
Mario Hesselbarth*
14/10/2023
La rápida desaparición de los gobiernos obreros formados en Sajonia y Turingia a mediados de octubre de 1923 forma parte, sin duda, de uno de los momentos dramáticos del año crítico que fue 1923. Como consecuencia de la resistencia pasiva declarada por el gobierno alemán contra la ocupación del Ruhr por tropas francesas y belgas a principios de 1923, provocada a su vez por el incumplimiento por parte de Alemania de las obligaciones derivadas de las reparaciones de guerra, la joven República de Weimar cayó de nuevo en una crisis existencial. La hiperinflación y la miseria masiva asociada a ella, así como la gran concurrencia de grupos de extrema derecha/fascistas y su rearme secreto por parte del Reichswehr, ponían cada vez más en peligro la existencia de la democracia. Eliminarla era el objetivo tanto de los círculos de la industria pesada en torno a Hugo Stinnes – quien sacaba provecho de la inflación-, del general al mando del Reichswehr Hans v. Seeckt y del triunvirato de Múnich Gustav von Kahr, Hans von Seißer y Otto von Lossow, como también de Adolf Hitler, a la cabeza de las unidades paramilitares de extrema derecha völkisch. En última instancia, la democracia de Weimar no se salvó por la fuerza de sus defensores republicanos, sino como resultado de la desunión de sus oponentes de derecha y extrema derecha como se hizo patente en el fallido intento de golpe de Estado de Adolf Hitler en Múnich los días 8 y 9 de noviembre de 1923.
En el verano de 1923, la dirección de la Internacional Comunista (IC) había querido ver en la crisis de la República de Weimar y su supuesto efecto revolucionario sobre las masas – como en la jornada antifascista del 29 de julio de 1923 y durante la “huelga de Cuno”[1] a mediados de agosto de 1923 -, una oportunidad para dar un nuevo impulso a la revolución proletaria mundial, la cual se había quedado estancada en 1918/19. Los gobiernos obreros formados en Sajonia y Turingia desempeñaron un papel clave en el “Octubre alemán” planeado por la Internacional, lo que significaba un alejamiento de la política de frente único adoptada dos años antes y, por tanto, un retorno a la estrategia ofensiva que había fracasado en Alemania en 1921. Es este aspecto el que ha configurado y, como es patente, sigue configurando su presentación posterior,[2] según la cual los acontecimientos de Sajonia siempre reciben más atención que los de Turingia debido a las medidas excepcionales de intervención militar impuestas por el Reich (Reichsexekution) el 29 de octubre y sus consecuencias para la evolución posterior de Alemania.
Sin embargo, si se amplía la mirada más allá del año de crisis de 1923 y se considera todo el período comprendido entre 1920 y 1923 y más allá, el gobierno obrero de Turingia, así como lo sucedido antes y después, muestran, en primer lugar, las oportunidades y posibilidades de la política comunista de frente único y de la política reformista republicana de izquierdas, con las que la socialdemocracia de Turingia practicó una alternativa real a la política de coalición del SPD a escala del Reich. En segundo lugar, se hacen visibles los límites de estos dos planteamientos políticos, que en el caso de la política de frente único se veían arrastrados por sus contradicciones internas y, en lo que respecta a la política reformista republicana de izquierdas, por sus limitaciones regionales y la falta de apoyo por parte de la dirección de su propio partido a nivel del Reich. En tercer lugar, y por último, se hacen evidentes las dramáticas consecuencias de la interrupción de la política de reformas iniciada en 1920 para la democracia de Weimar y su desarrollo en la propia Turingia.
