen que se aborde más ampliamente el desafío de la autodefensa. Sin limitarse a un “antifascismo callejero”, la lucha contra la extrema derecha pasa inevitablemente por el fortalecimiento y el apoyo a las organizaciones “antifas”, la constitución de colectivos unitarios locales y la asunción colectiva de las tareas de autoprotección.

Por último, los retrasos acumulados en materia de hegemonía cultural y el desequilibrio de los medios comprometidos en esta lucha -si solo tomamos el ejemplo de los medios de comunicación- requieren mostrar inventiva para crear nuevos espacios de organización, formación, ayuda mutua y sociabilidad, desde una perspectiva inclusiva y autogestionada, que daría protagonismo a las personas más interesadas (clubes deportivos, cafés asociativos, cooperativas de producción, medios independientes…).

 

onod/blog/190124/vaincre-le-fascisme-la-strategie-du-front-unique-ouvrier-d-hier-aujourd-hui?

Traducción:Enrique García

 

*Adrien Bidaud-Bonod: Prepara su doctorado en Ciencias políticas en la Universidad de Lyon.

Fuente:

https://blogs.mediapart.fr/adrien-bidaud-b
Tomado de: Sin Permiso

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