Campesinado Agrominero, fundamental en la transición minero-energética

27 may. CI.- Por Gerardo Amador Caballero*. En el día de hoy inició en Bogotá la Cumbre Minera, un espacio de diálogo y debate no vinculante convocado por el Gobierno Nacional.
Aprovechando este espacio y el pulso político que sigue en torno al reconocimiento del campesinado como sujeto político de derechos, es necesario plantear el debate y caracterización sobre la definición del sujeto campesino agrominero. Este es un término que no es común para algunas regiones del país, pero en otras, se considera como parte de la identidad cultural, tales como el Sur de Bolívar, Magdalena Medio, Bajo Cauca y Nordeste Antioqueño.
Podemos caracterizar a la campesina y campesino agrominero como aquellos que desarrollan actividades agropecuarias y mineras de manera mixta, en un mismo territorio.
La práctica de la minería fue extendida a estas regiones desde la década de los 80, cuando comunidades mineras flotantes llegaron al Sur de Bolívar y Antioquia en busca de vetas de oro, utilizando al campesinado del territorio como fuerza laboral en los inicios de la explotación de este mineral y quienes con el tiempo dominaron el ejercicio de esta actividad; permitiendo así el desarrollo de una minería más independiente y colectiva en beneficio de las comunidades. Desde ese entonces se articulan estas dos actividades (minería y agricultura) en la dinámica económica y territorial.
Muchas de estas comunidades campesinas empezaron a trabajar la minería en la Serranía de San Lucas y alrededor de las bocas de minas desarrollaban actividades agrícolas como siembra de comida para el autoconsumo y la comercialización. De esta manera, cuando la producción del oro disminuía, lograban solventar los gastos con lo que se producía en la agricultura, esta última entendida como un ejercicio de seguridad alimentaria y economía campesina, que genera las condiciones para la permanencia del campesinado en el territorio y una dinámica de identidad cultural propia. Con el desarrollo de los procesos organizativos agromineros, el cultivo de alimentos ganó la categoría de soberanía alimentaria.
La minería realizada por el campesinado se da de manera colectiva y es caracterizada como pequeña minería, por lo que las afectaciones ambientales, aunque las hay y se reconocen, son menores que las generadas por la minería a gran escala desarrolladas por grandes empresas transnacionales y nacionales. De igual manera, las comunidades campesinas efectúan acciones de protección y conservación del territorio que habitan, puesto que su vida se desarrolla en torno a él y es la base de su identidad y cultura. Este arraigo territorial hace necesario plantearse una transición hacia mayores economías campesinas agrarias, que permita una armonía en las regiones donde se generan estas dinámicas mineras que son el principal foco de conflictividad territorial.
Es importante plantear el debate, ya que el estigma y la invisibilización que enfrenta el campesino agro minero es grande, sobre todo por la forma en que el Estado ha abordado esta situación, considerando como ilegales a los dueños históricos de la tierra, a quienes la habitan y la protegen, avasallando las posibilidades de subsistencia del campesinado. Se puede decir que la legislación minera tiene una serie de barreras que imposibilitan que el campesino acceda a títulos, esos mismos que el Estado a través del actual Código Minero les ha entregado a las empresas trasnacionales.
A la fecha, según datos de la Gobernación de Bolívar, hay cerca de 228 títulos mineros y 218 solicitudes de adjudicación de títulos, en su mayoría otorgados y diligenciados por dichas empresas en el Sur de Bolívar, que asciende a 430.000 hectáreas aproximadamente. Se suma a lo anterior, la persecución y estigmatización constante del Estado al pequeño minero mediante la militarización del territorio y la avanzada paramilitar que se vive desde el año 2020, hechos que profundizan la Emergencia Humanitaria en la región, expresando estos riesgos de violencia, despojo y desplazamiento del campesinado y comunidades étnicas.
Desde el Coordinador Nacional Agrario seguimos defendiendo y aportando en la construcción de propuestas, que garanticen la integralidad de los derechos del campesinado en general. Valoramos todos los espacios de participación que el Gobierno impulsa a nivel nacional, como esta Cumbre Minera. Sin embargo, planteamos que en muchos de ellos debe priorizarse el sentir de los históricamente excluidos y que con ello se pueda materializar la concreción de políticas serias de cambios y transformaciones.
*Gerardo Amador Caballero, es dirigente social y político de la región de Dos Ríos. Es integrante de la Junta Directiva del Coordinador Nacional Agrario
CI GA/FC/27/05/2023/18:00
Fuente: Colombia Informa
____________________________________________________
Por Aldo Anfossi
La Jornada
Pese a que el estado de excepción constitucional y el consiguiente despliegue militar en el Biobío y la Araucanía, en el sur de Chile, se prolonga casi sin pausa desde hace 18 meses, la insurgencia mapuche continúa activa y en días recientes lanzó una escalada de ataques contra la industria forestal.
En lo que va de abril hubo al menos 15 operaciones de sabotaje en las que se quemaron decenas de camiones, maquinarias agrícolas y forestales, bodegas donde se acopiaban cosechas y corte de carreteras.
Mostrando coordinación, la madrugada del martes, rebeldes del grupo Liberación Nacional Mapuche (LNM) actuaron simultáneamente en tres lugares distantes entre sí: Cañete (Biobío), Lautaro (La Araucanía) y Panguipulli (Los Ríos), las tres regiones donde tiene lugar el conflicto con el Estado chileno para recuperar los territorios históricos y obtener autonomía.
La presencia de tropas comenzó en octubre de 2021 con el gobierno de Sebastián Piñera y continuó hasta marzo de 2022, cuando el recién asumido mandatario Gabriel Boric decidió no prorrogarla. Pero volvió a aplicarse desde el 16 de mayo de 2022 y sigue hasta el presente.
Cuando Boric inició su presidencia, en marzo de 2022, ofreció dialogar con los mapuches, incluso con las organizaciones armadas, y envió a su entonces ministra del Interior, Izkia Siches, a una visita no concertada a la comunidad de Temocuicui, pero cuando ella iba en camino, su caravana fue ahuyentada con disparos al aire.
El diálogo nunca se concretó y el gobierno respondió con la militarización, aunque en noviembre de 2022, durante una visita a la zona, el gobernante se comprometió a que en marzo de 2023 anunciaría una “comisión por la paz y el entendimiento” con el mandato de determinar la demanda de tierra de las comunidades mapuches y proponer mecanismos para saldar la deuda histórica.
No obstante, la comisión no ha sido anunciada.
Según el recuento oficial, en lo que va del año se han cometido casi 50 ataques.
La ministra del Interior, Carolina Tohá, afirma que en comparación a 2022, los ataques incendiarios bajaron 21 por ciento; de inmuebles incendiados, 39 por ciento; de usurpaciones, 65 por ciento, y los homicidios, 56 por ciento. Pero admitió que durante abril hubo “un incremento preocupante de ataques incendiarios, que pasaron de 9 a 15. Es decir, un aumento de 67 por ciento”.
Y admitió que “si sumamos a eso los ataques que hubo entre la noche de ayer y la madrugada de hoy (miércoles), esos números seguramente empeorarían”.
Tomado de. Ecuador Today
Impactos: 1