Sin embargo, esta interrupción no fue consecuencia del fracaso del gobierno obrero, sino del golpe de Estado indirecto del Reichswehr en apoyo de la alianza de ciudadanos y campesinos antisocialista de Turingia.[3] Entre 1920 y 1923, esta alianza había arremetido sin éxito contra la política de reformas republicana de izquierdas de la socialdemocracia turingia, apoyada por el KPD. Como resultado, el estado de Turingia, constituido en 1920, se había desarrollado en un inicio como un “núcleo reformador regional de la joven República de Weimar, un portador de esperanza para los grupos reformistas pero también como un espectro terrorífico para sus oponentes.”[4] Por lo tanto, el gobierno obrero de Turingia formado el 16 de octubre de 1923 representó también el punto culminante y la conclusión de un debate que duró más de tres años sobre el desarrollo del Estado (Land) fundado en 1920. Sin embargo, al mismo tiempo fracasó debido a reticencias y contradicciones que ambos partidos obreros respectivamente tenían asociadas con su educación.
El gobierno minoritario del DDP-MSPD (Deutsche Demokratische Partei – Merheitssozialdemokratische Partei Deutschlands, [liberales de izquierdas y socialistas mayoritarios respectivamente]), formado tras las elecciones al primer parlamento de Turingia del 20 de junio de 1920, fracasó al poco tiempo debido a sus contradicciones internas. Con la elección anticipada de un nuevo parlamento estatal, necesaria a raíz del resultado electoral del 11 de septiembre de 1921, se dio la oportunidad de formar un gobierno socialista. Aunque el KPD, de acuerdo con su autopercepción revolucionaria, descartó participar en un gobierno de este tipo, su apoyo a los dos partidos socialdemócratas en el parlamento estatal de Turingia permitió la formación del gobierno minoritario MSPD-USPD bajo August Frölich. Esta manera de proceder fue uno de los primeros resultados visibles de la política de frente único que en el tercer Congreso mundial de la IC y en el congreso del KPD celebrado en Jena en el verano de 1921, fueron llevados a cabo por sus partidarias y partidarios, más o menos convencidos, frente a una considerable oposición interna en el KPD.
Definida positivamente, la política comunista de frente único significaba la oferta de una lucha común de todos los trabajadores, independientemente de su orientación política partidista o de su afiliación o no afiliación organizativa, por la defensa de los intereses vitales elementales de la población trabajadora. Esta oferta se derivaba del hecho por el que la situación revolucionaria mundial de 1917/18 había llegado a su fin y los nuevos intentos de derrocar con armas al gobierno, – a retener: acción de marzo de 1921 en el centro de Alemania -, habían fracasado. Aunque el movimiento obrero alemán e internacional se había dividido en un ala revolucionaria y otra reformista como resultado del desarrollo de los acontecimientos desde el estallido de la Primera Guerra Mundial, existían, no obstante, intereses de clase comunes de la población trabajadora en los Estados capitalistas. Al mismo tiempo, el movimiento comunista constataría desde el principio que las masas trabajadoras estaban del lado del reformismo socialdemócrata.[5]
Sin embargo, la táctica comunista de frente único no pretendía aceptar este hecho como dado y, partiendo de él, había que intentar un nuevo enfoque político, una realpolitik revolucionaria que podría tener consecuencias de gran alcance para la imagen comunista. Más bien, la política de frente único pretendía radicalizar a las masas como resultado de las luchas comunes y restaurar la unidad del movimiento obrero sobre una base comunista, con el fin de crear las condiciones previas para un renovado intento de revolución. Para decirlo afiladamente: Los destinatarios socialdemócratas aceptarían la invitación a la política comunista de frente único para descargarse de responsabilidades.
Pero la puesta en práctica de la política de frente único mostró que el KPD, al renunciar a una política revolucionaria inmediata, se tenía que comprometer con las realidades de la República de Weimar y aceptar la democracia parlamentaria, al menos formalmente, en lugar de poder derrocarla. Para la realización de las reivindicaciones sociales inmediatas era necesaria la cooperación y la colaboración con aquellas organizaciones socialdemócratas y sindicales que, de hecho, estaban destinadas a ser eliminadas o, mejor dicho, modificadas a fondo en aras de la unidad revolucionaria en la lucha de clases. En el otoño de 1921, el KPD de Turingia tuvo que luchar duramente con la perspectiva de que “un pseudorradicalismo cómodo y complaciente” sería una renuncia a la lucha por la influencia en el Estado capitalista y sus instituciones “,[6] como decía el informe de los diputados comunistas del parlamento del Estado de Turingia de la primera legislatura. La línea acordada entre la dirección del distrito y la dirección central del partido sobre la tolerancia de un gobierno socialista fue rechazada inicialmente por el comité del distrito el 25 de septiembre de 1921. Fue necesario un amplio debate dentro del partido para comprometer al KPD de Turingia con el apoyo parlamentario al gobierno minoritario socialdemócrata.
