La idea de un Día del Orgullo LGBTI, para una adolescente que vivía sin entenderse a sí misma, era un concepto extraño. ¿Cómo sentirse orgullosa de una realidad mal vista, perseguida por la ley y objeto de ocultación?
Marina Echebarría Sáenz 28/06/2023

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No recuerdo cuando oí hablar por primera vez del Día del Orgullo. Sin duda era muy joven todavía, y mi vida entonces distaba de estar en orden en lo que se refiere a las preguntas trascendentes del ser humano: ¿quién soy yo?, ¿hacia dónde dirijo mi existencia? La idea de un Día del Orgullo LGBTI, para una adolescente que vivía sin entenderse a sí misma, era un concepto extraño. ¿Acaso no era el orgullo un concepto negativo? ¿No era el pecado tradicional del pueblo español? ¿Orgullo y soberbia no estaban muy cerca? Y, ¿cómo sentirse orgullosa de una realidad que era mal vista socialmente, perseguida por la ley y objeto de ocultación por las personas señaladas? ¿Acaso podía sentirme orgullosa de mi identidad, esa que iba reconociendo sin ningún apoyo o información? La misma que suscitaba un rechazo social hasta la náusea, incluso en tus seres más queridos. Para mí era confuso. El orgullo se sentía por lo que una lograba, no por lo que una era. Y para nadie, el ser era un valor en sí mismo capaz de justificar un orgullo frente a los demás. Dense cuenta: yo era vasca, de un pueblo en el que no verán ustedes a nadie escribir unas memorias, porque eso es un ejercicio de narcisismo cercano a la soberbia… (¿A quién le tiene que interesar tu vida ni lo que tú eres, a fin de cuentas?).
Después llegó el momento en el que entendí qué era yo, quién era yo, a decir verdad. El momento en el que entiendes que, frente al rechazo y la adversidad, el orgullo es una reacción de defensa y de reivindicación. Nuevamente, como era una joven criada durante la Transición en el País Vasco, lo de luchar lo entendía perfectamente. Me ayudó mucho entender que el 28 de junio se celebraba un día de lucha y de rebeldía. Que las últimas de la sociedad, dos mujeres transexuales marginadas, una lesbiana butch y un grupo de gais cansados de sufrir abusos, se habían rebelado frente a su negación y habían decidido declararse dueños de sus propias vidas, convertirse en sujeto político y en actores de una lucha por su dignidad. Y fue ahí, en un ejercicio de traducción sobre los sucesos de Stonewall en 1969 cuando se me hizo la luz. ¡Orgullo estaba mal traducido! (traduttore, traditore). ¡Pride no significaba orgullo, significaba dignidad! Ahí, queridos lectores, entendí todo mucho mejor. El 28 de junio no reivindicamos necesariamente un orgullo, reclamamos nuestra dignidad. La que nos habían quitado con leyes, con represión, obligándonos a vivir en las sombras. El movimiento que nació en las revueltas del 69 era un movimiento por la reivindicación de nuestra dignidad como seres humanos. El anhelo de cumplir ese mandato de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, ese que dice que todo ser humano nace igual en derechos y en dignidad. Esa era una lucha por la que merecía la pena dar un paso adelante y levantar la cabeza.
Todavía me quedaba un recorrido por hacer. Desde que el recientemente fallecido Miguel Ángel Sánchez me enseñara lo que sé de activismo, empecé a conocer a gente que había decidido dar ese mismo paso al frente. Compañeros que habían sufrido la cárcel, el psiquiátrico, la expulsión de la familia, el desprecio y el acoso, y que, frente a toda adversidad, habían mantenido esa dignidad, y se habían plantado. Personas que lucían una determinación admirable y muchas veces hacían gala de un humor y una insolencia maravillosa frente a toda violencia. Personas que eran todo corazón, a las que les había nacido la indignación por la injusticia, y que no estaban dispuestas a callar ni a someterse. La más irredenta naturaleza del ser humano clamando por su libertad. Y ahí, queridos amigos, es cuando entendí que el orgullo sí era un sentimiento legítimo.
Pride para todas, todos y todes.
Marina Echebarría Sáenz:
Es catedrática de Derecho Mercantil.
Imagen destacada: Día del Orgullo Gay en Valencia, en 2019. / Dorieo
Fuente: CTXT- CONTEXTO Y ACCIÓN
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Es hora de retractarse y avanzar: nuestros derechos al completo y no a la mitad

Políticas LGBTI+ en Brasil: una historia de ascenso y caída
El inicio del siglo XXI es un hito internacional para los derechos de la comunidad LGBTI+. Después de décadas de lucha, este movimiento se encontró logrando derechos importantes, como la formación de familias y leyes para proteger contra los prejuicios y la discriminación. En Brasil, el inicio de la década de 2000 estuvo marcado por la primera victoria de Lula y el inicio de su mandato, en 2003, que representó un punto de inflexión en la historia de las políticas públicas de nuestra comunidad.
