Muere Henry Kissinger, exsecretario de Estado de Richard Nixon que se convirtió en una figura imponente pero divisiva en política exterior

No todo el mundo ha sido tan efusivo. En las redes sociales, algunas reacciones al fallecimiento de Kissinger han tendido más hacia una celebración alegre. Kissinger ha sido frecuentemente descrito como un criminal de guerra por sus campañas de bombardeos (frecuentemente ilegales) y su historial de derrocamiento de gobiernos elegidos democráticamente en otros países, todo ello en nombre de servir a los intereses estadounidenses.
Anoche en la ciudad de Nueva York, en la esquina de la Quinta Avenida y la Calle 53, al menos algunos de los manifestantes reunidos para protestar por la guerra entre Israel y Hamas reaccionaron con júbilo cuando un organizador anunció la muerte de Kissinger, después de declarar que la mayor transferencia de asistencia militar a Israel sucedió bajo su supervisión.
Además de Putin, China y Estados Unidos, los líderes de la Alemania natal de Kissinger rindieron homenaje. Un judío que huyó del régimen nazi con su familia en su adolescencia, el distintivo acento bávaro de Kissinger hacía que sus pronunciamientos fueran inequívocos.
«Su compromiso con la amistad transatlántica entre Estados Unidos y Alemania fue significativo y siempre permaneció cerca de su patria alemana», escribió el Canciller Olaf Scholz en X.
En un mensaje de condolencias a la familia de Kissinger, el presidente Frank-Walter Steinmeier escribió que “con su política de distensión y desarme, Henry Kissinger sentó las bases para el fin de la Guerra Fría y la transición democrática en Europa del este” que condujo a la reunificación de Alemania.
La muerte del exsecretario de Estado estadounidense Henry Kissinger , el célebre diplomático que popularizó los conceptos de realpolitik y diplomacia itinerante, ha desencadenado un torrente de homenajes y críticas por un historial tan descomunal como la ira que aún inspira.
La muerte a los 100 años de un gigante diplomático, que dijo a la BBC que cuando tenía 10 años recordaba haber oído la noticia de que Hitler había sido elegido y que pasó a asesorar a 12 presidentes, desde JFK hasta Joe Biden, puso fin a décadas de influencia durante mucho tiempo. después de su servicio oficial a los presidentes estadounidenses Nixon y Ford a través de su exclusiva firma de consultoría geopolítica, Kissinger Associates .
Su complicado legado se reflejó en la variedad de entusiastas elogios que se derramaron después de su muerte, no sólo de los ex presidentes de Estados Unidos, sino también de China y Vladimir Putin, el presidente ruso.
Elogiado por negociar la reapertura de Estados Unidos a lo que entonces era una China cerrada, y asegurar la salida estadounidense de la castigadora guerra de Vietnam –por la que ganó conjuntamente el Premio Nobel de la Paz–, Kissinger también ha sido llamado criminal de guerra. Apoyó al dictador militar de Indonesia en la invasión de Timor Oriental y respaldó la invasión de Angola por parte del régimen del apartheid en Sudáfrica. Quizás lo más notorio es que trabajó con la CIA para derrocar al presidente democráticamente elegido de Chile, Salvador Allende , en un golpe que instaló al brutal dictador Augusto Pinochet.
«Estados Unidos ha perdido una de las voces más confiables y distintivas» en asuntos exteriores, dijo el ex presidente George W. Bush. “He admirado durante mucho tiempo al hombre que huyó de los nazis cuando era un niño de una familia judía y luego luchó contra ellos en el ejército de los Estados Unidos. Cuando más tarde se convirtió en Secretario de Estado, su nombramiento como ex refugiado decía tanto de su grandeza como de la grandeza de Estados Unidos”.
En China, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Wang Wenbin, llamó a Kissinger un “viejo amigo y buen amigo del pueblo chino, y un pionero y constructor de las relaciones entre China y Estados Unidos”.
