Julián Varsavsky*- Historia y presente del líder del Grupo Wagner- Yevgeny Prigozhin: el magnate del negocio de la guerra/ Ver- JUAN ANTONIO SANZ*: Los Wagner seguirán a sueldo de Moscú en África y otras regiones estratégicas para Rusia

Su ejército privado que tomó Bajmut, es parte de un conglomerado gastronómico con una agencia de propaganda usada por Trump y minas de oro en África.

Por Julián Varsavsky*
Prigozhin posa en Bajmut delante de miembros del Grupo Wagner. (Fuente: AFP)
Prigozhin posa en Bajmut delante de miembros del Grupo Wagner.. Imagen: AFP

Cuando los soldados del Grupo Wagner terminaron de retirarse luego de ganar la batalla de Bajmut en Ucrania y le entregaron la ciudad al ejército estatal ruso, simplemente habían concluído un trabajo más: correspondían vacaciones, cobrar el salario y recibir la libertad prometida en el caso de los presos indultados a cambio de batallar seis meses por 4.000 dólares al mes. Yevgeny Prigozhin, creador de ese ejército privado, habrá ido al despacho de Vladimir Putin a pasar factura y convenir el próximo negocio.

El “chef de Putin”

Prigozhin nació en San Petersburgo en 1961 y a los 18 años se dedicó al robo de casas y violentos asaltos callejeros. El veredicto judicial de la época se hizo público revelando el prontuario que lo llevó a pasar 9 años preso. Recuperó la libertad en 1990 cuando se desintegraba la URSS y el país era un caldo de cultivo para la mafia. Su primer negocio fue la venta de panchos en la calle. Los carritos se multiplicaron y devino en pequeño empresario. En 1995 instaló un restaurante y otro, y la empresa de catering de lujo Concord. Su restaurante estrella fue New Island, un barco que recorría el río Neva. Allí, Prigozhin en persona, le sirvió comida a Vladimir Putin y al francés Jacques Chirac, y en 2002 atendió a George W. Bush. El presidente ruso se convirtió en asiduo comensal del barco y brotó la confianza: el “chef de Putin” comenzó a proveer comida a escuelas y cuarteles con contratos multimillonarios.

La reconversión de Prigozhin en CEO de una empresa militar fue en 2014 cuando en la región del Donbás, la población culturalmente rusa declaró su independencia de Ucrania. Rusia los apoyó y para no enviar fuerzas oficiales, Putin fue convencido por su amigo gastronómico de diversificar el negocio, copiando el método de algunos países occidentales. Esos soldados terciarizados se enfrentaron duro con los neonazis ucranianos del batallón Azov. Ese mismo año, sus fuerzas fueron alquiladas para la invasión a Crimea.

Guerrear por un salario

La palabra “mercenario” quizá no sea la más exacta: Wagner pelea siempre para un mismo contratista, en lugar de venderse al mejor postor. No son soldados de elite –tienen poca formación y son desechables– y en Ucrania, muchos fueron carne de cañón: 15.000 murieron en Bajmut según declaró Prigozhin. El mayor riesgo de morir se compensa con un salario muy superior al de un soldado oficial.

En 2015 se amplió el contrato –siempre secreto porque Wagner oficialmente no existía ni tributaba al Estado– cuando Putin intervino en Siria enfrentando a ISIS, en favor del presidente Bashar al-Assad. Las bajas del Grupo Wagner no se registraban, a diferencia de los soldados oficiales. Eso permitió a Putin presentar su éxito en la lucha contra los extremistas como una victoria casi sin sangre. Por otra parte, al no representar oficialmente esos soldados a ningún Estado, es muy difícil perseguirlos por las atrocidades que cometen: existe un video de soldados de Wagner torturando a un soldado sirio para luego decapitarlo por una desobediencia. El gobierno ruso siempre ha negado una relación con ese ejército sin bandera.

Contratos en África

Prigozhin dio su gran salto como proveedor de las fuerzas armadas, primero de comida, luego de soldados. En la República Central Africana fue contratado por el presidente Faustin Touadera, elegido en 2016 mientras vastos sectores del país estaban tomados por fuerzas rebeldes islámicas. Ya tenía tropas francesas en el país, a las que juzgaba ineficaces para frenar los ataques. Y como no confiaba en su ejército, hizo en 2018 los acuerdos con Grupo Wagner. A cambio les otorgaron la explotación de diamantes, oro y madera de bosques nativos, libres de impuestos. Todo fluía, pero el presidente ya no estaba habilitado para un tercer mandato. Según declaró Daniele Darlan –miembro de máximo tribunal– fue visitada por el diplomático Yevgeny Migunov, secretario de la embajada rusa, quien le planteó que el presidente debía seguir en el poder de manera indefinida. Para eso, ella debía abolir la limitación constitucional. Pero se negó. Siete meses más tarde fue destituida para generar un plebiscito que permitiera la reelección.

