Mindanao: Las minorías, víctimas de la codicia y de las luchas de poder entre clanes moros

Por Pierre Rousset

En la isla de Mindanao, situada en el sur del archipiélago filipino, la creación en 2019 de la Región Autónoma de Bangsamoro en el Mindanao Musulmán (BARMM en inglés), fue un acontecimiento particularmente importante en la historia del país. Puso fin, en efecto, a decenios de conflictos en torno al reconocimiento del derecho de autodeterminación de poblaciones durante mucho tiempo discriminadas y oprimidas.

Sin embargo, la BARMM también está habitada por poblaciones cristianas venidas del norte y del centro del archipiélago, así como por los lumades, o sea, pueblos indígenas originarios de Mindanao, de diversas creencias religiosas, pero que comparten el mismo modo de vida, vinculado al bosque. Se trata de los pueblos indígenas no moros (NMIP en inglés). Los dominios ancestrales que reclaman los lumades se sitúan por tanto dentro de los territorios reivindicados por diversos clanes moros. Durante la larga lucha de liberación que lidiaron los movimientos musulmanes, a menudo con medios militares, los lumades pidieron que la delimitación de sus tierras ancestrales se formalizara de común acuerdo con sus vecinos y fuera reconocida por las autoridades locales, regionales y nacionales.

Esto se ha hecho realidad, finalmente, en el plano nacional, pero no en el regional, y ambos niveles de responsabilidad han colisionado. A escala regional, el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas lumades estuvo a punto de aprobarse cuando se creó la BARMM en sucesivas etapas. Las autoridades de la nueva región autónoma, fundamentalmente el Frente Moro de Liberación Islámica (MILF en inglés) han bloqueado el proceso de reconocimiento.

Los derechos de los pueblos indígenas del norte del archipiélago, en particular los igorrotes, ya habían sido reconocidos formalmente por parte de las autoridades nacionales, pero no sin amplias movilizaciones por parte de los lumades, que enviaron delegaciones a Manila, y de los movimientos filipinos que les apoyaban para que se respetara efectivamente su existencia. En efecto, la cuestión musulmana monopolizaba la atención: en el periodo álgido de los combates se enviaron dos tercios de las fuerzas armadas filipinas al teatro de operaciones. La mayoría de organizaciones que defendían a los lumades (que a menudo también fueron víctimas del ejército) impulsaron conjuntamente campañas de solidaridad con los pueblos indígenas y las poblaciones musulmanas. Militaban en el centro y el sur de la isla para construir una solidaridad activa entre los tres pueblos de Mindanao.

La experiencia es amarga: los lumades se sienten hoy frustrados por la falta de reconocimiento de sus derechos, que estuvieron a punto de conseguir finalmente. De hecho, su situación tiende a agravarse de nuevo. A los conflictos anteriores se suman otros nuevos, que no son menores. Las autoridades de la BARMM adoptan, en efecto, como modelo de desarrollo la promoción del turismo comercial, del extractivismo (recursos mineros y petroleros) y la explotación a lo grande de los bosques. De este modo, las tierras ancestrales de los lumades despiertan la codicia de poderosos intereses económicos. La cuestión no es nueva, pero esta vez intervienen los hombres de negocios moros, que buscan el apoyo de las autoridades locales o regionales.

Pueblos indígenas, clanes moros: el barangay de Biarong, un caso paradigmático
El barangay/1 de Biarong se halla en Upi del Sur, en la región de Maguindanao del Sur, que forma parte de la BARMM. Los pueblos indígenas lumades teduray y lambangian poblaban esta zona desde mucho antes de la creación, en 2019, de la BARMM. Hoy siguen siendo mayoritarios en esta localidad. La Justicia y Gobernanza Timuay (TJG) habla en su nombre/2. El 21 de agosto pasado publicó una declaración que constituye un verdadero grito de alarma con respecto a la situación en determinadas aldeas del barangay de Biarong/3. En efecto, el clan moro maguindánaon/4 de Talayan ha venido a instalarse sobre el terreno y pretende asegurar su poder haciéndose elegir a la cabeza del barangay en las elecciones de octubre.

La TJG explicó en su declaración que estos territorios

eran antaño un lugar de paz para los teduray y los lambangian, donde abundaban los recursos y la vida era fácil gracias a la fertilidad de la tierra. Estas poblaciones eran libres de practicar su cultura, su autonomía tribal, su lengua, su culto y su sistema de subsistencia […]. Los primeros dirigentes del barangay de Biarong [creado en 1976] eran los teduray, pero últimamente han tomado el poder los maguindánaon, pese a que son minoritarios en la localidad, pues tienen el poder de las armas y cuentan con hombres de mano bajo su mando.

