BRASIL- Desde lluvias hasta olas de calor: ¡la crisis ecológica mundial vuelve a llamar a la puerta!

*Marina Amaral: de la coordinación nacional de Afronte y directora de Movimientos Sociales de la UNE
“El Río que arrastra todo se dice violento,
pero nadie dice violento
los márgenes que lo comprimen”

 

Desde hace al menos tres décadas, la comunidad científica viene alertando mucho más intensamente sobre el cambio climático y sus consecuencias para la humanidad. La crisis ecológica global en la que estamos insertos es resultado de la relación entre la producción capitalista y el medio ambiente, especialmente con el aumento de la quema de combustibles fósiles. Por este motivo, el tema del clima cobra especial relevancia, porque según los principales estudios sobre el tema, como los informes del IPCC, si la temperatura del planeta aumenta 1,5º C respecto a los niveles preindustriales, las consecuencias para el medio ambiente y la vida humana será irreversible.

Este preámbulo con predicciones catastróficas que rozan las distopías de las películas apocalípticas se ha vuelto cada vez más real. El debate ecológico ya no gira en torno a qué dejar para futuras elecciones generales. Se trata de cómo revertir la tendencia actual de desastres y crímenes ambientales a escala global. Nunca ha habido tantas inundaciones por un lado y tanta sequía por el otro. Los océanos nunca han estado tan calientes, ácidos y desertificados. El aumento de la temperatura del planeta, que ya ha aumentado 1,2º C, pone en gran riesgo la seguridad hídrica y alimentaria de la humanidad.

En Brasil, los años 2021 y 2022 estuvieron marcados por eventos extremos, como las grandes inundaciones en Bahía, Minas Gerais, Río de Janeiro, Santa Catarina, Pernambuco, Alagoas, así como en ciudades del Centro-Oeste. Estos ejemplos, con deslizamientos de tierra e inundaciones, dejaron más de 300.000 personas afectadas y cientos de muertos. Actualmente, hemos visto episodios similares en Rio Grande do Sul que han durado semanas y han afectado a miles de personas.

Cualquiera que haya tenido la triste oportunidad de visitar lugares destruidos por estas tragedias sabe que la realidad es compleja. La lluvia no elige a quién golpea, pero las condiciones sociales y raciales dejan en evidencia el abismo desigual que existe en nuestro país, reafirmando también las contradicciones de clase y el racismo ambiental.

Olas de calor: ¿qué viene?

En los últimos días, todas las noticias informan que viviremos grandes olas de calor durante las próximas semanas, con temperaturas extremas en la mayoría de los estados brasileños, alcanzando máximas superiores a los 40º C. Es relativamente normal que experimentemos fluctuaciones de temperatura, lo cual es No es normal, es un cambio de esta magnitud, que ocurrirá del Norte al Sur de Brasil, simultáneamente, algo que nunca sucedió en nuestro país.

Los últimos desastres nos han hecho ver las inundaciones como los mayores ejemplos de fenómenos extremos. Pero varios estudios muestran que el exceso de calor puede ser mucho más peligroso que los ciclones y las tormentas severas. Desafortunadamente, en toda la historia de la observación del clima mundial, nunca hemos batido tantos récords de aumento de temperatura. Por lo tanto, es posible afirmar de inmediato que este fenómeno sin precedentes causará daños a nuestra distribución de agua, a la agricultura, con impactos socioeconómicos, y lo más importante, pondrá en riesgo la vida de nuestra población, especialmente de adultos mayores, niños y personas socialmente vulnerables. gente.

Aunque es importante explicar a la población cómo protegerse del calor y la deshidratación, las soluciones a esta gran crisis no pasan por ninguna actitud individual. Es urgente que los gobiernos municipales y estatales se estructuren para enfrentar esta situación ya anunciada, así como el gobierno federal, que tiene la responsabilidad de retomar las riendas de las políticas ambientales en Brasil y construir políticas nunca antes vistas para una calamidad. Situación nunca antes experimentada.