Miembros del grupo Wagner con pasamontañas recorren ese país en camionetas sin identificación, portando armas largas. Honoré Bendoit, prefecto de la ciudad de Bria, declaró una vez: “Tenemos calma gracias a los rusos. Son violentos y eficientes”. Se refería a que con su ayuda, el gobierno recuperó el control de la mayor parte del país. Los combatientes de Wagner están acusados por la ONU de “fuerza excesiva, asesinatos indiscriminados, ocupación de escuelas y saqueos a gran escala”. En 2018 tres periodistas rusos que investigaban al Grupo Wagner en ese país fueron emboscados y asesinados. Este esquema de explotación económica se repite, con variantes, en Siria, Libia, Mali y Sudán.

El Grupo Wagner “existe”

 

Después de años negando la existencia del Grupo Wagner, el 26 de septiembre de 2022 Prigozhin reconoció lo evidente: se presentó como el fundador de un ejército privado único en el mundo, con acceso a aviones de combate, helicópteros y tanques. Desde entonces, el personaje comenzó una exposición mediática de alto vuelo, acaso con aspiraciones políticas y un discurso nacionalista de ultraderecha organizando exposiciones artísticas en favor de la guerra. Esta milicia sería la contracara equivalente a los neonazis del batallón Azov incorporados al ejército ucraniano. Incluso el nombre del grupo homenajea a Richard Wagner: su primer gerente de combate, Dmitri Utkin, es un germanófilo.

Esta nueva diversificación hacia un posible movimiento político con una postura anti elite que se pretende popular, con Prigozhin a la cabeza, podría tener fines de reclutamiento y promoción de apoyo a una guerra de largo aliento, que es inganable para ningún bando. Su privatización es una forma ágil de gestionarla.

Un mazazo en la cabeza

Un episodio que marca el “estilo Prigozhin” fue la difusión en las redes de su propia empresa, en septiembre de 2022, de un video con un combatiente de Wagner siendo asesinado de un mazazo en la cabeza por un camarada. Se trata de Yevgeny Nuzhin, quien había desertado hacia el lado ucraniano para luego regresar a Rusia en un intercambio de prisioneros. En venganza, la empresa lo habría matado. El mensaje es claro: “esto le espera a los desertores”. Y estaría destinado a los miles de presidiarios reclutados en persona por Prigozhin en las cárceles. Desde entonces, una maza es un ícono “oficial” de Wagner y el mismo líder se ha fotografiado con una. Sobre el video, el multiempresario declaró: “un perro muere como un perro”. Lo extraño es que no se haya tratado de una filtración.

 

La manipulación de la opinión pública es otro rubro en el que Prigozhin incursionó, mientras se iba convirtiendo en un “oligarca ruso”, esa clase de hipéricos ligados al Estado postsoviético. El empresario fue sancionado en 2018 por la justicia de EE.UU. porque su fábrica de trolls trabajó para la campaña de Donald Trump, quien siempre tuvo una relación cercana a Putin. Se comprobó que la empresa creó cuentas falsas de Facebook y Twitter que difundían información a favor de Trump. En febrero de 2023, Prigozhin admitió ser el fundador de la empresa Internet Research Agency y declaró sobre la denuncia: “señores, nosotros interferimos y vamos a seguir interfiriendo, quirúrgicamente y a nuestra forma”. Esa firma es contratada para trabajar sobre la opinión pública en países de África y Asia donde Rusia tiene intereses comerciales.

Ejércitos privados

Con la creación del Grupo Wagner Rusia no ha inventado nada: esto mismo hacía la firma norteamericana Blackwater que hizo el trabajo más sucio en Irak y Afganistán, y otras como la canadiense Garda World y la inglesa G4S Secure Solutions. La diferencia es que Wagner trabaja solo para el Estado ruso y a partir de la guerra en Ucrania, eliminó el usual bajo perfil que requiere hacer las operaciones más sangrientas que los países no desean ejecutar con tropa oficial por razones de imagen y temor a juicios internacionales.

En el resto del mundo, esas agencias privadas son un complemento, mientras que el rol de Prigozhin es el de un importantísimo general, la mayor figura pública de las fuerzas rusas, a pesar de no tener rango militar y que ese tipo de empresas está prohibido en Rusia, teóricamente. Y ostenta un nivel de independencia verbal llamativo: reporta directamente a Putin y ha extorsionado en público a la plana mayor de las Fuerzas Armadas y al Ministro de Defensa rusos por no darle suficiente munición.