La situación se ha tornado sumamente volátil en la medida en que dos dirigentes de este clan moro aspiran, cada uno por su cuenta, a tomar el control del barangay y del Sangguniang Kabataan (Consejo de la Juventud) en las elecciones nacionales previstas para el próximo 30 de octubre. Cada candidato dispone de sus propios grupos armados y su enfrentamiento ha degenerado en violencia. Las poblaciones no moras temen verse atrapadas entre dos fuegos. Los teduray y lambangian se han refugiado en un barangay adyacente, Lamud, o en el centro del barangay de Biarong, pero el jefe del ejecutivo local de Upi del Sur les ha ordenado regresar a sus hogares. De hecho, bastantes familias lumades querrían volver a casa, pues hay que cosechar el arroz, pero piden garantías de seguridad. Así, el TJG ha reclamado encarecidamente que todas las autoridades locales, regionales y nacionales competentes intervengan “en la triste situación de los pueblos indígenas no moros teduray y lambangian en la región.”

La particularidad de este conflicto radica en el choque entre dos hombres fuertes que pertenecen al mismo clan, aunque los conflictos entre clanes moros son moneda corriente. En Filipinas, las grandes familias dinásticas fortalecen tradicionalmente su poder económico y su influencia política asegurándose el control de estructuras de poder regionales y cada elección comporta arreglos de cuentas a veces cruentos. Esto es aún más cierto en el caso de los clanes moros, cuya base económica es más débil, si bien cuentan con un cupo de milmillonarios. Los asesinatos electorales entre clanes moros pueden alcanzar cotas desconocidas en el resto del archipiélago.

Ahora que tienen el poder en la región autónoma y adoptan un modelo de desarrollo análogo al que prevalece en el conjunto del archipiélago o en las regiones no moras de Mindanao, es posible que con la expansión de las industrias turísticas, mineras, petroleras y forestales, el arraigo económico de los clanes moros se refuerce cualitativamente. En todo caso, el enriquecimiento de la elite social mora se producirá indudablemente a expensas de los lumades.

Utilizar el mismo vocabulario (dominios ancestrales) con respecto a las reivindicaciones de los lumades y los clanes moros es engañoso. Estos últimos operan en sociedades de clases desarrolladas en que las desigualdades sociales son enormes, todo lo contrario que entre los lumades, pueblos de los bosques.

Por lo demás, los diversos movimientos moros están armados hasta los dientes y su estatuto ha cambiado desde la creación de la BARMM, ya que en parte se han oficializado con vistas a su integración en las fuerzas armadas filipinas. Claro que los grandes propietarios moros conservan sus milicias y sus ejércitos privados, pero lo mismo sucede en otras partes del país. Los pueblos indígenas de que hablamos aquí han formado en sus territorios sus propias fuerzas de autodefensa para protegerse de sus enemigos –que por desgracia son numerosos–, pero que no pueden compararse ni mucho menos con las fuerzas en liza de estos últimos.

Mindanao es escenario de múltiples conflictos armados de naturaleza muy diversa. Algunos pueden resolverse mediante negociaciones a escala local. Además, ciertos movimientos ciudadanos ayudan a entablar tales procesos de paz. No es el caso de otros conflictos, cuando los agresores tienen grandes ambiciones económicas u objetivos militares (el control de crestas de montañas estratégicamente importantes, por ejemplo).

La tragedia del tifón en el recuerdo
Del 27 al 29 de octubre de 2022, el tifón Paeng (llamado Nalgae en el contexto internacional) arrasó parte de Filipinas, sobre todo Mindanao (Maguindanao, Cotabato City, Sultan Kudarat, Cotabato del Sur…), afectando a cerca de un millón de personas. Las poblaciones tedurays, lambangianas y menubo dulanganas de que hablamos aquí recibieron golpes muy duros: 1.730 familias afectadas, 46 personas muertas y 5 desaparecidas. Una vez más, la falta de reconocimiento de los derechos de estos pueblos indígenas contribuyó a la tragedia.

Estos pueblos indígenas vienen reclamando desde 1996, ante las autoridades competentes, la emisión de un certificado que confirme la reivindicación de sus tierras ancestrales: en vano. Se trata de una demanda reiterada al amparo de la ley de derechos de los pueblos indígenas (IPRA), bajo la égida de la Comisión Nacional de los Pueblos Indígenas (NCIP). Tuvieron que esperar 17 años hasta que el 2 de septiembre de 2019 sus informes de investigación fueran sometidos a la oficina de dominios ancestrales de Manila para su examen y aprobación.

