Panamá MARIBEL GORDON* «Ningún gobierno ha defendido el interés nacional»

UNA ENTREVISTA CON

Luego de las protestas que sitiaron Panamá en julio las cosas no volvieron a ser como antes. El pueblo tomó consciencia de su fortaleza, y ahora busca ordenar sus reivindicaciones y construir una alternativa.

A principios de julio, una alianza de movimientos sociales y sindicatos paralizó la principal autopista de Panamá en protesta por el alto precio de las medicinas, los alimentos y el gas. A aquellas jornadas les siguió una revuelta popular de apoyo en todo el país, que obligó al gobierno a aceptar negociaciones televisadas. Las conversaciones, llamadas popularmente «mesa única», son una victoria de la movilización de masas.

Maribel Gordon es una economista panameña, vicepresidenta del partido de izquierda Frente Amplio por la Democracia (FAD) y forma parte del equipo que negocia con el gobierno. Se ha hecho viral en las redes sociales por sus intervenciones durante las sesiones de negociación. En su discurso, explica el funcionamiento del neoliberalismo en Panamá, las consecuencias del régimen fiscal regresivo, denuncia la evasión fiscal de las empresas y hace públicos los nombres de las familias propietarias de la industria farmacéutica.

Mientras recoge firmas para inscribir su candidatura a las elecciones presidenciales de 2024, Maribel conversó con Octavio García Soto, de Jacobin, sobre la reciente crisis de Panamá y sus raíces en el sistema neoliberal.

OGS:

Siento que hay un antes y un después en la mesa de diálogo para la sociedad panameña. Por primera vez se viralizan ideas como cambiar el modelo económico y se apunta a los empresarios como los responsables de la crisis en vez de solo señalar a los políticos corruptos. ¿Crees que esta energía se mantendrá en Panamá, un país generalmente visto como conservador? O será un discurso que pasará de moda para cuando lleguen las siguientes elecciones? 

MG:

Hemos llegado a un momento histórico para el pueblo panameño, un pueblo que ha sido pauperizado no solo por la pandemia y el aumento de los precios del combustible, sino que históricamente viene sufriendo la ejecución de políticas económicas que atentan contra su derecho a la vida digna. Los hechos de las últimas semanas son el reflejo de una población cansada, una población que ha despertado.

Tenemos una sociedad en la que los gobiernos solo garantizan el bienestar de 115 ultramillonarios, que concentran de manera oligopólica las riquezas de este país, que nos imponen precios exorbitantes en materia de costo de vida, de alimentos, de combustible, de medicamentos, del servicio eléctrico. Ha quedado evidenciado quiénes son los responsables de este escenario, y por eso creo que este proceso, con todas sus interrupciones y dificultades, va a marcar un antes y después.

 

OGS:

Los empresarios buscan ser parte del diálogo. Han amenazado con incumplir los acuerdos si no son incluidos. ¿Cómo hacerle frente de manera realista a esta amenaza?

MG:

Llamamos al gobierno a que se cumplan los acuerdos que se establecen en esta mesa única. El gobierno se debe corresponder con los intereses nacionales y sociales. Estamos frente a un sector del poder económico que quiere ignorar la realidad. Debemos tomar consciencia que históricamente solo a ellos se les ha consultado, solo a ellos se les ha dado los beneficios del crecimiento económico. Aquí se ha negado el desarrollo económico. El sector empresarial dice que si se atienden los problemas nacionales, entonces se está atentando contra la democracia. ¿Cuál democracia? Aquí han existido mesas de una sola pata, y esa pata históricamente ha sido la del gran empresariado. Ellos podrán actuar de la manera que les plazca, pero saben que tienen una población que está en las calles, que está reclamando  que sus necesidades sean atendidas.

