28 Noviembre, 2023
José Doménico*
Disculpen lo subjetivo, pero el triunfo de Milei me atropella entre la rabia y la tristeza.
Una tristeza honda que horada en mi ánimo, en mi alma; si acaso los revolucionarios, los comunistas, tenemos alma.
Una tristeza que se resiente de la perversa habilidad de la burguesía y su sistema de explotación para desarraigar a las masas de su esencia socioeconómica, -de clase- y llevarla en medio de situaciones desesperadas y desesperanzadas a empujar el pesado carro de la Historia por sobre sus propias piernas.
El triunfo de Javier Milei en Argentina este 19 de Noviembre es, como todo avance del fascismo con apoyo de sectores de masas, una autoflagelación de esas masas. 14 millones de argentinos arrinconados y desesperados por la degradación de sus condiciones de vida, causadas por la rapiña sin freno de la burguesía toda (podemos llamaría inflación, para lucir académicos), decide saltar de la sartén…¡directamente a la candela!
El discurso de apariencia contestario, el aire irreverente, las fórmulas «innovadoras» bruscas y abruptas; la estridencia mediática, que conforman la prefabricada imagen «libertaria» de este monstruo fascista, lograron abrirse espacios favorables en la opinión de millones de argentinos «de a pie«, cabalgando sobre el desgaste de la demagogia burguesa que reiteradamente ha ofrecido mejoras a las condiciones de vida de las masas y que casi nunca llevó a cabo. Para colmo, las pocas veces que lo ha hecho, rápidamente se revierten, mostrando su esencia real, que no es otra que la acumulación de ganancias de los privilegiados de ayer y de hoy.
Tristeza, por el «boomerang» histórico que representa el triunfo electoral de este falso «justiciero» que protagonizará una tremenda ofensiva de injusticias, mucho mayores a las que pretende criticar. Si, «boomerang» he dicho; pues el germen del surgimiento de Milei, como tenebroso fenómeno electoral de masas, hunde sus raíces en la última rebelión popular del pueblo trabajador argentino: la batalla del 2001 contra el «corralito» financiero.
Milei es el producto deforme de la frustración sin resolución que gritaba en las calles, hace dos décadas: ¡Que se vayan todos!
Los trabajadores y sectores populares argentinos que votaron por Milei -, especialmente los jóvenes- creen que este «Guasón» del Cono Sur representa alguna manera de cumplir con esa correcta aspiración que clamaban, en las calles argentinas del 2001, que se fueran del poder todos los responsables de aquella crisis…. ¡Y de esta!
Milei es, por el contrario, la versión más descarnada de esa crisis, el intento más profundo de acrecentarla sobre los hombros de l@s trabajador@s, para acumular aún mayores ganancias en las mismas manos privilegiadas. Intento que tiene como estrategia básica la desarticulación de todo derecho democrático que posibilite o facilite la resistencia contra las agresiones que prepara.
Como supondrán ¡allí empieza mi Rabia!
Rabia por el tremendo espacio que le otorga a la ultraderecha la propia derechización del peronismo en el poder. Es una derechización que camina en sentido contrario al accionar de una enorme masa de luchadores sindicales, piqueteros, feministas, sexodiversos, etc que mantienen identificación con los elementos progresivos de la historia del peronismo, como fenómeno sociopolítico.
El espacio a la derecha no se expande por ningún supuesto radicalismo; al contrario, el actuar conciliatorio desde el gobierno con los grandes capitales nacionales y transnacionales se percibe como inacción y desinterés por las urgencias cotidianas de la mayorías. ¡Y lo es!
Hablamos de un peronismo gobernante que, después de haber pasado un periodo (Kirchner) retomando algunos progresivos conceptos del nacionalismo burgués; que lograron -junto con la Venezuela de Chávez y el Brasil de Lula- derrotar la tremenda ofensiva colonizadora que representaba el ALCA; giró franco a la derecha en el gobierno Alberto/Massa decidiendo ser «eficientes» administradores de la crisis impuesta por la entrega y sumisión que implantó el gobierno de Macri ante el FMI y los capitales transnacionales.
Rabia también por la poca efectividad demostrada por la amplia gama de movimientos políticos de inspiración revolucionaria en transformar aquella indignación de calle de 2001 -y las centenas de jornadas subsecuentes- en avances más sólidos por y para el empoderamiento de las clases trabajadoras, que posibilitara avanzar hacia la transformación revolucionaria de la Sociedad: hacia el rompimiento de los carriles capitalistas para avanzar en la construcción necesaria de nuevos carriles para la liberación de la Humanidad.
Es una rabia de compañeros de luchas, de camaradas. No pretendo culpabilizar a la militancia izquierdista argentina de estas décadas por no lograr algo que tampoco hemos logrado en otros países…
¡Quiero, si, contagiarlos con mi rabia! Quiero que la rabia los agite pensando cómo hacer para que nuestros jóvenes, hijos de nuestros trabajadores y trabajadoras, descubran pronto la estafa histórica y el peligro tremendo para las libertades democráticas y para las condiciones materiales de vida que representa el gobierno por iniciar de este fascista «libertario«.
Una rabia que debe conducir a un reencuentro imprescindible entre las generaciones que vivieron la atrocidad de las dictaduras militares del «Proceso«, con aquellas que vivieron las crisis fondomonetaristas de los ’80 y ’90 que estallaron en 2001, junto con los jóvenes que -desorientados- se resienten frente a esta nueva arremetida fondomonetarista implantada por Macri y «gestionada» por Alberto/Massa.
Es un reencuentro de la propia clase trabajadora y los sectores populares, en la Argentina de hoy. Una Argentina que necesita, aunque quizás aún no lo sabe, levantarse en bloque obrero y popular contra el gobierno ultraconservador, antiobrero y antipopular de Javier Milei.
Hay otro reencuentro que concretar en lo inmediato: Re engranar la fuerza y tradición de la vanguardia luchadora y de la izquierda militante argentina.
En lo personal me parece un error muy importante, de importantes sectores de lo mejor de la izquierda el haberse proclamado «neutrales» cuando se planteaba un combate político, en terreno electoral, para detener el avance de la ultraderecha fascista personificada en Milei.
Esa postura «aséptica» parecía priorizar por mantener algún tipo de pureza ideológica, en lugar de priorizar combatir al lado de miles de luchadores antifascistas contra Milei. Algo que se podía hacer sin otorgar ninguna confianza ni respaldo al eventual gobierno, burgués y neoliberal, de Massa.
Hoy Milei encabeza una ultraderecha envalentonado, que no se conformará con vandalismos anónimos, pues forma parte de un fenómeno mundial con Trump en EEUU, Bolsonaro en Brasil, Modi en India, Vox en España entre sus figuras más relevantes.
Háganse los balances que deban hacerse. La prioridad actual debe ser organizar las acciones de resistencia contra ese fascismo envalentonado y su gobierno.
Prima ahora la necesidad de recuperar una correlación de fuerzas a favor de la clase trabajadora.
Y ello sólo puede partir del reencuentro de clase, de las generaciones, de las organizaciones sindicales y sociales y de la propia militancia de izquierda y revolucionaria.
Antes que el fascismo mileista consolide su avanzada contrarrevolucionaria, hay que «sacudirse el polvo» y preparar la unidad de la clase trabajadora en la movilización.
*José Doménico: Ingeniero UCV. Exdirigente estudiantil, militante revolucionario desde la década del ´80. Miembro del Secretariado Nacional de LUCHAS y integrante del Consejo Editor de 1resito.com
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