Desde ARGENTINA- Eduardo Lucita*: 100 Años del Imperialismo

23  Enero, 2024

 

El pasado 21 de este mes se cumplieron 100 años del fallecimiento de Vladímir Ilích Uliánov, Lenin, quién  fuera el máximo dirigente de la Revolución de Octubre. Sus trabajos – entre los que destacamos sus análisis sobre el capitalismo del siglo XX, la construcción del partido y su relación con las masas, la hegemonía del proletariado, el Estado, lo electoral, y sobre todo su rigor estratégico que combinaba con la necesaria flexibilidad táctica según las coyunturas- están cruzados por el problema del poder. Es que Lenin encarnó como pocos ese período histórico que conocimos como el de “la actualidad de la revolución”.

Este centenario de su desaparición física, cuando se ha intentado borrarlo de la historia, descalificarlo con múltiples argumentos incluso hacerlo responsable de lo que luegovb sería la barbarie stalinista, es una buena oportunidad para recuperar su legado y ver qué de todos sus aportes nos son útiles para la lucha en este Siglo XXI.

Como una contribución más a las numerosas actividades y publicaciones que se están realizando en distintas partes del mundo recupero, con leves actualizaciones, un texto que escribí en 2016 al cumplirse 100 años de “El Imperialismo, Fase Superior del Capitalismo”.

 

Un texto tan fundamental como emblemático del pensamiento de Lenin

 

VIGENCIA DE LA TEORÍA DEL IMPERIALISMO

 

                                                                                   Eduardo Lucita*

En 1916 editado como un folleto –1ra. Edición como libro en 1917- apareció El imperialismo. Fase superior del capitalismo del líder de la revolución bolchevique V. I. Lenin. En cierta forma el texto siguió el mismo derrotero que El Manifiesto Comunista de Marx y Engels, editados para la coyuntura terminaron siendo libros de lectura imprescindible para comprender la evolución del capitalismo del SXX y para la formación de generaciones y generaciones de jóvenes que soñaron –muchos lo hacen aún- con cambiar el mundo de raíz, incluso para quiénes manteniéndose en los límites del sistema del capital buscaban comprender sus leyes y tendencias fundamentales.

Se cumplían entonces cien años de su primera edición. De un texto que con el tiempo deviniera en fundamental y emblemático. Fundamental porque daba cuenta de las profundas modificaciones que estaban ocurriendo en el sistema capitalista mundial  y que se manifestarían a lo largo de todo el siglo pasado, emblemático porque pone en el centro del pensamiento de Lenin al capitalismo como sistema mundial que ingresaba en una fase superior.

Este 100 aniversario de la muerte de Lenin es una excelente oportunidad para revisitar el texto con una lectura crítica, no para reiterarlo con puntos y comas sino para ver cuánto hay de su vigencia y como nos permite analizar la realidad del capitalismo del SXXI. Es particularmente importante para nuestra  región en que numerosos países alcanzamos la independencia formal pero nunca la independencia económica.

Precisamente en el texto su autor dedica un párrafo y lo ejemplifica con nuestro país: “Para esta época son típicos no sólo los dos grupos fundamentales de países: los que poseen colonias y los países coloniales, sino también las formas variadas de países dependientes políticamente independientes, desde un punto de vista formal, pero, en realidad, envueltos por las redes de la dependencia financiera y diplomática. Una de estas formas, la semicolonia, la hemos indicado ya antes. Modelo de esta otra forma es, por ejemplo, la Argentina”.

Esta afirmación, cuando estamos ya en la segunda década del S.XXI, amerita un debate de fuertes implicaciones políticas: ¿seguimos siendo una semicolonia, como afirman muchos nacionalistas y populistas de distintas raíces, o somos un país capitalista dependiente cuya subordinación al mercado mundial condiciona el desarrollo de las fuerzas productivas?

Doble función

El texto fue escrito en Zúrich durante la primavera de 1916. Luego ya de regreso en Rusia Lenin escribió el prólogo, finalmente fue editado como libro en San Petersburgo un año después. Según dice el autor en el prólogo  la censura zarista lo obligó a limitarse a un análisis exclusivamente teórico, muy centrado en lo económico, formulando pocas e indispensables observaciones de carácter político, esperanzado en que el folleto, “un ensayo popular”, ayudaría a comprender la política de aquellos años, la esencia económica del imperialismo y por lo tanto el papel de la guerra.

 

La importancia del libro de Lenin es que también permite periodizar al capitalismo. Distingue entre un capitalismo “viejo” exportador de mercancías y un capitalismo “nuevo” exportador de capitales, se pasaba a una nueva fase bajo el dominio del capital financiero. “De la dominación del capital en general a la dominación del capital financiero”.  Pero esa nueva fase del imperialismo es también la etapa de la senilidad del sistema como tal y de la guerra como un componente inevitable e imprescindible para su continuidad en el tiempo.

El texto conceptualizaba las principales transformaciones del sistema mundial operadas en la primera década del siglo pasado. Fue escrito en medio del fragor de la Gran Guerra (1ra. Guerra Mundial) y buscaba señalar las consecuencias políticas de la misma; también tenía como objetico polemizar con la socialdemocracia, hegemónica en la II Internacional. Remarcaba: “…lo característico del imperialismo no es justamente el capital industrial, sino el capital financiero”.