Según el punto de vista, la práctica del frente único y, sobre todo, los debates sobre el gobierno obrero mostraron, por un lado, las posibilidades potenciales de una realpolitik revolucionaria y, por otro, los peligros oportunistas de la política de frente único. Según Walter Ulbricht, secretario político de la dirección de distrito del KPD de Turingia, una concepción errónea del frente único llevaría en ocasiones a los funcionarios comunistas a hacer concesiones políticas a los dirigentes sindicales y socialdemócratas en interés de la unidad, en lugar de defender un frente único auténticamente combativo. El partido tuvo que oponerse a ello “con toda severidad”.[7]
En este sentido, la definición de gobierno obrero adoptada por el congreso del KPD de Leipzig, a principios de 1923, como un medio para “hacer política obrera” en el marco, y por el momento, con los medios de la democracia burguesa, apoyándose en los órganos proletarios y en los movimientos de masas proletarios,[8] fue, por un lado, una confirmación de la política de frente único, pero, por otro, una concesión a la lucha contra el peligro oportunista que éste conlleva. Se veía como el principal peligro para el KPD no solo por los vehementes críticos del ala ultraizquierdista del partido en torno a Ruth Fischer, sino también por una gran parte de los partidarios y partidarias de la política de frente único, a la que también había pertenecido inicialmente Ulbricht.
Con el trasfondo de la intensificación tanto de la discusión interna del partido sobre la política de frente único como del desarrollo político interno, el KPD de Turingia había pasado en la primavera de 1923 de su política de tolerancia al gobierno de Frölich a trabajar por su sustitución hacia lo que, desde su perspectiva, había de ser un auténtico gobierno obrero. Un objetivo intermedio era la formación de un gobierno socialdemócrata de izquierdas según el modelo de Sajonia.[9] Sin embargo, se encontró con una enorme oposición de las masas socialdemócratas e incluso no pudo movilizar para este objetivo a su propia base durante mucho tiempo. El intento de organizar un congreso turingio de comités de empresa como contrapeso al parlamento estatal de Turingia fracasó a principios de septiembre de 1923.
Aunque el 11 de septiembre de 1923 el KPD, junto con la oposición de derechas, pronunció un voto de censura contra el gobierno socialdemócrata minoritario en el parlamento estatal y lo forzó a dimitir, volvió a proponer negociaciones a la socialdemocracia turingia para formar un gobierno obrero. Sin embargo, éstas amenazaron con fracasar a finales de septiembre de 1923 debido a las exigencias comunistas de convocar un congreso de comités de empresa, el cual tenía que determinar el programa del gobierno obrero, la autoprotección proletaria conjunta contra la creciente amenaza fascista y la ampliación de poderes para los comités de control para combatir la penuria social y la usura.
El llamamiento del presidente de la IC, Grigori Zinóviev, al KPD a principios de octubre de 1923 para entrar en los gobiernos estatales de Sajonia y Turingia con el fin de impulsar el armamento del proletariado, y la consiguiente declaración de aceptación (Bereitschaftserklärung) por parte de la dirección central del KPD, llevaron finalmente al KPD de Turingia a abandonar su curso de confrontación con el gobierno de Frölich. Entonces hizo todo lo posible para lograr un gobierno conjunto con éste, que, sin embargo, no se orientaría hacia el concepto del congreso del partido de Leipzig, sino que serviría a la preparación de un levantamiento armado.
