15ENE24
Era la gala en el teatro Colón. Aun no privatizado, albergó en un desfile paquete y patético a una caterva de pavotes y pavotas. Toda galanura, toda espumita, pero no de cerveza. El niño miraba sin observar esa gala, a la que fue convocado sin balotaje posible, por el padre que siempre se interesaba por todo aquello a lo que nunca podría acceder. El niño estaba entre la categoría “niños pobres que tienen hambre” y “niños ricos que tienen tristeza”. Tenía tristeza, pero no era rico, era pobre pero no tenía hambre. En otros términos: niño de clase media media con tendencia al derrumbe. Habia resignado el postre y la gaseosa, y eso lo colocaba en una situación de aguda critica más parecida al reproche. El desfile de chetos y chetas no colaboraba en mejorar su ánimo. Sabía por comentarios extraoficiales, es decir, por llamados de su madre que habia decidido que, si otro mundo es posible, para intentar llegar a ese mundo era necesario divorciarse. La tenencia del hijo fue más peleada que una sucesión en barrio norte, y a partir de ese momento la voz del estadio fue el padre y la madre apenas una agencia de noticias clandestina.
Dicho lo cual, en un afán de no decaer del todo, el niño intentó interesarse en lo que veía. Quizá sin saberlo, recurría al método de muchas parejas al borde un ataque de nervios: no quería, pero queria querer. Miro a la imagen y dijo: “el presidente está desnudo”. El padre lo miró sorprendido, pero poco. “Yo lo veo vestido, y muy elegante”. El niño lo miró con un desdén misericordioso: “No entendés nada” El padre intentó curarse en salud, y obviamente no lo logró. “Tu madre dice lo mismo”. Un esbozo de sonrisa se asomó en los labios del niño. Insistió: “el presidente está desnudo”. Fue lo último que dijo antes de levantarse enojado, aunque disimulando exitosamente su furia.
El padre se quedó solo. En realidad, se quedó porque solo estaba hace tiempo. Su área de confort de votante victorioso estaba seriamente dañada. La frase le seguía taladrando el cerebro, lo que no era dificil ya que hace tiempo era un cerebro poroso. Acostumbrado al pensamiento reflejo, no tenía rodaje propio. Sin embargo, algún grupo de neuronas seguían funcionando, no demasiado, pero si lo suficiente para intentar buscar, gracias a la magia digital de Wikipedia, algo que le permitiera entender lo que su hijo habia dicho tan asertivamente.
El monarca decidió estrenarla en un día de fiesta y desfile. Llegado el día, los estafadores hicieron como que lo ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el rey salió a desfilar, sin admitir que no podía verla. Pensó que lo considerarían estúpido o inepto para reinar. Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje, temerosa de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo. Finalmente, un niño dijo: «¡Pero si va desnudo!»
La fiesta y el desfile eran la velada en el Colón. Cuando te vestís de palabras es posible que estés desnudo. De pronto el padre, digo esto porque “padre” era todavía su identidad principal, tuvo quizá su última conexión neuronal. “En 40 de democracia, ¿cuantos presidentes habrán estado desnudos?”. La llegada del último presidente desnudo, no fue magia. Ya no tenía dudas: muchos desnudas y desnudos hicieron todo lo posible para lograr la desnudez total.
Se acercó lenta y silenciosamente a la habitación de su hijo. Hasta intentó darle un beso, pero temió despertarlo. No podía pensar que no hay mejor forma de despertarse que con un beso. Con las ultimas neuronas en retiro efectivo recordó una perimida serie “La ciudad Desnuda”. Ahora los desnudos somos nosotros tambien. Desnudos de convicciones, de alegrías, de coraje, de ideologías. Este padre desconocía los ropajes combatientes de las militancias. El desnudo cree que todos y todas también lo están. Los ropajes de los combatientes no son para pasarelas sofisticadas. Son ropas de trabajo y hoy el trabajo es combate.
El Presidente seguirá desnudo. Pronto no importará. Lo único que importa es no perder nuestros verdaderos ropajes.
Nunca más.