Mientras tanto, Putin dijo en un mensaje a la esposa de Kissinger que era «un estadista sabio y con visión de futuro» y que su nombre «está indisolublemente ligado a una línea pragmática de política exterior, que en un momento hizo posible lograr la distensión en las tensiones internacionales«. y alcanzar los acuerdos soviético-estadounidenses más importantes que contribuyeron al fortalecimiento de la seguridad global”.
Murió a los 100 años Henry Kissinger: pasará a la historia como el criminal que apoyó a la dictadura militar chilena y argentina /Fue el artífice del derrocamiento y muerte de Salvador Allende /Premio Nobel por impulsar miles de muertes en Vietnam

foto: Jorge Rafael Videla con Henry Kissinger y el embajador Raúl Castro en la quinta de Olivos
Resumen Latinoamericano,
29 de noviembre de 2023.
“Si hay cosas que tienen que hacerse, tienen que hacerlo rápido”, le dijo al canciller argentino César Guzzetti en Santiago de Chile, en junio de 1976
Henry Kissinger, uno de los diplomáticos más influyentes y nefastos de la política exterior del imperio de EE.UU del siglo XX, murió a los 100 años este miércoles. El legado de su carrera como asesor de Seguridad Nacional, y después como secretario de Estado de Richard Nixon y Gerald Ford, quedó signado por hitos en las relaciones de Washington con el mundo, como la apertura a China. Pero también por su menosprecio por los derechos humanos y su respaldo a la represión desplegada por las dictaduras en América latina, incluida la Junta Militar en la Argentina, y su activo papel en el derrocamiento de Salvador Allende en Chile, del cual se cumplen 50 años este año.
Una frase de Kissinger al primer canciller argentino de la última dictadura, el almirante César Augusto Guzzetti, durante una reunión el 10 de junio de 1976 en Santiago, Chile, quedó para la posteridad: “Si hay cosas que tienen que hacerse, tienen que hacerlo rápido. Pero deberían volver rápidamente a los procedimientos normales”.
La frase de Kissinger se encuentra en una compilación de documentos, desclasificados por el gobierno de Estados Unidos, que fue realizada por el Archivo de Seguridad Nacional con motivo del natalicio de Kissinger para “contribuir a una evaluación equilibrada y más completa” de su legado. Los documentos ofrecen información sobre el involucramiento de Kissinger en los abusos delictivos del gobierno de Nixon, incluido el escándalo Watergate, su “desdén por los derechos humanos y apoyo a las guerras sucias e incluso genocidas en el extranjero”, y las campañas secretas de bombardeos en Laos y Camboya durante la guerra de Vietnam. El hilo de documentos, algunos de los cuales fueron publicados por primera vez hace más de 10 años, brida un acceso único a los entretelones de la política exterior norteamericana en uno de los períodos más convulsionados de la era moderna.
Encuentro en Santiago
En el extenso archivo de documentos sobresalen dos memorandos sobre dos conversaciones reservadas que Kissinger mantuvo en Santiago de Chile, en junio de 1976, cuando viajó para participar en la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA). Allí se reunió por primera vez con Augusto Pinochet, el 8 de junio, y dos días después, el 10 de junio, vio a Guzzetti.
“La abyecta aceptación del régimen de Pinochet por parte del secretario Kissinger, y la indiferencia por su represión, contribuyeron a un amplio movimiento público y político para institucionalizar los derechos humanos como una prioridad en la política exterior de Estados Unidos”, señaló el Archivo de Seguridad Nacional, una organización abocada a la desclasificación de documentos secretos. “Cuando el Congreso comenzó a aprobar leyes que restringían la asistencia estadounidense a regímenes que violaban los derechos humanos, el desdén de Kissinger por el tema de los derechos humanos se intensificó. Su voluntad de respaldar, apoyar y aceptar el derramamiento de sangre masivo, la tortura y la desaparición por parte de regímenes militares anticomunistas aliados, se refleja en varios documentos desclasificados”, agrega la organización.

Admirado y respetado por la elite y la derecha norteamericana, y detestado y desautorizado por activistas y defensores de los derechos humanos y la izquierda, Kissinger apoyó a las dictaduras latinoamericanas en el marco de la campaña global del gobierno de Nixon contra el comunismo en la época de la Guerra Fría y la puja entre Estados Unidos y Rusia.