Tragedia anunciada: ¿quién tiene la culpa y qué hacer?

Mucho más que los gobiernos, el sistema capitalista ha sido la causa principal de todas estas tragedias. Pero la forma en que se implementan o destruyen las políticas ecológicas influye directamente en nuestro medio ambiente. El gobierno de Bolsonaro fue responsable de uno de los mayores reveses en la legislación ambiental. Organismos de inspección desmantelados; avanzó contra Áreas de Preservación Permanente; llevó la deforestación a niveles récord; abrió más espacio para la minería y la agroindustria; atacó territorios indígenas y quilombolas; reducción de la transferencia de presupuestos para políticas ambientales, incluso en tiempos de calamidad; atacó servicios públicos esenciales; y una serie de medidas más que profundizaron la crisis que estamos viviendo.

Es tarea de los nuevos gobiernos y del proceso de desfinanciamiento del país, avanzar en la implementación de políticas públicas ambientales de corto, mediano y largo plazo, que sean capaces de actuar en momentos de calamidad y avanzar para que los momentos de calamidad deje de ocurrir, construyendo políticas contra la crisis climática.

Es tarea de los nuevos gobiernos y del proceso de desfinanciamiento del país, avanzar en la implementación de políticas públicas ambientales de corto, mediano y largo plazo, que sean capaces de actuar en momentos de calamidad y avanzar para que los momentos de calamidad deje de ocurrir, construyendo políticas contra la crisis climática.

En el corto y mediano plazo, algunas sugerencias de acción de los gobiernos municipales y estatales:

1. Mayores recursos e inversión en Defensa Civil, para prevención y acción de emergencia;

2. Mejoramiento de los sistemas meteorológicos, para identificar con antelación cambios drásticos, con el fin de alertar y proteger a la población con antelación;

3. Amplios preparativos de planes de contingencia, centrados en las personas socialmente vulnerables;

4. Mayor inversión en el SUS, en hospitales y unidades de atención de emergencia, para actuar en casos de deshidratación y otros problemas de salud derivados del aumento de temperaturas;

5. Instalación de baños públicos y bebederos, con acceso prioritario a la población sin hogar, así como agua potable y saneamiento básico en todos los hogares;

6. Fortalecer y capacitar equipos multidisciplinarios capaces de enfrentar las diversas consecuencias de eventos extremos, desde bomberos hasta profesionales de la salud;

7. Políticas específicas para contener pendientes y deslizamientos de tierra, como geomantas ecológicas en el corto plazo, así como, estructuralmente, combatir la deforestación y la reorganización del espacio urbano y habitacional;

8. Organización del Plan Maestro Municipal, enfocado a la ocupación democrática del territorio en línea con políticas de preservación ambiental, y no a la especulación inmobiliaria;

9. Articulación de estudios urbanos y ambientales que incluyan criterios de raza y género en indicadores sociales para el desarrollo de políticas públicas;

10. Combatir la minería y las acciones extractivas que causan contaminación del agua, el aire y el suelo, promoviendo al mismo tiempo el fortalecimiento de la agricultura familiar, la producción de alimentos orgánicos y la legislación para combatir los pesticidas;

El gobierno de Lula y las políticas necesarias

El nuevo Gobierno de Lula y el nombramiento de Marina Silva en el Ministerio de Medio Ambiente, abrieron un nuevo espacio, especialmente en comparación con el gobierno anterior, para que Brasil no sólo pueda retomar importantes políticas ambientales, sino, principalmente, avanzar en nuevas formas de combatir el crisis ecológica actual.

Para el país que abarca el bosque tropical más grande del mundo, es necesario duplicar la responsabilidad. En la actual etapa de la crisis climática, el Gobierno Lula no puede dudar. No puede priorizar a las petroleras, a los terratenientes, a los agronegocios, a las mineras y a los acuerdos con el centro del capitalismo mundial.

