Desde Argentina- Eduardo Lucita*: Esteban Volkov (1926-2023/ Ver- Desde México-Claudio Albertani*: Esteban Volkov (1926-2023)

24 Junio. 2023

Esteban Volkov (1926-2023

 

Por Eduardo Lucita*

“Este viernes 16 de junio falleció en México Esteban Volkov, nieto de León Trotsky y último testigo vivo del atentado mortal que sufrió, cometido por Ramón Mercader, el 21 de agosto de 1940. Fue siempre un defensor infatigable de la memoria y las ideas de quien fue dirigente de la Revolución Rusa y firme luchador contra el capitalismo y el estalinismo.. Así lo demostró promoviendo iniciativas como la conversión en 1990 de la casa en la que vivió su abuelo en Coyoacán (México DF) en Museo. Allí recibió en marzo de 2021 un homenaje internacional, en el que participó Raúl Camargo, miembro del Patronato de Viento Sur y de Anticapitalistas. En Madrid tuvo la oportunidad de intervenir en enero de 1989 en unas jornadas celebradas en el Ateneo de Madrid, organizadas por la Alianza Hispano Francesa, el Instituto Francés y la Fundación Andreu Nin, en las que participaron, entre otros, Manuel Vázquez Montalbán, Fernando Claudín, Pierre Broué y Alain Krivine.(tomado de Viento Sur).

 

La noticia me apenó y me retrotrajo a principios de los años 90 del siglo pasado, cuando aprovechando mi designación como secretario en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA organicé un Seminario Internacional sobre la vigencia del marxismo del que participaron numerosos intelectuales del país y del extranjero. Entre ellos logré invitar al nieto de Trotsky, para lo que conté con la colaboración de Osvaldo Coggiola, dirigente de Causa Operaria de Brasil, partido emparentado con el Partido Obrero de aquí.

El día que debía disertar Esteban “Sieva” Volkov el aula magna de la FFyL desbordaba de gente, totalmente colmados los asientos y mucha gente parada, incluso en el pasillo de entrada al aula. Me llamó la atención que las dos primeras filas, extensas por cierto, estuvieran ocupadas desde bastante antes del horario anunciado. Todas personas de 60 años para arriba, luego me enteraría que eran todos/as militantes, o ex militantes, del PCA. Por la edad deduje que la mayoría se habían formado en la época del estalinismo más cerrado.

La disertación de Volkov, una oratoria pausado, para nada altisonante, pero firme, fue muy conmocionante al narrar los avatares de Trotski y su tragedia familiar, también muy emotiva cuando describió el asesinato de su abuelo, del que fue testigo siendo muy jovencito. (La distinguida pluma de Leonardo Padura narra con precisión aquellos momentos y describe la personalidad sometida de Ramón Mercader, el asesino del revolucionario y creador del Ejército Rojo, en su formidableEl hombre que amaba a los perros”).

Al terminar su alocución un profundo y pesado silencio inundó el aula magna, hasta que finalmente surgió el aplauso. Me detuve en observar desde muy cerca a los ocupantes de las dos primeras filas. Algunos aplaudieron tímidamente, la mayoría permaneció con gesto adusto en sus asientos, como suspendidos en el silencio anterior. Luego algunos se levantaron y se fueron lentamente casi sin saludar, la mayoría se quedó para las preguntas y respuestas. Cuando se desocupó la sala vi que en el pasillo y en el hall de la planta baja muchos de ellos integraban grupos que discutían en voz baja como apesadumbrados, indudablemente impactados por lo que habían escuchado.

Cuando Volkov bajó del estrado uno de los asistentes se le acercó y le pregujtó por su familia, dos hijas que vivían en EEUU. Le preguntó si no hacían nada políticamente, volkov le contestó “a Ud. no le parece que esta familia ya dio bastante por la revolución…

Algunos años después cuando ya los crímenes y la barbarie estalinista, así como el cuestionamiento a sus políticas, eran un lugar común, me encontré con un antiguo militante comunista, de mi edad, con el que siempre tuve muy buena relación, estaba parado en la esquina de Corrientes y Callao con su compañera discutiendo. Según él me explicó la mujer le insistía en que tenía que contarle al padre, muy enfermo, la realidad de aquella URSS idealizada, él se preguntaba como decírselo cuando su padre había sido parte de la guardia de honor que durante días honró la memoria de Stalin cuando su muerte.

Pienso que ese desasosiego y esa desilusión de haber dado buena parte de sus vidas a defender un proceso revolucionario que de pronto se derrumbó como un castillo de naipes, estuvo también presente entre los ocupantes de aquellas dos primeras filas del Seminario Internacional que tuve oportunidad de organizar en aquellos tiempos en que la revolución y el socialismo estaban totalmente devaluados.

 

Junio 21 de 2023.

 

Visto desde hoy pienso que fue un acierto haber organizado aquel Seminario para el que, nobleza obliga, conté con el apoyo del decano Luis Yanes. Eran tiempos difíciles y el viento soplaba en contra. En cierta forma fue un acto de resistencia cuando primaban las ideas del fin de la historia y los pequeños relatos se habían adueñado del campo intelectual.

