ARGENTINA, Eduardo Lucita*- A recuperar tiempo propio: A propósito del debate sobre la reducción de la jornada laboral

04 Octubre, 2023

 

 

A propósito del debate sobre la reducción de la jornada laboral

 

                                                                                   Eduardo Lucita*

En medio de la crisis económico-social que agobia al país el oficialismo habilitó el tratamiento de los proyectos de reducción de la jornada cajoneados dese hace tiempo en la Comisión de Legislación  Laboral. Se trata de 7 proyectos (cinco del Frente de Todos, uno del bloque socialista y otro del Frente de Izquierda y los Trabajadores-U) que tienden a modificar las leyes que hacen al régimen de la jornada laboral. Es una buena noticia.

En la comisión las intervenciones, de diputados de extracción gremial y políticos, de especialistas en derecho laboral y economistas, dejaron en claro que se trataba de “Modernizar la legislación laboral frente a los avances tecnológicos, el cambio en las relaciones laborales y la inclusión de la robótica”, de “Mejorar la calidad de vida y la salud” y de “Humanizar las relaciones del trabajo”. Que “Reduciendo las horas en las 12.000 grandes empresas y repartiendo las horas que quedan liberadas se podrían crear más de un millón de puestos de trabajo”. Los argumentos en contra de esta reforma por parte del representante de la UIA han sido tan pobres y disparatados que no merecen mencionarse en esta breve nota.

La reducción del tiempo de trabajo, reivindicación histórica del movimiento obrero mundial desde que se constituyera como clase en la sociedad, se entiende como reparto del trabajo existente, distribución de rentas y fuente de bienestar social. Con ella los trabajadores/as se benefician también del progreso técnico y la mayor productividad alcanzada –disponen de tiempo libre para su recomposición física y psíquica, para sus actividades culturales y recreativas- y paralelamente se crean nuevos puestos de trabajo. Pero también, y particularmente en este tiempo, el criterio a seguir es que no se trata de buscar subsidios al desocupado –esta es solo una salida de emergencia- sino de que todas las personas tengan cabida en la sociedad, distribuyendo las horas de trabajo conforme a la oferta de trabajo, sosteniendo el salario.

Los 7 proyectos presentados parten reducir la actual jornada, establecida por la ley 11544 de 1929,  de 8hs. diarias y 48 semanales, a 8 y 40 la mínima reducción y a 6 y 30 la máxima. Todos coinciden en que la acotación del tiempo de trabajo no podrá significar reducción de las remuneraciones, en tanto que uno de los proyectos propone que las horas liberadas en las grandes empresas deben distribuirse entre nuevos trabajadores/as en cada empresa.

No se dice explícitamente pero queda implícito, que la desocupación y la exclusión social no son producto de la naturaleza ni obra de fatalidad alguna. Es que, más allá de la excepcionalidad de nuestra actual coyuntura, se trata de la tendencia histórica del capital de reemplazar trabajo vivo (humano) por trabajo muerto (máquinas). Dicho de otra manera, se trata de la doble y contradictoria tendencia del capital de apoderarse de la mayor cantidad de trabajo vivo para convertir un porcentaje cada vez mayor en excedente a los fines de la acumulación.

Lo que muestran los indicadores del sector en el país es que la elasticidad empleo/producto, es decir cuánto crece el empleo por unidad de producto, no tiene ya la vitalidad de otras épocas y hay coincidencias entre los especialistas en que aún con crecimiento económico   la recuperación del mercado de trabajo –empleo y salarios- será lenta y con cambios en los tipos de empleo. Es que el desempleo estructural de larga duración convive con la sobreocupación horaria. Esta coincidencia es producto de la lógica de acumulación y reproducción del capital en este período histórico: a la par que mantiene fuerza de trabajo fuera del mercado tiende a sobreexplotar a los que permanecen en el, con extenuantes jornadas de 10, 12 y hasta 14hs.

Es evidente, aunque se lo oculta, que el capital no puede resolver su crisis y crear empleo al mismo tiempo. Por el contrario en su lógica toda salida de la crisis conlleva fuertes incrementos de productividad del trabajo y es así porque el tiempo de trabajo sigue siendo socialmente la medida de la riqueza creada y, aún en esta época de redes, de robotizaciones y computadoras cada vez más inteligentes, sigue jugando un papel central en la acumulación de capitales.

La ministra de trabajo, al intervenir en la comisión a la que fue especialmente invitada, afirmó que su ministerio apoyaba la iniciativa y aportó un estudio oficial que muestra que de 1966 a 2022 la productividad en el país creció más del 50% y agregó “Si optáramos por la reducción de horas trabajadas en la semana –sin reducción salarial- estaríamos también impulsando una redistribución más adecuada de la productividad alcanzada por el conjunto económico”.

Y es así. La iniciativa de poner a debate estas cuestiones en medio de la crisis económica, del juicio Burford Capital y de los chisporroteos y fuegos de artificio del último tramo de la campaña electoral, sin descartar alguna especulación electoral, es una muy buena iniciativa que escapa  a la encerrona de la coyuntura.

El tratamiento en comisión y el debate recién comienza y continuara todos los miércoles. El conjunto del movimiento obrero, los movimientos sociales, debieran apoyar este debate e intervenir en él, generando conciencia que poner en discusión la reducción de la jornada laboral no solo aporta a sostener la organización y a generar nuevos empleos, sino que le disputa al capital –ese propietario insaciable del tiempo ajeno-  la reapropiación del tiempo de vida expropiado.

 

Eduardo Lucita:*Integrante del colectivo EDI –Economistas de Izquierda.

 

 

 

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