Publicado en a Agencia de Noticias Pelota de Trapo
Pintura: Mendigos en el parque, Iberê Bassanti Camargo
*Alfredo Grande: es psiquiatra, psicólogo social y una de las figuras más importantes del campo del psicoanálisis marxista.
Tomado de. Tramas- PERIODISMO EN MOVIMIENTO
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Gastón Alberdi, descendiente de Juan Bautista Alberdi
«Hablan con ángeles de colores y perros muertos»: un exaliado de Milei reveló oscuros detalles del Presidente
Gastón Alberdi, descendiente del prócer argentino, dialogó con Diego Brancatelli de su amistad y posterior alejamiento del presidente. «Esto termina mal», auguró.

Gastón Alberdi es descendiente del prócer argentino Juan Bautista Alberdi, pero también fue uno de los ideólogos junto a Javier Milei, José Luis Espert y Luis Rosales de Avanza Libertad, el espacio fundado en 2019. Fue amigo íntimo del ahora presidente hasta que las diferencias los separaron. «Es un fantoche, va a terminar mal», resumió en una extensa entrevista con Diego Brancatelli en la AM750, donde aseguró que el economista traicionó los valores libertarios, habló de Karina Milei y la relación del mandatario con sus perros.
Alberdi – descendiente de Juan Bautista, el autor de la Constitución de 1853 y a quien Milei idolatra y reivindica de forma reucrrente – recordó el momento en que Avanza Libertad nacía para ser un espacio político nuevo en la Argentina, antes de corromperse por otros intereses. «Empecé a militar en dictadura en el liberalismo. Le dimos forma al Partido Federal con Paco Manrique (actual secretario Gremial de Smata), luego con Álvaro Alsogaray la juventud de la UCD. Ahí en la universidad conocí a Carlos Maslatón, un gran amigo», recordó.
«En 2020, amigos en común, libertarios, economistas liberales y demás dijeron de hacer algo con Espert, Rosales y Milei, entonces creamos Avanza Libertad. Hubo un egoísmo por parte de ellos de no hacerlo de forma federal», señaló, aunque también manifestó que a ellos «no les interesan las ideas liberales, sino la posición política y económica».
Además, indicó que él mismo contactó a Milei con el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump. «Me fui a Mexico autoexiliado por la hiperinflación de Alfonsín y Menem y cuando volví, le ofrecí ese contacto con (el exalcalde de Nueva York) Rudolph Giuliani y llevarlo con la alcaldesa de Bal Harbor en Miami, que era vecina de Trump».
No obstante, lo tildó de «cagón» y «fantoche» porque no se animó a ir a ver a Trump ya que «los kirchneristas» no lo iban a dejar volver a Argentina. Era el 2020, plena pandemia. «No tiene seriedad este muchacho. No le interesa el tejido social ni las ideas del liberalismo, de Juan Bautista Alberdi. Va a terminar mal«, remarcó.
La influencia de Karina, «El Jefe»
«Karina tiene una dominación absoluta de Javier Milei. Lo que se dice en el libro El Loco (la biografía de Milei escrita por el periodista Juan Luis González) es todo cierto, porque la información se la brindamos varios. Hablan con los ángeles de colores, con los perros. Consultan veterinarios que hablan con animales desde el más allá, parapsicólogos. Es todo una locura», expresó e insistió en lo «mandona» que es la hermana del presidente.
Por último, Alberdi advirtió sobre un posible «enfrentamiento» armado aunque no haya guerrillas activas en el país. «Yo la veo (a Victoria Villarruel) como a María Estela Martínez de Perón y López Rega es El Jefe (Karina Milei)», afirmó.
«El hermano le dice así (El Jefe) porque la venera. Todo esto viene a colación que una tarde en abril del 82 cuando habíamos invadido las Malvinas y estaba el padre con unos amigos en pedo. Javier se cruzó por delante de la TV de chico y dijo que íbamos a perder la guerra y ahí lo empezó a cagar a trompadas y se interpuso la hermana y ella se desmayó. De ahí se comenzó a apoyar en ella», siguió.
«Esto termina mal. Termina en un enfrentamiento. Esto va a ser un remake del 76. La vicepresidenta responde a sus intereses nefastos, golpistas. La guerrilla está en el gobierno», concluyó.
Fuente: Página/12
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