 

*Julián Varsavsky: Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA), fotógrafo y documentalista. Ha publicado medio millar de crónicas en Página 12, National Geographic, Anfibia, Altair, Brando, Reforma, …

Fuente: Página/12

 

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Los Wagner seguirán a sueldo de Moscú en África y otras regiones estratégicas para Rusia

 

El grupo Wagner seguirá siendo la punta de lanza de la estrategia de Moscú en África, Oriente Medio y otros lugares del mundo a pesar de la aparente caída en desgracia de su propietario, Yevgueni Prigozhin, por su motín contra el Kremlin.

El líder del grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, durante una misión.
El líder del grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, durante una misión.  Press service of “Concord” / REUTERS

El motín frustrado del Grupo Wagner en el sur de Rusia deja en el aire el destino de los multimillonarios negocios de esta macroempresa de contratistas militares, es decir, mercenarios al servicio del mejor postor, que hasta ahora había sido el Estado ruso. Sin embargo, no parece que Rusia vaya a prescindir de esta corporación de paramilitares encargada de hacer el trabajo sucio del Kremlin en lugares clave para su geopolítica.

Los contratos con el Estado ruso permitieron ganar al grupo Wagner casi 9.000 millones de euros desde su creación hace una década. Esta cifra se dobla, hasta pasar los 18.300 millones de euros, si se incluyen otros contratos del Kremlin con el grupo Concord.

Este conglomerado era hasta ahora propiedad de Prigozhin, el zar de los oligarcas rusos y dueño también de Wagner. Antaño gran amigo del presidente ruso, Vladímir Putin, el jefe de los Wagner se encuentra exiliado en Bielorrusia tras su sublevación del pasado 24 de junio.

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Solo entre mayo de 2022 y mayo de 2023, el Kremlin pagó al Grupo Wagner más de 860 millones de euros, según ha reconocido la propia Administración Putin.

Poco podían imaginar el antiguo miembro de la inteligencia militar rusa Dmitri Utkin y el propio Prigozhin, antaño conocido como el chef de Putin, por sus cateringpara fiestas y recepciones oficiales, que aquel primer grupo de seguridad pergeñado en 2013 -y que el 1 de mayo de 2014 se convirtió en el Batallón Wagner en el marco de la guerra del Donbás- se convertiría en una de las mayores firmas de mercenarios del mundo.

Comparable a la estadounidense Black Water, participante con miles de contratistas en la guerra de Irak, la Wagner, sin embargo, ha llegado mucho más lejos en su poder e influencia militar, política y económica, sobrepasando el negocio de cualquier empresa privada de contratistas bélicos. Si alguna vez existió algo parecido a Wagner, sin duda pudo ser la Compañía de las Indias Orientales nacida en el seno del Imperio Británico.

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Menos aún podían sospechar Utkin y Prigozhin que Wagner sería una de esas “medidas asimétricas”, otro mecanismo de la guerra híbrida rusa, con las que el Kremlin ha blindado sus intereses en medio mundo y ha abierto el camino para su entrada en regiones económicas hasta hace poco prohibidas a los rusos.

El mapa del Batallón Wagner, desde Siria al corazón de África

Los Wagner han sido el brazo de la diplomacia militar de Rusia en Siria, Mali, Libia, Sudán, Chad, Burkina Faso, Mozambique, Madagascar y República Centroafricana, entre otros Estados, ayudando a mantener gobiernos, como el del sirio Bashar Al Asad, o a tumbarlos, además de proteger negocios mineros de países o corporaciones afines a Rusia.

Los Wagner han sido el brazo de la diplomacia militar de Rusia en Siria, Mali, Libia, Sudán, Chad, Burkina Faso, Mozambique, Madagascar y República Centroafricana

También han sido acusados de violar los derechos humanos de las poblaciones locales de los países donde actúan, pero no más que los ejércitos occidentales, especialmente el francés, o las tropas de la ONU que también han participado en esos conflictos locales y regionales en África.

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En África podría haber unos 5.000 combatientes de Wagner estacionados en diferentes puntos, pero preparados para conformar un ejército móvil capaz de ser desplazado a cualquier lugar en un tiempo récord. Aparte estarían los asesores e instructores militares rusos, también integrados por efectivos Wagner y de otras procedencias de las fuerzas armadas del Kremlin.

En cualquier caso, la tónica es la misma. Cualquier operación de los Wagner en el exterior tiene los intereses de Moscú en su letra pequeña y el sello del Kremlin que garantiza su seriedad empresarial.

Desplazando a Francia y la ONU en la lucha antiyihadista

La progresiva retirada de los asesores militares y fuerzas especiales de Francia, los Cascos Azules de la ONU y varios contingentes de otros países europeos en el noroeste de África ha dejado una brecha que inmediatamente ha aprovechado el Kremlin para avanzar en este continente.

Si alguien pregunta en Mali, por poner un ejemplo, quién abandera la lucha antiyihadista en el Sahel la respuesta es siempre la misma: los rusos.