Contrariamente a lo que retrospectivamente suele presentarse, la socialdemocracia de Turingia en su conjunto no tenía una orientación de izquierdas, aunque la izquierda del SPD contaba con un fuerte apoyo, sobre todo en Turingia Oriental. Esta izquierda del SPD, constituida el 29 de julio de 1923 en Weimar, y en cuya instauración había desempeñado un papel decisivo Paul Levi, también había suscitado comentarios críticos en la organización de distrito de Turingia, a pesar de la gran proximidad en cuanto al contenido, con el trasfondo de las experiencias vividas con la escisión del partido. August Frölich tampoco pertenecía a la izquierda del SPD en el periodo 1921-23, aunque la valoración comunista, que lo consideraba el “portavoz del ala derecha de la socialdemocracia de Turingia “,[10] no es correcta en este sentido. La política de Frölich era pragmática, pero no carente de principios, sino socialdemócrata. Aunque afirmaba que su política se dirigía principalmente a los sectores de la población social y económicamente desfavorecidos sobre todo, su gobierno no podía seguir una política puramente obrera.[11]
Sin embargo, hay dos puntos decisivos que hacían de la política reformista republicana de izquierdas de la socialdemocracia turingia una alternativa práctica a la política de coalición socialdemócrata a escala del Reich y en Prusia. Su aspiración republicana de configurar y llevar a cabo la política, por un lado, unido a su disposición, por otro, a cooperar con el KPD, que Frölich defendió incluso tras el fracaso del gobierno obrero. “Esta alianza de los socialdemócratas con los comunistas había sido un intento que se tenía que hacer alguna vez”.[12]
La aspiración de configurar y llevar a cabo republicanamente el Land se reflejó en un programa de reformas a nivel estatal realizado sobre una base republicana y, en la medida de lo posible dentro del marco de la legislación estatal, desde un punto de vista social. El programa se reconocía por una protección de la república consecuente y una reorganización territorial completa de las estructuras municipales con una democratización simultánea de las normativas municipales y de distrito. Excelente fue la reforma escolar de Max Greil.[13] Se movía en el marco de los artículos escolares de la Constitución de Weimar, pero “a diferencia de la mayoría de los demás Länder, aprovechó plenamente el margen de maniobra asociado a ellos”. A los defensores de la reforma educativa les pareció ejemplar y rompedora, a sus oponentes la obra del diablo, ante la que toda la Alemania burguesa se había santiguado.[14]
En cambio, la política de tolerancia del grupo parlamentario socialdemócrata en el Reichstag hacia al gobierno de Cuno en 1922/23 provocó críticas masivas en la socialdemocracia de Turingia, al igual que la manera con la que la dirección del partido y los ministros de la Gran Coalición en Berlín, bajo el mandato de Gustav Stresemann,[15] no defendían los intereses proletarios, – a tener en cuenta: la jornada de ocho horas. En el otoño de 1923, no fue la Gran Coalición como tal, sino su práctica política en detrimento de la clase trabajadora lo que provocó las críticas tanto de August Frölich como de Otto Jenssen, un miembro de la izquierda del partido en Gera. Este último criticó, no que las masas habían sido movilizadas para defender la República, sino que se hubiera recurrido al estado de sitio. También le parecía incomprensible que la política socialdemócrata de Turingia y Sajonia, que surgía de la base de la república, no recibiera apoyo, sino que se la pusiera en dificultades.[16]
En general, las condiciones políticas en el marco del Reich, especialmente el mayor deterioro de las situaciones existenciales, sociales y económicas, eran una carga para el programa de reformas de la socialdemocracia de Turingia. En las elecciones municipales de septiembre de 1922 tendría que aceptar una dura derrota. Amplios sectores de su electorado anterior se habían mantenido alejados de las urnas y empezaron a girar hacia el KPD, aunque todavía no le votaban. Otra causa de esta evolución fue el hecho de que la socialdemocracia turingia también renunció en gran medida a emprender acciones extraparlamentarias para evitar el empeoramiento de la situación social de la población trabajadora. En contraste, amplios sectores de las bases sindicales habían exigido este tipo de acciones, por ejemplo en las “Diez peticiones al Gobierno del Reich y al Reichstag para la reorganización de la política fiscal “,[17] en la cuestión del papel de los comités de empresa o también en la huelga de Cuno, con lo que habían sido receptivos parcialmente a las ofertas comunistas de un frente único.