La resistencia de Kissinger a presionar a los regímenes militares del Cono Sur sobre los derechos humanos, a pesar de la presión interna del Congreso, y, también, del Departamento de Estado, se extendió a la operación de asesinatos regional conocida como Plan Cóndor. “Nuestro principal problema en la Argentina es el terrorismo. Es la principal prioridad del gobierno que asumió el 24 de marzo”, le dijo Guzzetti a Kissinger en su conversación en Santiago, detallada en un memorando de 13 páginas. “Hemos seguido de cerca los acontecimientos en la Argentina. Le deseamos lo mejor al nuevo gobierno. Deseamos que tenga éxito. Haremos lo que podamos para ayudarlo a tener éxito”, le dijo Kissinger a Guzzetti. El entonces canciller le dijo a Kissinger que el “el problema terrorista es general en todo el Cono Sur”, y que estaban buscando coordinar con las otras dictaduras. Ese esfuerzo se convirtió en el Plan Cóndor.
El encuentro de Guzzetti y Kissinger en Santiago fue seguido por una reunión en el hotel Waldorf Astoria de Nueva York, el 7 de octubre de ese mismo año. Guzzetti le dijo en ese momento a Kissinger que las “organizaciones terroristas habían sido desmanteladas” y que, para fin de año, “el peligro se habrá apartado”.
“Mire, nuestra actitud básica es que nos gustaría que tengan éxito”, le dijo Kissinger. “Tengo una visión anticuada de que los amigos deben ser apoyados. Lo que no se entiende en los Estados Unidos es que hay una guerra civil. Leemos sobre los problemas de derechos humanos, pero no el contexto. Cuanto más rápido tengan éxito, mejor”, afirmó.
Resistencia interna
A Pinochet, Kissinger le dijo en su cara a cara en Santiago que había prestado un gran servicio a Occidente al derrocar a Allende, que simpatizaba con lo que estaba haciendo en Chile, y quería ayudarlo, y deseaba lo mejor para su gobierno. “Mi evaluación es que usted es víctima de todos los grupos de izquierda del mundo y que su mayor pecado fue derrocar a un Gobierno que se estaba volviendo comunista”, afirmó Kissinger. En esa charla, el jefe diplomático norteamericano le adelanta a Pinochet que mencionará, brevemente, el tema de los derechos humanos en Chile, pero le aclara que lo hará para evitar que el Congreso imponga sanciones a Chile. “Enfrentamos problemas domésticos masivos, en todas las ramas de gobierno, especialmente en el Congreso, pero también en el Ejecutivo, por el tema de los derechos humanos”, le explica Kissinger a Pinochet.

Los documentos desclasificados muestran también cómo Kissinger, en reiteradas ocasiones, bloqueó los intentos de la diplomacia norteamericana por presionar a los regímenes latinoamericanos para que frenaran sus abusos. En una conversación de fines de junio de 1976, posterior a su reunión con Guzzetti en Santiago, Kissinger reta a un asistente después de enterarse que el bureau para América Latina del Departamento de Estado emitió una diligencia a la Junta Militar por intensificar “las operaciones de los escuadrones de la muerte”, indica el análisis del Archivo de Seguridad Nacional. “¿Cómo pasó esto?”, pregunta Nixon. “¿Cuál creen que es mi política?”, insiste, según el documento. “Mejor tengan cuidado. Quiero saber quién hizo esto, y considerar hacerlo trasladar”, continúa.
Kissinger recibió el Premio Nobel de la Paz en 1973 por haber negociado un alto al fuego en Vietnam junto con el canciller vietnamita, Le Duc Tho, quien rechazó el galardón. Por primera vez en la historia, dos miembros del Comité Noruego del Nobel renunciaron. Kissinger no viajó a Olso a recibir el premio, y su discurso fue aceptado por el embajador norteamericano en Noruega, Thomas R. Byrne.
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