Es cierto que el inicio de las políticas públicas LGBTI+ se dio en el área de la salud, todavía en la década de los 90, pero con iniciativas casi restringidas a combatir la epidemia del SIDA y fuertemente ligadas al tercer sector. El primer programa de gobierno en nombrar la homofobia y trabajar esta categoría explícitamente en una agenda de política pública del Estado fue el programa Brasil Sem Homofobia (BSH), lanzado durante el primer mandato de Lula, en 2004, en el marco del Plan Plurianual –PPA 2004/2007–, en el “Programa por los Derechos Humanos Derechos de Todos”. Una gran hazaña que cambiaría la historia de nuestras conquistas en Brasil.
Esto generó una agenda que involucró a diferentes ministerios. A partir de la BSH se creó la Coordinación General para la Promoción de los Derechos LGBT (2009). Posteriormente, en 2010, se reformuló el CNCD (Consejo Nacional de Lucha contra la Discriminación – CNCD), que originalmente abarcaba diversas temáticas, como las políticas de igualdad racial y de mujeres, con la creación de consejos específicos para estas áreas, pasando a dedicarse a exclusivamente a las políticas LGBTI+ y adoptar la nomenclatura CNCD/LGBT. Esta sería la encargada de ejecutar y dar seguimiento al Plan Nacional de Promoción de los Derechos y Ciudadanía LGBT (2009), resultado de la 1ra Conferencia Nacional de Políticas Públicas y Derechos Humanos GLBT (2008). Y entre 2008 y 2011 se llevaron a cabo la 1ra y 2da Conferencia Nacional sobre Políticas Públicas y Derechos Humanos LGBT, respectivamente. En 2010, el Ministerio de Salud instituyó la Política Nacional de Salud Integral LGBT. Para citar algunos ejemplos de los importantes avances que hemos logrado en este período.
Los gobiernos de Dilma Rousseff, a pesar de haber mantenido algunos avances en años anteriores, tuvieron iniciativas explícitas para desvincularse de los lineamientos LGBTI+, ante la creciente presión de líderes religiosos y políticos conservadores. Recordamos que el entonces presidente, argumentando: “el gobierno no hará publicidad sobre la orientación sexual”, decidió suspender el programa Escuela Sin Homofobia –cuando ya estaba listo para ejecutarse– en 2011 (1 ). Recordamos también que en las elecciones de 2010, la que se convertiría en la primera mujer presidenta de Brasil tuvo que enfrentar una campaña muy dura, con contornos sexistas y misóginos, que buscaba desacreditarla con una agenda conservadora contra el derecho al aborto y la despenalización. de drogas. En ese momento, vivíamos el inicio de una ofensiva sexual en Brasil y América Latina, a través de la táctica del pánico moral-sexual, que llegó a expresarse en la difusión de mentiras como el llamado Kit Gay, ideología de género y favoreciendo, posteriormente, una inflexión negativa en la correlación de fuerzas entre clases.
Por lo tanto, a pesar de que fue durante los gobiernos del PT que la población LGBTI+ logró las mayores conquistas a lo largo de nuestra historia, el corto alcance, la falta de inversiones y la precariedad legal y política de las iniciativas gubernamentales de ciudadanía LGBTI+ dieron lugar a sucesivas concesiones a la justo en nombre de la gobernabilidad conservadora. Las políticas adoptadas durante los gobiernos del PT tenían un alcance específico, contaban con pocos recursos financieros y dependían, en muchos casos, de la buena voluntad de unos pocos gestores dispuestos a enfrentar la LGBTIfobia institucional imperante. Las concesiones a favor de la gobernabilidad con sectores de derecha y del “centrão” no fueron suficientes para frenar la “ola conservadora”, que luego vino a ser la base del golpe de 2016 y la elección de Bolsonaro.