Además de la convicción de que la posición antimonárquica y la lucha por la emancipación de la clase obrera vinculaban a ambos partidos obreros entre sí por encima de todas las diferencias fundamentales, la disposición de la socialdemocracia turingia a cooperar con el KPD era también expresión de unos intereses propios bien entendidos. A medio plazo, se trataba de la integración del KPD en el sistema parlamentario para fortalecer el campo republicano y el movimiento obrero socialista. Para ello, había que convencer al KPD de que abandonara sus tácticas de putsch bolchevique. “En Turingia debemos efectuar con ellos un trabajo educativo, si les preparamos para compartir la responsabilidad, estaremos prestando un trabajo para toda Alemania”, declaró el diputado del parlamento estatal del SPD de Jena Paul Kieß, vehemente defensor de la cooperación con el KPD.
En consecuencia, con la formación del gobierno obrero, la socialdemocracia de Turingia había partido de la base que éste podría significar un “punto de inflexión en la historia del parlamentarismo alemán en los Länder”.[18] Para el posterior desarrollo político de Turingia, esperaba que el gobierno obrero conservara el Estado como baluarte republicano contra la movilización nacionalista. Al mismo tiempo, no estaba ciega ante las tendencias insurreccionales reconocibles que habían caracterizado la política del KPD desde el verano de 1923. Aunque inexacto en los detalles, August Frölich había interpretado la huelga de Cuno de mediados de agosto de 1923 como el preludio de un intento revolucionario comunista, “por el que, como en 1921 con el levantamiento en el centro de Alemania, la consigna para atacar parecía venir de Moscú”.[19]
Con lo cual, la socialdemocracia turingia persiguió una doble estrategia. Por un lado, quería evitar las consecuencias imprevisibles para la democracia parlamentaria derivadas del estado de excepción impuesto por el presidente del Reich Friedrich Ebert el 27 de septiembre de 1923 y la consiguiente intervención del comandante militar en la política estatal. August Frölich criticó las medidas adoptadas por el Reichswehr contra el KPD en distintos lugares. Por otra parte, frustró todos los esfuerzos de su socio comunista de coalición por intensificar los conflictos con el Reichswehr y el gobierno del Reich a fin de poder movilizar a las masas para una huelga general.
Retrospectivamente, los socialdemócratas de Turingia y especialmente August Frölich fueron acusados, no solo por el KPD, de haber traído al Reichswehr al Land y de que Frölich había pedido material contra el KPD en Berlín para poder poner fin a la cooperación con el gobierno. El hecho es que el gobierno estatal socialdemócrata había exigido que se procediera militarmente contra la amenaza bávara a la república. Aunque difícilmente habría podido detener una marcha fascista sobre Berlín con sus propias fuerzas regulares, rechazó terminantemente – para no proporcionar pretextos al Reichwehr – las demandas del KPD de utilizar la autodefensa proletaria para repeler las unidades paramilitares bávaras de extrema derecha que marchaban sobre la frontera sur de Turingia. Sin embargo, el propio gobierno socialdemócrata se había mantenido al margen de las actividades del Reichswehr hasta su invasión en Turingia.
También es un hecho que August Frölich no necesitaba ningún material contra el KPD. Después de que los ministros comunistas actuaran en solitario el 2 de noviembre de 1923, tuvo claro que pondría fin a su colaboración con ellos, pues ya no veía ningún terreno común. Los comunistas habían publicado una declaración contra el Gobierno del Reich y las medidas extraordinarias impuestas por éste en Sajonia sin consultar a sus colegas socialdemócratas. El 7 de noviembre Frölich publicó un artículo en el que, tras las experiencias en los gobiernos obreros de Sajonia y Turingia y desde su punto de vista, contestaba negativamente a la pregunta de si los comunistas eran capaces de formar una coalición. En el Reichstag declaró retrospectivamente: “Teníamos la honesta voluntad de colaborar con los comunistas. Éstos habían declarado que se apoyaban en la Constitución republicana. Cuando vi que las cosas no iban por ese camino, que el gobierno iba a ser desacreditado, declaré por mi propia voluntad que no seguiría adelante con tal cosa, pero sin que yo tuviera que recurrir al Reichswehr.[20]
De hecho, el Reichswehr realizó la ocupación a principios de noviembre de 1923 para reorganizar a fondo la situación en la propia Turingia.[21] Desde el punto de vista del mando del Reichswehr, el gobierno de Frölich, con su política de reformas, había demostrado ser más peligroso en algunos aspectos que el gabinete de Erich Zeiger en Sajonia. Su deseo por establecer el orden militarmente coincidía con los esfuerzos de la alianza de ciudadanos y campesinos antisocialista de Turingia, que desde la formación del gobierno estatal socialdemócrata en 1921 había intentado en vano llamamientos al Reichswehr para que se enfrentara a su política.