 

*Eduardo Lucita: Integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda)

 

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Esteban Volkov (1926-2023)

 

A los 97 años, partió Esteban Volkov, nieto de Trotsky, uno de los últimos sobrevivientes de las purgas de Stalin. Nacido en 1926, Sieva –como le decíamos quienes lo quisimos– vivió el estalinismo en carne propia. Su madre, Zinaida Bronstein, conocida como Zina, era hija de la primera compañera de Trotsky, Aleksandra Sokolovskaya, prominente revolucionaria por cuenta propia. Su padre, Platón Volkov, miembro del sindicato de docentes, fue fusilado en 1937. Nina, hermana de Zina, murió de tuberculosis en 1928. La hija de aquella, Volina, entonces de 3 años, quedó a cargo de la abuela Aleksandra, quien dirigía la Oposición de Izquierda en Leningrado.

En enero de 1931, Zinaida obtuvo una visa para iniciar un tratamiento en el extranjero y llegó a Prinkipo, Turquía, donde Trotsky se encontraba exiliado. Tenía consigo al pequeño Sieva, pero dejaba atrás a Platón y a su otra hija, Aleksandra. Abrumada por la muerte de su hermana Nina, a quien había atendido estando ella misma enferma, Zinaida viajó a Berlín, para curarse. Sieva se quedó con Trotsky y Natalia Sedova, su segunda esposa, de manera que no pudo alcanzar a su madre sino hasta finales de 1932. Aterrada por el nazismo y carcomida por la enfermedad, Zina se quitó la vida con el gas el 5 de enero de 1933.

Entonces, Sieva, de 7 años, quedó a cargo de Lev Sedov –nacido en 1905, hijo de Trotsky y de Natalia– quien lo llevó a París, donde vivía y dirigía el movimiento trotskista. Sin embargo, en 1938, Sedov perdió la vida a raíz de una operación de apendicitis, aunque con toda seguridad fue envenenado por agentes de Stalin.

Detenida en 1935 por la policía secreta (GPU), la abuela Aleksandra fue vista por última vez en un campo de trabajo de Kolymá en 1937. De Volina se perdieron los rastros en las purgas, así como de Alexandra Volkov, la hermana de Sieva. Platón fue fusilado en 1938.

La odisea de Sieva no terminaba aún. Según él mismo me contó, vivió algún tiempo en París a cargo de Dina Vierny (Dina Aïbinder, 1919-2009), coleccionista, galerista y musa del escultor Aristide Maillol, además de militante trotskista y en algún momento amante de Vlady, el hijo de Víctor Serge.

En 1939, Marguerite Thevenet y Alfred Rosmer, viejos militantes obreros y amigos de Trotsky, llevaron a Sieva a México, al término de una larga batalla judicial entre Trotsky y Jeanne Martin des Pallières, la viuda de Sedov, para la obtención de su custodia. Sieva tenía entonces 13 años. En mayo de 1940 fue herido durante el atentado de Siqueiros a Trotsky; conoció al que sería, finalmente, el asesino, creyéndolo “un camarada” y en agosto vio cómo mataron a su abuelo.

Los siguientes 83 años, Sieva los vivió en México de manera relativamente tranquila, cuidando la memoria del abuelo y contribuyendo a crear instituciones como el Museo Casa León Trotsky, consagrado a la memoria del revolucionario ruso. Emprendió asimismo una carrera científica, se casó y procreó a cuatro hijas, todas mujeres brillantes. Y lo más importante: nunca perdió la esperanza en la posibilidad de construir un mundo mejor.

La vida de Sieva simboliza la tragedia de una revolución que se devora a sí misma. Se podría decir que con él muere –ahora sí– el siglo XX con sus utopías y sus pesadillas; pero, al mismo tiempo, con su personalidad suave y también con su terquedad, Sieva simboliza el humanismo revolucionario que nunca muere. Nunca olvidaré sus ojos azules, su camaradería y el honor que me hacía al invitarme a mí, anarquista de toda la vida, a sus cumpleaños que celebrábamos en un restaurante ruso del sur de la Ciudad de México.

Sobre la vida de Sieva hay que señalar el documental de Adolfo García Videla, Mis memorias con Trotsky: Entrevista a Esteban Volkov, que se presentó en el plantel Centro Histórico de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México el 20 de agosto de 2013. Fiel a sí mismo, Volkov señaló en esa ocasión que “el capitalismo ha llegado a un nivel de explotación, de destrucción del planeta; el marxismo es una de las opciones que existen. Ojalá hubiera otras ideologías, otros métodos que nos pudieran dar una solución para salir de este infierno en el que está viviendo gran parte de la población”.

 

*Claudio Albertani: Politólogo, investigador, académico, historiador y periodista italiano de residencia prolongada en México. Doctor en Estudios Latinoamericanos por el Centro

 

Fuente: La Jornada

 

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