Al sector gubernamental le corresponde hacer valer los principios de participación de las mayorías de este país. Para que el gobierno se sentara, el pueblo panameño tuvo que volcarse a las calles y acudir a la huelga. Tenemos un panorama claro de la situación nacional y tenemos una propuesta que mira el derecho a la vida digna. Vamos a seguir la lucha hasta conseguir una sociedad con justicia y equidad social.

 

OGS:

Has hablado antes de un «cerco mediático» hacia la clase trabajadora. ¿Cómo se ha puesto en práctica en el caso de las protestas?

MG:

El movimiento social ha pedido que la mesa única sea transmitida, que sea de cara al pueblo. Pero ya hemos denunciado varios cortes de señal producto de las exigencias de los sectores empresariales y la complicidad del sector gubernamental. Hay otras miradas, y ahora el pueblo panameño ha visto esas otras miradas sobre la realidad social y se  ha identificado con ellas. A eso le teme el poder económico. Los sectores del poder económico hoy exigen estar en la mesa, pero sus medios de comunicación social, a pesar de tener frecuencias que son públicas, coartan el derecho a la participación y luego intentan descalificar a quienes históricamente hemos estado en la lucha por una sociedad democrática, con justicia y equidad.

En este país hay un cerco informativo por parte de los dueños del poder económico, que son los mismos dueños de los medios de comunicación. A pesar de que las frecuencias son públicas,  ellos definen a quién llevan, ellos definen cuáles son las lecturas y las interpretaciones. Señalan una relación totalmente distinta a la que vive la mayoría de los panameños.

 

OGS:

Los profesores han sido los luchadores más fervorosos en este conflicto. Podría decirse que su inclusión escaló el movimiento, y estuvieron mucho tiempo en huelga. ¿A qué se debe su militancia?

MG:

El sector de los educadores ha sido un bastión importante, ellos viven la precariedad que cotidianamente enfrenta el estudiantado en este país, cuyas carencias sociales son producto del alto desempleo, del alto costo de la vida y que, en la mayoría de los casos, enfrenta además las trampas de muerte en las que se han convertido las aulas de clases.

Aquí se quiere vivir en un mundo aparencial. Se dice que se están cumpliendo con los procesos educativos cuando los niños están en las aulas, así no hayan condiciones, así sea en hacinamientos por la cantidad de estudiantes en un aula de clases, cuando no existen los talleres, ni los laboratorios, cuando son los salones trampas de muerte. Eso es una falacia, es una relación de desigualdad e inequidad en la que nos mantienen en función de esconder las verdaderas condiciones. Por eso colocamos también en esta discusión, que se le otorgue el 6% del Producto Interno Bruto a la educación. Nosotros estamos clamando por una verdadera educación, una educación integral, a favor del desarrollo nacional y social.

 

OGS:

Un problema insigne de la vida panameña bajo el neoliberalismo es el de la Caja de Seguro Social (CSS). ¿Cuál es el rol de la política neoliberal en su desabastecimiento y crisis?

MG:

Aquí ha prevalecido una política que dice que la salud es una mercancía y no un derecho. La carencia y alto costo de los medicamentos en la Caja de Seguro Social aquí se debe a una estructura oligopólica que controlan cinco grandes organizaciones empresariales en este país, que mantienen precios exorbitantes con tasas de hasta 600% por encima del promedio de los precios regionales. La gran deuda patronal frente a la CSS debe ser abordada; aquí los empresarios le quitan las cuotas a los trabajadores y la retienen, quedándose con ellas. Es un atentado a la salud y a la vida misma.

El empresariado niega el derecho a la vida digna de los panameños y las panameñas, y el gobierno se hace cómplice al proteger estas estructuras oligopólicas. Nosotros hemos dicho que el tema de la CSS tiene que ser resuelto desde las bases, desde las causas que han generado esta permanente precariedad. Hay que garantizar procesos en donde efectivamente se garantice la promoción de la salud preventiva.

 

OGS:

¿Cómo podrías describir la actitud del gobierno durante estas negociaciones?