Aunque las acciones del Reichwehr se dirigieron aparentemente contra las milicias proletarias comunistas, y los planes insurreccionales que descubrió posteriormente sirvieron para legitimar sus acciones, los comunistas siguieron siendo minoría entre las víctimas de su violencia. En su mayoría, los socialdemócratas y los ciudadanos y ciudadanas sin partido fueron el blanco de las represiones porque, o bien habían estado demasiado comprometidos con la república en opinión de sus oponentes burgueses/agrarios o bien sus aspiraciones -como en el caso del director de la Bauhaus de Weimar, Walter Gropius – no encajaban en la cosmovisión germano-nacional o simplemente fueron denunciados por sus conciudadanos y conciudadanas.
Principalmente, las acciones de los militares se dirigieron contra los ministros socialdemócratas que permanecieron en el cargo después de que el KPD abandonara el gobierno estatal el 12 de noviembre de 1923. Según los deseos de la oposición de derechas, en su lugar debían ser sustituidos por un comisario del Reich, pero en el contexto de la relativa estabilización de las circunstancias políticas internas en el invierno de 1923/24, esto difícilmente podía llevarse a cabo. Por lo tanto, las acciones de los militares estaban encaminadas a una nueva elección del parlamento estatal bajo el estado de excepción militar, mientras que el comandante militar ya estaba revocando gradualmente por decreto las reformas iniciadas por el gobierno estatal socialdemócrata. Finalmente, el gobierno de Frölich tuvo que dimitir a principios de diciembre de 1923 porque su composición ya no se correspondía a la Constitución del estado. El intento de celebrar elecciones parciales en el parlamento estatal había fracasado porque el grupo parlamentario estatal del KPD, a pesar de las opiniones contrarias, acató la orden correspondiente de la dirección central, que se anticipó así a los experimentos y tribulaciones de la era de Ruth Fischer.
Al menos indirectamente, el comandante militar apoyó la formación de una lista de unidad antisocialista que incluyera al DDP, que por su parte habría aceptado la posible participación de grupos völkisch y nacionalsocialistas. Sin embargo, no llegó a materializarse. Mientras el Reichswehr intentaba bloquear las medidas de ayuda del Socorro Rojo Internacional para abastecer a los sectores especialmente necesitados de la población, se presentaba cada vez más como una asistencia en la necesidad social. Con sus desfiles públicos en el Día de la Fundación del Reich, el 18 de enero de 1924, también contribuyó a la movilización nacionalista del electorado burgués-agrario.
Como resultado de las elecciones estatales del 10 de febrero de 1924, la Alianza del Orden de Turingia (Ordnungsbund) se convirtió en la fuerza política más fuerte, pero solo pudo formar gobierno con el apoyo de los diputados völkisch-nacional-socialistas que habían entrado por primera vez en un parlamento estatal alemán. Bajo su égida, Turingia se convirtió en un hervidero de la reacción y en un temprano bastión del NSDAP, que accedió aquí a un gobierno estatal por primera vez en 1930 con el golpista de Munich Wilhelm Frick.
Notas:
[1] Oleada de huelgas en agosto de 1923 contra el gobierno del canciller del Reich Wilhelm Cuno, formado por el DDP, el Zentrum, el DVP y el BVP. Cuno no pertenecía a ningún partido.