Hoy (19) de septiembre, el Presidente Lula pronunció un importante discurso en la ONU y afirmó su compromiso de combatir la crisis climática global. Señaló acertadamente que los objetivos que defienden los países para un desarrollo sostenible hasta 2030 están muy lejos de alcanzarse. Por ello, es fundamental y urgente defender la implementación de un programa de transición que involucre:

1. Avanzar en el compromiso con la Amazonía y la deforestación cero en Brasil, ya sea legal o ilegal;

2. Garantizar la reforestación de territorios devastados como un compromiso con el medio ambiente y no como moneda de cambio para continuar con la deforestación;

3. Desarrollar urgentemente un importante programa de transición energética, utilizando la tecnología de Petrobrás para reducir el uso de petróleo, la quema de combustibles fósiles y avanzar en la producción de energía renovable;

4. Cumplir el acuerdo de París, que es lo mínimo que se puede hacer, y ser líder mundial en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, así como en el debate con otros países;

5. Redistribuir la tierra y la vivienda para que cumplan su función social, es decir, una amplia reforma agraria, agroecológica y urbana;

6. Garantizar incentivos federales para que estados y municipios puedan implementar cambios en el transporte público y las industrias, utilizando energías renovables;

7. Invertir en organismos que monitorean las políticas ambientales, como ICMBio e Ibama;

8. Tributación, multas y nacionalización de empresas que no cumplan con políticas de reducción de emisiones de CO2;

9. Regular y restaurar Áreas de Preservación Permanente y Reservas legales, así como garantizar la demarcación de los territorios de los pueblos indígenas y quilombolas;

10. ¡Sean coherentes con un programa popular, que garantice mejores condiciones de vida a la población, con el valor de los servicios públicos, el respeto al medio ambiente y sin agachar la cabeza ante la extrema derecha!

Del mínimo al máximo: ¡Ecosocialismo o barbarie!

La principal tarea que se plantea a nuestra generación es grandiosa. Es simplemente para impedir la destrucción de la vida humana en la Tierra. Algunas de las sugerencias anteriores son sólo para contener la punta del iceberg. Pero el verdadero problema reside en la existencia del sistema de producción capitalista. En este sentido, la cuestión ecológica es una cuestión científica, pero sobre todo es una cuestión política. No basta con decir que los seres humanos y el avance de la tecnología son el problema de nuestro planeta, es necesario llegar a la raíz del problema.

La injerencia humana en la naturaleza sólo se vuelve nociva cuando somos sometidos a un modo de producción completamente irracional, en el que la naturaleza es vista sólo como materia prima para la explotación y acumulación de capital a partir de un sistema que transforma todo, especialmente la naturaleza y los seres humanos, en mercancías y que no conoce otro criterio que la lógica de la expansión infinita de los beneficios, cueste lo que cueste.

Necesitamos tomar el control de la situación. Los acontecimientos extremos no dejarán de ocurrir mientras estemos bajo la égida del sistema capitalista. Por ello, señalamos al ecosocialismo como la solución estratégica, para que sea posible construir una nueva forma de producción y relación con la naturaleza.

Necesitamos tomar el control de la situación. Los acontecimientos extremos no dejarán de ocurrir mientras estemos bajo la égida del sistema capitalista. Por ello, señalamos al ecosocialismo como la solución estratégica, para que sea posible construir una nueva forma de producción y relación con la naturaleza.

Olas de calor y precipitaciones extremas son los avisos que ha dado nuestro planeta. Nos corresponde a nosotros cumplir nuestro papel como agentes sociales en la construcción de un mundo nuevo, restableciendo el metabolismo entre la naturaleza y la humanidad. Los jóvenes deben estar al frente de esta lucha, movilizándose por reformas inmediatas, por la implementación de un programa de transición que combata la crisis, pero sin olvidar que la consigna es esencialmente ecosocialismo o barbarie.

 

 

Fuente: Esquerda Online

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