Desde su primera elección federal, en 1990, Bolsonaro ya se identificaba con posiciones reaccionarias, como la defensa de la dictadura militar-corporativa, además de sus críticas a la izquierda y al comunismo. Pero, entre 2010 y 2014, se dio a conocer a nivel nacional de la mano de las repercusiones de sus posiciones homofóbicas y misóginas, impulsando su carrera política como diputado federal, al pasar de 120 mil votos en 2010 a 464 mil votos en 2014. Durante este período , Bolsonaro tomó la delantera en la lucha para prohibir el “gay kit”, alegando que el Ministerio de Educación y los grupos LGBT estaban fomentando “la homosexualidad y la promiscuidad” y, por lo tanto, amenazando la infancia, convirtiéndolos en “presa fácil” para los pederastas”. Homófobo confeso, Bolsonaro hizo distribuir panfletos en las estaciones de metro de Río de Janeiro,
En 2016, el golpe de estado reaccionario que depuso a la presidenta Dilma coronó este proceso, siendo arreciado en nombre de la moral y la familia. Lo que vimos después fue la destrucción de las políticas públicas LGBTI+, especialmente en los 4 largos años del gobierno de Bolsonaro. Vimos la destrucción del Consejo Nacional, la exclusión de la acción presupuestaria exclusivamente para políticas LGBTI+ de la Ley Anual de Presupuesto (LOA) y el cierre del Departamento para la Promoción de los Derechos LGBTI, entre muchos otros ejemplos. Sobre todo, vimos al gobierno federal convertirse en un agitador contra la vida de las personas LGBTI+, convirtiéndolos en enemigos públicos de la nación.
Es hora de recuperarlo y seguir adelante.
Hoy pasamos la página de esa historia. Pero no lo hacemos para esconder el pasado debajo de la alfombra, sino para superarlo. El nuevo gobierno de Lula inició, en estos primeros meses de gestión, la reanudación del ciclo de las políticas públicas LGBTI+.
Ya corrigiendo algunos errores de su primer mandato, cuando comenzó el ciclo de políticas sin órganos competentes y de fiscalización y seguimiento por parte de la sociedad civil y los movimientos sociales. Hoy ya contamos con una Secretaría Nacional LGBTI+ -la primera en la historia- y un Consejo Nacional. Estas son medidas progresivas, que señalan la recuperación y promoción de nuestros derechos y están guiadas por nuestra protección contra la violencia y las desigualdades.
Pero los desafíos son enormes. Brasil sigue siendo el país que más personas LGBTI+ mata en el mundo y nuestros derechos, como la criminalización y la posibilidad de matrimonio, son precarios desde el punto de vista legal y político. El Congreso Nacional guarda silencio, al no haber aprobado ninguna ley específicamente para nuestra protección. Y su nueva conformación, así como la de parlamentos estatales y municipales, tiene un peso significativo de sectores neofascistas y conservadores.
Desde el inicio de esta Legislatura hemos visto la acción de estos sectores en el Congreso Nacional, chantajeando al gobierno para obtener más cargos y beneficios del Estado. Recientemente, durante la aprobación de la Medida Provisional que estructuró las carteras de gobierno, este sector lanzó una ofensiva contra la agenda socioambiental del gobierno, vaciando de competencias al Ministerio de los Pueblos Indígenas y al Ministerio del Medio Ambiente. Lamentablemente, ante esta ofensiva, el gobierno hizo concesiones, una vez más en nombre de la gobernabilidad conservadora.
Sabemos que la agenda LGBTI+ también será atacada, tarde o temprano, y la gestión de la coalición liderada por el PT volverá a enfrentar una prueba en relación con sus compromisos con la diversidad. Este desafío tendrá en cuenta que dentro de las amplias alianzas que conforman el actual gobierno, hay sectores de izquierda aliados con nuestra causa, pero también sectores conservadores y de derecha que están en contra. Ante esto, el movimiento debe estar alerta y fuerte. Esto debe expresarse en la composición de instancias de participación social, como el Consejo Nacional y la Mesa de Trabajo sobre violaciones a los derechos humanos del Ministerio de la cartera, en presión con el gobierno y parlamentarios, pero también, y principalmente, en la reanudación de acción directa en las calles. Sin lucha no habrá recuperación y mucho menos avances en nuestros derechos.
En este 28 de junio, día de conmemoración de nuestra historia de luchas, hagamos una antropofagia de nuestras luchadoras que, en las últimas décadas, han dado su vida en nombre de nuestro derecho a brillar. Que nos alimentemos de tu audacia. Que nos alimentemos de tu libertinaje. Que nos alimentemos de tu coraje. Porque los valientes también mueren, pero solo una vez. Los cobardes se pasan la vida sin vivir, enclaustrados en sus miedos. Viva nuestro coraje, el del pasado y especialmente el del futuro.
1 Disponible en: http://g1.globo.com/educacao/noticia/2011/05/governo-nao-fara-propaganda-de-opcao-sexual-diz-dilma-sobre-kit.html
Fuente: Esquerda Online
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