[2] Ullrich, Volker: Deutschland 1923. Das Jahr am Abgrund. Munich 2022. pp. 139-170.
[3] Rudolph, Karsten: Die Thüringer Arbeiterbewegung vom Kaiserreich bis zum Ende der Weimarer Republik. Erfurt 2018. p. 100.
[4] John, Jürgen (ed.): Quellen zur Geschichte Thüringens 1918-1945. Erfurt 1995. introducción. S. 29. (cf. pp. 17-53.)
[5] Bergmann, Theodor: Einheitsfront, en: Haug, Wolfgang Fritz (ed.): Historisch-Kritisches Worterbuch des Marxismus. Vol. 3, Hamburgo 1997, pp. 194-199.
[6] Gothaer Volksblatt, 27.08.1921.
[7] Ulbricht, Walter. Zur Geschichte der deutschen Arbeiterbewegung. De discursos y ensayos. Vol. 1: 1918-1933. Berlín 1953. p. 71.
[8] Dokumente und Materialien zur Geschichte der deutschen Arbeiterbewegung. Vol. VII/2. (enero de 1922-diciembre de 1923.) Berlín 1966. p. 251/252 (pp. 246-255. Doc. 312).
[9] Como resultado de prolongadas negociaciones, el 21 de marzo de 1923 se formó un gobierno estatal compuesto exclusivamente por miembros del ala izquierda del Partido Socialdemócrata sobre la base de un acuerdo de tolerancia negociado previamente con el KPD. Rudolph, Karsten: Die sächsische Sozialdemokratie vom Kaiserreich zur Republik 1871-1923 Weimar Colonia Viena 1995. pp.336-343.
[10] Neue Zeitung, 16.04.1923.
[11] Actas taquigráficas de las sesiones del Segundo Parlamento de Turingia. Weimar o.J. p. 3991
[12] Landesarchiv Thüringen-Hauptstaatsarchiv Weimar Staatsministerium Präsidialabteilung Nr. 87. BL 212.
[13] Max Greil fue profesor y reformador escolar de izquierdas, ministro de Educación de Turingia. Véase Mitzenheim, Paul: Entschieden für eine neue Schule. Max Greil (1877-1939.) en Hesselbarth, Mario, Schulz, Eberhart, Weißbecker, Manfred (eds.): Gelebte Ideen. Socialistas en Turingia. Biographische Skizzen Jena 2006. pp. 187-196.
[14] John, Jürgen. Land im Aufbruch Thüringer Demokratie- und Gestaltungspotenziale nach 1918 en: Ulbricht, Justus H. (ed.): Weimar 1919. Chancen einer Republik. Colonia Weimar Viena 2009. p.39/40. (pp. 17-46)
[15] Formado por ministros del SPD, Zentrum, DVP y DDP desde el 13 de agosto de 1923.
[16] Reußische Volkszeitung, 30.10.1923.
[17] Eran una respuesta a las exigencias de Hugo Stinnes, por las que pretendía que el gobierno del Reich solo apoyara el cumplimiento de los pagos de las reparaciones (plan de pagos de Londres) si privatizaba los ferrocarriles y otras empresas del Reich. Sin embargo, los dirigentes sindicales se abstuvieron de movilizar a sus bases en favor de sus exigencias.
[18] Informes taquigráficos de las sesiones del Segundo Parlamento de Turingia. S. 5685.
[19] Das Volk, 11.09.1923.
[20] Actas del Reichstag alemán. 1er Periodo Electoral 1920 Informes Taquigráficos Berlín 1924. p. 12273.
[21] Hurten, Heinz. Das Krisenjahr 1923 Militär- und Innenpolitik 1922-1924. Düsseldorf 1980. p.340 Doc. 207.
Traducción: Jaume Raventós
*Mario Hesselbarth: es historiador y colaborador de la Fundación Rosa-Luxemburg-Stiftung de Turingia.
Tomado de Sin Permiso-
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*Gerardo Pino Oroz: delegado de la Junta Interna de los Trabajadores de ATE del Hospital Garrahan.
Fuente: Revista EDM-
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