Desde entonces el texto cumplió una doble función. Era analítico, porque desmenuzaba las principales tendencias en curso y al mismo tiempo estratégico, porque ayudaba a ver el impacto de estas hacia adelante. Esas tendencias que se manifestarían a lo largo de todo el siglo XX pueden sintetizarse en: a) la fusión del capital bancario e industrial que dio lugar al capital financiero, b) la concentración de la producción y los monopolios, c) la exportación de capitales, producto de la acumulación de excedentes financieros,  d) la concentración bancaria y el nuevo papel de los bancos que subordinan al comercio y a la industria y e) la redistribución de la áreas de influencia y el reparto del mundo como consecuencia de la guerra.

Un nuevo período dentro de la fase superior

Hoy las evidencias indican que se estaría en una nueva fase dentro de lo que desde entonces se conocería como fase superior.  Es que en este largo período mucha agua ha corrido bajo los puentes. Sintéticamente la crisis mundial del ’30 y la 2da. Guerra Mundial; la llamada guerra fría producto del enfrentamiento entre bloques con formas de propiedad  y organización social diferentes; las guerras de liberación nacional; la descolonización negociada; revoluciones en China, Cuba, Argelia, Vietnam; la conferencia de Bandung y el surgimiento del movimiento de Los No Alineados; el desarrollismo de la CEPAL…

La crisis de los años ’70 del siglo pasado puso fin a la época dorada de la pos-guerra (1945-1975) y abrió un nuevo período. Fue a la vez una crisis clásica de caída de la tasa media de ganancia y una crisis de la gobernabilidad imperial (derrota en Vietnam). Esta doble crisis permite comprender porque fue tan fuerte la ofensiva neoliberal a partir de los años ’80.

Como respuesta a su crisis el capital lanzó a escala mundial un extendido proceso reestructurador de sus espacios productivos y de servicios, lo que fue acompañado por la ofensiva generalizada y sostenida sobre el trabajo, buscando desmontar las conquistas sociales que los trabajadores, generación tras generación, habían levantado como barreras frente a la voracidad capitalista. El keynesianismo armamentista de la administración Reagan y finalmente el estrepitoso derrumbe del estalinismo y el fin del enfrentamiento Este-Oeste dieron un nuevo impulso a la mundialización capitalista que ingresa así en la globalización. Un nuevo período dentro  de la fase superior, asentada en el crecimiento de las multinacionales, la libertad de comercio, el libre flujo de capitales, el debilitamiento persistente de los Estados nacionales y la idea futurista de una “sociedad mundial uniforme, armónica y cooperativa”.

 

Imperialismo hoy

Un primer momento de este nuevo período ha sido la creciente interdependencia entre los países y la constitución de bloques económicos regionales (UE, MERCOSUR, NAFTA, ASEAN). En los ’90 emergió con fuerza la Organización Mundial de Comercio (OMC) que arbitraba entre las naciones mientas impulsaba un comercio sin trabas. Pero ahora es esta misma OMC la que se está convirtiendo en una traba para un capitalismo rapaz que ha regresado a ciertas formas  primitivas, la llamada acumulación por desposesión (de territorios, de saberes originales, de recursos estratégicos, de espacios y servicios públicos, de conquistas laborales). El desenvolvimiento de esta lógica capitalista no reconoce fronteras ni territorios, intenta formatear un espacio planetario mercantil, homogéneo y sin barreras, sustentado en la supuesta competencia perfecta de una economía mundial sin regulaciones y el individualismo de una sociedad global. Esto está inscripto en los tratados de libre comercio impulsados por las multinacionales.

Impacto político

Como hace cien años las políticas de austeridad, el desempleo estructural, la destrucción de fuerzas productivas y las confrontaciones bélicas son la muestra de la decadencia del sistema.

Hoy la dominación de los bancos y del capital financiero es mucho mayor y más fuerte que hace cien años, el FMI y el sistema deuda condensan esas funciones, como lo muestra la crisis estallada en 2008 y aún no resuelta. Si hay alguna diferencia que merece destacarse entre otras es que el imperialismo ejerce su dominación en forma indirecta. Por el comercio mundial, por las instituciones financieras de crédito, por las “ayudas” de diverso tipo, en lugar de la intervención militar directa.

En este nuevo período el imperialismo concentra, centraliza y homogeniza por arriba a la par que escinde, fragmenta y hetereogeiniza por abajo. No elimina el orden de las dominaciones estatales, sino que las superpone. Por arriba es mucho más multipolar y el carácter transnacional de las corporaciones es mayor de lo que era pero siguen referenciándose en la potencia militar  y económica de los países centrales. Por abajo la repuesta se vertebra en una multiplicidad de movimientos sociales que expresan un conjunto variopinto de identidades y  subjetividades, pero muchas de ellas no alcanzan a tener determinaciones de clase,  por lo tanto corren el riesgo de ser reabsorbidas por la lógica del capital.

La jerarquización es hoy más compleja. EEUU sigue siendo una superpotencia, mientras que es notable el fracaso del imperialismo europeo y se verifica el ascenso de proto imperialismos (China, Rusia) y sub imperialismos (Brasil). Hay entonces una contradicción estructural que lo recorre íntegramente, la acumulación mundializada y su territorialización estatal lo que lleva aparejado una inestabilidad geopolítica permanente, que se expresa en las disputas entre potencias por las zonas de influencia, por los flujos comerciales, por el control de los territorios y la multiplicidad de guerras localizadas.

 

Comprender estas nuevas tendencias que definen el hoy del imperialismo y medir su impacto social y político es una necesidad imprescindible para avanzar en la transformación revolucionaria de un sistema cada vez más inmoral e inhumano.

En esta perspectiva las contribuciones de Lenin a 100 años de su fallecimiento, siguen siendo invalorables.

22.01.2024

 

*Integrante del colectivo EDI –Economistas de Izquierda-

 

 

 

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