BRASIL, Valerio Arcary*- ¿Cuál es el eje?: Cárcel para Bolsonaro

Publicado en:05/09/2023

 

Valerio Arcary*:

 

“Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores,
después de sus simpatizantes, luego los que permanecen indiferentes y,
Finalmente, mataremos a los tímidos”.
(Declaración del general argentino Ibérico Saint Jean, gobernador de la provincia de Buenos Aires durante la dictadura militar, publicada en el diario Internacional Herald Tribune (París), el 26/7/1977. Saint Jean murió en octubre de 2012, a los 90 años, y estaba a la espera de juicio por crímenes contra la humanidad, pero nunca fue condenado. Murió impune.)

 

 

  1. Hay momentos en los que “la mano no puede temblar”. Uno de los temas centrales de la situación brasileña, si no el más vital, es el destino de Bolsonaro. No debería ser muy controvertido, considerando todo lo ocurrido durante sus cuatro años en el cargo, pero lo es. El arresto de Bolsonaro sería una terrible derrota para la corriente neofascista. Pero es controvertido. Incluso en círculos de izquierda, algunos incluso se opusieron a la condena del TSE a la inelegibilidad de Bolsonaro. La idea de que la detención de Bolsonaro no lo debilitaría, al contrario, lo fortalecería, porque favorecería su “martirización“, es un cálculo ingenuo. La detención de Bolsonaro sería una derrota irreparable para toda la extrema derecha. La extravagante idea de que el mayor problema de Brasil en 2023 sería el exceso de poder de los Tribunales Superiores, y no la impunidad de la corriente neofascista, es insostenible. La subestimación del peligro que representa el neofascismo es inexplicable, o mejor dicho, imperdonable, como quedó claro en Argentina con la explosión del volcán Milei, después de cuatro años del fallido gobierno peronista de Alberto Fernández.

2. El gobierno de Lula adoptó una estrategia de gobernanza “fría” que tiene como eje la construcción de un Frente Amplio para garantizar una mayoría en el Congreso Nacional. La integración del PP y los republicanos, que apoyaban a Bolsonaro, con la colaboración de Artur Lira, presidente de la Cámara de Diputados, culminó en negociaciones con distintos líderes de distintas fracciones de la clase dominante, que pasaron por la elección de Alckmin, y por la candidatura de Simone Tebet y el PSD de Gilberto Kassab. Esta elección tiene muchas consecuencias. Una de las más graves es dejar el destino de Bolsonaro exclusivamente en manos de los Tribunales Superiores. Que ésta sea la apuesta del gobierno Lula no debería llevar a los movimientos sociales y a la izquierda en su conjunto a renunciar a una campaña para arrestar a Bolsonaro. Se puede construir una campaña exploratoria de las posibilidades de poner en marcha los sectores más avanzados. Tras el escándalo de las joyas, y la posible denuncia premiada del ayudante de campo Mauro Cid, se abrió un camino, con pruebas jurídicas sólidas y de impacto masivo.

3.El argumento de que no debemos apoyar la ofensiva de la Justicia contra Bolsonaro porque sentaría un precedente de “empoderamiento” para, en el futuro, legitimar la represión contra la izquierda es una miopía política incorregible. Cualquiera que piense así ha perdido la brújula. El lugar de toda la izquierda, desde la más moderada hasta la más radical, debería estar al frente de la lucha por una represión despiadada contra Bolsonaro y la corriente neofascista. No hay motivos para reservas y modestia ante la iniciativa de la Corte de llevar a los fascistas a los banquillos de los acusados. Por el contrario, el desafío que enfrenta la izquierda no es trasladar la responsabilidad únicamente a la acción de la Justicia. Desafortunadamente, la izquierda no está unida en torno a una campaña para encarcelar a Bolsonaro. Ni siquiera el PSol está unificado, como quedó claro en las sesiones plenarias de discusión y elección de delegados al Congreso Nacional a finales de septiembre. Prevalecen las dudas, pero ¿por qué?

4.Por muchas razones. El más importante es el error de subestimar a Bolsonaro. Al fin y al cabo, la extrema derecha, aunque heterogénea, sigue liderada por la corriente neofascista que apoyó las amenazas golpistas durante los cuatro años de gobierno, y conserva posiciones políticas centrales en el estado brasileño, empezando por los tres gobiernos estatales de São Paulo. , Minas Gerais y Río de Janeiro. de Janeiro, además de una bancada estimada de al menos 100 diputados federales electos, cientos de diputados estatales y, a escala nacional, algunos miles de alcaldes, además de la impunidad por la agitación y la propaganda en algunas empresas de medios privadas, asociadas con oscuras campañas en las redes sociales en Internet. Pero, también, porque en los sectores más militantes se ha ido acumulando una justa frustración con los límites del gobierno Lula: el marco fiscal es un techo de gasto “rebajado”, la reforma fiscal no ha avanzado hasta la regulación de los impuestos a las grandes fortunas, el nombramiento de Zanin fue un gol en propia meta, etc. La tentación de luchar contra todo lo que está mal al mismo tiempo no es realista, pero es genial. También existen dificultades reales en la movilización social, cualquiera que sea el reclamo. Muchos factores se combinan para explicar esta debilidad:(a) La estrecha pero histórica victoria electoral de Lula cambió la relación de fuerzas políticas, porque ganar el gobierno federal significa ocupar la posición institucional más poderosa dentro del régimen, y las expectativas prevalecen; (b) hay acomodación, incluso entre los sectores más activistas de la vanguardia, como quedó claro después del 8 de enero, el 8 de marzo, el 1 de mayo, e incluso después del asesinato de Mãe Bernardete en Bahía; (c) lo más importante es que la relación social de fuerzas aún no se ha revertido y la confianza en la posibilidad de victoria en las luchas es pequeña.

5.La inelegibilidad de Bolsonaro fue un triunfo parcial en el marco de una lucha estratégica contra el peligro neofascista. Aún no está claro si será condenado o no a prisión. Sin una campaña política de agitación y propaganda unificada de la izquierda, todo se vuelve más difícil. Durante décadas, a escala mundial, el fascismo fue una corriente, políticamente, residual, debido a la derrota de Mussolini y Hitler. Pero la marginalidad de la extrema derecha era desigual de un país a otro. En Brasil siempre ha sido más influyente que en Argentina, por ejemplo. Fue, lamentablemente, así, porque la dictadura terminó sin que el gobierno de Figueiredo hubiera sido derrocado. Y, también, por la transición hacia la “cima” negociada por el MDB de Tancredo Neves, que dejó intacto el aparato militar-policial de veinte años de dictadura. Este desenlace dio vida al “malufismo”, heredero del partido de la dictadura, durante una década. Pero el fascismo del siglo XXI es una corriente con un peso masivo terrible en Brasil y una influencia creciente en gran parte del mundo. En este contexto, la inelegibilidad del “imbrochable” es insuficiente porque:(a) autoriza a Bolsonaro a permanecer activo como articulador de la extrema derecha para las elecciones municipales de 2024 y presidenciales de 2026, con capacidad de transferir prestigio y nombrar un sucesor; (b) sigue pendiente la tarea ineludible de procesar, condenar y arrestar a los asociados de Bolsonaro en las Fuerzas Armadas y en la Policía estatal, militar y civil.

 

*Valerio Arcary: Profesor Titular Jubilado del IFSP. Doctor en Historia por la USP. Militante trotskista desde la Revolución de los Claveles. Autor de varios libros, entre ellos Nadie dijo que sería fácil (2022), publicado por Boitempo.

 

Fuente: Esquerda Online

 

 

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