El repliegue francés de Mali en julio del año pasado y de Burkina Faso en 2023 dejó en la región una sensación de abandono por parte de Occidente y permitió que creciera la desinformación, propagada muchas veces desde Moscú, sobre las supuestas fechorías cometidas por las fuerzas galas en el África noroccidental.

Desde el Magreb al África central, pasando por los países que rodean el Sáhara, los ingentes recursos naturales del continente africano, su situación estratégica y el interés en la región de China, la mayor inversora en la región y aliada de Rusia, ofrecen a Moscú oportunidades que no van a verse afectados ni por la guerra de Ucrania ni por las luchas intestinas entre sus altos funcionarios y oligarcas.

África, cabeza de puente hacia el sur de Europa

Además, África es una plataforma privilegiada para desafiar a Occidente desde su flanco sur. Como principal origen de las migraciones hacia Europa y debido a la fragilidad de las fronteras internas de ese continente, solo separado del viejo continente por estrechas distancias en el Mediterráneo, Moscú no renunciará a esta ventaja ni por la sublevación de Prigozhin ni por la eventual retirada de los Wagner de amplios sectores del frente de guerra ucraniano.

Según Lavrov, la permanencia del Grupo Wagner en África y otros lugares dependerá de los propios Estados “contratantes” de sus servicios, aunque la voluntad de seguir “colaborando” es total

En estos días posteriores al bochorno de las fuerzas Wagner avanzando amenazantes hacia Moscú, del pacto in extremis conseguido con Prigozhin para su repliegue y de las muchas incógnitas que han quedado sobre lo ocurrido, hay una realidad que no puede obviarse: los Wagner se han convertido en un imperio paramilitar que sirve a Moscú y que no puede ser relegado al olvido sin que Rusia se juegue su presencia en determinadas regiones.

Lo dejó muy claro esta semana el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, uno de los principales defensores del papel de los Wagner en la “diplomacia del Kaláshnikov” del Kremlin. Según Lavrov, la permanencia del Grupo Wagner en África y otros lugares dependerá de los propios Estados “contratantes” de sus servicios, aunque la voluntad de seguir “colaborando” es total.

Lavrov recordó el papel que Rusia (y los Wagner) con sus más de 2.000 instructores militares están desempeñando en la República Centroafricana para la formación de los cuadros del ejército local.

“Los gobiernos de estos países van a decidir si tienen interés en seguir con esta forma de cooperación, que está encaminada a garantizar la seguridad de los órganos de poder”, explicó Lavrov este viernes en una conferencia de prensa.

La presencia de las unidades Wagner es muy destacada en Mali. Este viernes, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby, recordó que Wagner está operando en ese país junto a la junta militar en el poder.

Esa alianza había forzado, según Kirby, la partida de Mali del contingente militar de la ONU allí estacionado, pues obstaculizaba los intereses rusos. Moscú, en cambio, acusa a Naciones Unidas de desestimar Mali y dejar a este país a merced de la amenaza yihadista.

Este domingo, el presidente de la Duma, o cámara baja del Parlamento ruso, Viacheslav Volodin, aseguró que buena parte de las tropas integradas en el Batallón Wagner seguirán sirviendo a Rusia, aunque no especificó el formato de ese compromiso. Según Volodin, el presidente ruso propuso a los miembros de Wagner que continuaran su servicio. “Por lo que sé, muchos han aceptado”, explicó Volodin en su canal de Telegram.

China, África y los Wagner

Si en algún lugar hay que buscar la connivencia entre Rusia y China es precisamente en sus intereses africanos. Si las fuerzas Wagner que actúan en la región pasan a depender del mejor postor y el Kremlin pierde su control, esta situación podría significar un alto riesgo para las poderosas empresas chinas que pululan por el área y para las compañías de seguridad que se encargan de protegerlas.

Empresas como Beijing DeWe Security Service, Huaxin Zhong An Security Group, y China Security Technology Group, que en estos momentos se encargan de la seguridad de las firmas, directivos y trabajadores chinos, no podrían resistir a las unidades Wagner trabajando para la competencia o para grupos de poder deseosos de hacerse con los bienes de esas compañías.

El ejemplo de Mali vuelve a ser significativo. Sin el contingente de paz de la ONU, es Wagner el único sistema de seguridad con el que pueden contar las empresas chinas, pues solo el grupo ruso tiene la fuerza militar suficiente para imponerse a los señores de la guerra que se mueven por ese país del oeste africano.

El pacto entre Moscú y Pekín para que las fuerzas Wagner (con éste u otro nombre) garanticen los intereses chinos y rusos en África está asegurado.

*JUAN ANTONIO SANZ: Analista de Información InternacionalDiario Público. Periodista especializado en temas internacionales con la mayor parte de su carrera profesional desarrollada en el exterior, en Rusia y la ex Unión Soviética …

Fuente: Público.es

 

 

 

 

 

 

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