Qué lástima tan joven

En un mundo tan viejo

Requiem para la modelo

Tejada Gómez

Silvina Luna tenía todo para valorarse como una mujer bellísima. Pero alguien le dijo que con un poco más de culo, sería diez.

Silvina Luna era simpática, y se había hecho conocida por su participación en Gran Hermano. Pero alguien le sugirió que operarse con Anibal Lotocki era “lo más”.

Silvina Luna hubiera podido ser una gran modelo, bailarina, conductora, actriz; y tener una vida plena y feliz, pero le aconsejaron agredir su cuerpo, antes que cultivar su alma.

No fue su culpa. Sus decisiones estuvieron condicionadas por un medio que convierte a las personas en mercancías, en objetos para mirar, poseer o exhibir.

Los programas de chimentos disputan por quién es más amarillo. Las tragedias garpan como buenas mercancías. Tienen muchos minutos de pantalla: “amigas del alma”, médicxs sentenciosxs, iracundxs que piden pena de muerte, productores llorosos, parejas desconocidas.

Hoy el mundo del espectáculo llora sobre la leche derramada de Silvina Luna. Aníbal Lotocki es el chivo expiatorio perfecto, para disculpar las culpas. Porque, parece que el problema no es agredir el cuerpo para acercarse al estereotipo impuesto, sino inyectar metacrilato, que está prohibido y produce insuficiencias renales.

Silvina Luna, es la única víctima. Lotocki, ya no va a poder zafar de sus crímenes. Los vampiros que se alimentan del sueño de las chicas jóvenes que quieren ser estrellas, seguirán escondiendo la mugre debajo de la alfombra.