MG: 

No hay actitud de querer garantizar condiciones de vida adecuadas para las panameñas y los panameños, de garantizar y defender el interés nacional de los micro y pequeños productores de este país. Ha sido un proceso difícil, donde cuando se les dice la verdad en la mesa única mandan a cortar las señales de transmisión. Desde el primer momento su actitud ha sido obstaculizar la discusión de los problemas más sentidos de la población. Ha intentado dilatar los procesos para garantizar el interés de las clases que concentran la riqueza de este país. Obviamente, los sectores sociales que se encuentran en la mesa hasta ahora se han mantenido firmes en no caer en estas estructuras dilatorias que tiene el sector gubernamental.

 

OGS:

En otro momento hablaste de 1979 como el año de la llegada del neoliberalismo a Panamá. ¿Qué pasó ese año?

MG:

Cuando decimos que la política económica neoliberal inició en 1979 en este país hacemos referencia a los propios diagnósticos que ha planteado el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Panamá fue uno de los cuatro países de América Latina donde se impuso de manera temprana la política económica neoliberal a través de los standby o préstamos condicionados. A partir de entonces se redujeron los derechos, flexibilizando las normas laborales y reduciendo los derechos de seguridad social de la población, se privatizó la salud y la educación, se recortó el gasto social, se crearon cargas impositivas sobre los consumidores… también llevaron a los llamados acuerdos de libre comercio, a la desregularización de los precios…

En 1983 inician los programas de ajuste estructural, que en Panamá se les conoció como SAL 1 [por las siglas en inglés de Structural Adjustment Loans] en 1983 y SAL 2 en 1986. Son las instituciones internacionales las que dictan a nuestro país las directrices que debe llevar la política económica. Hasta la fecha no hemos tenido ningún gobierno —ni en el período previo a la invasión ni en el posinvasión o de los «gobiernos democráticos»— que haya defendido el interés nacional. Todos han sido sumisos a las exigencias de las instituciones financieras internacionales. Los grandes empresarios han desmantelado la capacidad productiva en el sector agropecuario, sector industrial y el sector agroindustrial, atentado contra la necesidad del desarrollo nacional sostenible, sustentado en los  sectores productivos y en los intereses nacionales. No hay cambio, independientemente de cuál ha sido el partido tradicional en el gobierno. En algunos casos  aquellos que se denominan figuras independientes tampoco han tenido ninguna conducta de rechazo frente a la política económica. El neoliberalismo es base de la corrupción; donde hay corruptos, hay corruptores.

 

OGS:

Siendo Panamá el país del canal interoceánico, un bastión de los intereses estadounidenses, ¿qué tan de cerca crees que los Estados Unidos están observando estos sucesos?

MG:

Los Estados Unidos observan a todos los países y les imponen sus intereses estratégicos y hegemónicos, y para ellos el canal constituye parte de ese escenario. Nosotros, como panameños, aspiramos a que se respete nuestra autodeterminación como pueblo y en ese sentido defendemos los derechos de la nación panameña y aspiramos a seguir trabajando hasta alcanzar nuestra plena soberanía.

Sí, los Estados Unidos tienen bien en claro el significado de lo que está sucediendo en Latinoamérica. Es una Latinoamérica cuyos pueblos se expresan frente a políticas económicas impositivas, en donde se nos quiere lesionar nuestros intereses económicos, políticos y sociales. Los movimientos populares se han levantado, intentando buscar y construir su propio camino. Pero para los Estados Unidos esto constituye una política que transgrede sus intereses, porque no están dispuestos a aceptar nuestra plena independencia, por la que seguimos luchando muchos de los países latinoamericanos.

*MARIBEL GORDON: Economista panameña y dirigente del Frente Amplio por la Democracia (FAD).
Imagen destacada: Movilización de protesta en Panamá, en julio de 2022. (Imagen Wikimedia Commons)
Fuente: Jacobin América Latina

 

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