El primer Parlamento de la Autoridad de Transición Bangsamora (BTA) exigió entonces de la Comisión que suspendiera el proceso de delimitación de dominios ancestrales de los tedurays, lambangianos y menubo dulanganos en la provincia de Maguindanao y que desistiera de tramitar este expediente. Estos pueblos indígenas mantuvieron su acción en el plano jurídico, detallando sus derechos consuetudinarios y sus reivindicaciones. Presentaron ante la BTA una resolución (que no fue aprobada) encaminada a

institucionalizar, promover y apoyar a los guardias forestales de los pueblos indígenas en las zonas de sus dominios ancestrales, proponiendo actividades, entre otras, como las siguientes: protección de los bosques, vigilancia y aplicación de la ley en coordinación con las autoridades competentes y las colectividades locales; coordinar las reuniones del Consejo de la Juventud y del Consejo del Barangay sobre las cuestiones de protección de los bosques en la zona de su competencia y asistir a ellas; participar en las reuniones, en la evaluación de las actividades y sesiones de planificación con los funcionarios y el personal del ministerio de Medio Ambiente y otros interlocutores xxx.

Reclamaron asimismo que se clarificaran los ámbitos de competencias de la autoridad entre el nivel nacional (NCIP), que elaboraba los planes de desarrollo que les favorecían y el nivel regional (MIPA), que bloqueaba los procedimientos. Además, exigieron que en el seno de la BARMM se garantizara la plena participación de las estructuras de gobernanza propias de los pueblos indígenas y de sus organizaciones, cosa que no se hizo. Las autoridades locales forzaron a numerosas familias a desplazarse a los pies del monte Minandar, donde existe un elevado riesgo de inundación y de corrimiento de tierras.

Para Sonia, con quien pude evocar estos acontecimientos, “había que dejar libre la playa a fin de poder aprovecharla para el turismo. Tanto peor para la seguridad de las poblaciones locales. Solo se trata de lumades.” Al no haber sido reconocidos sus derechos, los lumades no tenían medios legales para protegerse.

Cuestión de solidaridad
La situación política se ha normalizado relativamente en una parte del archipiélago, especialmente en Manila, si bien los y las militantes sindicalistas, defensoras de los derechos humanos, periodistas demasiado curiosos y defensoras del medioambiente siguen estando en peligro, posibles víctimas de matones a sueldo o acosadas por la policía.

La situación es diferente en Mindanao. En el pasado, movimientos musulmanes, populares y organizaciones de los pueblos indígenas podían colaborar, al menos en tareas de defensa, pues eran conjuntamente víctimas de las operaciones del ejército filipino y de la represión. Tras el estado de guerra hubo un largo periodo de negociaciones con el Frente de Liberación Nacional Moro (MNLF) y el Frente Moro de Liberación Islámica (MILF), periodo durante el cual la dirección del MILF (preeminente) sostuvo que no hacía falta plantear la cuestión de los derechos de los lumades “para no complicar el proceso de paz”, recuerda Sonia. Entonces se dio a entender que se llevaría a cabo la delimitación de los dominios ancestrales una vez consolidado su poder. No ha sido así.

De hecho, explica Sonia, en Mindanao la situación se degrada hoy de forma significativa. “Se intensifica la vigilancia de las asociaciones que defienden los derechos humanos o sociales y las libertades, esgrimiendo una amenaza constante contra las y los activistas. La sensación de impunidad de los militares es patente, y ellos recurren al red-tagging, tildando a todas las personas que consideran sospechosas de comunistas y creando un clima de caza de brujas.”

Por las razones señaladas, la situación es particularmente precaria en la BARMM y las zonas habitadas por pueblos indígenas. Las comunidades lumades que residen en la costa son especialmente vulnerables, pero están amenazadas en todas partes, en nombre del desarrollo (capitalista, extractivista, depredador). Un modelo de desarrollo que por lo demás solamente agravará la crisis climática y ecológica global, aunque no hay que olvidar que las oligarquías filipinas, sean cristianas o musulmanas, no son las únicas en el mundo que se comportan de este modo.

“Necesitamos de verdad la solidaridad internacional”, concluye Sonia. “Sabemos que la situación también se vuelve cada vez más difícil para las clases populares en Francia, en Europa, en Norteamérica… La atención internacional se centra en Ucrania, una guerra europea. Nos solidarizamos con vosotros y vosotras, es un sentimiento de solidaridad recíproca”.

01/10/2023

ESSF

Traducción: viento sur

Notas
/1 El barangay es la unidad administrativa local más pequeña en Filipinas.

/2 La TJP constituye el marco de autogobierno de los lumades que ha operado durante mucho tiempo en la clandestinidad, antes de salir a la luz pública. Regula la vida colectiva y administra justicia de acuerdo con las reglas propias de los lumades.

/3 Véase la traducción francesa en ESSF, Mindanao (Philippines): Situation désespérée des peuples indigènes non-Moro

/4 Originario de la provincia de Maguindanao.

Tomado de vientosur.info

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